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El vocalista de la banda corría de un lado a otro con una galleta en su boca.
Tenía puestas todo tipo de prendas; desde unos guantes atigrados, hasta su bañador preferido.
Su habitación era un desastre debido a que su ropa estaba esparcida por toda la pieza, dándole a sus gatos juguetes nuevos con los cuales se podrían distraer un rato.
Mary irrumpió en la locura del momento, observando sorprendida la graciosa escena de su novio desesperado buscando contra el tiempo un atuendo decente para ir al aeropuerto.
Uno de sus felinos, Lily, asomó su cabezita por las telas.
Mary la tomó y la sentó en la cama.
  —Tranquilo Fred, no estamos atrasados. —le recordó la chica mientras se reía.
  —Eso lo tengo claro, mi vida, ¡pero sabes que no me gusta dejar esperando a las personas! —mientras buscaba en su armario las últimas cosas que quería meter en su maleta de mano, intentó buscar con la mirada el reloj que tenía en su habitación, cuando lo encontró, miró la hora y volvió a lo que estaba haciendo anteriormente.
Pasaron veinte minutos, en los que Mercury se dedicó a explorar la mitad de su closet, el cual se encontraba en su mayoría vacío. Giró hacia su velador, y abriendo el pequeño cajón que había en este, encontró a Tiffany en él y de paso lo que estaba buscando. Sacó al animal de allí, dejándolo en el suelo, de inmediato se sentó sobre el zapato de Freddie quien tomó el espejo de mano que debía echar en su maleta, y lo guardó.
  Quitando con cuidado a la gata de encima de su pie, caminó hacia la puerta de salida de su habitación, aunque se detuvo al ver a Mary observándolo con ojos enamorados.
  —¿Qué sucede?
  —Nada... es solo que te extrañaré.
Su novio le sonrió, y tomó su rostro con ambas manos. Acarició con sus pulgares sus mejillas.
La rubia continuó hablando.
  —¿Tú me extrañarás también?
  —Sabes que sí. La verdad, estoy un poco afligido por el hecho de que no pasaremos navidad ni año nuevo juntos, amor.
  —Tu concéntrate en ir, esto es algo importante. Tenemos mucho tiempo por delante, te aseguro que pasaremos todas las festividades que vengan juntos.
  —¿Me lo prometes?
La chica asintió, el joven muchacho besó suavemente los labios de su novia mientras continuaba haciéndole cariño en sus mejillas. Cuando el beso cesó, ambos esbozaron una sonrisa. Ella habló:
  —Ya que van a ser las doce podemos pedir el taxi. Dijeron que debías estar una hora antes de que el vuelo partiera, y ya sabes cuanto nos toma llegar al aeropuerto.
El pelinegro asintió.
  —Ugh, sí..., envidio a los chicos en cuanto a eso. Viven un poco más cerca del aeropuerto de lo que nosotros, pueden perfectamente irse en una hora más..., pero bueno, como sea. Haré un último chequeo mientras pides el taxi, ¿te parece? —la joven chica sonrió en forma de afirmación, después, se hizo a un lado para dejar pasar a su acompañante, una vez pasó, apagó la luz de la habitación y cerró la puerta.

[Residencia Taylor – Londres, Inglaterra. Una cinco de la mañana.]

La puerta principal se abría suavemente emitiendo un leve chirrido, el cual cesó una vez la misma se cerró.
Quitándose su bufanda y arreglándose el cabello, Brian dejó el accesorio tendido en el respaldo del sillón que estaba ubicado en sus cercanías.
En seguida, subió por las escaleras en dirección al cuarto de su amigo y, sin hacer mayor escándalo, abrió la puerta del mismo con igual velocidad con la que abrió la principal.
Al entrar a la habitación, esta estaba oscura, pero la vista del mayor era lo bastante buena para darse cuenta que las maletas del baterista estaban ubicadas junto a la puerta.
Buscó con sus ojos la cama en la oscuridad de la estancia, para su suerte, la encontró.
Ahí se halló Roger durmiendo cómodamente al parecer con una camisa holgada manga larga.
Rodeó las maletas, y cuando llegó al lugar de descanso de su compañero, se sentó al borde del mismo.
Roger no se veía bien durmiendo, más bien se veía lo bastante gracioso como para tomar una fotografía y usarla en su contra. May, conteniendo una risa, se limitó a sonreír y a apartar el cabello del rostro del contrario; algunos mechones los tenía mojados con saliva, ya que habían estado en su boca.
