PARTE III
[Adelphi Hotel - Tokio, Japón. Abril, 1976. Dos de la tarde]La estadía en el hotel de la ciudadela nipona que, a esas horas, trabajaba sin parar, había sido del agrado de todos.
Cinco meses sucedieron desde esa noche de año nuevo, y ahora, con menos de diez conciertos por delante, ya casi era el final de la gira. El verano estaba apareciendo de apoco, y para ese entonces el disco se vendía bien, las entradas se agotaban y los lugares en donde iban a tocar se llenaban.
Todo estaba marchando de maravilla para la banda, mas en realidad, aquella gira no dio mucho que contar aparte del buen recibimiento de la gente en los shows y distintos eventos a los que tenían que atender. Todo aquello era organizado de la mejor forma por el representante de la banda, que saliendo de una conversación telefónica tenía una sensación tediosa que no se molestó en mantener por mucho rato más.
Éste, habló con otro de sus clientes que esperaba su regreso a la capital londinense, dejando en su lugar el teléfono cuando en la estancia entró Paul, saludándolo con un gesto de cabeza, sentándose luego a su lado en el sillón, echándole un ojo a las libretas que su compañero tenía abiertas sobre la mesa de centro.
— ¿Qué haces?
—Le hablaba a Elton. Ahora reviso las finanzas.
— ¿Elton? Pensé que se habían dejado de hablar.
—Todo lo contrario. De hecho me dijo que a penas llegase a Londres fuera a su casa porque teníamos que charlar sobre su nuevo disco y tal. Sigue siendo mi cliente a fin de cuentas, debo cerciorarme de que todo esté en orden, al menos cuando yo esté presente.
— ¿Si tiene una nueva gira en mente irás con él?
—Debo ir, no gano mi 10% haciendo nada.
— ¿Y la grabación del disco que viene?
—Pueden gestionarlo solos.
—Si tú lo dices... —John no le ponía mucha atención a lo que le decía, ya que estaba fijado en una libreta específica que tenía el total de todo los cálculos.
—Huh —arrugó sus cejas, mirando más de cerca la hoja.
— ¿Qué tanto miras? —Rió—. ¿Alguna buena noticia?
—Hay bastantes —dejó salir una sonrisa que se sostuvo de un solo lado, volteando hacia el ayudante, observándolo con una expresión que no siempre hacía—. Los chicos ya no tienen ninguna deuda.
— ¿Todo lo de Emi se pagó?
—Tan solo con la venta del álbum —se notaba que estaba satisfecho con el resultado que habían dado las ventas—. Yo sabía que ellos podrían hacer...
Su conversación se detuvo cuando sintieron un par de golpes en la pared que tenían en frente, mirándose unos segundos y después encogiéndose de hombros, despreocupándose por ello, continuando la plática, sin tener ni la mínima idea de lo que estaba pasando en la habitación consiguiente.
El suave sonido que hacía su cuerpo al pasar contra las sábanas de la amplia cama del hotel, y cómo intercambiaban beso tras otro con su amante, era lo único que se oía en la habitación.
Cuando se separó, le abrieron un poco más de piernas, continuando el sentir caricias junto con una presión sobre su entrepierna y besos desde su cuello hasta su mejilla, arrugando sus cejas al percibir una fijación particular en el primer lugar nombrado.
Todo movimiento se detuvo, como apagándose poco a poco, extinguiéndose.
—Amor —escuchó susurrar a Brian con voz rasposa—, ¿quieres que me detenga?
Se detuvo a pensarlo, recorriendo con sus ojos rápidamente la habitación, reparando por último en los avellana de quien tenía arriba suya. Asintió sin expresión alguna, murmurando sus disculpas cerca de los labios del contrario, quien las encontraba innecesarias, haciéndoselo saber cuando se inclinó para besarlo.
Roger cambió de posición, acostándose de lado para quedar frente a frente con el contrario, no pudiendo evitar el dejarse besar y acariciar, respondiendo a cada muestra de afecto de forma tranquila.
El mayor entrelazó sus dedos con los suyos, acto seguido besó la mano que sostenía.
Descansó su cabeza en el pecho de May.
—Quiero llegar a Londres de una puta vez —pronunció en cansancio a la vez que le peinaban el cabello. Lo observó a los ojos.
— ¿A Londres? ¿Por qué? —Brian parecía dudar sobre si aquello era lo que en realidad le precisaba contar.
—Uhm —se complicó en responderle—, no lo sé.
—Es nuestro último día en Japón —lo escuchaba susurrar—, debes aguantar.
—No me mal entiendas, me agrada Japón. Podría quedarme a vivir aquí —dejó escapar una risita de sus labios—, pero creo que sentí algo tedioso todo esto. La set list me aburre un poco, van todas las canciones en el mismo puto orden siempre...
— ¿Es eso o son las canciones?
Calló.
—Un poco de ambas.
—Mh —siguió acariciando su cabello—. Deberías crear nuevas canciones, entonces —le apartó del rostro algunos mechones de pelo, acercándosele cada vez más y más—. A la gente le encantará escucharlas.
Sonrió, mas seguía con una inquietud dentro de él, la cual se disolvió un poco con el beso que recibió.
—No lo sé... —borrando su sonrisa, intentó esconderse de la mirada del guitarrista. Le estaba pidiendo a gritos silenciosos que hiciera algo para distraerlo, y Brian lo sabía. De pronto se encontró solo en la cama, esperando a que May volviera ya que especificó que no tardaría y que debía de quedarse ahí.
—Cierra los ojos —le pidieron. Sus manos estaban escondidas detrás de su espalda, sugiriendo que sostenía algo.
Solo por esa vez, no debatió con el más alto.
Oyó sus pasos apresurados ir al otro extremo de la cama, percibiendo de pronto que su pareja dejaba reposando en su pecho el dije de una cadena que no se tardó en abrochar al rededor de su cuello.
Abrió sus ojos cuando con delicadeza acomodaban su cabello por encima del collar que ahora tenía puesto. Giró, sentándose en el borde de la cama, apreciando que el castaño se inclinaba hasta quedar a su altura.
Descubrió que el contrario tenía al parecer, el mismo collar colgando de su cuello.
— ¿Era hoy nuestro aniversario o algo así?
—No, Rog —el contrario rió y acto seguido acarició una de sus mejillas, mirándolo con ojos que más que amor y dulzura, no transmitían—. Sólo quería consentirte.
Se le hizo inevitable sonreír y más aún sonrojarse. De pronto todo lo que estaba pensando minutos antes pareció esfumarse de su mente.
—Roger —susurraron su nombre—, eres lo mejor que me ha pasado en toda la vida y cada segundo que estés conmigo quiero que lo sepas.
La forma en la que sus ojos brillaron solo fue apreciada por Brian, tal como debía ser. Notó que lo observaba con ternura.
Lo que parecía ser sinceridad, lo abrumaba, lo dejaba sin aliento, casi lo cegaba. Sus palabras lo dejaban sin escapatoria alguna y Brian lo sabía, y lo utilizaba.
Mas tenía claro que cabía una posibilidad de que esas palabras en algún momento quedaran en el olvido, de pronto surgió en él miedo de aquello, terror de ver esas promesas romperse, inseguridad. Pero ya no podía contenerse, ni mucho menos controlarse, todo en Brian lo hacía caer más y más bajo, como si de un ancla en mar profundo se hablara.
Completamente sonrojado y débil por lo que acababan de decirle, correspondió de inmediato al beso que su acompañante había comenzando.
—Te amo —se le escapó entremedio, en una pequeña pausa que hicieron para agarrar aire.
Brian le sonrió ampliamente, acariciando su rostro, besando su frente y al final sus labios.
Por otro lado, el cantante de la agrupación había despertado hace un par de horas de lo que él mismo nombró como un "sueño reparador", quedándose sentado en la cama que compartía con uno de sus amigos, apoderándose del teléfono para llamar a servicio a la habitación y luego a su prometida.
Hojeaba una revista mientras estaba al habla.
—Perdón por no llamar estas últimas semanas, se me ha olvidado... —decía Frederick.
—Está bien, no te preocupes —lo tranquilizó su novia—. Con recibir una llamada diciéndome que llegaste bien, me conformo. Pero bueno, ¿cómo ha marchado todo por allá?
—Bastante bien —asintió—. Nos iremos hoy en la noche después del concierto, así no habrá mucho escándalo. De lo que me he dado cuenta es de que últimamente los hoteles en donde nos hemos hospedado han estado bastante bien, éste también. Digo, no sé si es tan ostentoso como uno en que nos quedamos allá en Chicago, pero sí es lo suficientemente refinado como para decir que Frederick Mercury lo aprueba.
—Entiendo —soltó una risita—. ¿Son las camas lo suficientemente cómodas?
