La ruidosa alarma resonó en la habitación, haciendo al chico en la estancia despertarse alegremente. Ese día se sentía lleno de energía, se levantó de un salto, sonriendo una vez se estiró por completo.
La luz invernal se veía hermosa.
Corrió las cortinas para ver el exterior; los débiles rayos de sol golpearon su cuerpo, haciéndolo sentir vivo y contento.
Una vez abrió la compuerta que daba a su habitación, el olor a café matutino llegó hasta él, por lo que, desplegando las escaleras para bajar de su cuarto, bajó las mismas al ritmo de Brown Sugar, la cual estaba reproduciéndose en la radio.
Sonriendo al oler el delicioso aroma, se dirigió a la cocina haciendo un pequeño deslice de pies.
Halló en la estancia a su hermana, quien le habló.
—Estás muy feliz hoy, ¿pasa algo?
—¿No se puede ser feliz sin motivo? —la inocente sonrisa de Deacon contagió a su hermana, haciéndola sonreír de vuelta.
Julie terminó su desayuno mientras jugaba con su hermano.
Una vez acabaron, la menor se despidió de John dándole un beso en la frente.
Dejó los platos que utilizó en el fregadero.
Salió de la casa en dirección a su universidad, encontrándose con Freddie en el camino.
—Jul, cariño, te ves radiante. Me encanta tu vestuario, te hace ver empoderada y hermosa. —Freddie saludó a Julie con un beso en la mejilla, sin soltar la manta que llevaba en sus brazos.
—Gracias, Fred. Lo mismo digo.
—¿Qué, esta cosa vieja? Ah, no. Es mi ropa antigua...
La chica peinó un mechón de su cabello detrás de su oreja, observando el pequeño bulto entre los brazos de Mercury.
—¿Qué te trae por acá? —se sorprendió al ver que al bulto le crecieron dos orejitas pequeñas, y sacando la cabeza, apareció Romeo, la muchacha acarició la cabeza del animal, y este queriendo agarrar su mano, estiró sus patitas.
—Este pequeñín se rompió la patita, por lo que puedes ver —Freddie apuntó con los ojos el pequeño yeso en la pata trasera del animal.—, y ni yo ni Mary podemos cuidar de Romeo, así que venía a ver si tu adorable hermano podía echarme una mano.
—Seguro. Está en la casa, acaba de despertarse y lo pillas de buen humor. Yo debo irme ya, ojalá se mejore pronto. —la chica acarició por última vez al animal para luego despedirse, sus caminos se dividieron, ahora yendo en direcciones opuestas. Freddie siguió su camino a casa del bajista, cuidando sus pasos para no incomodar a su mascota.
John lavaba los trastes ahora al son de The Hustle, se encontraba tan ensimismado en sus pensamientos y acciones, que no escuchó el timbre sino hasta que su madre fue a abrir la puerta. La mujer fue hacia dónde estaba su hijo, y llamó su atención.
—Jo, te llamaban. Deberías tener más baja esa música tuya... —lo regañó su madre.
—Lamento si molesta. —John secando sus manos, bajó el volumen de la radio y fue hacia la puerta principal a ver quién lo esperaba.— Fred, ¡qué sorpresa! —lo saludó con un corto abrazo— Buenos días. ¿Qué haces aquí? —John sonrió al ver al moreno tras la puerta, este le sonrió de vuelta.
—Buenos días, cariño. —Freddie lo miró fijamente, esperando que lo dejara pasar a la casa, este se dio cuenta del gesto y le abrió el camino. Se dirigieron al comedor y se sentaron ambos en el mismo sofá.— Bueno Johnnie, supongo ambos tenemos cosas que hacer, así que lo haré corto. —Freddie destapó al pequeño animal, y haciendo contacto visual con John, ronroneó, bostezando para luego desplazarse a lo largo del sofá.
—¿Qué hace Romeo aquí?
—Eso es a lo que vine. Como ya sabes, su patita se encuentra torcida. —Freddie hablaba haciendo movimientos con las manos, mientras que John jugaba con el pequeño felino, este tropezaba de vez en cuando, enterneciendo al menor— El problema está en que hoy no puedo hacerme cargo de él y necesita un cuidado especial, es por eso que he recurrido a mi mejor amigo en busca de ayuda. —John miró a Mercury, este le dio un tono más alegre a sus palabras.— ¿Me harías el favor de cuidar a Romeo, solo por hoy?