Quien se encontraba dormido, agitó su cabeza suavemente frunciendo un poco el ceño, pero luego de hacerlo, volvió a tener la expresión relajada que poseía anteriormente en su rostro.
El guitarrista puso sus dedos en la mejilla del rubio, y luego, encima de su nariz. Presionó sus orificios nasales para que dejara de respirar, y por lo tanto, despertara, su plan funcionó.
Taylor agitado se despertó.
  —¿Qué?, ¿qué? Ya desperté... —vio a su amigo en frente de él riéndose.— No te di las llaves de mi casa para que me despertaras, es solo para emergencias. —se sentó en la cama, se estiró, bostezó, y finalmente talló su ojo mientras con su antebrazo izquierdo limpiaba los restos de saliva al rededor de su boca.
  —Buenas noches. —dijo irónicamente.— ¿Cuánto dormiste?
  —Me dormí a las seis de la tarde... siete horas en total, creo. —habló lo último bostezando.
  —No es para nada raro en ti, aún así me sorprende que hayas dormido tanto. ¿Tomaste algo?
  —Una pastilla para dormir, ¿por?
  —Eso responde a mis preguntas. —rió y se levantó, yendo en dirección al interruptor que encendía la luz de la estancia, lo presionó, y de inmediato Roger lo regañó.
  —Ow, ¡más respeto! Estás en mi casa y en mi cuarto. No debí darte copias de las llaves...
  —¿Por?
  —Porque puedo estar durmiendo y me puedes encender la luz, tal como ahora. —le sacó un par de carcajadas a su compañero, se volvió a acomodar en su cama y se quedó mirándolo.
  —Levántate, debemos irnos. Son ya la una de la mañana.
  —Aquí estoy bien, gracias... pero estaría mejor si estuvieras —calló por un rato pequeño y le señaló un lugar vacío a su lado.— aquí.
  —¿Al lado tuya, en una cama? En... ¿tú cama? —recargó el «tú».
  —No le veo un problema. Ven, tenemos tiempo.
Brian rodó los ojos divertido, haciéndole caso a su amigo.
Rodeó la cama con la atenta mirada de Taylor sobre él. La delicada risa que soltó el del rubio hizo a May sentir su corazón correr.
Una vez llegó al otro lado, se acostó junto a Roger.
Se miraron de reojo.
Ambos se echaron en la cama, casi al mismo tiempo y riéndose por la inesperada coincidencia, suspiraron.
  —¿No te emociona esto? —el alegre tono de la voz de Roger hizo a Brian voltear su rostro para mirarlo.
  —¿Qué cosa? —el castaño alzó la ceja, sonriendo.— ¿Estar acostados aquí?
  —No seas tonto. —Roger codeó suavemente el brazo del castaño.— Me refiero a la gira. ¿Crees que a la gente le gustará cómo sonamos en vivo? Digo, ya hemos hecho presentaciones aquí en Inglaterra, pero...
  —Una gira es totalmente diferente, ¿cierto?
El ojiazul asintió, y luego volteó su cuerpo hacia el lado en que estaba Brian. El último nombrado hizo lo mismo.
  —Hmm... tienes un buen punto. Aunque solo me queda pedirte algo para nuestra primera gira: no destruyas tu batería, ¿está bien?
  —Brian. —le dijo en tono de regaño, ambos empezaron a reír después de eso.— No, no lo haré, lo prometo.
  —¿Por más enojado que estés?
  —No... —rodó sus ojos y le sonrió al terminar la primera acción.— ni por más enojado que esté. Pero bueno, como te tomaste la libertad de pedirme favores, ¡yo también lo haré!
  —De acuerdo, soy todo oídos.
  —Número uno: debes cantar, o la gira no valdrá la pena. Número dos: debes ir a alguna after party conmigo, ¿entendido? Número tres: si te digo que duermas conmigo, no debes protestar.
  —Oye, eso...
  —Ni tampoco —lo interrumpió.— preguntar.
Brian le sonrió, había entendido su traviesa propuesta.
  —Está bien, está bien, no protestas ni preguntas al respecto. Pero ya que las tuyas son tres, me tomaré la libertad de agregar dos condiciones más a mi lista; Si en algún momento nos preguntan el por qué de tu condición número tres, debes responder con la verdad, si lo haces, yo haré lo mismo. —miró a los labios del chico que tenía en frente, y con inseguridad que no demostró, dijo su última condición.— Y por último... no besos.
