[Auditorio municipal de Nueva Orleans – Nueva Orleans, finales de octubre de 1978].
Los flequillos que colgaban de su chal de terciopelo rojo se movían junto al pase al backstage enganchado de la trabilla de sus pantalones. Sostenía otros tres en su mano.
Su cabello lo sujetaban bandas elásticas, de diferentes colores cada una, en dos coletas bajas. Sus pies descalzos tocaron el piso de concreto de la entrada de servicio.
El guardia que custodiaba la puerta le sonrió, y ella a él también.
Se quedó quieta, mirando cómo se abría el portón y dejaba que el autobús entrara en el estacionamiento privado.
Los primeros en bajar del bus fueron los teloneros, Red Dog, y la saludaron en cuanto la vieron.
Aura saludaba a los músicos con besos en la mejilla y nombraba a cada uno cuando lo hacía.
Peter y su novia, Elly, bajaron agarrados de la mano y fueron directamente al vestidor. Michael, Clifford y Robert le dijeron a Aura que podía ir a su camerino cuando quisiera.
Poco después, el representante de la banda bajó los escalones del autobús, alegando por la desorganización del concierto, ya que la prueba de sonido de su banda no fue programada con antelación, causando que la tuvieran que hacer en ese mismo instante.
— ¿Recién llegaste y ya le andas gritando a la gente? —Dijo la colorina riéndose de que aquello fuera tan común.
En cuanto vio a Aura, su expresión cambió.
— ¡Bien parece que el año en que te me desapareciste cundió! Pensamos que habías dejado de venir. Todos te extrañamos.
— ¿Por qué pensaron eso? Saben que es difícil que eso suceda —musitó, juguetona.
—No respondiste las veces que te llamamos. Te quería invitar a mi apartamento en Miami. Celebré mi cumpleaños.
—Verdad, tu cumpleaños. ¿Cuántos cumpliste? ¿Mil?
—Solo 36.
—Igual de viejo.
Los dos se rieron.
—Todo el grupo estuvo ahí, incluidas Eleanor y Nevada. Pensamos que ahora que andabas haciendo de musa para Queen, te olvidaste de nosotros.
— ¡Para nada! Es que esos meses daba los exámenes para entrar a Hardvard, ¿no ves? Lo he intentado varias veces —dijo sarcástica, haciéndolo reír.
—A ver si el próximo año me llega lo que pedí. Este año ni siquiera me contestó el teléfono.
—Idiota —chasqueó la lengua, divertida por la broma—. A la próxima iré, cuenta conmigo.
—Eso haré... Debo irme. Anda a mi habitación más tarde y nos ponemos al día.
—De hecho, Queen esta noche va a celebrar por el lanzamiento del nuevo sencillo. Es una fiesta de Halloween y todos están invitados. Nos vemos allá.
—Claro.
André se retiró.
Se dio la vuelta y vio a sus amigas bajar del autobús, pero, principalmente, notó a la mujer que venía atrás de Eleanor y Nevada. Vestía jeans azules descoloridos, una camiseta amarilla, tacones de plataforma negros y una chaqueta de cuero negra. Los pendientes que llevaba la mujer brillaban entre el frondoso afro en el que tenía peinado su cabello.
Era imposible verla y no darse cuenta de lo hermosa que era, por lo que quedó hipnotizada por la deslumbrante figura de esa mujer y por accidente ignoró el saludo de sus amigas preguntándole dónde había estado todo el verano.
—Es Milán Poxy —habló Nevada, tomando a Aura del brazo—, ¿no la conoces?
Hubieron segundos de silencio que Aura dejó pasar para salir del transe, sin embargo, las palabras de Poxy hicieron ese trabajo.
—Luces como una niña pequeña.
Aura arrugó el ceño, manteniendo la boca abierta, llevando las cejas hacia arriba, con sorpresa.
— ¡Oh, no lo tomes a mal! Solo lo comentaba —la risa angelical de Milán se mezcló con la de sus amigas.
— ¡No, no te disculpes! Es que me tomó por sorpresa, je, je... Soy Aura.
Luego de darse un apretón de manos, Aura entregó cada pase. El cuarteto se dirigió al camerino de Red Dog mientras hablaban, pero en el camino se encontraron con Jim. Beach les dijo que no había ningún problema con que entraran al camerino de Queen, si así lo deseaban, así que se encaminaron hacia allá.
— ¿Dónde anduviste todo el verano, eh? —Preguntó Eleanor.
—En aventuras, claramente —bromeó, sosteniendo una sonrisa ya que le sacó risitas a sus compañeras—. No... Lo pasé en casa de mis padres.
— ¡Te llamamos miles de veces y no respondiste! Nos dejaste súper olvidadas —dijo Nevada en un tono lastimero.
—Cierta persona frecuentaba llamar, y como allá están todo el día pendientes al teléfono, tuve que cortar mi línea. La próxima vez que vaya con mis padres me aseguraré de que sea por menos tiempo... Pero ey, eso ya pasó —se detuvo junto a ellas a un lado de la entrada del camerino de Queen, dejando pasar a los camarógrafos que iban saliendo en grupo—. Divirtámonos ahora.
El camerino estaba un poco vacío cuando entraron. Los trabajadores las saludaron y viceversa.
Las cuatro se dirigieron a la mesa a servirse champaña y a picotear de los distintos platos de comida. Aura llevó una botella que aún no estaba abierta y cuatro copas para los músicos, y ellos, cuando la vieron llegar, la saludaron escandalosamente. Sabía que la habitación se alborotaba con su presencia, y a aquello le daba provecho. ¿Qué otra cosa podía hacer? Le encantaba ser el centro de atención.
Les dio a todos una copa, abrió la botella y accidentalmente derramó espuma en el piso. Esto no le importó, así que empezó a servir.
Ahora intentaba callar el escándalo que causó.
—Silencio, caballeros, silencio. Intento hacer un brindis —fingía enojo de manera tierna, haciéndolos reír otra vez. Por cada razón que le dió al brindis, llenaba la copa de cada músico—, por la nueva gira, el nuevo sencillo... Por ustedes, por Queen.
— ¡Y por ti, igualmente! —John agregó hablando de manera graciosa. Las carcajadas del grupo se oyeron de nuevo—. ¿De qué se ríen? Seríamos nadie sin fanáticas como Aura.
Todos sus amigos estuvieron de acuerdo. Chocaron los vasos entre sí y los hicieron sonar.
Cuando terminó el brindis, John agarró a Aura por alrededor de la cintura, la sentó en su regazo y la besó.
Aura se separó, dejó la botella en el suelo y luego le tomó atención de Roger, quien le susurró al oído mientras miraba a Eleanor, Milán y Nevada.
— ¿No van a venir a saludar?
Aura y él sonrieron y se miraron como cómplices. Les hizo señas para que se acercaran.
La imagen de Milán llamó la atención de todo el grupo.
Tan pronto como llegaron, las chicas comenzaron a saludar, pero Aura sugirió que Milán comenzara por Roger. Poxy y Taylor se besaron en la mejilla, separándose lento.
—He oído de ti —Taylor invitó a Poxy a sentarse a su lado—. Te vi en una revista hace unos años. Si no me equivoco, en una foto con Deep Purple. ¿Eres Milán Poxy?
—Puede ser.
— ¿Deep Purple? ¿Desde cuándo que andas en esto? —Consultó Aura.
Milan aceptó la solicitud de su amiga con una risita. Cruzó las piernas, lista para contar lo que el público demandaba.
—Desde el 70.
— ¿Cómo llegaste con Deep Purple?
—Iba a un pub en donde una misma banda tocaba siempre y me hice cercana a ellos y los acompañé de gira junto a otras chicas. El grupo se disolvió por ciertos problemas y el representante dijo que se iría a Inglaterra en un mes, ya que tenía una gira con Deep Purple. Nos invitó, fuimos, y el resto es historia.
— ¡Entonces eres toda una veterana! —Aura hablaba como una niña pequeña a la que le contaban una historia llena de criaturas fantásticas.
—Me gusta mantener la tradición, nada más.
Poxy luego continuó la conversación con John y Aura.
Taylor dirigió los ojos hacia el lado para mirar a Brian. ¿Qué le estaría pasando a May por la cabeza en ese momento? Esperaba a que fuera algo relacionado con él.
En un parpadeo vio a Paul acercase a Brian, hablarle brevemente y empezar a irse del lugar con él.
Dejó unos segundos pasar hasta verlos desaparecer por completo del vestidor. Fue ahí que dejó la copa en el tocador, avisó que volvería pronto y salió del camerino con intención de averiguar dónde iban. A la altura de donde se hallaba la rampa para subir al escenario, se topó con el grupo telonero en la rampa y les devolvió el saludo sin prestarles mucha atención.
Entre la multitud divisó a Brian, así que se preocupó de no perderlo de vista.
Por el camino que estaban tomando, parecía que iban a la entrada de servicio. ¿Qué tramaban?
Justo un día antes de unirse a la gira, el comportamiento de Brian provocó una feroz pelea entre ambos. No se dedicaron una sola palabra en cinco días. Incluso dormir en la misma habitación era incómodo, pero cuando trató de irse, May lo convenció de quedarse con simplemente besarlo. Así eran las cosas ahora.
Pero esa noche fue imposible ignorar lo lejos que lo sentía a pesar de tenerlo cerca, y pensar en ese compromiso que todavía no se convertía en matrimonio, agrandaba sus inquietudes. Cada día veía que Brian se le escapaba, y en un intento desesperado para hacer que se quedara, ideaba planes con ese fin, pero May ni siquiera le permitía ejecutarlos, todo porque decía que necesitaba espacio y que quería estar solo. ¿Por qué decía eso? ¿A qué se refería? Se preguntaba aquello cada noche y le costaba dormir por lo mismo. Era curioso como cada vez que Brian se alejaba, él lo anhelaba aún más.
Y la respuesta la obtuvo cuando vio a Brian abrazando a Christine en la distancia. Se detuvo en medio del pasillo, observando que Brian lucía como si toda esa felicidad que le faltaba esos últimos días le regresaba con ese abrazo. Esa misma cara Brian la hizo cuando le aceptó la propuesta de matrimonio.
De repente, se sintió frustrado y avergonzado al recordar cuando sollozó para pedirle que le permitiera quedarse en casa en lugar de dejarlo dormir solo por otra noche. Estaba tan enojado consigo mismo de reaccionar así ya que juró hace tiempo que le sería indiferente lo que Brian hiciera. Pero, ¿cómo ignorar la verdad si sabía cuál era?
La frustración y la vergüenza se convirtieron rápidamente en celos, y los celos cayeron sobre Mullen. Sabía que Christine era la culpable del estado de su relación con Brian, porque May no sería capaz de hacer algo así si no fuera porque lo convencieron. ¿Cómo lo hizo Christine? ¿Qué tenía ella que él no?
¿Es que Brian no le dijo que la traería porque ya no confiaba en él? Ahora, el confidente de Brian era Paul, y eso convirtió la tristeza en una profunda ira, que se hizo más fuerte cuando Prenter lo miró inocentemente. Cuando hizo esto, le molestó.
La ira vino de su estómago y se precipitó a su garganta, formando un nudo ahí, uno que se burlaba de él y lo hizo romper a llorar sin previo aviso.
Dio media vuelta y se fue al baño y pateó todas las puertas abiertas de los compartimentos. Se encerró en uno, se sentó en el asiento del inodoro y lloró. Apoyó el cuerpo contra la pared y pateó la puerta que se abría por no estar con pestillo. Golpeó su puño contra la pared, sobando temblorosamente sus nudillos, intentando con esto atenuar el dolor que quedó en ellos.
Jadeó, cerrando los ojos con fuerza, sin darse cuenta de que anunciaron por medio de los parlantes en el pasillo que las puertas del auditorio acababan de abrirse al público.
Respiró hondo, lleno de dificultades. Suspiró y se secó las lágrimas con las yemas de los dedos. Se mordió el labio y levantó la cabeza, enojado porque aún sentía el nudo en la garganta molestándolo, que era lo mismo que solía sentir todos los días. ¿Cuántas veces Brian lo hizo llorar? ¿Por qué lo dejaba pasar por tal situación?
Sentía mucha envidia del ambiente en el que estaba sumido el vestidor, y extrañaba el consuelo que hallaba cuando estaba rodeado de gente. ¿Por qué siempre terminaba solo?
— ¿Cuál es la ciudad que más les gusta de América?
—Ni siquiera tengo que pensarlo. Nueva York —replicó Freddie a Nevada—. Más que nada por las discotecas.
— ¿John?
—Los Ángeles.
— ¡Oh, todo pasa en Los Ángeles! —Siguió Aura, tocando con la punta de los pies el suelo—. Me aburrí un poco cuando fuimos porque no pudimos salir a la playa o ir a pasear, nos quedamos en el hotel todo el rato. ¡Chicas como nosotras tienen que ir a lo menos una vez de fiesta a Los Ángeles, Jo! ¿Nos llevarán?
—Seguro.
Sonrió y lo besó mientras que escarbaba por el cabello de su nuca. Se separó, haciéndole cariño a la antemano de John al sentir que movía el pulgar sugestivamente, queriendo llegar lo más cerca posible de su entrepierna. Ignoró que aquello sucedía, desviando su atención hacia Freddie, extrañándose un poco de la forma en que la miraba. Se intimidó. La única vez que la miraron así fue cuando la novia de Peter los acompañó por primera vez de gira.
Movió los pies en el aire, arqueó las cejas y trató de escapar de la vista del cantante con girar hacia Milan, solo para descubrir que la había estado observando antes, como si esperara que se diera la vuelta. Ambas vieron lo mismo.
— ¿Y tú has ido? —Le preguntó, haciéndose desentendida de ambas situaciones.
—Sí. En la noche las calles se llenan aún más que de día y las luces de los negocios son tan fuertes que no parece que es de noche. Antes se hacían fogatas en la playa o conciertos en los muelles, en los parques de diversiones que hay. Siento que les gustaría estar allá.
— ¡Qué envidia! Todo lo que me cuentas suena genial.
Freddie resopló, aburrido de las consecuencias, aburrido de sentirse celoso. Harto de esos sentimientos horribles que inevitablemente experimentaba.
Quería sentirse siempre como cuando estaba cerca de John y solo junto a él. Cuando el más mínimo contacto con Deacon hacía que sus sentidos se alborotaran y no había más que risas. Eso era para él el cielo en la tierra, un pequeño momento de escape del que últimamente se estaba privando. Tenerlos sería lo ideal pero no quería sentir nada, se negaba a soportar estos sentimientos, por lo que se estaba forzando a alejarse hasta que John dejara de hablarle. La decisión fue tan repentina y subrepticia que Deacon reaccionó según lo planeado sin saberlo.
¿Por qué se privaba de lo único que lo podía mantener estable? El tema de Mary lo tenía dolido todavía, sabía que no estaba en condiciones de nada serio por lo que David le dijo antes de romper y Paul estaba ahí pero no le importaba. Igual se sentía solo.
¿Por qué razón era todo tan complicado si supo desde el principio que no podía pasar nada entre John y él? ¿Por qué seguía enamorado incluso si sabía que a pesar de que los sentimientos fueran mutuos, se negaría a estar con Deacon porque todo terminaría mal debido a su culpa? Al fin y al cabo ambos no eran para nada compatibles, pero eso no detenía sus sentimientos y aquello era un martirio.
Ignoró la continua conversación del grupo y notó que Brian atravesó la puerta con Paul y Christine. Pero ¿y Roger? Supo de inmediato que algo andaba mal. Se volvió hacia John ahora, haciéndole saber lo que estaba pasando únicamente con un vistazo.
Deacon notó que Paul, Christine y Brian volvían juntos, tratando de alejar a Aura de su regazo antes de que llegaran. No sabía si Christine permanecería en silencio sobre esta situación.
Miró a Aura y trató de encontrar una excusa, pero no tuvo éxito y fue silenciado por las palabras de la chica, las cuales se escucharon en voz alta por sobre la conversación del grupo.
— ¡Iré al camerino de la otra banda! ¿Me acompañan para darle suerte a Peter? —Aura se rió por la reacción de Nevada.
—No. Me quedaré aquí, gracias.
—Yo igual —dijo Eleanor.
— ¿Qué hay de ti, Milán?
—Ah, yo voy contigo.
Ambas se encontraron a Brian y Christine, quienes luego se unieron al grupo. Cuando Aura y Milán salieron del lugar y comenzaron a caminar, hablaron de inmediato.
—Ella debe ser la novia loca de Brian de la que me contó John.
Las dos rieron.
—Parece que John y tú se cuentan varias cosas. ¿Es que se conocen hace tiempo?
—Solo desde el año pasado, en la gira. Aunque este año parece que los frecuentaré.
—Entonces se volvieron cercanos.
—Para nada. Es que ser los menores del grupo nos hace entendernos mejor, así que tenemos un poco más de afinidad.
—Bueno, ellos eligen sabiamente a quién se llevan de gira justamente por cosas como esas.
— ¿Qué quieres decir?
—No todas estamos aquí por la misma razón.
—Oh, claro... John me dice que soy la única que ha respetado sus límites, y como él respeta los míos de igual forma, nos sentimos cómodos entre nosotros. Así que creo que por eso sigo aquí.
—Eso es lo que él te ha dicho. Pero, ¿has pensado en tu propósito? ¿Acaso sabes por qué decidiste estar aquí? No creo que sea por John, ¿correcto?
Aura permaneció en silencio y negó con la cabeza, evitando mirarla. Al ver que llegaban al vestidor, se sintió aliviada, porque eso significaba que no había necesidad de seguir hablando. Puso la mano en el umbral, y cuando uno de sus pie pisó el otro lado, cuando fue vista por los músicos y el representante, su rostro brillaba, como si la conversación anterior no la tuviera aún confundiera, como si no existió.
— ¡Escuché que el show está por comenzar! —Levantó los brazos y caminó por detrás de cada uno de los presentes, desordenándoles el cabello y haciéndoles reír—. Así que señores y señores, ha llegado su hora de tocar como nunca lo hacen —hizo una expresión seria a la vez que movía las manos como si de hacer un conjuro se tratase—, bien.
La mayoría de la gente hizo un escándalo cuando se rió.
André la agarró por las caderas y se la sentó en el regazo.
—Qué animada andas hoy. Espero que sigas así después del concierto —musitó el hombre—. ¿No te gustaría dormir en una suite hoy? —Susurró, haciéndola reír—. Anda, John no tiene nada que yo no.
—Tiene una habitación mejor que la tuya.
—Niñita respondona.
— ¿Cómo esperas a que siga la conversación si no quieres que te responda? —Sonrió burlesca, sacándole una risita.
Milán miró la escena desde la puerta, con los brazos cruzados, apoyada en el marco de la puerta. Obviamente, las intenciones de André eran las mismas que las de la mayoría de los hombres que conocía Aura. ¿Habría sido por eso que pidió que alguien la acompañara aquí?
Dirigió su atención al pasillo, y en la distancia logró ver a Freddie saliendo del vestidor, por lo que levantó la cabeza lo más que pudo por encima de la gente que pasaba por el pasillo y lo vio entrar al baño.
Mercury saludó a los que salían del baño. Quedó solo, se inclinó y comprobó por el espacio debajo de los cubículos hasta encontrar lo que buscaba.
Abrió y descubrió que Roger estaba llorando. El rostro de Taylor estaba lleno con manchas rojas de tanto llorar.
—Ay, tesoro —lo animó a levantarse y a salir del cubículo, llevándolo a los lavamanos para que se mojara la cara.
Cuando Taylor se apoyó en el lavamanos, las gotas de agua se deslizaban por su rostro. Miró a Freddie por el reflejo del espejo.
—Si ya sabes lo que está pasando, ¿por qué no lo hablas con él?
—Si le digo me va a dejar por ella. No quiero que haga eso —dijo con voz quebrada—. ¿Por qué siempre termino siendo la segunda opción?
Sin embargo, su lloriqueo tuvo que ser olvidado y cubierto por maquillaje, cocaína y lentes de sol.
Los teloneros fueron junto a Aura y a Milán detrás de bambalinas. Los integrantes de Red Dog se animaron mutuamente y subieron al escenario cuando las puertas del auditorio se cerraron y las luces se apagaron. La gente gritó fuerte, incluso si no estaban viendo a la banda principal por la que venían esa noche.
La apertura se llevó a cabo mientras que Aura y Milán la observaban detrás de bambalinas, encantadas con el espectáculo.
Eleanor y Nevada no se unieron a ellas hasta el final de la actuación de apertura. Aura se fijó que detrás de ellas venía Queen, escoltados por los encargados que iluminaban el camino con una linterna. Varios fotógrafos utilizaron el flash de la cámara que provocaba que fuese dificultoso ver.
Red Dog se ganó elogios del público e incluso al abandonar el escenario, la situación continuó. Se abrazaron con Queen para desearles buena suerte.
Cuando el grupo de hombres se separó, en la conmoción, John se dio la vuelta y sonrió en dirección a Aura. Leyó en sus labios que dijo buena suerte.
Durante el concierto, Aura no pudo evitar pensar en la conversación que tuvo con Poxy. A medida que pasaba cada canción, se sentía peor porque creía conocer la verdadera razón de estar ahí. Era imposible negar que amaba ese ambiente que hallaba solo ahí y los beneficios la encandilaban más que la música.
Sin embargo, ningún privilegio era tan fuerte como los confusos sentimientos que tenía sobre John. De esos que ignoraba y buscaba olvidar, al igual que lo intentaba Freddie.
La estrecha distancia entre ella y él, hacía que quisiera seguir allí, pero también le dificultaba mantener la postura que había prometido tener frente a Deacon. ¿Por qué si ella se alejaba John se le acercaba más? Quería pensar que era porque estaba buscando un confidente, pero la desconfianza volvió porque no había rastro de que esas eran las verdaderas intenciones de Deacon. Por eso era que a veces, la opción de irse parecía factible.
Gracias a los cantos y gritos de sus amigas cuando escuchaban su parte favorita de las canciones, se distrajo por un rato y se concentró en disfrutar del concierto.
Al final del concierto, todos los presentes se dirigieron directamente al camerino de Queen y cerraron la exitosa noche con un brindis. Ambas bandas se fueron al mismo tiempo y llegaron al hotel para prepararse para la fiesta de Halloween.
Queen alquiló un buen lugar, que estaría completamente lleno esta noche. Los invitados iban desde los más famosos, hasta los empleados del hotel que hacían la limpieza en las habitaciones de los músicos.
Cuando vio a John sentado en la cama y mirando por el ventanal, Aura acababa de ponerse los zapatos.
—Con los demás nos veremos en unos minutos. ¿Vas a cambiarte o estás listo?
Se puso frente a Deacon, se quitó el pañuelo del cuello y lo movió en el aire frente a sus ojos. Se detuvo cuando éste sonrió y la abrazó por la cintura. Le peinó el cabello y se apoyó la cabeza de John contra el pecho, sintiendo que Deacon le acariciaba la espalda y suspiraba.
—No quiero ir —lo escuchó decir.
Se alejó un poco, lo miró a los ojos, los siguió y los encontró mirando hacia la mesita de noche. Encontró una caja de medicina sobre el mueble.
El sonido de sus pasos fue neutralizado por el suelo alfombrado de la habitación. Volvió a sentarse al lado de Deacon, ahora mirando la caja que tenía entre las mano. Tocó con los dedos las letras que sobresalían del cartón. Pensó que nunca volvería a ver una caja de esas pastillas.
Su voz la distrajo, así que levantó la cabeza para concentrarse nuevamente en John.
—No tienes que escuchar lo que te contaré si no deseas hacerlo.
Fue como una bandera roja. No la primera que vio, sino la primera que quiso considerar.
Le tomó la mano y la acarició, mirándolo con empatía, tratando de darle toda la seguridad que necesitaba.
—Puedes contarme, pero sólo si estás listo y te sientes lo suficientemente cómodo para hacerlo.
John reposó la cabeza en el hombro de Aura.
—Es increíble como apenas empiezan las giras comienzo a sentirme como la mierda. Y todo eso del... Del tratamiento y de las pastillas, no dan resultado —Deacon evadió el contacto visual cuando Aura se puso frente a él.
— ¿Alguien más sabe?
—No, es que... No me siento del todo cómodo hablando de esto. Es difícil porque no entiendo qué más tengo que hacer para superar esto, no sé qué anda mal conmigo —Deacon quería llorar pero las lágrimas no podían salir—. Odio estar así.
Al menos descubrió uno de sus muchos sentimientos por John. Empatía.
Las llamadas que recibió de él durante los meses de su ausencia convirtieron la leve decepción en un vínculo que lucía tan sincero que los hizo amigos, uno que le preocupaba poder confundir otra vez desde ese día en que casi se negó a llevarla a una gira europea el año pasado.
«Pero, ¿has pensado en tu propósito? ¿Acaso sabes por qué decidiste estar aquí? No creo que sea por John, ¿correcto?».
Si no era por la música o los lujos, entonces, inevitablemente estaba ahí por John. ¿Significaba eso que debería estar allí para cuidarlo y apoyarlo cuando otros no pudieran hacerlo? ¿No era ese el trabajo de alguien como su esposa?
¿Por quién se estaba quedando en realidad?
Si se quedaba debía considerar cuidadosamente cada paso que daba y cada palabra que decía, también significaría jugar un papel equivocado, lo que haría que se contradijera así misma y que todo su progreso respecto al tema fuera inútil.
Quería quedarse pero hacer nada, sin embargo, en tal situación, no podía ignorar lo que estaba sucediendo, y mucho menos cuando algo tan importante estaba en peligro.
John parecía saber que esa forma sería en la que Aura reaccionaría y tal vez, por eso se lo contó.
Aura estaba aún más complicada que antes. ¿Por qué John debía darle una responsabilidad tan grande?
—No todos los días serán iguales, es por eso que debes ser paciente y respetar tus tiempos. Tendrás tus altibajos, pero no eres culpable de tenerlos, tampoco puedes culparte ni enojarte por sentir lo que sientes. Y sé que tienes miedo de contarlo, de pensar que quizás perderás amigos por esto, pero ocultarlo es malo para ti, evadirlo mucho más aún. La única forma en que aprendas a cómo lidiar con esto es hablándolo y así pedir ayuda.
—Sé que les importaría si les contara, pero ¿qué más pueden hacer aparte de escucharme?
Aura suspiró, abrazándolo, escuchándolo hablar con un poco de dificultad.
—Quiero que todo sea como era antes, cuando estaba mi papá, cuando no tenía tantas responsabilidades, cuando no habían tantos problemas. Y sé que algunas de las cosas que viví me llevaron a estar aquí pero ya no sé, ya– ya ni yo me entiendo.
¿Cómo iba a mantener la distancia que quería que hubiera entre John y ella si inevitablemente para ayudarlo tenía que acercarse todo lo que prometió alejarse?
Quería ser como sus amigas y tener un objetivo claro para no confundirse con cómo se sentía, pero como ella era la única persona que sabía la verdad y podía ayudarlo, no tenía otra opción.
—Sé que es difícil de explicar, pero no hay prisa. Nadie te apura. Tómate el tiempo que desees.
John levantó la mirada y le besó los labios, sonriéndole al final.
—Gracias.
—Para eso estoy aquí.
Aura selló su sentencia con palabras simples, algo raro en ella contando su gran admiración por la literatura clásica y a los libros que llevaba semanas leer. Lo dijo estando quieta, algo raro en ella contando que siempre se convertía en el centro de atención cuando bailaba y su pañuelo se movía al ritmo de alguna canción. Ritmos que esa noche ella se perdería, movimientos que no verían la pista de baile ese día.
¿A dónde la llevaría todo esto?
Con el paso del tiempo, llegó la madrugada. A las tres de la mañana, Roger y Brian estaban juntos en la zona exclusiva del lugar de la fiesta, sin uso de razón, y mucho menos con control sobre sí por todo lo que consumieron esa noche.
Por la música, nadie escuchaba a Taylor alegar a gritos, tampoco como las botellas de licor vacías chocaban contra el suelo y se quebraban.
— ¡¿Crees que estás disimulando bien que me engañas?! ¡¿Qué tan idiota piensas que soy?! ¡¿Lo suficiente para que no me diera cuenta que ibas a follar hoy con la puta de Christine?! —Habló con pobre pronunciación y agarró dificultosamente una de las pocas botellas que quedaban—. ¡¿Cuándo es que te vas a dar cuenta de que no eres ni un mínimo de inteligente de lo que piensas ser?! ¡¿Qué tanto tiene ella que yo no?! ¡¿Me puedes responder esa mierda?! —Gritó, rompió la botella contra el suelo y siguió con la mesa entera. Con su pecho moviéndose de arriba a abajo con rapidez, volteó a mirar a Brian, quien solamente sonreía. Se irritó más y pateó los vidrios. De pronto le urgió llorar—. Claro, no puedes porque otra vez andas drogado. ¡¿Qué intentas lograr con eso?! ¡¿Matarte?! Si es así, ¡¿por qué no lo haces de una jodida vez?! ¡¿Qué tan cobarde eres?! Ya sé, ¡lo suficiente como para no tener los huevos para decirme que me estás engañando con Christine! —Soltó un quejido, peinándose el pelo hacia atrás con una mano.
Brian se tomó su tiempo para responder.
—Reid tenía razón. Lo que te sobra de bonito te falta en inteligencia. Te cuesta entender muchas cosas.
Roger comenzó a sollozar, estallando en llanto rápidamente. Su habla era inentendible.
—Eres un imbécil. Si hubiese sabido que eres igual a todos, nunca hubiese querido estar contigo —intentó empujar a May, fallando por lo débil que sentía el cuerpo cada vez más—. ¿Por qué ya no me quieres como antes?
—Es tuya la culpa.
Brian se levantó del sofá con dificultad mientras que las piernas le temblaban. Todo se volvió borroso. Oyó llorar a Roger. Los chillidos empezaron a molestarle y haber bebido demasiado alcohol no le ayudó a mantener la compostura.
— ¿Es que tengo que hacer algo para que dejes de llorar o te vas a callar de una puta vez? ¿Quieres que te calle? ¿Qué mierda quieres que haga? —Le hablaba con un tono agresivo, tanto que a pesar de que Roger no estaba en sus cinco sentidos, empezó a hacer lo que pudo para mantenerlo lejos.
Las botellas rotas en el suelo sonaban ligeramente cuando cualquiera de los dos las pisaba por error.
Roger negó varias veces, y se calló tan pronto como Brian lo agarró por la muñeca y presionó contra él.
—Responde.
—Ya suéltame —pidió en un quejido, siendo arrojado contra el sillón, golpeándose en el brazo, mirando hacia arriba viendo a Brian agachándose con la intención de alcanzar sus labios. De a poco dejó de sentir la mayoría del cuerpo y empezó a ver más borroso de lo que ya.
¿Habría sido por todo lo que bebió? Recordó exactamente que una de las bebidas tenía un sabor diferente a las otras, pero como Brian se la entregó, lo ignoró.
Sus ojos se cernieron sobre la pesada cortina, que resultó estar entreabierta. Una sombra se movía allí e inspeccionaba el sitio meticulosamente; miraba el suelo en que estaba tirada una jeringuilla, pequeñas bolsitas de plástico con resto de polvo blanco y cajas de somníferos con una expresión confundida y temerosa en el rostro.
— ¿Tenía algo...? —Preguntó riéndose, refiriéndose a la bebida. Tomó una bocanada de aire antes de recibir el beso de May, correspondiéndolo por no más de unos pocos segundos.
Roger ladeó la cabeza, asomándose por al lado de la figura de Brian, y miró fijamente a la persona, sonriéndole, manteniendo los ojos abiertos con esfuerzo. Echó la cabeza hacia atrás, apoyándola en el respaldo del sillón, frunciendo el ceño. Desde el comienzo de la discusión que sintió que se iba a desmayar en cualquier momento.
Brian ignoró los murmullos que Taylor dijo entre los besos y comenzó a desabrocharle los pantalones.
En ese momento, Roger cerró los ojos y ya no supo ni sintió nada más. Todo lo que pasó en la fiesta esa noche siempre sería para John, Brian, Freddie y él, un misterio.
Pero alguien más estuvo donde sucedió. Esa sombra, esa persona misteriosa. ¿Quién era y cómo entró? ¿Desde cuándo habría estado mirándolos? ¿Es que podría existir un chance de que los escuchó insultarse con esas palabras tan hirientes? ¿Se enteró del motivo de la pelea?
Sin embargo, todas esas preguntas ni siquiera pasaron por la mente de Roger.
En la habitación que compartían John y Aura, ella volvía a la cama en que habían pasado toda la noche durmiendo acurrucados, y en la que ahora desayunaban. Se detuvo frente al mueble de televisión y le dio la espalda a Deacon.
John la miró desde su lugar. Lo tenía atento lo tanto que a Aura se le notaban las curvas por usar únicamente ropa interior y una camiseta ligeramente ajustada al cuerpo. El dije del largo collar que le regaló a ella, se movió en el aire durante unos segundos y recayó sobre su pecho.
Reaccionó solo porque la chica comenzó a hablarle.
—No debes dejar las pastillas solo porque crees haberte mejorado, tampoco puedes parar sin que te lo indiquen. Si es que te sientes bien, es porque están haciendo efecto. Estaré vigilándote así que más te vale no saltarte ninguna, ¿eh? Tienes que ser responsable con esas cosas... —Acabó de hablar y ahí fue cuando se echó la píldora a la boca y la retuvo en la lengua, todo esto bajo la mirada de John.
Deacon parecía estar decodificando el jeroglífico más antiguo del mundo. ¿Qué quería decir Aura con lo que hizo? Ella solía tomársela frente a todos pero esta vez, por alguna razón, se la tomó frente a él exclusivamente. ¿Es que era algún tipo de invitación?
La vio regresar a su lado y acomodarse en la cama. Miró hacia adelante, estiró la mano hacia la pierna de Aura, la acarició y colocando sus dedos en la parte interna del muslo de Aura, los acercó lo más que pudo a la entrepierna de la chica y con el dedo meñique, jugó con el elástico de la ropa interior de Aura.
— ¿Igual que tú? —Giró en dirección a la colorina, acercándose más y más lentamente. Al final la besó, alentándola a que se le sentara de piernas abiertas en el regazo.
Puso sus manos en las caderas de Aura y comenzó a jugar con los lados de su ropa interior, amenazando suavemente con bajársela.
Aura comenzó a mover sus caderas y puso sus manos sobre las de John. Sintió que Deacon la agarraba con fuerza y la presionaba hacia abajo, haciendo que la fricción entre su entrepierna y la suya fuera más fuerte.
John se apartó un poco y sonrió, levantándole la camiseta, exponiendo sus pechos, acariciando uno mientras que dejaba una marca debajo del otro. Bajó la mano libre manos para meterla en las bragas de Aura y empezar a masturbarla, pero llamaron a la puerta.
Se detuvo y besó sus labios.
—Espérame un poco.
Aura asintió. Él sonrió y la besó de nuevo, susurrando suavemente en sus labios que amaba cómo lucía así tal como estaba. Ambos rieron suavemente y continuaron besándose hasta que volvieron a llamar a la puerta.
John abrió, algo molesto por la interrupción, pero cuando vio que Jim era el que lo buscaba, la expresión de su rostro cambió.
— ¡Jim, buenos días!
—Buenos días —miró al representante sonreír y por inercia hizo lo mismo—. Has de estar ocupado como para hablar un rato, pero lo que debo decirte es importante.
— ¿Sí? Bueno... Uh, pasa y espera en el sillón, regreso en un segundo.
Caminó hacia la cama y descubrió que Aura todavía estaba acostada, estirada en la cama, revolviendo las sábanas con los pies. Sonrió, enterneciéndose ante lo que hacía.
Aura se detuvo y lo miró.
— ¿Jim se quedará?
—Sí, creo que son asuntos del trabajo.
— ¿Quieres que me vaya? De todas maneras iré a ver a las chicas en un rato más.
—Como quieras.
Se besaron y cada uno continuó con sus asuntos. John tomó todos los papeles que necesitaría, luego regresó a la sala de estar y se sentó a la mesa del comedor con Jim.
—Pensé que Aura iría a la fiesta de anoche. Le hubiera encantado. En la mesa se nos unieron varios representantes. De hecho casi se comen vivo a Roger para ver si deseaba unos mejores representantes para su carrera de solista. ¿Todavía sigue trabajando en el álbum?
—Quiso que esas canciones que iba a lanzar como sencillos salieran junto al disco, pero tuvo que pausarlo por la gira y por la grabación del nuestro. Al menos eso es lo que nos dijo. Podrías hablar con Daniel, él administra esa parte.
— ¿Es que ves algo raro?
—No, solo lo menciono... ¿Y qué dijo Rog?
—Que se fueran al carajo porque esa noche estaba ahí para divertirse —ambos rieron—. Luego desapareció, Freddie y Paul igual, Brian también... ¿Por qué no fuiste?
—Estaba cansado.
Jim asintió con la cabeza, golpeteó los dedos contra la mesa y oyó detenerse la ducha. Sacó del bolsillo la cuenta, era el billete que le entregó la empresa encargada del lugar donde se realizó la fiesta la noche anterior.
—Roger rompió una mesa de centro, botellas del cóctel que cargó a nombre de la banda, platos y unas copas. Se estaba peleando con Brian. Se veía tan asustado cuando Brian casi lo empezó a golpear —pausó, echándose en el respaldo de la silla. Habló bajo en caso de que Aura estuviera atenta a la conversación—. Ellos son pareja, ¿verdad?
A John le resultó difícil responderle, por lo que prefirió permanecer callado primero. Si Roger o Brian descubrían que alguna vez participó en una conversación de este tipo, el beneficio de no decir nada le proporcionaría ayuda, aunque fuera mínima.
—Los vi a punto de hacerlo —continuó Beach—. Creo que Roger le decía que no siguiera pero cedió al final. De verdad estaban enojados.
— ¿Le decía eso?
—Sí. También alegaba por Christine y por algo de que Brian se drogaba. ¿No sabes nada?
— ¿Por qué lo haría? Si a mí nadie me cuenta nada.
— ¿Por qué dices eso?
Jim guardó silencio, dándole el pie a Deacon para seguir.
John pensó bien antes de continuar, aunque de igual manera le entregó uno de los documentos a Beach.
—Leí todo el papeleo que me entregaste y encontré un contrato que supuestamente todos firmamos. Mi firma está ahí pero yo no sabía nada de esto. ¿Y qué hay de ti, Jim? ¿Sabías que todos contratamos a Christine para que fuera asistente personal de Brian? —John miró a Beach negar—. ¡Tú eres el abogado, se supone que tendrías que tener bajo control este tipo de cosas! Si no lo sabes tú, ¡¿quién mierda lo sabe?! —Soltó un quejido—. Freddie tenía razón, no debimos dejar que Reid se fuera. Él tenía claro todo lo que sucedió, él tendría todo esto bajo control. Siento que debo andar resolviendo todo yo, pero ¿por qué? Yo solo soy el artista. Solo debo tocar y divertirme, no hacer más que eso.
John suspiró pesadamente, cubriéndose el rostro.
—Después de la muerte de mi padre me diagnosticaron depresión. Estoy con medicamentos desde ese entonces. La mayoría del tiempo en que andamos de gira no puedo ir a terapia y eso entorpece el proceso, mucho más con el estrés de seguir grabando lo que queda del álbum en plena gira. Miro a los chicos y veo que están igual de cansados que yo, incluso más. Roger y Brian pasan peleando y Roger está sufriendo por culpa de él, pero, ¿cómo sacarlo de ahí? Está tan enamorado que a pesar de que le ha dado miles de razones para irse, sigue esperándolo. No entiendo por qué, si Roger normalmente se hubiera ido después de la primera pelea.
— ¿Qué hay de Brian?
—Está totalmente cambiado. No tiene ganas de nada, está completamente desmotivado. Se comporta como Roger hace años atrás y Rog se ve tan cómodo con Bri comportándose así. ¿Será porque si Brian anda así, no causa peleas?
— ¿Y Fred?
—Ni idea. Quiero- yo de verdad quiero ayudar, pero todo me afecta tanto que prefiero alejarme porque sé que no me hace bien, pero recuerdo que son mis amigos y que tengo que estar ahí. Pero, ¿y si es que ya no soy su amigo? Me pongo a pensar que a veces es a causa de lo de Aura, porque desde que apareció ella, Fred se alejó, Rog igual, Bri también. Pero, ¿cómo puedo negarme de querer estar con la única persona que me hace sentir en casa cuando no lo estoy? ¿De la única que se comporta como una verdadera amiga? ¿Por qué soy tan sensible? Si no lo fuera ya hubiera resuelto tantas cosas. Cada vez que intento ser de ayuda fallo. Solo mírame, ya no tengo idea dónde o cómo encontrar la mierda que desapareció cuando Reid se fue.
Jim quedó sorprendido por todo lo que John dijo en tan poco tiempo. Tenía tanto por resolver y nadie estaba en condiciones de ayudarlo, así que decidió comenzar en ese mismo momento, así que se levantó.
— ¿Dónde vas?
—Donde Roger.
—No le cuentes que te dije de Brian y él.
—No te preocupes, no fuiste tú el que lo hizo.
John arqueó una ceja. ¿Qué era lo que decía Jim?
Beach, de camino a la habitación de Roger, reunió las partes y piezas que tenía y salió con un conjunto de teorías que parecían plausibles. Con los documentos que leyó, lo que le dijo John y lo que descubría día a día, sus sospechas aumentaron.
Taylor se despertó de repente. Ya era de día. Estaba en la habitación que compartía con Brian, acostado en la cama con él.
Le dolía todo. Se sentía mareado e incluso enfermo, lo que le obligó a levantarse rápidamente e ir al baño a vomitar. Vomitó tanto que se aturdía cada vez que paraba. Para calmarse, prestó atención a algunos detalles, como los rastros de vómito que quedó en el inodoro que creía que eran de la noche anterior. El asco le volvió, se estremeció y regresó a vomitar.
Pudo parar, aunque luego tosió. Tomó aire profundamente, intentando calmarse. Tiró de la cadena y se levantó del suelo, sintiendo una corriente fría fluyendo desde la planta de sus pies hasta el torso, haciéndolo temblar de vez en cuando. Se puso la bata que estaba detrás de la puerta y empezó a cepillarse los dientes. Cuando vio a Eleanor reflejada en el espejo, se sorprendió.
— ¿Quieres un café? —Preguntó la chica.
—Sí... ¿Qué haces aquí? ¿Nosotros dos hicimos algo?
—Tres —Eleanor se rió de la cara que puso Roger—. Tranquilo, no cuenta si no te acuerdas de lo que te hizo.
— ¿Recuerdas algo?
—La gran mayoría.
—Genial —dijo con sarcasmo, rodando los ojos.
Terminó de cepillarse los dientes y descubrió que Brian seguía durmiendo. Salió hacia la cocina junto con Eleanor, y cerró la puerta.
Mientras que Eleanor le hablaba de un tema trivial y preparaba el café, intentó recordar lo que sucedió anoche. No pudo acordarse de nada, excepto que todavía estaba enojado con Brian por el tema sobre Christine. De seguro que May creía estar disculpado a esas alturas, sin embargo, ¿cómo iba a perdonarlo sin tener idea alguna de lo que hicieron anoche?
Cogió el teléfono que convenientemente estaba cerca del sillón en que se había sentado, marcó el número y se lo puso en la oreja.
— ¿A quién llamas? —Preguntó Eleanor.
—Temas de adultos, no te interesan.
—Gracioso —sonrió ante lo que dijo la mujer—. Termino de hacer esto y me voy.
— ¿Qué? No —musitó e hizo pucheros con la boca—. Quédate un rato más. Me voy a aburrir mucho sin alguien a quien hablarle mientras que Brian no se despierta.
—Oh, entonces me estás usando.
— ¡Para nada! Reina del drama deberían coronarte —los dos rieron. Dejó de lado la conversación por unos segundos y se desanimó ligeramente cuando cayó en cuenta de que nadie le contestaría. Colgó, resoplando y mirando hacia otro lado.
— ¿No te gusta quedarte solo?
Soltó una risita.
—No me agrada. Me aburro mucho. ¿Qué hay de ti?
—Bueno, en serio me gusta. Dicen que estar solo te ayuda a descubrirte y mierdas así... Pero eso no significa que no me agrade la compañía y el saber que no es necesaria te hace disfrutar más de la soledad.
— ¿Y no te causa nada ver a los demás acompañados siendo que tú estás sola?
—A veces sí —Eleanor rió un poco—. Pero no he encontrado a la persona indicada y eso me quita ese sentimiento de inmediato. Ya sabes qué dicen por ahí: "mejor solo que mal acompañado".
Roger guardó silencio por pocos segundos.
— ¿Cómo lo haces sonar tan fácil?
—Es cosa de aprender a estar solo y a apreciar la soledad tanto como aprecias la compañía. Ambas son necesarias al final. Se complementan.
Eleanor dejó la taza de café en la mesa de centro, encontrándose con los ojos de Roger.
—Iré a buscar mis cosas y me voy. Tengo que ir a ver a la compañía.
Taylor sonrió y asintió. Eleanor fue a buscar sus pertenencias y volvió, lista para marcharse. Besó los labios de Roger y se fue.
Taylor miró el vapor que salía de la taza de café. ¿Por qué Eleanor le habló como si supiera por lo que le estaba pasando? ¿Podría ser que lo que deseaba decir era que lo correcto es dejar a Brian? Pero, ¿qué haría sin él? Simplemente no podría continuar, y mucho menos permanecer estable.
Cuando escuchó el golpe en la puerta, se volvió hacia la puerta. Pensó que era Eleanor que regresó porque se había olvidado algo. Abrió la puerta, pero encontró a Jim esperándolo del otro lado. Se puso frente a él, bloqueándole la mayor parte de la vista de la sala de estar de la habitación. Podría ser que venía a avisarles que bajaran y así ir todos juntos a desayunar, como era lo común.
—Jim, hola. ¿Van a bajar a desayunar?
—A John y a Freddie no los he visto desde la noche anterior. Pero, ¿qué hay de Brian y de ti? Sería agradable que se me unieran.
—Brian sigue dormido. Yo me siento un poco mal del estómago así que no creo ir. Y... Eso es todo. ¿Venías a...?
—Oh, quería hablar contigo. ¿Podría pasar?
—Seguro. Espérame unos momentos.
Jim asintió, y eso le fue suficiente para cerrar la puerta y rápidamente patear abajo de los sillones todo aquello que pudiera levantar sospechas para Beach. Regresó a la entrada y dejó pasar a Jim inmediatamente.
— ¿Te duele la cabeza? —Consultó Jim ante que Roger se puso una mano en la frente.
—Resaca.
—Comprendo —con solo asomar los ojos por el espacio entreabierto que había en la puerta que Roger cerraba, pudo apreciar a Brian acostado y a una de las chicas con las que estaba ayer Aura, vistiéndose. Se sentó en el sillón—. Igual tuvieron una noche agitada...
—Supongo. Es que no me acuerdo de nada —lo escuchó reírse con suavidad.
Le dedicó una mirada extrañada.
— ¿Y no te preocupa eso? No tener idea de lo que hiciste...
—Estoy seguro de que hice lo de siempre. Lo normal.
— ¿Y qué sería eso?
El silencio permaneció inerte en la habitación, y hubiera aumentado de no ser porque Jim habló de nuevo.
—Ayer Brian y tú se estaban peleando. Se gritaban. Rompieron todas las botellas del cóctel y una mesa incluso. ¿Es eso lo que hacen siempre? ¿De eso te ríes así de despreocupado? ¿Eso es lo normal para ti?
—Con Brian nunca nos pelearíamos así.
— ¿No?
—Admito que peleamos a veces, pero nunca llega a tal punto.
— ¿Ni siquiera si están drogados y borrachos? Si no recuerdas nada de anoche debe ser por algo.
—Bueno, al parecer todo lo que hago yo está mal. Todas las personas normales se drogan o se emborrachan al menos una vez en la vida, Jim. ¿Por qué vienes a regañarme por algo que está totalmente fuera de mi control? ¿Es que crees que tengo la cura a algo que está esparcido en toda la industria, mejor dicho, en el mundo?
Roger suspiró, después habló con un decaimiento en la voz que caía en la resignación. Usó una expresión que decía "si ya nadie me cree, ¿qué más puedo hacer?".
— ¿Sabes?, pienso que estoy entendiendo por fin a Brian y a Freddie. Ya veo por qué era que no querían que Reid se fuera. Él no nos inculpaba como lo haces tú —su tono cayó en uno lastimero.
—Me disculpo si por alguna razón malinterpreté la situación, pero quiero que tengas en claro que no estoy inculpando a nadie. Solo hablo con la verdad, con lo que vi. ¿Entendido, Roger?
Adoptó una expresión extrañada. Esa no era la manera en que esperaba que le respondieran.
Rápidamente arqueó las cejas, miró al frente y asintió lento, disimulando lo mejor que pudo su confusión, aunque no le funcionó.
Jim se levantó, fue a la puerta y salió. Encaminándose al ascensor, pensó en lo que dijo Roger: "Reid no nos inculpaba como tú lo haces". ¿Qué significaba eso? Sabía que no tenía nada que ver con algo como lo que a simple vista creía que planteaba Roger, porque después de todo, Jim no estaba haciendo nada más que enfrentarlo con la verdad, con lo que vio, porque sabía que lo que hacían estaba mal.
¿Podría ser que se refería a que John no los encaraba porque él sabía lo que hacían? ¿O era porque guardaba silencio frente a todo lo que veía?
Esperó frente al ascensor y se encontró con Eleanor, quien lo saludó de nuevo, se fue y entró en la habitación de Roger.
Inmediatamente recogió su bolso negro y se fue. Como los tacones altos que llevaba eran bastante altos, tropezó pero se salvó de caer. Bajó en un ascensor distinto al de Beach y se dirigió a la habitación de al final del pasillo.
Abrió la puerta y descubrió que otra persona había entrado en la habitación en su ausencia.
—Bueno, pero sí no es Aura. André te andaba buscando y nosotras nos quedamos esperándote abajo en recepción pero ni ahí llegaste. Creímos que aparecerías al menos en la fiesta, pero tampoco te vimos. ¡Ni en toda la noche! —Comentó.
—Por lo que me contaron, no fui la única que desapareció. ¿Qué hay de ti? Pensé que estarías aquí.
—Pues creo que estoy enamorada de Brian porque o sea, es un sueño. Pero Roger es tan lindo y profundo que no puedo decidirme —Eleanor hizo un berrinche pequeño, dejando las llaves en la mesa—. Tener a los dos al mismo tiempo me dejó tan confundida.
— ¿A los dos?
—Oye, ya sabes lo que hicimos Nevada y yo con John ese día que te vino a pedir disculpas. ¿Crees que no pude con Brian y Roger?
—Olvidé por un momento que eso sucedió.
—Qué zorra. La cogió casi toda la banda —se pronunció Nevada.
El grupo rió.
— ¿Y qué hay de ti? ¿Acaso Peter y tú solamente hicieron una pijamada y se pintaron las uñas mientras veían una película? —Dijo Aura, riéndose por la expresión traviesa en la cara de Nevada.
—Deberíamos hacer eso —respondió Milán. Todas concordaron.
—Lo hice olvidarse de su novia un rato. Dijo que está arrepintiéndose de haberla traído y que es un dolor de cabeza.
—Entonces no llevará a Elly a la gira que harán ellos.
—Sí la llevará, es solo que como están peleados, dice todo lo que le molesta de ella. Pero con lo que hicimos anoche ya se le pasó... Igual, ¿dónde anduviste anoche?
—Es obvio que andaba con John —replicó Eleanor.
—Dios, ni siquiera fuiste a la fiesta por quedarte con él —Nevada se acomodó en el sillón—. ¡Ese hombre te está apartando de toda la diversión! ¿Por qué no andas mejor con André?
—De seguro que John le estaba adelantando su regalo de cumpleaños. Recuerden que en unos días es el cumpleaños de nuestra Aura.
— ¿En serio? Eleanor mencionó que sabía cocinar y tenemos que tener una tarta. Hay que planear esto con tiempo.
—Milán tiene razón, ¡así que esparciremos la noticia ahora mismo! No te preocupes, nosotras nos encargaremos de todo —Nevada se levantó junto a Eleanor—. ¿No nos acompañas, Nevada?
—Después las alcanzo.
Eleanor y Nevada se agarraron del brazo y se fueron retirando, diciéndoles que cuando estuvieran de vuelta, irían todas a desayunar juntas.
Aura se sentó en el sillón más grande de la sala de estar, escondiendo las manos debajo de los muslos. Unos minutos después, sintió que Milán la acompañaba.
— ¿Qué pasa? Estás callada —le preguntó Poxy.
Sonrió y suspiró.
—Anoche estuve a punto de ir a la fiesta pero John empezó a contarme un montón de cosas. Cosas personales. Cómo se sentía acerca de su matrimonio, de su trabajo, de sus hijos, de su padre. Fue mucho lo que tuve que procesar. John está pasando por tanto y me lo esperaba, pero no creí que fuera así.
— ¿Así cómo?
—Que no fuera capaz de contarle incluso a sus propios amigos o a su esposa cómo se siente. ¿Por qué soy la única que lo sabe? Sé que problemas así no los debe resolver solo, pero ¿por qué me lo contó a mí? ¿Qué hay de su esposa y de sus amigos? —Resopló—. No me agradan las situaciones así.
—Cuando descubres que no es exactamente como te lo pintaron puede ser algo inquietante. Claro, habrá entornos grandiosos, buenos y malos. Pero la mayoría de veces tu vida termina siendo tan turbulenta como lo es la de la persona con la que estás.
—Es que no entiendes. Yo no estoy con nadie, solo estoy aquí para divertirme.
—Es mejor que te vayas a casa, entonces.
Milán tomó una pausa y, absorta en mirar la pared, habló.
— ¿Por qué crees que no traen a sus parejas a las giras? Aquí se muestran como son en verdad. Esta es la realidad, su realidad, Aura. Debes tener claro que si John cae, tú también caes. Ni ellos pueden consigo mismos.
¿Cómo desconfiar de las palabras de Milán, alguien que ya tenía mucha experiencia? Una cosa de la que Aura estaba segura es que Poxy tenía razón. Sin embargo, la voz en su cabeza hacía todo aún más difícil: le decía que lo que le proponía Poxy estaba mal y aquello la hacía dudar de sí misma. ¿Cómo podría pensar claro con tanta presión encima?
Pero si lo veía desde otra perspectiva, le encontraba la razón a Milán. Si algo le pasaba a John, sería su culpa porque ella estaba igual de inmersa que Deacon en la situación, y ahora, ambos estaban juntos en eso. No era tan malo si lo analizaba bien, porque después de todo, John no se encontraba tan mal, solo necesitaba que una persona lo escuchara y estuviera siempre para él, alguien que lo inspirara a seguir cuando toda otra inspiración se haya ido. Y esa necesidad era normal. Negarse a descubrir y vivir la experiencia de ser la única era otra razón para quedarse, y sería deshonesto por parte ella negar que deseaba hacerlo.
— ¿Por qué te preocupas tanto por John?
—No quiero que se sienta mal y cometa errores. No entiendo por lo que está pasando pero si puedo ayudarlo entonces lo haré. Tengo que hacerlo, ¿verdad? O quizás lo hago porque...
— ¿Porque te gusta?
Esa era la opción que estaba intentando evitar en pensar. ¿Y si era esa la verdadera razón? ¿Y si John aún le seguía gustando y no olvidó esos sentimientos del todo? ¿Y si caía otra vez y John se aprovechaba de su vulnerabilidad para dañarla?
No, no lo creía capaz.
Se marchó de la habitación antes de que Eleanor y Nevada regresaran. Algo en Milán la dejaba siempre con dudas, y eso que se conocían solamente hace un día. ¿Por qué las conversaciones con Poxy eran así y solían terminar de aquella manera?
Ingresó a su habitación y se encontró con que John estaba solo.
—Ah, ya regresaste —dijo Deacon.
—Sí, a donde las chicas no había mucho por hacer. Empezaron a planear mi cumpleaños y como querían que fuera sorpresa, tuve que marcharme.
— ¿Tu cumpleaños?
—Sí... Es el cinco de este mes.
—Tendré que comprarte algún regalo.
—Con que estés allí me bastará —sonrió y se sentó a su lado, intercambiando besos con él.
John rió y le acarició la mejilla.
— ¿Dónde lo celebrarás?
—Ya te conté que las chicas son las que están organizándolo. A mí me toca esperar solamente. Pero de todas formas me pidieron que te dijera si les podrías avisar a los chicos que están invitados.
—Veré qué puedo hacer.
Aura ladeó la cabeza y la apoyó en el hombro de Deacon.
— ¿Pasó algo cuando me fui?
—Es que... Me puse a pensar y descubrí que últimamente las únicas veces que conecto con los chicos es en los conciertos. Es que están tan centrados en lo suyo. Roger y Brian pasan peleando y disculpándose, Freddie y Paul andan juntos de acá para allá y siento que me ignoran. Ellos saben que siempre he sentido que no soy uno del grupo, que no pertenezco. Saben que son los únicos amigos que tengo, que los quiero tanto, y aún así acordaron toda esta mierda sin mí. ¿Y si es mi culpa que se alejen? Todos han cambiado tanto que ya no los conozco, pero creo que eran así desde el principio y nunca lo vi.
Hubo silencio otra vez. Aura miraba atenta a John.
—He estado pensando en dejar la banda.[...]
EY
COMO ESTÁNNNNN???
Anyways so,,,,,
QUR LES PARECIÓ HM,,,,
Yo me quedé
Quedé
:)))
No tengo mucho que decir excepto que estoy muy atrasada en el COLEGIO Anyways
Tenía que pasar????
NO MENTIRA SOMOS 17.100???? ME ENCANTA??? GRASCIASAAAAAAAAAA
KDBDKDJ
ya filoooo
Xauuuuu
Garsias POR LEER
LXS AMAMOS
XAUU
-Ella
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Cigarettes
FanfictionSiendo casi ya la mitad de la década de los setenta, la banda en auge de fama, Queen, empieza su dominio sobre el rock y otros géneros musicales, comenzando a ser gracias a esto los integrantes de ésta, conocidos artistas en la industria musical. A...