—¡Claro que sí Fred, encantado! —John tomó al animal entre sus brazos, este ronroneaba adormecido— ¡prometo cuidarlo bien!
—Así se habla. —le entregó una bolsita con comida para la mascota.— Haz como que la cocinaste, o si no no la comerá. Solo ponla en una olla y luego sírvesela en un plato. —John sonriendo asintió.— Bueno, debo irme, Mary y Paul me esperan en el auto.
—¿Qué van a hacer? —Deacon preguntó inocente, dejando al animal en el sofá junto a la chimenea y acompañando al vocalista a la puerta principal para despedirlo.
—Vamos a ir de compras. Estoy preparando las ultimas cosas para la gira, querido. Este cuerpo tallado a besos y caricias no va a usar harapos en todos aquellos países por los que vamos a pasar, digo, ¿me imaginas en Japón con algo como esto? —apuntó a su outfit casual.— Dios mío, es un rotundo no. Pero bueno, gracias otra vez, cuídate. Besitos, adiosín.
El cantante cerró la puerta tras de sí, dejando a John con las palabras a medio decir. Suspiró, volvió al comedor y luego de subirle a la música, dirigió su mirada al sofá, dándose cuenta que Romeo ya no se encontraba ahí.
—Oh, no.
El chico dio vueltas los cojines, movió los muebles cercanos y revisó por sobre los mismos, desesperándose poco a poco, imaginando descabelladas maneras en las cuales el animal resultaba herido. Revolvió toda la sala de estar, para luego sentir el tocadiscos encenderse, volteó rápidamente para ver que el animal giraba encima del disco que actualmente estaba siendo reproducido. Suspiró aliviado, dirigiéndose hacia el pequeño y apagando el aparato.
—No me asustes así, por Dios... —John acarició la pancita del gato, este ronroneó, moviendo la cola alegremente. ¿Qué se suponía que haría ahora?
Se dirigió a su habitación con el gato entre sus brazos, este arañaba la camisa de dormir del castaño. Una vez llegó, dejó al felino en una cama improvisada hecha con unas cuantas almohadas y sábanas que encontró. Volteó dispuesto a ordenar su cama, hasta que escuchó telas romperse, miró al gato, estaba arañando las sábanas.
—¡Romeo, no, gato malo!
Lo apartó de allí, y lo posó suavemente en un sillón que tenía en su habitación, el minino se acomodó rápidamente y lamió su pata izquierda. A los pocos minutos, cerró los ojos levemente y empezó a ronronear.
—Quizás Romeo es igual de complicado que Fred... —dijo para sí. Sonrió con aquella frase resonando en su cabeza, divirtiéndose con la imagen mental que acababa de hacerse, dejando de lado las sábanas para mirar al animalito junto a él.
Una brillante idea se le vino a la cabeza, dejó las sábanas de lado y se dirigió a su clóset, buscando con esmero una bola de lana con la cual podría entretener al felino, aunque una discusión se le vino a la mente tan pronto como encontró el cajón con los ovillos.
"¿Romeo prefiere jugar con lanas de color azúl o verde?" tomó ambos colores, escudriñando en el aspecto de las bolas de lana. Mientras el joven se encontraba distraido, el gato estiró sus patas, bostezando en un tono lo suficientemente bajo para que John no notara que este se despertó.
Emprendió el camino hacia el mueble más cercano, encontrándose con el escritorio, el cual por obra del destino, tenía sus cajones abiertos levemente formando casi una escalera, la cual Romeo aprovechó para escalar hacia la cima. Una vez llegó a la mesa, objetos varios fueron derribados a su paso, sin embargo, el ruido de la golpe de estos contra el piso se vio amortiguado por la alfombra bajo el mueble, haciendo casi insonoro el ruido de la caída y John, sin notar el movimiento.
"Puede incluso que le guste más el naranjo. Aunque en lo personal preferiría el rojo antes que ese. Aunque hay que tener en cuenta que el amarillo es el más suave de todos, pero hay más lana celeste que cualquier otro color, pero la lana morada se ve más a su tamaño, no es tan grande pero tampoco es tan pequeña... agh, ¿por qué es tan difícil esto?".
Sacó los colores anteriormente nombrados, presionando levemente cada uno para notar la contextura de estos, dandose cuenta que el rojo era muy duro para las patitas del animal, lo que probablemente le dañaría sus garritas, descartó el mismo, dejando el color dentro del cajón, ahora teniendo que discutir sobre cinco colores y no seis. Algo es algo.
Por otro lado, el felino siguió su recorrido por el extenso escritorio, encontrándose con una figura de acción, levantó sus orejas en forma de sorpresa y giró levemente su cabeza hacia la izquierda, estiró una de sus patas, golpeando con delicadeza el brazo que el muñeco tenía extendido en su dirección, bajando el mismo una vez tocó el brazo.
Retrocedió unos cuantos centímetros una vez vio que el muñeco era inofensivo, acercándose una vez más y volviendo a derribarlo, mordió la cabeza del mismo repetidas veces hasta que se aburrió, deslizando con su cola el muñeco hasta la orilla y botándolo de la mesa, observó la escena del crimen con recelo y una vez encontró un nuevo objetivo, volvió a caminar, ahora, hacia la lámpara.
"¿Este realmente es verde o es solo que soy daltónico y en verdad es celeste? Caracoles, debí dejar una etiqueta la última vez que tejí algo. Debería preguntarle a mamá... Nah, es verde. Con tal, eran los gatos los que veían los colores en blanco y negro, ¿no?" rascó su barbilla, tomando el celeste y lo dejó junto al rojo, cuatro colores.
Suspiró, pensando en que seguramente estaba eligiendo mal los colores y el color favorito de Romeo no se encontraba en la gama de la que él disponía en esos instantes, dejó de lado el pensamiento y volvio a su actual problema, sin siquiera imaginar que detrás de él había uno mucho peor.
La pequeña lámpara de mesa se tambaleó una vez Romeo pisó el cable de esta, tensándolo y casi botando la misma, curioso, volvió a pisar el cable, dándose cuenta que al hacerlo, pequeñas chispitas salían de un cuadradito en donde se unían el fin del cable y la pared. Se acercó y una vez alistado, con sus dos patitas comenzó a jugar con el cable hasta que las chispitas dejaron de aparecer, quiso llegar al punto de donde salían aquellas, sin logarlo. Se volvió hasta la base del electrodoméstico, notando un pequeño relieve.
Tocó el mismo varias veces, sin resultado alguno, miró hacia arriba y vio una especie de bola colgando, quiso tocar la misma, sin embargo, su yeso no le permitió pararse en dos patas, haciéndole doler aquella extremidad una vez intentó estirarla.
Abandonó el pensamiento segundos después, saltando hasta un cojín en el piso, observando la inmensidad de este, notando que aquellos objetos que vio arriba en el escritorio se encontraban ahí abajo ahora. Se enorgulleció de lo mismo, y lo hizo notar una vez tomó la figura se acción y en su hocico se la llevó hacia John.
Este, por suerte, se encontraba finalmente debatiendo entre dos colores, morado y naranja. Sintió las patitas del animalito acercarse a él y parar una vez se encontraron junto a él.
Cerró sus ojos sonriendo, acercando su mano hacia la cabecita del pequeño, sin embargo, notó algo duro en vez de eso. Algo con baba, con relieves que marcaban mordiscos y rasguños. Se alteró, especialmente al ver que se trataba de nada más ni nada menos que su figura de acción —¡OJO! comprada y exportada exclusiva y únicamente para él desde Japón, o eso le dijeron a él esa navidad donde le regalaron la figura— del Super Robot Chogokin, pestañeando rápidamente intentando comprender que aquella figura, la cual se había preocupado de pulir la noche anterior, ahora se encontraba mordisqueada por los colmillos del felino y húmeda por la baba del animal.
Este dejó el muñeco en el piso, con una expresión de "¡Mira! Lo he hecho especialmente para ti" en sus ojos, lamiendo su patita y rascando su cabeza, moviendo la cola de lado a lado, dejandola descansar junto a su patita con yeso.
John, devastado, tomó la figura entre sus manos, lamentandose el no haber sido más cuidadoso, las manos del muñeco se encontraban deformadas, sus piernas perdieron la flexibilidad y su cabeza se encontraba torcida hacia el lado equivocado. Se removió en su lugar, teniendo aún la demacrada figura entre sus manos, dejando la baba caer en sus palmas, cantando en su mente la canción de la derrota, recitando el monólogo de algún personaje que en algún momento escuchó decir, "hoy te has ido, gran amigo, sin embargo, serás recordado por siempre. Defiende nuestro universo desde el más allá, y quizá algún día, nos volveremos a encontrar".
Abrazó la figura hacia su pecho para luego envolverla en un pequeño pañuelo, y dejarlo junto a su mesita de noche, casi sintiendo que su vida se iba junto con la existencia de ese muñeco.
Todo bajo la atenta mirada de Romeo, a quien John, luego de sollozar unos minutos, le dedicó una mirada casi queriendo asesinar al animal, aunque su razonamiento cambió una vez vio cómo se divertía con la bola de lana naranja.
"Al menos encontré la correcta", pensó. Suspiró y recogió del piso objetos que no supo cómo llegaron ahí, dejándolos en el escritorio para luego tomar al animal y llevarlo al pasillo, en donde tendrían más espacio para jugar.
Tomando el ovillo y volviendo a lanzarlo, el gato iba y volvía siguiendo la bola, jugueteando con el hilo que sobraba de esta como si fuese la cola de un ratoncito el cual buscaba hacer presa de sus garritas.
La tierna escena hacía sonreir al bajista, quien en un descuido lanzó muy fuerte la bola, esta rebotó en la pared y cayó por la escalera. Se alteró una vez más al ver que casi inmediatamente, Romeo se lanzó contra la escalera tratando de alcanzar la lana, Deacon se lanzó también hacia la escalera, alcanzando a tomar al gato antes de que este cayera de hocico a los escalones, sin embargo, perdió el equilibrio y fue él quien cayó de las escaleras, golpeando su cara contra los mismos y casi rodando al llegar al primer piso, pero siempre cuidando de que Romeo no haya sufrido ningún tipo de daño, sosteniendo al animal por sobre sí, saliendo ileso de la tragedia, saltando de entre las manos del joven y corriendo hacia la lana, que se encontraba junto a una planta.
El estruendo alarmó a la madre del menor, quien se presentó a la brevedad a la escalera a ver qué fue aquel estrepitoso ruido que apareció de la nada.
—¡John! Dios mío, hijo, ¿te encuentras bien? —la mujer ayudó a John a levantarse, tomando la cara del menor y revisando si es que tenía alguna herida en este.
—Tranquila, ma, que no pasa nada. Solo tropecé, fue todo... —sobó su mejilla, notando que dolía más que cualquier otra parte, volvió hacia la mujer, quien le advirtió por última vez que debía tener cuidado con las escaleras, acariciando la mejilla de su niño y volviendo a sus quehaceres hogareños.
John levantó la mirada, encontrándose con el gatito, quien le acercó la bola de lana con la pata, maullándole para que volviera a lanzarla.
—¡Romeo, casi muero! ¿Cómo pretendes que siga jugando contigo si lo único que has hecho toda la mañana es querer matarme?
El gato le miró por un momento, miro sus patas y luego, con la cabeza en alto comenzó a lamer una de las mismas. Por otro lado, la indiferencia del felino indignó a Deacon, viendo que luego, este se alejaba lentamente, ignorando sus quejas.
Sin duda, ese gato ya estaba planeando qué otra cosa podría romper, siendo su objetivo lo más preciado en la casa; el florero favorito de su madre, aquel en el que se encontraba su tan querido girasol.
Al principio, John tomó el hecho de que el gato le diera la espalda como un acto de rebeldía contra su ser, no obstante al ver cómo este se preparaba para saltar, maldijo gritando a los siete mares, sin embargo por fuera tan solo se vio su rostro asustado.
La inestable pata de la mesita en la que se encontraba la planta puso nervioso a John, quien mordiendose las uñas vio ansioso cómo el gato se sentaba frente a la misma y maullaba.
Las tonalidades amarillas y anaranjadas de la flor llamaron fuertemente la atención del animal, quien intercambió miradas rápidamente con el bajista, este se acercaba lentamente hacia el, más no fue lo suficientemente rápido, ya que de un ágil salto, el animal llegó a la mesa, sentandose sobre la misma.
El mueble, por otro lado, se tambaleó en su lugar, cosa que hizo explotar la barra de ansiedad de John, quien corrió hacia la misma desesperado por prevenir el desastre, sin embargo, fue él quien lo ocasionó una vez pisó mal y tropezó. ¿Quién más que él tendría la mala suerte de poner su pie en el hueco entre la alfombra y el piso? Sus manos amortigüaron su caída, pero la alfombra fue tirada por el pie de John.
—Bien, está bien. Este gato me venció. —aceptó quedándose tirado en el suelo.
Las suaves almohadillas del gatito se escucharon ir en dirección a Deacon.
El animal lamió su cara y sin saber qué más hacer, se quedó sentado al lado de esta.
—Dios, Jo.
El bajista escuchó la voz de su madre; en consecuencia levantó su vista de inmediato.
—No puedes cuidar ni a un gato. ¿Qué te espera cuando cuides a mis nietos? —la mujer agarró al animalito, quien gustoso se acurrucó en sus brazos.
—A ellos los cuidaré bien, —se levantó y rascó su nuca.— A este gato no, me odia y yo lo odio a él.
—Es que Dios mío, John. ¡No sabes ni cuidar de ti mismo y te mandan a cuidar a un gato! —Su madre acarició la pancita del felino, quien se retorció por las cosquillas.— Freddie estaría vuelto loco si te viera.
—¡Pero Fred no está y yo estoy cuidando al gato! Entrégamelo. —arrebató de las manos de su madre el gato, quien se quedó inmovil maullando.
—Johnnie, lo vas a matar, entrégamelo a mí, yo sé hacerlo. —su madre ejerció el mismo movimiento, volviendo a acurrucar el gato una vez estuvo en sus brazos.
—¡Está bien, hazlo! Ya vas a ver cómo vas a volver pidiendome ayuda...
Las horas pasaron y el cuidado del gato empezó a mejorar a manos de su madre.
John veía envidioso la escena de su madre corretear tiernamente al gatito, quien a pesar de tropezarse de vez en cuando, seguía corriendo feliz.
Bufó enojado, ¿por qué el gato no se comportaba así con él? ¡Si incluso le había hecho mimos mejores!
Frunció el ceño, sintiendo que le falló a todos los animales del mundo e incluso a Brian, quien defendía a los mismos a capa y espada.
Sintió miedo de la decepción de Freddie una vez este se enterara que quien cuidó mejor del gato no fue él, sino su madre. Sentía su corazón estrujarse cada vez que el gatito le ronroneaba a su madre. "¿En serio estoy celoso de un gato?".
—¿Por qué esa cara tan larga? Ven a jugar con el gato, que a ti te mandaron, no a mí. —John miró de reojo a su madre.
—¿Por qué? Digo, se la pasa mejor contigo. —alzó el rostro indignado, desviando el mismo y bufando.
Su madre suspiró divertida.
—Es que eres un bruto, hijo.
John la miró, abrió la boca dispuesto a decir algo, luego cerró la misma y aún más enojado se cruzó de brazos.
—Si vas a cuidar a un gatito, debes tener en cuenta que son delicados y que requieren atención todo el rato. —acarició una de las patitas del gato, luego, este le acercó su nariz a la mujer y, esta, la acarició por un momento.— Mira, sé que no quieres esto, pero yo necesito ir al baño. Entiéndeme.
Antes de que John articulara palabra alguna, su madre posó el gato en su cabeza, quien apenas tocó el suave cabello de John, se acurrucó.
—¡Mamá, quítalo! ¡Se va a caer! —John no podía moverse por el miedo, escuchó la frase "no lo hará" gritada por su madre, y luego, un portazo.
Apretó los dientes, sintiendo la tranquila respiración del gato.
"Dios, si se cae, se muere. Y si muere, muero yo". Miró hacia arriba, viendo una de las patitas delanteras del felino asomarse. Cerró los ojos con fuerza, realizando la menor cantidad de movimientos posibles, sin embargo, se tambaleó inconscientemente al sentir algo peludo acariciar su nariz.
Abrió los ojos, viendo la peluda cola del gato bailar frente a sus ojos y golpeando suavemente su nariz. Sintió unas inmensas ganas de estornudar.
Aguantó la respiración, no obstante, los primeros síntomas de un estornudo comenzaron a hacerse presentes.
Daba grandes bocanadas de aire, entrecerraba sus ojos y su nariz picaba cada vez más, llevó lentamente una de sus manos a su cabeza, intentando quitar de encima la cola del gato, sin embargo, este cada vez que sentía contacto en su colita, la movía más.
Quitó al gato de su cabeza y, sosteniéndolo con fuerza, estornudó dos veces.
"Salud, dinero y... rayos." Pensaba mientras estornudaba.
—Faltó amor —se recuperó de los estornudos. Agitó a Romeo mientras éste maullaba.— y todo por tu culpa.
El gato seguía maullando y mientras lo hacía, movía su cabezita. Parecía tener hambre ahora.
—¿Ahora qué? —el gato pareció hablarle— ¿tienes hambre?
Dijo "miau".
—Caprichoso de mier... ¡Ay, no! Contrólate John, ¿qué diría Fred si le hablaras así a uno de sus gatos? De seguro me mata. —dejó al animal suavemente en el suelo.— Sé libre.
El animalito corrió directamente hacia la cocina.[Residencia Deacon, Inglaterra – diez de la noche.]
Y así, una tarde agotadora transcurrió.
Había ya anochecido cuando se escuchó la alegre melodía del timbre resonar por la casa.
John fue corriendo a abrir.
—¡Ah, Fred! ¿Cómo te fue con las compras?
—Genial, tesoro. ¡Había de todo e incluso con descuento!
—Me alegra... —suspiró mientras cerraba sus ojos y sonreía.— Bueno, te entregaré a Romeo.
Una vez el cantante tuvo a una de sus mascotas entre sus manos, sonrió y le hizo cariño.
—¿Cómo se comportó? ¡Naturalmente es un AMOR! —recalcó la última palabra.— Cuando Bri lo cuida me dice que se queda parado viendo un globo terráqueo que él tiene... es muy tranquilo.
—¿Tranquilo? —se extrañó el menor.
—¿Qué, acaso no lo fue?
—...¡Claro que lo fue! Solo un poquitín travieso... un poquitín.
—¡Ah, me alegra! Ya sabes, cualquier problema con este pequeñín, me puedes decir. Pero bueno, eso sería todo por hoy. Gracias por cuidarlo, te debo un favor, querido. Al parecer le gustó quedarse contigo... ¡quizás lo puedas cuidar en otra ocasión!
John abrió los ojos perplejo.
Cuidar a esa pequeña criatura otra vez sería un reto.
—Por supuesto, como gustes. —se despidió de su amigo.
Cerró la puerta y se recargó en ella.
¿En qué acababa de meterse?[...]
HOOOOOOOLA CHIQUESSSS
estamos MUY FELICES de anunciar que hemos entrado en la categoría de fanfic a los WATTYS 2019 y que también, ustedes nos han nominado para la categoría de InUniverse en los Delilah Awards!!!!!!
WUUUUU
PARA CELEBRAR QUE ENTRAMOS A LOS WATTYS Y A LOS DELILAH AWARDS (VOTEN POR NOSOTRAS!!!!!) LIBERAREMOS DOS CAPÍTULOS SEGUIDOSSSSS!!!!
WUUUUUUU 💕💕💕💕 LES AMAMOS UN MONTÓN.
Este es un capítulo que no tiene nada que ver con la trama así que si quieren se lo saltan O!!! Lo leen para liberar tensiones antes de echarle el ojo a los caps 30 y 31, ya que es perfecto para ello ;)
Also, lo prometido es deudaAhí tienen las fotos del Broan Moy
HOLA ME QUEDÉ DORMIDA PERDÓN
ya ahora sigamos
Espero que hayan disfrutado de ver como John cuida a un gato
Son 3700 palabras de solo eso así que sean buenas y lean igual porque hay mucha narración y sabemos que les encanta la narración uwuuuuu
Ya y esoppppp chaitooo
-Ella
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Cigarettes
FanfictionSiendo casi ya la mitad de la década de los setenta, la banda en auge de fama, Queen, empieza su dominio sobre el rock y otros géneros musicales, comenzando a ser gracias a esto los integrantes de ésta, conocidos artistas en la industria musical. A...