  —Oh, ¡eso es injusto! ¿Como es que planeas que yo...?
  —¿Acaso planeabas besarme? —vio como la expresión de tranquilidad de su amigo cambiaba a una de sorpresa.
  —¡C-Claro que no! —se levantó de su cama, y al intentar salir de esta rápidamente, se resbaló y cayó al suelo de espaldas.
El guitarrista abrió los ojos de golpe al ver a su acompañante caerse, levantándose de inmediato.
Lo único que quedó de Roger en la cama, fue su pierna izquierda, la cual había quedado enredada entre las sábanas. En seguida, el menor sintió la mirada del contrario posarse en él, y lo confirmó al ver asomar su cabeza hacia donde estaba Brian.
El baterista de cruzó de brazos .
  —¿Estás bien?
  —De maravilla, fíjate. —vio el rostro de su acompañante desaparecer de nuevo, aunque después, sintió sus pisadas recorrer la habitación. Miró a su derecha, lo único que vio fue los zapatos del chico que estaba parado a su lado.— Clogs.
  —Cállate. —desenredó la pierna izquierda de Roger de la cama y finalmente la sacó. Lo ayudó a levantarse.— Anda a darte una ducha, te espero abajo. —vio la expresión de desagrado en el rostro del ojiazul, quien abriendo la puerta del baño que se encontraba en su cuarto, entró en él, dejando tras de sí la entrada abierta.
Oyó el agua del lavamanos correr, por lo que el mayor, siguió al más bajo hacia el baño, y al ver que su amigo acababa de lavarse el rostro y la boca, entró.
  —¿No que me esperabas abajo? —dejó la toalla de manos amuñada encima de la tapa de la tasa del retrete. Sintió los brazos de su acompañante rodearlo por atrás, y percibió el mentón del mayor reposar en su cabeza. Brian lo guió al espejo, en donde Roger finalmente pudo ver la posición en la que estaban.— Dios te hizo alto solo para que pudieras joderme, ¿cierto?
  —No lo sé. Si lo ves alguna vez, pregúntale. —Brian cerró sus ojos y Roger, acomodando su cabeza en el pecho del castaño, hizo lo mismo.
  Taylor sintió al último nombrado removerse, el baterista hizo lo mismo para que al final quedaran frente a frente, mirándose.
  El más bajo, mirando hacia arriba, agarró el rostro del castaño con sus dos manos, y poniéndose de puntillas, lo besó. El mayor, rodeó con sus manos a su compañero, descansando las mismas en su espalda baja.
  Cerraron sus ojos de poco a poco, las puntas de sus narices chocaban de vez en cuando, haciendo del beso algo tierno y divertido.
  Jugaban con sus labios como si el mundo se fuera a acabar en ese mismo momento.
  Ya no había distancia alguna que separara sus bocas, por lo que se dieron la total libertad de intercambiar el beso más largo que hasta el momento se habían dado. Lo único que se escuchaba era el sonido de su saliva siendo intercambiada.
  En una de las pequeñas pausas que hicieron, Brian habló:
  —Rog... —recibió otro beso de parte de quien había nombrado.— tenemos que parar...
  —¿De verdad quieres eso?
  May, consumido por la emoción del momento, y el índole de la pregunta, continuó besándolo.
  Decidió ser quien tenía la delantera, y lo demostró unos segundos después. Cortó el beso.
  —Sabes que no es porque quiera. —tomó su mentón e hizo que lo mirara fijamente. Observó cómo la estatura de Taylor bajaba gracias a que ya no estaba en puntillas.— Por mí, seguiría hasta no poder besarte más.
  —¿Entonces por qué no lo haces...? Nada te detiene y no es como si yo fuera a hacerlo.
  Se sonrieron cual cómplices de asesinato y continuaron besándose hasta el punto en el que Roger fue posicionado encima del lavamanos, siendo, en consecuencia, acorralado por Brian.
  El primero nombrado abrió sus piernas y las puso al rededor del castaño.
  Sonrió al ver como su amante se separaba del beso mientras sonreía traviesamente dejando ver sus dientes, su nariz se arrugó al sonreír algo que provocó que Roger lo besara otra vez por un poco tiempo.
