Capítulo 49⚓

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El fin de semana con Natalia no había sido tan malo después de todo, a pesar de lo que pasó con el tonto de Nick y Nate. Nunca pensé en estar en una situación tan estúpidamente mala, incómoda y frustrante con los hermanos Delacroix, a excepción de Natalia, que ella es un pequeño angelito; de vez en cuando hace una que otra travesura.

El fin de semana tuve que llamarle a la tía Esther y Tania para pedir una disculpa por no haber llevado a Eliana con ellos, les explique todo y de cual era mi trabajo ahora, ellos se sintieron muy felices por mí.

Eliana y yo nos regresamos a nuestra casa el domingo por la noche, la verdad yo no quería dormir otra vez en la casa de los Delacroix, pero obviamente me tocaría hacerlo el fin de semana, así que era una tortura para mí. Tenia que organizar todo con Abraham, esta semana era la pelea de boxeo, así que no podía faltat, tenia que ir a pelear y poder ganar. Aún no sabía quien iba a ser mi contrincante, solo esperaba que no fuera una chica de dos metros o la hermana de pie grande.

—Buen día—le digo a Eliana cuando entra a la cocina con su uniforme del colegio.

—Buen día, hermana—me abraza. Ella suele ser muy cariñosa aunque a mi me cueste demostrar mis emociones.

Pero con Nicholas no te cuesta demostrar nada, me bufa mi propia conciencia. Trato de alejar eso de mi cabeza para poder empezar el día con buenas vibras.

—¿Qué tal dormiste?—comienzo a servir el desayuno.

—Muy bien, ¿y tú?—ella responde mientras prepara lo mejor del mundo: café.

—Pues bien.

Mis padres entran al comedor, espero que estén de buen humor. Por favor, querido karma buena vibra, no dejes que ellos estén de mal humor.

—Hola, buenos días—saluda mi padre.

Gracias, buen karma.

—Buenos días—respondemos Eliana y yo al unísono.

—¿Cómo amaneciste?—Eliana se acerca a él y le da un beso en la mejilla.

Cuando era pequeña, a pesar de que mis padres eran malos conmigo y Eliana, siempre fui muy afectuosa con ellos, pero no todo es para siempre. Un día te das cuenta que esas personas no valoraron tu cariño y simplemente dejas de dárselo y de ser cariñosa. Cuando me di cuenta del desprecio de mis padres hacia mi hermana y yo, todo cambio. Desde ese momento en el que me fije que nada de lo que yo hiciera con amor serviría para poder llevar una mejor relación con ellos, fallo, cambie. No quiero que vuelvan a dañar mi corazón.

No quiero volver a escuchar a mi corazón romperse de nuevo y armarlo otra vez, sabiendo que no quedará igual que antes.

—Muy bien, hija—le responde de una manera muy cordial.

—¿Quieres un poco de crema en tu café?—le pregunto mientras termino de poner los últimos cubiertos en la mesa.

—No, gracias, hija. Por el momento estoy bien así—me responde muy amable.

¿Quién es Vincent Montenegro en este momento? ¿Será que los extraterrestres se lo llevaron y en cambio dejaron a éste clon?

—Ok, esta bien—me encojo de hombros.

Mi madre entra corriendo al comedor-cocina. Al parecer alguien llegara tarde a su trabajo

—Hola, cielo—le da un beso en la boca a mi padre. Que inapropiado.

—Hola, amor.

—Lo siento, hoy no voy a desayunar. Voy demasiado tarde al trabajo—mi mamá mete deprisa algunas cosas en su bolso.

—¿Quieres unas frutas para llevar?—le pregunto. No soy cariñosa, pero tampoco soy mala persona.

—Gracias, Ludmila.

Agarro una bolsa de papel y meto dos manzanas y un banano. No es mucho pero al menos hará que su estómago no este con un poco de dolor por no tener nada dentro se él.

—Aquí tienes—le entrego la bolsa.

—Bueno, me voy. Nos vemos en la noche—sale corriendo de la cocina para irse a su trabajo.

Comienzo a comer en silencio, prefiero ser de pocas palabras con mi padre. Cada que hablo siento que su puño podría impactar en mi cara, y la verdad ya estoy cansada de ello.

Pero parece que él no prefiere el silencio.

—¿Qué tal te ha ido en tu trabajo, Ludmila?—él toma un sorbo de café.

—Pues bien, papá.

—Tu madre me dijo que cuidarás a la hija de los dueños del lugar donde trabajas.

—Sí, pensé que mamá no te había dicho, pero veo que sí. Quizás no venga a dormir algunos días, pero es porque la pequeña hija de ellos tiene asma, ya sabes, tengo que estar muy al pendiente de la pequeña—trato de que mi voz salga calmada y sin una pizca de nervios...o miedo.

—Espero que sea cierto hija. Si yo me entero que todo eso que me dices es mentira, habrán consecuencia para ti—me señala con el cubierto que tiene en la mano.

—Estoy diciendo la verdad—lo enfrento.

—Sí, papá. Ludmila está diciendo la verdad. Yo la acompañe el primer día y que quede con ella a dormir en la casa de los jefes—Eliana habla en mi defensa.

—Trataré de confiar en ustedes—su voz sale en un tono más tranquilo—Pero si traicionan mi confianza habrá consecuencias—ahora ve a mi hermana también—, para las dos.

Asiento. Al menos el desayuno con mi padre estuvo en modo amor y paz. No traicionaría la confianza de él, eso estaba más que claro. Pero eso no impide que sienta el miedo de sus palabras, con él nunca se sabe que puede pasar, y eso es lo que me aterra. Tenia que ser fuerte por mi hermana, no quería verla a ella débil, yo también tenia que darle fuerzas a ella para poder seguir con nuestras vidas cotidianas de la mejor forma posible.

—Sí, lo sé papá. Ya lo habías dicho—respondo.

—Tu tía Esther vendrá hoy por la noche, así que bien portadas y nada de hablar demás—nos avisa.

—Sí, papá—Eliana y yo contestamos en modo robots.

Al menos esta noche también podría estar en paz. 

Disculpen por no actualizar, pero estaba en semana de parciales. Gracias por leerme, espero les esté gustando la historia.

No se olviden por pasarse por mi otra historia: Inefable.

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Besos derivados e integrados😘 

  

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