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[Gaumont Theatre – Southampton, Inglaterra. Finales de mayo de 1977].

  — ¿Cómo te has sentido?
  —Bastante bien. He ido a los controles y el doctor dijo que todo anda en orden. ¿Y tú? Por aquí se anda diciendo que cada concierto que dan es más grande.
  —Sí, lo son...
  — ¿Te encuentras bien, amor?
  —Es que me gustaría estar allá contigo para cuidarte, pero falta poco así que me queda aguantar.
  —Yo estoy bien, amor —se rió—. Si es que hay alguna emergencia mis padres están al tanto, no por nada me vine a quedar con ellos.
  —Sí, lo sé, pero ya tienes ocho meses, casi nueve. ¿Crees aguantar hasta que llegue? —Escuchó más risas de Verónica—. No te rías... —correspondió a pesar de estar algo avergonzado.
  —Tú debes seguir con lo tuyo, prometo que cualquier cosa te lo haré saber lo antes posible. ¿En qué estás ahora?
  —Oh, esperamos a que la prensa llegue a la rueda. Responderemos un par de preguntas antes de subirnos al escenario y empezar el concierto. De hecho, tengo que cortar ahora mismo, te llamaré cuando terminemos de tocar o en el hotel.
  —No te preocupes, anda. Suerte, que te vaya bien.
  —Te amo.
  —Yo más.
  Colgó y, apresurado entró a la sala en conjunto del resto de la banda y otras personas que los resguardaban.
  Tomaron asiento en la mesa arriba de la tarima, esperando a que alguien impusiera un tipo de orden. Los flashes de las cámaras ya no los cegaban tanto como en un principio.
  —Roger, Roger —se hizo escuchar alguien por encima de los ruidos de las cámaras y otros llamados al nombre de los artistas—. Hay rumores de que intentaste lanzar un par de singles por tu cuenta. ¿Qué significa? ¿Estás sugiriendo que puede haber una ruptura en Queen?
  — ¿Quieres dejar la banda?
  —Están en el pick de su carrera, ¿por qué lo harían? ¿Es que hay problemas entre ustedes o quieren dejarlo ahora que sería relevante? —Se pronunció otro.
  Los periodistas se comenzaron a atropellar con las preguntas que tenían.
  El interrogado permaneció inmovible ante las tantas especulaciones que oyó; algunas en su contra, algunas bastante fantasiosas, otras que se acercaban a la realidad.
  El manager hizo callar a la masa.
  —Somos súper pacíficos, no peleamos nunca. ¿Por qué nos separaríamos? Si peleamos lo hablamos, no somos personas que huyen de los problemas —el baterista aplastó su cigarrillo en un cenicero.
  — ¿Si nos guiamos por esa lógica entonces ustedes provocan a la prensa? ¿Por qué siempre hacen lo contrario a lo que ellos sugieren? ¿Qué piensan de que su música es algo que se escucha por moda, algo transitorio?
  — ¿Creen que la gente se olvidará de ustedes? ¿Tienen miedo de eso y por eso crean escándalo tras escándalo para permanecer siendo relevantes?
  —Ya no hay tanto escándalo como en el principio —aseguró Deacon.
  — ¿Podría tomarse eso como que las primicias fueron claves en su carrera? ¿Lo hacen por atención?
  —Roger, después de verte con tantas parejas ¿por qué ahora ya no vemos a nadie? ¿Sales con alguien? ¿Prefieres privacidad ahora?
  — ¿Qué piensan de que el disco se haya comparado con su anterior álbum?
  —Freddie, ¿qué tienes que decir por la letra de Good Old-Fashioned Lover Boy?
  —Dicen que estás comprometido, ¿es con Mary Austin o es que terminaron?
  —John, ¿tendrás a tu primer hijo? ¿Cuándo te casaste? ¿Cuál es el nombre de la chica?
  De nuevo los hicieron callar.
  —Para el que dijo que nuestra música es transitoria, todo es transitorio. Todos nos moriremos en algún momento, ¿no? Desapareceremos queramos o no, tesoro. Se olvidarán de nosotros a lo largo de la historia, es inevitable —tomó palabra Mercury.
  —A diferencia de Freddie, ¿creen que su música tendrá algún tipo de repercusión en la industria?
  —De seguro que esperamos eso. Intentamos hacer algo distinto con cada canción y con cada álbum. Ya hemos dicho que entre nosotros cuatro tenemos distintos puntos de vista en cuanto a la música y esperamos que el que logramos hacer algo a pesar de ello, se aprecie.
  La gente se revolvió, dando sonidos incoherentes por tanto que hablaban hasta que uno de ellos logró hacerse escuchar por encima de los demás.
  —Brian, ¿qué nos puedes decir de la chica con quien se te ve? ¿Es tu novia o prometida?
  En el espacio que el reportero le dejó para responder, se notaba lo altas que eran sus expectativas de su respuesta.
  Continuaron apareciendo interrogantes similares hacia su persona; que de dónde se conocían y desde cuándo. Por último apuntaron a su anillo y a cuántas veces se le vio con Christine.
  Fingió oídos sordos a todas esas especulaciones que no llegaban a acercarse en lo mínimo a la verdadera situación por la que pasaba con la mujer.
  Fisgoneó a su izquierda para toparse con que el resto, sobretodo Roger, esperaba a que aclarara al menos una de las dudas de la prensa para que dejaran de lado el tema.
Se acercó a su micrófono. El ruido de las cámaras lo distraía.
—Ese tema es entre nosotros dos exclusivamente.
Vio el disgusto en la cara de Roger, evadiendo su mirada y presenciando a la tanda de preguntas seguir su curso con un enfoque distinto.
  Taylor se frustró al ver que estaba en la misma situación que los periodistas: atropellándose con palabras y teniendo que pasar por encima de otras personas para ser escuchado, o considerado, rogando por suerte para que lo notaran, abrumado por querer descubrir algo inexistente.
  Descansaba cuando no le importaba, es decir, cuando de repente todo mejoraba. En esos momentos en que se sentía seguro, cómodo, amado; cada que antes de un concierto Brian y él se encerraban en las cabinas de los baños y se besaban con excusa de darse buena suerte, cuando recibía besos y pequeños obsequios, al despertarse a su lado, riéndose de esa voz ronca mañanera del mayor.
  ¿Cómo sería capaz de alejarse o dudar de él si con esas pequeñas acciones se le hacía inevitable confiar incondicionalmente? ¿Cómo cumpliría sus otras peticiones? No hallaba respuesta, al igual que a lo cambiante que su actitud fue esos meses anteriores. ¿Por qué lo trató así? ¿Tenía algo contra él? ¿Planeó acaso abandonarlo de un día para otro? ¿Ya se había aburrido de él?
  Quería preguntarle y aclarar sus dudas, pero tenía presente que aquello abriría un hueco que probablemente se colmaría con una discusión.
  No le gustaba pelear, al menos no con él, pero cuando tenía una pequeña oportunidad de echarle en cara todo lo que acumulaba de las ocasiones pasadas, no se aguantaba las ganas, mucho menos de refutarle cada palabra que decía. Eso iba con él, era así desde hace un tiempo.
  Escuchó más preguntas sobre ella, pero sabía que no podía hacer nada para rebatirlo.
  Dio unas caladas al cigarrillo, prefiriendo percatarse de rebatir estas acusaciones, ser sumiso ante ellas al recordar que en público no podía alegar o la gente se daría cuenta, eligiendo seguir la corriente y embotellar todo para que por otro lado, en la privacidad de las puertas cerradas se evitara una pelea entre Brian y él que los distanciaría aún más de lo que ya.
  Esperar a que May se acercara, callarse aunque le molestara, darse pequeños respiros de su compañía. Últimamente éste mecanismo era el ideal y rendía los frutos que él precisaba ver.
  En el concierto de esa noche tocó con fuerza, intentando sacar su coraje con ello, ganándose varias heridas y ampollas en sus manos, con suerte no rompiendo las baquetas.
  Al final del show Freddie y él mostraron con orgullo cuánto sudaban.
  Como era de costumbre, la mayoría de las personas que los ayudaban en la gira los acompañaban en el vestidor, riendo, hablando, bebiendo cerveza, ecuchando música y acostumbrándose a la atmósfera que la fiesta del hotel después les proporcionaría. Pero a pesar del ambiente agradable dentro del camerino, en el pasillo de afuera Mercury se alejaba un tanto de este escenario.
  — ¿Es verdad lo que dicen?
  — ¿Te pone celoso acaso? —Preguntaba el cantante en modo travieso, con una sonrisa que reflejaba lo feliz que se encontraba de ver que su plan funcionó—. ¿O es que te enoja?
  —Lo que dice la gente ya no es un juego, Freddie —David resopló—. ¿Por qué mierda te gusta verme enojado?
  —Últimamente he querido preguntarte eso también.
  — ¿En serio me acabas de decir eso?
  Freddie lo miró, luego puso los ojos en blanco, se apoyó contra la pared y escondió las manos detrás de la espalda. Cuán turbulenta su relación se tornó lo cansó, las peleas por razones tontas, eran recurrentes y también lo inmaduro que el persa se comportaba, no ayudaba a remediar el caso. La distancia entre ellos se agrandó desde el año pasado cuando David paró de asistir a conciertos que no requerían de su presencia estrictamente.
  Freddie, en un intento de recuperar su total atención lo hacía enojar e intentaba le sacarle celos, pero obviamente Minns era más maduro que el pianista y, por lo general, no le seguía el juego, provocando que Mercury se esforzara más y empeorara la situación. En lugar de resolver el problema, lo exacerbó, hiriendo a David con sus acciones y los rumores que él mismo difundía.
  Lo alejaba cada vez más.
  —Eres tan aburrido. Ya no eres como antes —aseguró.
  — ¿Aburrido? Intento hablar contigo sobre esto para resolverlo y evitar que se agrande aún más —él buscaba su mirada—. ¿Cómo quieres que reaccione si hay gente diciendo que te metes con el que se te cruce por al frente?  Mientras sea tu novio yo necesito saber si esos rumores son ciertos.
  Guardó silencio, girando directamente a sus ojos.
  — ¿Esperarás a que llegue a la prensa? ¿Ves lo peligroso que se está volviendo esto?
  —David, los rumores sólo crecen —decía sin interés, encogiéndose de hombros—. No es nada.
  — ¿Y tú carrera? ¿Y tú música? ¿Y los conciertos?
  — ¿Qué quieres que haga? No puedo decir que ando contigo.
  —Ni siquiera te estoy pidiendo que lo digas, sólo que me aclares a mí la verdad. ¿Me engañas o no?
  Inmediatamente comparó a David con Mary. A diferencia de él, se quedaba tranquila en casa esperándolo a que regresara, no venía a preguntarle si la engañaba o no, confiaba ciegamente en él y eso ya no le causaba ningún tipo de resentimiento. Creía a David inseguro de sí por no ser como ella.
  Su corazón se empezó a agitar cuando notó que el otro aún quería explicaciones.
  Se tranquilizó para responderle, aunque tuvo dificultades para controlar sus nervios.
  — ¿Qué crees tú? —Esperó a una temprana respuesta del contrario, mas la recibió dilatada.
  —Que sí —Minns dio un paso atrás—. Pero ahora, frente a ti, elijo confiar en ti. Ahora estás seguro de que lo hago, al menos —se calló—. Hasta mañana, Freddie.
—...Hasta mañana.
  Se fue, su trabajo con la banda terminó por aquella noche.
Mercury quedó solo, oyendo las risotadas y bromas varias de las personas dentro.
  Paul salió con una cerveza en mano, ofreciéndosela al más alto.
  — ¿Qué te dijo?
  —Preguntó por lo de Joe. Luego que dejara de jugar con eso de los rumores —tomó un trago de la bebida—. Mencionó que sería un poco problemático si esto llegara a la prensa y...
  — ¿Y qué si llega a la prensa? Saldrá algún chisme de los demás y se olvidarán de lo tuyo.
  Le dedicó una mirada que parecía intentar comprender lo que el asistente acababa de asegurar.
  —Ah... Sí, creo.
  Adentro la música subió un poco más.
  Taylor tomó asiento en las bancas y justo un cuarteto de chicas que se colaron en el backstage alcanzaron su lugar; una era colorina, las otras dos rubias y la última de cabello café.
  —Vaya, hola —saludó el rubio sonriendo, haciéndoles espacio. Las observó de pies a cabeza meintras se sentaban a su alrededor—. ¿Buscan a alguien?
  —Sólo conversar un rato —replicó una de ellas—. Nos gustó mucho cómo tocaron.
—Gracias —su sonrisa se expandió—. ¿Me darían el honor de saber sus nombres?
—Me llamo Lauren. Ellas son Danielle —apuntó a la colorina, luego a la castaña y por último a la otra rubia—, Andrea, pero prefiere que le digan Andy y Lisa.
—Soy malo con los nombres, así que perdóneme si se me olvida uno de ellos... Un gusto, igual. ¿Vinieron solas o es que sus novios las obligaron a venir?
—No tenemos novios. Los chicos de este lugar son un dolor de cabeza. Juran que tienen que protegernos porque nos ven como damiselas en peligro —aseguró Danielle.
—Y todos se visten igual de aburrido. Son una pérdida de tiempo —Lisa resopló—, no como ustedes.
—Nosotros somos normales, no crean —halagado, Roger se apoyó en el respaldo de la banca—. ¿Tienen algún favorito esta noche o es que prefieren compartir? Pregunto por mera curiosidad.
Las chicas rieron coquetamente por el doble sentido en su frase.
—John luce adorable y toca muy bien también —prefería por su lado Lauren.
—Pero el baterista no está nada mal, tampoco. ¿Cómo era que se llamaba? —Lisa le siguió.
Taylor de rió junto con ellas.
—Hm, yo prefiero a Brian. Es más alto que yo y nos veríamos bien juntos —dijo Andy.
Las risas se escucharon otra vez pero sólo de parte de las cuatro amigas.
— ¿En serio? Qué cómica coincidencia que hasta tienes el pelo un poco parecido al de él —señaló Roger, peinándolo un poco.
—Sí, ¿pero saben? Freddie los supera, digo, es súper guapo, también canta bellísimo. Es el mejor —habló Danielle.
—Qué mala eres —jugueteó—. Y yo que pensaba invitarlas a la fiesta que hay después en el hotel para que conversáramos un rato...
—Ay, Dani, siempre la cagas de alguna u otra forma —la regañó Lauren.
Roger volvió a Andrea, fijándose en los lentes de sol que reposaban en el escote de su camisa. Se los quitó y se los puso.
—Te aseguro que me veo mejor que Brian si él los usara —esa fue la mentira más grande que dijo en toda la noche. Con lo exagerado que era, solo imaginarlo con esos lentes le daba mariposas en el estómago.
—Mh, puede ser... Pero a fin de cuentas, me veo mejor yo.
—Oh, acabas de romper mi frágil corazón —puso sus manos en su pecho—. Duele.
—No, ese fue tú ego rompiéndose —se le escapó una risita.
Las demás se sumaron a la conversación.
  —Miren, voy a ser sincero... Tengo otras cosas que hacer ahora, pero em... Deacy y Fred creo que andan por aquí —se le ocurrió—, no les molesta hablar con ellos, ¿cierto?
  —Claro que no.
  —Qué bien. ¿Irán a la fiesta después?
  —Eso creemos.
  —Te devolveré las gafas luego, entonces —se paró, cortando la conversación. Fue hasta sus compañeros—. Eh, hay alguien que les quiere hablar.
  — ¿Sí? ¿Quién? —Respondió el bajista, recibiendo esa mirada mirada clave que bastó para que entendiera—. Roger, yo no...
  —Queda muy poco para que nos hagan desalojar el teatro. ¿Podrían quedarse un rato corto con ellas? Gracias —salió de ahí de inmediato, resbalándosele las quejas pequeñas y lo tanto que aseguraba John que le debía una.
Deambuló por el lugar y encontró más de tranquilidad en el pasillo. Encendió un cigarrillo para aligerar el peso de imaginarse si esa noche tendría más suerte; en lo que iba del viaje Brian y él no durmieron en la misma cama a pesar de a veces compartir habitación. Al despertar ni siquiera lo veía en la otra cama y si hablaban era por iniciativa suya, pero lo hacían sin ganas ni fluidez. Por esto se llegó a cuestionar si él era el que debería disculparse o romper el hielo, pero todo estaba en calma, ¿entonces sería de verdad necesario hacerlo?
Se besaban de vez en cuando, tenían tiempo a solas inclusive, mas cuando las palabras del mayor volvían a su mente y se llegaban a mezclar con su propio orgullo, volvía al principio, a enojarse con él, a resentirse, quitándole el deseo de verlo hasta.
Nada estaba resuelto, sólo vivían con ello, lo ignoraban.
Rondó cerca del escenario, entrando por el lado de las bambalinas, evadiendo al personal que retiraba los atriles, las luces e instrumentos, permitiéndolos pasar, agradeciéndoles por acompañarlos esa noche y ayudarlos.
Brian estaba sentado en el borde, así que decidió acompañarlo.
—Se ve más pequeño de cuando está lleno —mencionó el guitarrista, éste lo observó, supuso que fue en cuanto olió ese aroma a cigarrillo que otra vez, lo seguía a todos lados últimamente—. Creí que lo dejaste.
El fumador rompió su cigarro contra el suelo del escenario. Le duraría poco más, sí, pero para él, no era gran cosa desperdiciarlo si era para complacer a su pareja.
  — ¿Y esos lentes? —Sorprendentemente Brian continuó la conversación.
  —Se los quité a una chica que quería tener sexo contigo —esbozó una sonrisa cuando vio al contrario riéndose por lo dicho. Se los pasó, viendo que se los ponía.
  Se observaron por un rato, sin hablar, admirándose centímetro por centímetro y manteniendo la distancia por razones obvias. Roger se dio cuenta de que May tenía mejor aspecto con el accesorio de lo que se imaginó.
—Sí, yo tenía razón, no te ves mejor que yo usándolos.
  Brian lo observó por arriba de los anteojos.
  —No creo que ese rubor en tus mejillas sea porque me veo mal.
  —Son los reflectores.
May regresó a apreciar el teatro vacío, retomando luego de una pausa el tema anterior que Taylor mencionó, con intenciones de hacer lo más larga posible la conversación.
  — ¿Así que quería tener sexo conmigo? ¿Y tú mecanismo de defensa fue robarle sus anteojos?
Rió.
Roger frunció el ceño. ¿A qué era lo que Brian quería llegar? Parecía obvio, pero ahora con todos sus cambios de parecer y su actitud, la mayoría de sus especulaciones terminaban por ser erróneas.
  —Mi mecanismo de defensa fue dejárselas a Deacy y a Freddie y salir a buscarte.
  — ¿Era más de una?
  —Cuatro, eran cuatro, una para cada uno. Los jóvenes solteros de Queen de unos años atrás estarían encantados.
  —No seas estúpido —carcajeó quitándose las gafas, colgándolas en su camisa—, no estamos tan viejos aún.
  —Deacy va a tener un hijo, Fred se va a casar y... nosotros igual. ¿No estamos viejos, dices?
  —Quizás un poquito. Pero estamos envejeciendo juntos, ¿cierto? Así es como queríamos hacerlo.
  —Ajá —se echó para atrás, terminando acostado en el piso.
  — ¿Pensaste que estaríamos dando conciertos y que la prensa nos odiaría? —Se recostó a su lado—. ¿Que lograrías llegar a este punto en tan poco tiempo?
—No, no fue tanto tiempo, pero nos costó igualmente. Banca rota, que las canciones supuestamente no eran buenas... Era estresante. ¿Qué hay de ti?
—No, ni siquiera que seguiría aquí. Casi me doy por vencido en todo ámbito pero creo que ya sabes lo que sucedió, ¿no?
— ¿Hablas en serio?
—Sí. ¿Por qué crees que no lo hago?
Parecía el momento ideal de preguntarle todas sus dudas, pero inevitablemente arruinaría lo agradable que empezó a transformarse la estancia.
—Nada, olvídalo.
Se sentó y observó por encima de su hombro a dos hombres echarle miradas y después susurrar entre ellos, repitiendo el proceso cada cierto rato, dando la impresión de que se acercarían en algún momento.
—Vámonos, creo que los demás ya están saliendo.
Juntos caminaron por otro camino hacia el camerino. Roger se detuvo en medio del pasillo al escuchar que lo nombraban, descubriendo que eran los mismos chicos que vio en las bambalinas.
Brian paró igual.
— ¿Brian May y..., Roger Taylor, cierto?
—Lo soy si es que no te debo dinero —replicó el último, sonriéndole de vuelta.
—Hablemos un poco, ¿quieren? La prensa está esperándolos allá afuera, sería bueno que hicieran un poco más de tiempo antes de salir —a pesar de que sus palabras se asemejaban bastante a las que utilizaba su representante, la manera en que hablaba era mucho más relajada y amigable—. Me llamo Alan y él es Daniel, periodista. Asistió a la entrevista que dieron antes del concierto.
—Qué raro, por lo menos yo no lo vi.
—Ah, solo me limito a tomar fotografías, escribo únicamente cuando debo hacer reportes especiales, también no fui a preguntar mierda. Es por eso que no me viste.
Rió.
—Entiendo...
Daniel continuó, hablándole directamente al baterista.
—Lamentamos si el tema que vamos a tocar es algo mas bien privado, pero nos parece interesante que hayas intentado publicar singles por cuenta propia. ¿Es verdad, no? Nos interesaría indagar más en el tema, si no te molesta.
— ¿Como para una entrevista o algo por el estilo?
—Por lo menos de mi parte. A nombre de la revista People.
Roger se interesó de inmediato en esta propuesta, las entrevistas en solitario no le llegaban directamente, menos de revistas con nombres reconocidos.
Aparte de sentirse aplazado por Brian, también se sentía aplazado de la atención, llegando a creer ser el miembro menos relevante del grupo, buscando oportunidades que una vez pasaban por los oídos de los demás se le escapaban. ¿De quién sería la culpa? Al que más viable que halló para culpar fue a John. ¿Era que él lo privaba de las oportunidades? No hallaba otra opción, él es quien gestionaba aquella tarea, y comenzó a sospechar que le dejaba lo importante a cualquiera que no fuese él, privándolo así de poder regresar al lugar que le correspondía; el reflector principal.
Daniel siguió.
—Alan quisiera hablar más contigo sobre el lado de la producción de tus canciones y de una posible representación externa. Así podrías gestionar tus ingresos personalmente...
A medida que avanzaba la conversación se incomodaba más al caer en cuenta de que plantear el tema frente a Brian le costaría el avance que hizo. Ya podía imaginarse todo lo que le diría en la próxima discusión que sabía que se venía.
Estaba frente a él, esa era la oportunidad que buscaba de hacer algo nuevo y poder resaltar por cuenta propia.
— ¿Representación externa? Guau, gracias, pero tengo contratos con una disquera, con mi representante, con esta persona y con otra... No es algo del todo fácil de concretar, espero entiendan el que no puedo darles una respuesta en este momento.
—Está bien, hombre, no te compliques, que nosotros sólo queremos hacerte la vida más simple —Alan rió—. Igual —sacó una tarjeta y se la entregó—, toma mi número por si acaso. Si es que quieres aceptar la entrevista de Daniel, me llamas, si es que tienes alguna consulta, también. Fue un gusto, nos vemos.
—Nos vemos —repitió su amigo.
—Adiós —dijeron en conjunto los dos músicos, viendo que los otros se alejaban.
La voz de Frederick se oyó llamándolos desde la distancia.
Llegaron a donde los demás.
— ¿Y Deacy?
—Conversando aún con las chicas con quienes nos dejaste. Son muy agradables —Mercury rió—. ¿Con quién hablaban?
—Unos tipos de la revista People. Nada importante, sólo querían ver si podían entrevistarnos un día de estos.
—Supongo que no aceptaron, recuerden que John mencionó que no diéramos entrevistas. Ninguno de nosotros.
   —No te preocupes, sí lo sabemos... ¿Pero por qué? No veo nada de malo.
   —Somos vulnerables a todo tipo de cosas cuando aceptamos hablar públicamente. Mira, todos tenemos peticiones de entrevistas pero no hemos aceptado ninguna exactamente por eso. Recuerda lo que nos dijeron la primera vez que fuimos a una rueda de prensa: hay que pensar como banda, responder a nombre de Queen.
—No era a nombre de Queen. Fred, hay algo que quería decirles desde hace no mucho, uh...
El corazón de Freddie dio un salto de inmediato, rogó porque no fuera lo que se imaginaba. ¿Acaso lo que tanto intentó evitar, lo peor que pudo imaginarse, estaba por volverse real?
El bajista salió junto con el grupo de chicas, agarraron confianza como si fueran amigos de toda la vida.
— ¿Se pueden ir a quedar en el hotel hasta mañana, no? Y jugamos una partida de Scrabble o algo entretenido. Si las llevamos a la fiesta no podemos dejar que se devuelvan solas, es peligroso... —sintió ese típico ambiente tenso que cuando estaban a punto de pelear o discutir se formaba, así que llamó a Paul, diciéndole a las mujeres que él las llevaría al automóvil.
Los cuatropasaron al vestidor ahora vacío, sin embargo, cerraron la puerta igual para conseguirmás privacidad.
—Quiero empezar una carrera de solista —Roger fue el primero en hablar.
  John miró uno por uno a sus compañeros, deseando que las respuestas fueran exactamente las que el baterista anhelaba oír. Cuando notó que el resto no seguía la conversación, se dio la libertad de opinar.
— ¡Eso era lo que querías decir con que las otras canciones que escribías no eran exactamente para el disco! Je, je. Debiste contarnos antes, así no te hubiéramos presionado tanto. Con lo ocupado que estabas...
—Sí, sé que debí, pero no estaba muy seguro de cómo se lo tomarían... —Roger escuchó el silencio incómodo entrar en la sala—. Sigan hablando, no se queden callados.
—Pensé que te ibas, idiota, me asustaste —reveló Mercury, haciéndolo reír.
— ¡Oh, es bueno que empieces a hacer tu propia música, sería agradable ver el resultado! Tus ideas no tienen por qué limitarse a quedarse en Queen, Rog —se pronunció Deacon.
—Opino lo mismo. Pero debes organizarte para no causar problemas, cariño. Sabes que la discográfica seguirá pidiéndonos canciones y álbumes, también que continuaremos haciendo giras.
—Sí, lo tengo presente. Conversé con unos tipos poco antes, de los que te estaba contando, Fred. Se llamaban Alan y Daniel. Daniel, además de ofrecerme una entrevista, mencionó que Alan quería representarme de manera externa. Quedé en hablar con ellos más adelante, pienso que después de la gira, así veré con más calma todo lo de los contratos y demás.
— ¡Qué suerte! —John parecía un cachorro emocionado por un nuevo juguete.
Giró hasta a Brian.
—Lo es —respondió éste, limitándose a sonreírle.
—Bueno, yo no tengo mucho más qué decir... —Volvió a el persa y al bajista—. Así que ¿por qué no nos vamos? Las invitadas de Deacy deben estar esperándolo.
— ¡Aw, no seas molesto, son de todos nosotros!
—Que yo recuerde, tú fuiste el que las invitó a dormir —Freddie alzó su voz por encima de la del menor—. ¿No quieres que le vaya con el chisme a Verónica, o si?
— ¡No estoy haciendo nada malo así que si le dices no me importará!
— ¡Entonces hoy mismo la llamaré!
— ¡Nooo!
Freddie y John se fueron. Roger escuchó el sonido de la juguetona discusión de ellos dos en el pasillo, a la vez que regresó a su compañero con intenciones de obtener una respuesta distinta a la que en primera estancia tuvo.
  La sonrisa de Brian se desvaneció a penas quedaron solos.
— ¿Amor? —Dijo, rogándole con voz de puchero para que cambiara de parecer.
—Ya sabes lo que pienso.
— ¿Qué tienes en contra de que lo haga?
—La diferencia entre los demás y yo es que sé que descuidarás una de ambas cosas. No importa lo que digas, acabará así.
— ¿Y eso te afecta a ti?
—Le afecta a la banda.
— ¿Desde cuándo te importa tanto la banda, eh? ¿Alguien te lavó el cerebro o qué mierda? Estoy seguro de que esto va más allá de la banda, joder... —Tomó aire, enfadándose de una vez—. ¿Por qué no me lo dices? ¿Qué es lo que no puedo saber? ¿Por qué me dejas así, Brian? ¿Por qué siempre vas en contra de la corriente? —Subió el volumen de su voz cuando notó que May intentaba hacerlo callar—. ¡Todos estamos bien y tú estás mal! ¡¿Por qué no puedes ser normal?!
El contrario lo observó de forma indescriptible, su expresión era tan confusa que sin duda precisaba de más tiempo para comprenderla, desesperándose al verlo pasar por al lado suya, evitando si quiera toparse con él por descuido.
  Tomó su mano y lo detuvo, recurriendo a su último recurso para descifrar de una vez lo que sucedía.
— ¿Es que ya no me quieres? ¿Te aburrí, cierto?
—Reordena tus ideas y vuélveme a hablar después.
Empezó a hacer pucheros, amenazando con hacer ahí mismo una rabieta de esas que hacía cuando niño, pero fue muy tarde para recordar que eso no le servía con Brian, quien se fue del lugar dejándolo solo para que hiciera todas las pataletas que se le antojaran.
En el camino de regreso al hotel abrieron una botella de champaña, dejando la espuma caer al suelo antes de servirla en las copas, riéndose y bromeando de lo innecesariamente apegados que iban dentro de la limusina. Desde aquí se supo que esa noche la celebrarían en grande y que esa fiesta sería mejor que las de otras ocasiones.
  Cuando llegaron a su destino los primeros que se separaron del grupo fueron John y las chicas, diciéndoles que esperarían al resto en la barra o en la pista de baile. Los demás subieron, algunos prometieron que bajarían y otros pasaron por esa vez.
  Cada uno se fue a su respectiva habitación.
  Luego de unos minutos el pianista se encontraba listo para partir.
—Sí, oí a Roger gritar como una vieja loca, pero lo ignoré —resopló el de cabello oscuro mientras se veía al espejo—. Ay, Brimi, deberías ir a la fiesta. La mejor forma de pasar las penas y los enojos es emborrachándote, tesoro. Quizás ir al psicólogo es más efectivo pero las fiestas son más baratas.
—Si es que me dan las ganas bajaré, pero por ahora paso.
—Qué aguafiestas que eres, Dios santo —murmuró, negando con su cabeza al ver a Brian acostado encima de la cama ya con ropa de dormir puesta. Caminó hasta la puerta, abriéndola y colgándose con una mano del pomo—. Entonces me abres cuando llegue, ¿porfa?
—Claro.
El cierre de la puerta anunció que finalmente estaba tranquilo en la habitación, así que permitió a sus párpados cansados cerrarse para empezar a dormir. Tomó una bocanada de aire, notando que sus oídos seguían algo tapados por el ruido en el concierto de esa noche.
  Aún así se las arregló para poder escuchar los golpecitos que sonaban desde la entrada.
  Se puso de pie con cansancio, arrugando las cejas al ver que era Roger el que golpeaba.
— ¿No vas a ir?
—No, no tengo ganas. ¿Y tú? Por lo contrario de lo que dijiste en el auto veo que sí te animaste.
—No, eh, no iré. Solo venía a desearte buenas noches.
—Ajá... Buenas noches, entonces —empezó a cerrar la puerta, deteniéndose porque Taylor no sé lo permitió.
— ¿Sería mucho pedirte un beso?
Prolongó el tiempo entre su respuesta y lo que dijo Taylor solo por poco.
—Alguien podría vernos.
  El portazo que dio Brian lo dejó afuera, y a pesar de no haber sido tan fuerte, inconscientemente May compensó el daño faltante con sus palabras.
  Roger se quedó parado frente a la puerta a pesar de que sabía que no cabía posibilidad de que el otro volviera a abrir y lo invitara a pasar, así que bajó por el ascensor, caminando derecho hasta recepción, pidiendo usar el teléfono, marcando y hablando con la operadora primero confirmando una llamada con costo. Entonces el tono comenzó a sonar y pronto fue interrumpida por la voz de un hombre preguntando por quién llamaba.
—Soy Roger, hola.
— ¿Ah, Roger? Hace rato no llamabas —pronunció la persona del otro lado de la línea—. Allá son las doce, casi la una... ¿Todo en orden?
—Sí, es que el concierto terminó a las nueve y nos retrasamos antes de salir, así que la fiesta empezó más tarde.
No se oyó nada en ambos lados de la línea hasta que Taylor volvió a hablar.
—No sé por qué no entiende... —decía con voz triste, quebradiza y débil.
— ¿Quién, qué cosa?
—Los chicos. Les conté que si era posible quería empezar a ser solista, pero...
— ¿No te apoyaron? ¿No quieren que lo hagas?
—No.
—Hm —rió—, clásico de ellos. ¿Freddie mencionó algo de que te irías de la banda?
—Él y Brian.
— ¿Y tú quieres irte de Queen?
—No.
— ¿Entonces cuál es el problema? No les hagas caso y ya. Freddie lo dice porque le da miedo que lo que construyó con tanto esfuerzo se desmorone y Brian... Joder, ese tipo es tan terco. Creí que lo tenías presente.
—El problema es que no quieren que lo haga.
—Sólo hazlo, a fin de cuentas es tu decisión, no la suya.
—Eso dije.
— ¿Y tú vas a dejar que esos tres idiotas te detengan de lo que quieres hacer? No tendrías que haberles contado nada, deberías de haber llegado y hacerlo. Qué mierda, Rog, pensé que eres más inteligente que eso.
—Ya, no me regañes. Es por culpa de la prensa que piensan eso...
—Sí que les afecta lo que dicen ellos, ¿no? —Resopló.
—Igual, te contaba para sacarlo de mi sistema, pero parece que ni tu quieres escucharlo.
—Es que me causa impotencia que la pases mal por algo tan pequeño que podría resolverse si ignoraran a los periodistas.
Agarró un largo respiro y después lo botó, intentando calmarse.
—No pienso hacerlo ahora que se enojaron conmigo.
—Ya veo. Permitirás que te controlen.
—No, fue decisión mía.
—Sí, fue decisión tuya después de que descubriste que ninguno estaba de acuerdo contigo. ¿Es que va más allá?... Hay algo que no me estás contando.
Soltó una risita, animándose un poco.
— ¿Soy tan malo disimulando?
—Un poquito —le correspondió la risa—. ¿Quién te dijo qué?
—Brian. Fue al primero que le conté y sigue pensando que es una mala idea, que es tonto, que es imposible...
—Tal como pensé. Ah, pelear con él es un desperdicio, no lo tomes en cuenta también.
— ¿Eso es todo el consejo? ¿Ignorarlos?
—Y hacerlo, claro. No tienes que estar pidiéndoles opiniones a nadie. Tú solo les avisaste. No son nada más que tus amigos, ¿por qué deberías guiarte por lo que ellos piensan que está mal o bien? Tú no eres así, tú sí tienes personalidad propia y no sólo estás bajo la sombra de los mandados de Freddie, ¿verdad?
—Sí.
—Entonces ve a por ello —pausó—. Anda a la fiesta y distráete un rato, para de pensar en el tema. Hablamos.
—Adiós.
Regresó el teléfono.
— ¿Qué haces aquí? ¿Servicio a la habitación no llegó y los demás te mandaron a preguntar?
—Ni de broma haría el trabajo que le pertenece a Paul —observó de arriba hasta abajo al representante, tallándosele una sonrisa burlona—. Quién diría que te ves menos amargado sin tu traje caro de seda.
—Gracias.
—Cuando quieras. ¿Vas a la fiesta?
— ¿Tú no? —John se percató de cómo evadió el baterista su mirada—. ¡Vaya, y yo que pensé que lo que dijiste antes era mentira!
Taylor no participó de aquella parte de la conversación. Cambió de tema a lo que en realidad convocaba a John a hablarle.
—Hice lo que acordamos, les
conté y reaccionaron bien, salvo a por Brian. Y lo de la fiesta, eh, planeaba ir de igual forma pero se me quitaron las ganas.
— ¿No le agradó la noticia?
—Necesita tiempo para asimilarlo y pensar en que soy el único que puede tomar esa decisión.
— ¿Y no has pensado en que él solamente está dándote consejos o está viendo más allá de lo que tú puedes?
—Mierda, ya todos me salen con cosas distintas. Brian, tú, Freddie, John... Cambian de opinión tan rápido y me cuesta reconocer quién está de mi lado y quién no.
—Nadie está de lado de nadie, todos ven lo que les conviene a ellos. ¿Qué te conviene a ti, Roger? Sería bueno que pensaras una vez en eso.
— ¿Qué intentas hacer, John?
—Interprétalo como quieras. No me interesa mucho lo que sospeches que intento hacer mientras yo me sienta libre de culpa.
— ¿Intentas ayudarme, entonces? Cuando comenzamos con todo esto pensé que eras la persona que se fijó en mi talento y no en como lucía. La única.
—Una cara bonita sirve en la industria.
— ¿De verdad acabas de decirme eso? —Rió sin poder creérselo.
—No finjas no saberlo, sé que sabes obtener lo que quieres aprovechándola, pero ahora estás en una banda, Roger, no eres el único que requiere de mi atención.
— ¿Qué tan importante te crees para pensar que estoy peleando por tu atención?
—Común. Pero lo vi en la primera estancia, sí, esa tarde en el café cuando nos vimos por primera vez, parecías del tipo que no entendía así que yo ya veía venir que quisieras probarte como solista, ¿y quién soy yo para detenerte? Soy solo un manager que hace su trabajo, no deberías por qué echarme la culpa de tus carencias ni mucho menos. Me estás dando más importancia de la que merezco, y bueno, te doy gracias —rió—. Pero no es necesario, no tengo por qué ser parte de tu vida personal.
—Solo estoy diciendo que abogas por cualquiera menos por mí.
— ¿Es por eso que siempre actúas tan a la defensiva conmigo? ¿Te enojaste acaso, te decepcionaste de mí? —Decía con voz que inspiraba que la situación le causaba pena—. ¿Herí al pobrecito baterista? Lamento no haber sido quien creías, lamento haber sido más profesional de lo que pensaste.
—En ningún momento te idealicé ni mucho menos, así que detente con tu mierda.
—Parece que desde el principio he buscado satisfacción para los cuatro en equidad, como debe ser. Es cierto, algunos ganan menos que otros, pero al final eso fue decisión suya. Si te dieras cuenta de lo que he estado haciendo verías que el más beneficiado del grupo eres tú, que te estoy ayudando.
—No necesito ayuda de nadie ya.
—Pues no, la banda ya es famosa, ya creaste una reputación. Puedes irte si gustas, el camino no lo pavimenté en vano.
—Tu intención desde el comienzo era que me fuera de aquí.
—Tu dilema no es especial, Roger, alguno de ustedes iba a empezar con la idea, los otros lo seguirán eventualmente.
— ¿Por qué lo haces? ¿Qué has estado haciendo?
El de cabello corto chasqueó su lengua, poniendo los ojos en blanco.
—Abre los ojos, Roger, por favor o acéptalo si es que ya lo viste.
¿De qué era lo que tenía que darse cuenta? El reloj corría y su tiempo para descubrirlo se acababa. Era de urgencia, pero no lo sabía.
El mayor abandonó la escena para irse en dirección a la fiesta y a pesar de que Roger asistió, no lo vio el resto de la noche.
  Mientras caminaba a su habitación con pasos torpes por el pasillo junto a Freddie, John y el grupo de chicas, entró con el primer nombrado a lo que era la pieza que el bajista y él compartían, intercambiándose por esa vez de compañeros de cuarto.
   Se tiró en su cama sin comprender mucho de lo que sucedía, menos de lo que hacía ni dónde se encontraba. En la mañana, que no tardaría mucho en llegar, rescataría a vagas pinceladas la celebración.
   Deacon por su lado se llevó a las invitadas a la otra pieza, despertando a Brian porque quiso dormir con él.
   Cuando llegó la mañana, el castaño y él no se despertaron con mucha diferencia de horarios, así que se quedaron cuchicheando bajo la misma manta, acurrucándose cerca para oírse mejor.
—«¿Alguien podría vernos?». No puedo creer que le hayas dicho eso.
—El pasillo tenía gente de la limpieza cruzando de aquí para allá, nos miraban incluso cuando hablábamos. No podía llegar y besarlo ahí mismo...
— ¡Entiendo, pero con hacerlo pasar bastaba! Freddie ya se había ido y tenían toda la pieza para ustedes solos, Brian, Dios...
—Sí, es que ayer me sentía cansado.
—Dormir juntos era una opción. Rog se hubiera quedado si se lo pedías.
—Es que...
John se sentó en su lugar.
— ¿Puedo preguntar qué está sucediendo? ¿Quieres hablar sobre ello?
—Es solo que todo esto de lo que quiere ser solista me captó un tanto desprevenido. Quiero pensar que necesito tiempo para procesarlo pero no sé si él quiera esperarme. ¿Cómo es que ustedes lo aceptaron así de un momento para otro?
—Me llevé una sorpresa igual, pero fue agradable, pienso que allí está la diferencia. ¿Por qué no quieres que lo haga? —Brian permaneció en silencio—. Supongo que tienes que contar con tus razones, no te culpo. Eso sí me gustaría que tomaras en cuenta la posición en que se encuentra ahora Rog: recibir aprobación de todos menos de tu pareja debe ser desalentador. Como sus amigos —lo miró— y novio —rió—, él busca en nosotros apoyo, ¿me entiendes? Y mira, no estoy diciendo que su plan no va a resultar, pero Rog se aburre un poquito fácil de las cosas y una carrera de solista lleva años. Así que tómate todo el tiempo que desees para asimilarlo, no te preocupes de lo que hará y de lo que no. Aún no, ¿sí?
—Me cansa tanto esto.
—Lo sé, pero estás dándole vueltas a algo que falta tanto para concretarse. Podrías partir con hablarlo con él, sin pelear.
—Debería.
Miró el reloj de la pared.
—Ya es demasiado tarde para desayunar. ¿Te parece si vamos a por algo de comer y vas luego de almorzar?
—Sí, claro.
  Juntos salieron de la cama, y luego se vistieron para bajar a comer en conjunto del grupo de chicas, también con Frederick y hasta con Paul.
  Con el paso del tiempo y el fluir de la conversación, llegaron al acuerdo de llevarse a las agradables mujeres con ellos el resto del viaje. Ya no era ninguna molestia ahora que se trasladaban en jets privados y similares.
  Brian se levantó de los primeros de la mesa, llevándose las llaves de la pieza de Deacon con la idea de llevar a cabo lo que prometió.
  Le sacó el pestillo a la puerta y cerró después de entrar. Avanzó desde la entrada al otro lado de la habitación, encontrándose con las camas y con su novio durmiendo cómodo y tranquilo en una de las mismas con toda su ropa de ayer puesta, pero desordenada y desaliñada. Sus zapatos estaban a los pies de la cama.
  Suspiró entrecortado, caminando hasta su lado e instalándose allí, acariciando su cabello, viéndolo arrugar su ceño por unos segundos y después sonreír ligeramente, hundiendo su rostro en los cojines. Olía fuertemente a vodka, pero lo soportaría por aquella vez.
  Bajó a su mejilla continuando con sus cariños, despertándolo de a poco en consecuencia.
  Roger apartó la mano de Brian, manteniendo sus ojos cerrados, aguantándose el dolor de cabeza que con dormir creyó que curaría. Evitó el contacto visual, pero May lo volteó hacia a él, todo para al final besarlo.
  Se separó con lentitud, pestañeando con sueño, prestándose para más besos, agarrándose de la solapa de la chaqueta del más alto, continuando con sus besos torpemente. Acabaron acurrucados juntos. Taylor dormitando, descansando su cabeza encima del pecho de su prometido y éste último esparcía besos en su cabeza y lo peinaba de paso.
  Bastaron esos minutos para que Brian notara la marca en el cuello del menor que ni siquiera se molestó en cubrir, estaba ahí para que la viera, al parecer. Expuesta. Desabrochó unos cuantos botones de la camisa de Roger, descubriendo que continuaban hasta su hombro.
  Taylor reaccionó de golpe, deteniéndolo ya que no entendía muy bien lo que hacía.
— ¿Y eso? —Le preguntó.
Levantó su mirada de golpe, tocando la piel del lugar, extrañándose de la inminente sorpresa que al parecer May se estaba llevando. Sintió que se separaba de su lado, quedándose sentado al medio de la cama por ello.
— ¿Qué pasa? —Dijo con un hilo de voz.
— ¿Me lo dices a mí?
Brian hizo una seña apuntando a su propio cuello al ver que Roger aún no entendía a qué se refería.
El baterista bajó su camisa y miró su hombro.
—Pero si tú me los hiciste —dejó de hablar. Lucía claramente dolido—. Ándate de aquí, Brian.
—Yo...
— ¿Me dirás ahora que vienes a hablar conmigo o a disculparte? ¿Para qué vas a hacer eso si te olvidarás de todo lo que me dijiste? Mejor no, que se quede como está.
Agachó la cabeza sintiendo el peso del guitarrista no muy lejos de su sitio. Se le formó un nudo en la garganta que le molestaba al tragar.
—No me iré hasta que pueda arreglar las cosas contigo.
—Qué va, si estamos súper bien, Brian —sorbeteó, trazando círculos en el cubrecamas con su dedo. El otro lo agarró del mentón y elevó su rostro. Sus labios comenzaron a temblar y antes de anticiparlo las lágrimas cayeron por sus mejillas, nublando su vista—. ¿Por qué no quieres que lo haga? ¿Qué tienes en contra mía? ¡¿Por qué ya no me pones atención y te olvidas de cada puta cosa que digo?! ¡¿Recuerdas acaso que estamos comprometidos o incluso que vivimos juntos?!
—Por favor, no llores, Roger —limpió sus lágrimas, oyéndolo sollozar más fuerte cada vez—. ¡Mierda, sé que es todo mi culpa, ya, perdón! ¡Deja de llorar!
— ¡Te pido lo mínimo y ni siquiera eso me puedes dar ya! —Lo empujó, apartándolo—. ¡Eres el único que no me apoya y todo porque eres un terco hijo de puta! ¡Lo único que te gusta hacer conmigo es controlarme! ¡Agh, no sabes cuánto te odio, te lo juro, te odio! —Chillaba enojado, comenzando a tirarle los almohadones.
Brian se paró y salió lo más rápido que pudo de ahí, escuchando todavía chillidos y gritos enojados de Roger, avergonzándose ligeramente del berrinche que éste hacía.
Suspiró y permaneció fuera de la puerta con las manos en su cara, la paciencia se le acabó y se culpaba por ello.
  Se repitió que tenía que contenerse por ambos o si no cosas como aquellas sucedían, mas le encontró a Roger la razón. No recordaba la gran mayoría de las cosas que decía o hacía, todo porque no lograba concentrarse en los momentos que necesitaba. Se guiaba comúnmente por lo que escuchaba de los otros, fluía con la corriente y eso ya no lefuncionaba del todo correcto.
Regresó a su habitación y sacó de su maleta una bolsa con intención de ir a donde el representante, saliendo otra vez.
—Así que eran ustedes los que se estaban gritando —escuchó la voz del que buscaba y miró desde donde venía.
John recibía un carrito de servicio a la habitación y el empleado se acababa de ir en el ascensor.
Pensó bien en lo que diría antes de soltarlo.
—Tengo que hablar contigo. ¿Puedo?
—Seguro, entra.
Le hizo caso, y al pasar, se fijó en la forma en la que estaba decorada la estancia así como que también era más amplia que en la que él o sus compañeros dormían.
La suite contaba con una amplia sala de estar con un comedor y televisión, de ornamentos más elegantes, decoración del mismo tipo y muebles puestos por un decorador de interiores que se notaba bien pagado.
Le entregó la bolsa en las manos.
—No creo que esto de las píldoras esté funcionando, así que toma, llévatelas.
—Qué sorpresa —escuchó que murmuró, viéndolo hurgar entre las cajas que ésta tenía dentro—. No funcionan, dices. Al menos yo te he estado observando para ver avances; estás más tranquilo, creo que subiste un par de kilos, me atrevería a decir que menos estresado, excluyendo lo de hoy, claro. ¿Sientes eso?
—Supongo que sí, pero no tanto como pensé.
—Bueno, es justo y normal. Llevas menos de seis meses en tratamiento, no puedes esperar a que hagan maravillas o algún tipo de magia que te resuelva el problema de un día para otro.
Se permitió desplomarse en el sofá, cerrando sus ojos con fuerza, intentando darse un respiro, fallando. Siempre que deseaba descansar o relajarse lo hacía con ayuda de Roger, pero ahora que él era el causante del problema no hallaba otra salida.
—Pasó a otro plano todo esto —apoyó sus codos en sus muslos y miró fijamente al suelo—, ya no es sobre mí exclusivamente, es sobre Rog y yo.
—No por nada estaban peleando —John se sentó a su lado, sacando cosas de las bandejas y llevándoselas a la boca.
—Según él ya no lo tomo en cuenta, ni le pongo atención.
— ¿Y según tu?
Se culpó porque en el pasado aceptó esa prescripción que no le pertenecía ni necesitaba, sin embargo, arrepentirse ahora ya no le servía de nada.
Lidiaba con las consecuencias de cuidarse por satisfacer a los demás y favorecer la serenidad en un ambiente donde no debía haber. Comúnmente así sucedía. ¿A qué esperaba para caer en cuenta de ello?
—Yo... Yo pienso que ando distraído. Nunca me había pasado algo así... Creo que estoy perdiendo mi memoria. Por eso vine a devolverte las pastillas, no están funcionando de la manera correcta, por lo menos en mí.
Mantuvo silencio a la vez que observaba a Reid irse, asumió que al lado de las camas, oyéndolo merodear por el sitio, abriendo cajones y revolviendo las repisas.
—Tendrás que balancear —el británico le puso frente a él una nueva botella de pastillas, así que la agarró y la leyó—. Tomas una a la semana mientras que sigues con las otras a diario esta vez, así corriges lo que te sucede con estas.
—No lo sé, ya es mucho. No puedo continuar ocultándole cosas, menos las cuales tiene derecho de saber...
—No hay presión ni necesidad de explicar y recuerda que si cambias de opinión ahí van a estar. Pero lo descubrirán, Roger está apunto, no por nada peleas a cada rato con él. Y si ustedes dos están mal todo el grupo está mal y el escenario que verás no será tan grato.
Se tomó unos pequeños minutos antes de levantarse, despertando levemente la curiosidad del manager por ésto, al parecer. Caminó a la salida.
— ¿Eso era todo por lo que venías?
Meditó sin éxito, recurriendo netamente al manager para decidirse. Así sería de ahora en adelante.
— ¿Qué debo hacer, John?
—Arreglar las cosas con Roger, está claro.
Le echó un ojo a la bolsa que trajo por su cuenta y la tomó, llevándose consigo también la nueva botella que le recomendó su acompañante.
—Eso haré entonces.

[...]

BUENO
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NO TENGO MUCHO QUE DECIR EXCEPTO QUE SOMOS 14.300 LEÍDAS WUUUUU🥺🥺🥺🥺🥰🥰🥰🥰🥰
MUCHAS GRACIASSSS!!!
Los tkm
Espero hayan disfrutado el cap
VOTEN LEAN Y COMENTENNNN🥰🥰🥰
LOS TKMMM
XAOOO
BESITOSSSS
-Ella

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