  —Me enoja que seas tan tierno. —lo besó otra vez. Se sobresaltó al sentir la fría mano de su acompañante en sus piernas expuestas, sin embargo, lo dejó pasar una vez estas se acostumbraron a la temperatura de la piel del menor.— ¿Por qué siempre estás tan frío?
  —Es porque soy un vampiro. —lo hizo reír y se acercó a su cuello. Lo besó.— Te podría chupar la sangre en cualquier momento.
  —Dá cosquillas... —lo rodeó con sus brazos, abrazándolo.
  Continuaron las risas.
  Roger lo besó otra vez.
  Una vez que el rubio entraba en ese juego era imposible detenerlo.
  —Bien, señor acostémonos-juntos, vamos a llegar atrasados si no te apuras, así que te dejo aquí, y ahora sí te esperaré abajo. —lo ayudó a bajar del lavamanos, y luego le sonrió.— Además, acabas de romper mi tercera condición, ¿sabes?
  —No, no la he roto. En ninguna parte de la condición dice que fuera de gira no te puedo besar. —agarró su mano, y lo atrajo hacia a él.— Así que, prepárate para los besos que habrán en camino al aeropuerto.
  —Iremos a buscar a Deacy, recuérdalo. Por ahora, concentrémonos en disimular, ¿te parece?
  —Sí, claro...—se apegó a él, y le sonrió pícaramente.— Pero solo por ahora, ¿entendido, rulitos?
  —Sólo por ahora.
  Brian lo besó por última vez y lo dejó solo en el baño, cerrando la puerta tras de sí al salir.
  El rubio relamió sus propios labios, sonriendo encantado por lo que acababa de pasar. "El trato era enamorarlo a él, no que te enamoraras tú" aquellas palabras resonaron en su mente y lo alarmaron.
  —Por un demonio, no. Debes estar bromeando, por la mierda no. —miró su rostro sonrojado en el espejo, el cual resaltaba por la palidez original la cual tenía su piel.
  Tenía que aclarar sus dudas, y no tenía mucho tiempo para hacerlo. Resignándose, se quitó su camiseta bruscamente, enfadado por no poder comprender la situación ni a sí mismo. Dio vuelta a la llave de la ducha, se quitó lo último de ropa que quedaba, y soltó un grito demostrando solo un poco del enojo que sentía en aquellos momentos.
  —Odio esto, odio a Brian, me odio a mí, ¡por Dios cuanto lo odio! —mentía.— Hijo de putaaa...
  Puso su cabeza en la pared, mientras maldijo por lo bajo.
  Una vez el vapor del agua caliente se empezó a hacer presente en la habitación, Roger entró a la ducha.
  El baño no se prolongó por mucho, lo que más demoró, fue terminar el proceso de alistarse.
  Una vez vestido, bajó con sus maletas en mano a paso rápido las escaleras, y las dejó al pie de las mismas.
  Buscó al otro ocupante temporal de la casa con su mirada, y lo encontró sentado viendo televisión.
  Algunos programas continuaban al aire en aquellos momentos, por lo que era una perfecta opción para no aburrirse en la espera.
  Se dirigió hacia a él, y luego hundió su rostro en su prominente cabello, para después abrazarlo por detrás, escondiendo su cabeza en su cuello.
  —¿Ya estás listo?
  —Chi. —le sacó risas a Brian por la tierna manera en la que respondió. Sintió que su amante se movió, pero lo abrazó con más fuerza para que esto no sucediera.
  —¿Hay algo que quieras decirme?...
  El baterista suspiró pesadamente, seguía en confusión por los complejos sentimientos que en esos momentos decidieron florecer. Por un lado, quería sentir lo que sería estar al lado del mayor, probar sus labios, escuchar su voz por las mañanas, establecer contacto con su piel, y por sobretodo, experimentar su amor. Pero por otro lado, tenía miedo, miedo de lo que iban a decir de él, de cómo pensarían de la situación, había construido una imagen que era difícil de mantener, pero también difícil de tener.
  Ser así era su culpa y lo sabía, pero ya no podía seguir ocultando lo que sentía, no, ya no.
  Asintió y avergonzado de lo que estaba por decir, se negó a establecer contacto. Le susurró al oído lo siguiente:
  —Me gustas, Brian.

JENEERNRNRNNRKEBEKENENE
Y LA FANBASE EXPLOTA EN 3 2 1
YA
QUE CREEN QUE LE DIRÁ BRIANNN
-Ella

CigarettesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora