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  Apenas el café fue puesto frente al rubio éste comenzó a endulzarlo a la vez que se preparaba para escuchar lo que May le prometió contar.
  —Éste mes más que vacaciones de relajo han sido vacaciones de locura, te juro que mientras más días pasan peor se vuelve el asunto.
  — ¿Ves lo que te dije? Deberíamos habernos ido a la playa ahora que tenemos vacaciones, ¡ya ha pasado un mes desde que nos las dieron y siento que no las he aprovechado para nada!
  —Quizás tengas razón —se encogió de hombros—. ¿Sabes?, se siente raro que a otras personas les paguen por sacarte fotos, lo encuentro hasta un poco frívolo —se sentó frente al contrario, dejando su taza de lado y jugando con el lápiz que tenía junto con su libreta. Se quedó en silencio por unos segundos, leyendo lo que tenía escrito en ella y viendo los garabatos que Roger había hecho al rededor de los versos que estaban plasmados en la hoja. Decían cosas como: "Roger estubo aquí", "besitos para el que lo lea:*".
  —Parece que eres el único que tiene ese problema —le respondió después de tragar un sorbo de café—, Fred y Deacy no me han dicho nada y yo no he tenido encuentros con paparazzis. Creo que es por el entorno, sabes... es muy concurrido.
  —Puede ser.
  —Y esa es una buena excusa para que te cambies de casa. Digo, andabas con ganas de hacerlo hace un buen tiempo así que, podrías aprovechar la oportunidad.
  —Cierto —levantó su rostro y tocando su propio mentón entrecerró sus ojos—. Con todo eso de la gira ya había dejado un poco de lado el tema.
  — ¿Tenías planeado algo ya?
  —Para nada, pero si consideramos el problema de los paparazzis entonces el vecindario perfecto sería Mayfair. Dicen que todo es muy tranquilo por allí...
  —Estoy seguro de que tienes razón, con solo escuchar que tiene «May» en el nombre me deja más que claro que es tranquilo.
  —Eres un tonto —se rió y después juntó su mirada con la de su pareja.
  —Pero me quieres así, ¿cierto? —Sonrió y continuó con el tema—. Ahora que recuerdo John también anda buscando mudarse, aunque dice que le acomoda un apartamento. Yo le dije que mejor buscara una casa.
  — ¿Por?
  —Verónica le aceptó la cita —el mayor se rió—, le dije que iba a funcionar. Si es que todo va bien sé que terminarán juntos, y que tendrán una familia típica británica: dos niños, una niña y un perro. Ya veo a John escribiéndole canciones de amor y todo —carcajeó con sus ojos cerrados, mas al abrirlos vio a May con su mirada clavada en la libreta que estaba abierta de par en par sobre la mesa. Dejó salir aire por su nariz y levantándose de su asiento se puso detrás de Brian y lo abrazó, responsando su mentón en la cabeza del más alto. Aprovechó de intentar leer lo que el guitarrista leía—. ¿Qué lees?, es tu letra.
  —Nada importante —cerró rápidamente la libreta y se levantó, agarrando la misma y empezando a caminar hacia la sala de estar.
  Fue seguido por Roger.
  — ¿Es algo confidencial? —Preguntaba curiosamente.
  —Es un gran secreto, no puedo confiárselo a los mortales —lo dejó en una tarima que él en puntillas alcanzaba. Una vez ahí sacudió sus manos y emprendió un nuevo viaje de regreso a la cocina.
  —Ambos somos mortales, tonto —rió—. Ugh, te tendré que sonsacar la información —lo detuvo, agarrándole una de sus manos y atrayéndolo hacia su rostro, sonriéndole pícaramente-, ¿cierto?
  —No va a funcionar —le advirtió entre risas graves mientras sus manos acercaban al menor por su espalda baja.
  —No pierdo nada con intentar —lo hizo callar con una ráfaga de besos que pronto fueron correspondidos.
  Sin embargo, la vibra amorosa no solo se estaba dando en la residencia de May, sino que también en la del cantante. Mientras éste último se encontraba encima de su novia, la chica reía con suavidad por los besos que Mercury repartía por su vientre y por cómo los dedos del pianista amenazaban con bajar las panties de la chica.
  —Fred... —se volvió a reír Mary acariciando el cabello del mayor. Entre juego y juego finalmente el pelinegro se aburrió, mostrándose decidido al querer despojar completamente de su ropa interior a su pareja, mas no lo hizo, cosa que extrañó a la rubia—. ¿Pasa algo?
  —Espera —la hizo callar sutilmente. Se removió de su lugar—. ¿Te podrías mover un poquito, amor? —Austin le hizo caso, de pronto el músico comenzó a tocar una lenta melodía en el piano que cumplía la función de respaldo de su cama. Cuando se detuvo se levantó y corrió rápidamente hacia el otro lado de la habitación, buscando un cuaderno y lápiz. La chica se le quedó mirando curiosa y hasta un poco asombrada—. Mi, do, fa, do, mi, fa, fa, do —decía mientras anotaba las notas en la hoja.
  Ahora su novia lo observaba con ojos soñadores y atentos, se enternecía cuando Freddie tenía esos pequeños ataques de inspiración y pausaba todo solo para escuchar mejor lo que su mente le decía.
  El vocalista de paró para ir a dejar el cuaderno, mas se tropezó con uno de sus tantos vinilos que tenía tirados en el piso. Vio con qué se tropezó y leyendo la descripción de éste, algo pareció resaltar.
  — ¡Claro, eso es! —Fue velozmente hacia el teléfono, marcó frenéticamente el número de uno de sus amigos y haciendo un ritmo aleatorio con sus dedos, esperó a que éste respondiera a la llamada.
  — ¿A quién llamas, amor? —le preguntó su novia sentándose en el colchón. Puso un mechón de su cabello detrás de su oreja mientras esperaba respuesta del otro.
  —A Brian... pero parece estar ocupado —cortó, pero después volvió a llamar. No le contestaron sino hasta el cuarto intento—. ¡Brian, tesoro, qué bueno que contestas!
  —Ho-Hola —el vocalista no dio espacio a más respuesta de parte de May. Su voz se oía agitada, aunque Freddie debido a su adrenalina no captó ese detalle.
  — ¿Estás ocupado hoy en la tarde? Debemos juntarnos a componer y a escribir canciones, tengo la parte del piano, podemos hacer algo, ¡creo que hasta tengo nombre para un nuevo álbum! ¿Sabes?, ¡llama a los demás y diles que hoy mismo tenemos que ir a hablar con Roy para decirle que ya empezaremos a trabajar en un nuevo álbum!
  — ¿Á-Álbum? ¿No crees que...? —guardó silencio unos segundos—. ¿No crees que sería mejor cumplir el lapso que tenemos para descansar? Después de todo...
  El persa lo interrumpió al hablar.
  — ¡Tendremos todo el descanso del mundo cuando acabemos de grabar! Tengo ideas nuevas, la inspiración me desborda de la piel y ya estoy lo suficientemente descansado para volver al trabajo. Llamaré a Deacy para coordinar con él también, ¿podrías llamar a Roger tú? Después me contactaré con Reid, Roy y con los de la discográfica. ¡Les encantará la idea que tengo, te lo aseguro! Llamaré a Roy para que podamos conversar hoy día mismo. Les aviso a qué hora nos juntamos.
  Se escuchó un suspiro entrecortado de parte del guitarrista.
  —P-Pero, Fred...
  — ¡Chao! —Cortó, ahora marcando el número del bajista, quien a pesar de que llamó reiteradas veces no le contestó. Cuando al final le respondió el persa habló un poco irritado—. Por fin te dignas a contestar, me podría estar muriendo y no me serías de ayuda. ¡Ya estaría muertísimo!
  —Lo siento —se rió Deacon—, andaba en una cita...
  —Mira tú, en una cita que reemplaza a tu mejor amigo del alma.
  — ¡Perdón, perdón! Mira, la cosa es que respondí... ¿qué pasa?
  —Hoy mismo tenemos que ir donde Roy, ¡partiremos a grabar el nuevo álbum!
  — ¡Oh, genial! Déjame ver si puedo agregar a la llamada a Brian o a Rog, espérame un segundo —se oyó al receptor de la llamada marcar números, después se escuchó la voz de Taylor.
  — ¿Hola?
  —Wow, parecen que las líneas están mezcladas... llamé a Brian y me respondió Roger —habló con tono sarcástico el bajista.
  —Qué raro —corroboró Mercury.
  — ¿Ahora por qué mierda están llamando? Quiero privacidad.
  —Tendrás toda la que necesites una vez confirmes que tú y Brian irán a la reunión que tendremos con Roy hoy.
  — ¿Para qué? —consultó Taylor.
  —Fred quiere empezar a grabar y tenemos que conversarlo con él primero —especificó John.
  —Pero estamos en vacaciones y quiero descansar.
  —Nos lo debes por todo lo que no trabajaste en Sheer Heart Attack, tesoro, así que quieras o no debes sumarte a lo que desea la masa.
  —Cómo sea —dijo con tono de que ya estaba aburrido de conversar del tema—. ¿Hoy a las seis entonces? —Esperó la respuesta de sus compañeros al teléfono—. Bien, iremos.
  —Pero-
  —Cállate —le dijo Roger a Brian, atento a lo que decían por el teléfono.
  — ¡Genial! Entonces ¿alguien puede llamar a Roy ahora mismo? Estaré ocupado... —sus amigos le dijeron que sí, por lo que Frederick, despidiéndose, cortó finalmente, dejando el teléfono colgado en su lugar, fue caminando hacia el colchón y sentándose en él, sintió las manos de su contraria explorar su pecho y llegar hasta sus hombros para al final poner su cabeza en la cavidad que había entre el hombro y el cuello de su novio.
  — ¿Se te vino una idea a la cabeza?
  —Una muy buena —dijo entre risitas volteando hacia su pareja. Besó los labios de ella y después continuó—. ¿Te acuerdas que te mencioné que en la gira había empezado a escribir más canciones?, bueno, esa inspiración que tuve durante esos meses volvió ahora mismo. Lamento haber interrumpido el momento pero si no lo anotaba estaba seguro de que se me olvidaría.
  —No hay problema —lo tranquilizó Mary llegando hasta su oído, fue allí donde le susurró—. No es como si no se pudiera continuar.
  Pero el ambiente de alguna forma ya se había arruinado. Por más besos, roces, y tocamientos que hubiera, parecía que no podrían volver a recobrar la compostura que les permitiría llegar al acto.
  Mas las palabras del artista fueron las detonantes que encendieron de nuevo la chispa faltante.
  El teléfono sonó de nuevo.
  — ¿No atenderás? —preguntó con un tono un tanto agitado Mary.
  —Déjalo sonar... —dijo con voz rasposa poniéndose encima de la rubia y acercándola a él.
  La chica lo rodeó con sus piernas y apegándola a ella, le sonrió pícaramente, mordiéndose su labio inferior. Ya no había duda, seguirían hasta el final.
  Los minutos desaparecieron, la ropa de la pareja de igual forma, se aprovecharon el uno al otro como no lo habían podido hacer en esos cinco meses en que la ausencia de Mercury había estado vigente.
  El ligero cansancio después del acto se convirtió en una larga siesta, de la cual ninguno despertó antes de las cinco. Más su sueño se vio interrumpido por las mascotas que tenían: Romeo se paró frente el rostro de su amo y oliéndolo, se subió a éste y comenzó a lamerlo.
  Al ver que no reaccionaba, maulló, llamando a los demás de esta forma, haciendo que de pronto un ejército de gatos se empezó a acercarse a los cuerpos durmientes de la pareja, principalmente despertando a Freddie quien al escuchar a todos sus gatitos maullar junto con el ruido del teléfono, reaccionó finalmente.
  Habló somnoliento, como murmurando.
  —Cálmense, no estoy muerto... Ngh, Goliath, no es necesario lamerme el ojo, ya desperté. Delilah, tesoro, ¿podrías decirles a tus hermanos que dejen a papi en paz? Quiero dormir más antes de ir para allá. Agh, ¿quién llama? —todos sus gatos se callaron al oír a Delilah maullar por última vez. Somnoliento aún, se levantó hacia el teléfono mientras buscaba el reloj de la pared con su mirada. Con un poco de esfuerzo, tomó a todos sus gatos en brazos y los acarició, escuchándolos ronronear. Al fin cuando encontró el reloj, abrió sus ojos de par en par—. ¡Seis veinte! —dejó a sus gatos en el suelo y dirigiéndose al baño para darse una ducha, ignoró el teléfono, supuso que había sonado reiteradas veces.
  Mary despertó debido al alboroto armado por su novio y de paso por la atención que ahora fue guiada hacia ella de parte de los gatos.
  — ¿Fred? —habló suave cubriéndose el cuerpo con las sábanas de la cama. Les hizo cariño a todos los animalitos que se frotaban en la piel desnuda que se asomaba a veces por falta de sábanas.
  — ¡Voy tarde! —se escuchó el agua de la ducha correr.
  —Debiste haber puesto alarma, amor —buscando algo que ponerse, lo encontró al buscar en el suelo. Al ponerse una pollera holgada y larga se paró y fue hacia el armario de su novio. Sacó ropa de allí y la dejó encima de la mesa que había en la estancia. Agarró la libreta y el cuaderno que Frederick utilizaba para escribir y los dejó a mano.
  —Lo sé, debí —cortó el agua y se secó rápidamente. Cuando ya estaba listo salió del baño mientras frotaba su cara contra una toalla pequeña, esto para quitar el agua de allí. Se aplicó colonia y desodorante, para después agarrar la ropa y volver al baño, poniéndosela en un tiempo que nunca pensó poder colocársela.
  El teléfono seguía sonando.
  —Atenderé el teléfono —avisó Austin acometiendo la acción. Al saludar a quien llamaba y recibir el recado, hizo esperar. Al tener a mano hoja y lápiz anotó lo que le dictaban y después de despedirse, cortó—. Era Brian, dijo que dónde estabas y que el punto de encuentro se cambió.
  — ¿Se cambió?, ¿dónde? —consultó mientras se ponía sus pantalones y seguido a ello su camisa. Al final lo que completó su look fue una chaqueta de cuero negra.
  —A las oficinas de Emi —le informó dejando el papel con la dirección dentro de la libreta del mayor—. Te dejé la dirección en una de tus libretas, que no se te olvide llevarlas, están las canciones allí.
  —Cierto —cuando ya estuvo listo, tomó sus llaves, gafas de sol y las libretas. Poniendo el rostro de Mary entre sus manos besó sus labios y al terminar de hacer esto, le sonrió—. Te veo al rato.
  Abrió la puerta y deteniéndose antes de cerrarla, se dio vuelta y le habló por última vez a su pareja.
  —Te amo —sonrió enamorado y cerró la puerta.
  La chica se quedó en silencio y permitiendo que un leve rubor se hiciera presente en su cara, sonrió de lado a lado. Reaccionó al sentir el pelaje de los animales presentes rozando su canilla. Miró hacia abajo, viendo que era Lily quien se frotaba en su pierna.
  La gatita maulló.
  —Quizás tienes razón, Lily —suspiró y al final se rió—. Tal vez por fin él es el indicado.
  Pero el escenario dentro del auto de quién recientemente había salido sería dentro de unos minutos diferente. Daría vueltas y vueltas por la ciudad, antes de poder encontrar su destino, eso le consumió treinta minutos.
  Por más tiempo que había pasado paseando por Londres aún no se aprendía la locación de las calles ni el nombre de éstas, se le era imposible por su bajo nivel de atención. Maldijo por ser víctima de esto último, pero se dio cuenta de que los dioses escucharon sus plegarias y finalmente había encontrado la calle en la que las oficinas se localizaban.
  —Veinte de Manchester... —observó por cuál número iba—. Mierda, voy en el cuarenta —dio la vuelta y comenzó a conducir hacia el lado contrario en el que iba. Contaba en voz alta de uno en uno cuando se disminuía una unidad al dígito actual en el que estaba hasta llegar al veinte. Detuvo el auto y soltó un grito de emoción acompañado de aplausos hacia su persona.
  Dejó aparcado su auto, entró al gran edificio, avisó de su llegada y tomó el elevador hasta el piso cuatro.
  Mientras todo ello pasaba, en la oficina del director aguardaban la llegada de Mercury.
  Los tres integrantes de Queen estaban sentados en el más grande de los tres sillones que había en la estancia, Paul, John y Jim estaban parados, de vez en cuando conversaban entre ellos.
  El baterista hacía ritmos aleatorios con sus manos al chocarlas contra sus muslos, pero de vez en cuando se detenía para mirar la hora en su reloj de pulsera, después seguía. Aquellos pequeños ruidos eran los únicos que se pronunciaban en la estancia: había un tipo de silencio incómodo, mas éste se vio interrumpido por un comentario del bajista.
  —Lindos discos de oro.
  —Gracias —respondió Bob, el director de la empresa—. Ahm..., una pregunta: ¿Freddie siempre se demora esto en llegar? —le consultó a los que concurrían la presencia del vocalista.
  —No siempre, pero a veces pasa —le respondió Roger dándose vueltas en la silla con ruedas en la que estaba sentado—. Generalmente soy yo el que llega tarde.
  En ese momento el cantante se hizo presente y, por ello, todos voltearon a ver la puerta, la cual se cerró rápidamente cuando Mercury ya estaba dentro de la oficina. Se le escuchó decir al manager un airoso "por fin" de volumen bajo.
  —Llegas tarde —soltó de pronto Taylor.
  —Primero: hola a todos. Segundo: una reina nunca llega tarde, son los demás que llegan muy temprano —le respondió mientras se sentaba en uno de los sillones individuales.
  —Tú nos citaste a esta hora —le recordó el guitarrista.
  —Lo sé, tesoro, lo sé —habló a la vez que sacaba una cajetilla de cigarros, ponía uno de ellos en su boca y lo encendía—. Pero ya llegué, ¿no? Así que cambien esas caras largas, jalen una buena cantidad de cocaína y pongámonos a trabajar.
  —Sí, sí... —murmuró Reid, tomando aire, carraspeando y hablando en voz alta para que todos lo escuchasen—. Chicos, quien tienen al frente es Bob Mercer, director de Emi... Bob, ya conoces los nombres de estos niños, así que lo único que me queda por decirte es que éste es el abogado de la banda, Jim Beach —apuntó al abogado quien saludó.
  —Miami —le corrigió el vocalista.
  John le siguió el juego.
  —Claro, Miami...
  Bob soltó una risita, al terminarla habló de inmediato.
  —Sheer Heart Attack se vende bien y Killer Queen es un éxito. Pero no durará para siempre. Necesitamos algo más grande que Killer Queen, más canciones como esas que...
  — ¿Que traten de que la gente rica también pueden ser putas? Encantado te escribo más de esas —lo interrumpió mientras jugaba con sus dedos.
  —Iba a decir que tuvieran algún tipo de trasfondo, pero supongo que lo dijiste mejor de lo que yo hubiera podido.
  —Qué bueno que lo aceptes —sonrió ampliamente Frederick.
  —Sí, uhm... bueno, quiero ver lo que tienen —
dijo Mercer.
  — ¿Lo que tenemos? —preguntó Deacon algo confundido. Observó que el pelinegro se levantaba de su asiento e iba a mirar los discos de oro colgados en la pared de la oficina del director.
  —Letras, melodías... Cualquier cosa —captó que los tres artistas que seguían sentados se miraron entre sí para corroborar que ninguno de los tres no tenía nada para presentar—. ¿Nada, en serio nada?
  —Freddie nos dijo que tenía las ideas, nosotros solo... vinimos —alzó los hombros Brian al responder.
  Nadie habló por unos momentos.
—Oh, tesoro, no sabía que Emi había firmado en su momento con Luciano Pavarotti.
  —Sí, fue un desastre fenomenal... casi nos vamos a banca rota. Se podría que decir que no fue la mejor época de Luciano —se rió, internamente lamentándose de aquello—. ¿Lo mencionas por algo en especial?
  —Cuando estuvimos en Boston fuimos a la ópera —continuó admirando el disco. Despegó su mirada de allí cuando supo cómo continuar su frase. Le dio una calada a su cigarro—. Desde allí he estado pensando en hacer algo con eso.
  —Mira, no digo que sea mala idea pero ¿no escuchaste? Casi nos vamos a banca rota por ello y...
  —No, tesoro, no te confundas, no cantaremos ópera ni nada de ese estilo. ¡Quiero ser comparación de la ópera!
  —Eso es un poco ambicioso, ¿quizás? —murmuró May entre risas bajas.
  —Con esas escenas dramáticas que te pegas todos los días, no es difícil compararte —aseguró Roger.
  —Lo que une a la gente, lo que los pone en la misma sintonía, algo que todos están escuchando al mismo tiempo. Eso —aplastó su cigarrillo en el cenicero, apagándolo— es lo único más grande que Killer Queen. Saturaremos un sonido, haremos mierdas que ni siquiera las bandas experimentales de los sesenta quisieron hacer. Igual que una cantante de ópera estaremos en un teatro que llenaremos de canciones, emociones, no sé... sinfonías si es necesario. Nuestro teatro... será el mundo.
  —No queremos que nos encasillen porque sabemos que Queen no es solo uno —se pronunció el bajista—, somos todos.
  —...Lo llamaremos A Night At The Opera —decidió Mercury, a lo que sus compañeros convencidos y sonrientes asintieron—. Si no están de acuerdo, no tenemos problemas en tomar nuestras cosas e irnos a Capitol.
  —Por el contrario. Creo que sería un interesante cambio el que de Killer Queen pasaran a algo estilo Broadway y ópera... —Bob parecía decidido en lo que decía—. Quiero que vuelvan a casa y hagan sus maletas porque se irán de viaje.
  — ¿De viaje? ¿Dónde? —preguntó May alzando una de sus cejas.
  El cuarteto de artistas observaba expectantes a Mercer, quien sonriendo un poco por aquello les respondió.
  —Los estudios Rockfield.

[...]

KIEEEEEEE
YA CABRXS, COMENTEN QUÉ VA A PASAR UHHHHHHHHHH
CABRXS SOMOS 11k Y ESTOY ORGULLOSA 🥺🥺🥺💖💖💖 GRACIAS POR TODOOOO
YA AHORA SE VIENE LO BUENO
ASÍ QUE
ATENTXSSSS
no se me ocurre qué más escribir omg
Bueno
Equis
XAOOO
BESITOSSSS
-Ella💕💕

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