—Hm —musitó—, cumplen su función.
—Eso es bueno, después de todo, por allá debe estar un poco agitado el ambiente.
—Bastante, pero —bostezó— todo ese desorden es normal en las giras. No me puedo imaginar andar viajando de país en país con un grupo de gente que ni se ríe, eso sería demasiado aburrido. De todas formas, cuando llegue a casa espero poder descansar y desconectarme de...
—No creo que eso sea posible —se oía que sonreía al responderle—. Parece que cada página de los periódicos habla de ustedes. Ni nombres a las tiendas de discos.
— ¿Qué? —Rió—. No puedes estar hablando en serio.
—Ya verás cuando llegues a Londres. Por el centro, cerca de una de las entradas al subterráneo, hay una pared llena de pósters del concierto que van a dar. O bueno, de los conciertos.
— ¡¿Sí?! ¡Vaya! —Escuchó las risitas de la rubia—. Debo contarles a los chicos sobre esto. ¡Se van a emocionar tanto que ni hablar podrán!
—Lo doy por hecho.
—Hm —asintió, no sabiendo qué más decir—. Esto... Ah, tesoro, creo que ya va siendo hora de que vaya a almorzar. Hay tenedor libre hasta las dos y media y ya todos fueron a comer, no quiero quedarme con el estómago vacío.
—Claro. De todas formas yo también debía cortar... Yo, uh, ya va siendo hora de mi receso, y como la tienda está un poco más vacía de lo normal, quizás me dejen salir antes.
—Entiendo.
—Llama después, ¿sí?
—Apenas vuelva a la habitación te llamaré, cariño, te lo prometo.
Se despidió y cortó, saliendo de la cama y yéndose a vestir, para poder disfrutar del merecido almuerzo que lo esperaba.
Mientras buscaba las llaves en el desorden que él y el bajista tenían armado en la pieza, el teléfono sonó de nuevo, contestándolo de mala gana, cambiando su actitud cuando escuchó que por el auricular se oía la voz de uno de los recepcionistas que le comunicaba que alguien en el lobby lo estaba buscando, haciendo que su corazón se acelerara de una forma que ni él creyó que podía hacerlo al enterarse de quién se trataba.
Sin pensar mucho lo que respondió, se arrepintió de inmediato al comprender que recién permitió que lo dejaran pasar, arrepintiéndose de inmediato, entrando en un pánico que lo carcomía cada vez que daba un paso, nerviosos pasos que ahora se extendieron por toda la habitación en busca de ordenar el caos que allí se encontraba y, si tenía suerte, encontrar las llaves, rezando porque se las hubiera llevado John.
Si por casualidad las hallaba, iba a huir de ese lugar en cuanto pudiese.
Pero ya era demasiado tarde, por más que se había apresurado en hacer todo lo que se había propuesto, escuchó la puerta abrirse, esperando, casi rogando, porque fuera su compañero el que acababa de llegar.
Cruzó el umbral que daba para la pequeña sala de estar que tenía la estancia, viendo a otra persona que no era precisamente Deacon.
De una u otra manera intentó transmitir que estaba seguro, flaqueando algunas veces en el intento, delatándose cuando sus dedos se movían nerviosos al jugar entre sí.
—Hola —vociferó éste, pausando, esperando respuesta contraria.
—Hola... —Rió, siendo correspondido—. ¿Vienes a por la ropa de ayer?
—Se podría decir que sí —puso sus manos detrás de su espalda, uniéndolas, y balanceándose en sus pies, siguió—. De paso vengo a dejarte lo que es para hoy.
—Ya veo... —sonrió juguetón, sospechando de las intenciones del recién llegado—. Entra y ponte cómodo, tesoro. Me tardaré en sacar toda la ropa de la maleta.
Escuchó la puerta cerrarse, mirando al recién llegado por unos segundos sin decir palabra alguna antes de irse a buscar sus prendas.
Cuando regresó, le habló.
— ¿Qué me planeaste para hoy?
—Algo brillante pero con una chaqueta sobria encima. Puedes verlo si lo deseas.
Seleccionó del perchero que traía el empleado un colgador, sacándolo al aire y manteniéndolo frente a sí.
—Ciertamente es una buena elección de colores, me agrada —sonrió en aprobación. Su vista reparó en la del contrario, escondiéndose de ella al seguir husmeando entre sus diferentes trajes—. Puedes dejarlo aquí, ya veré dónde lo acomodo luego. Si quieres irte lo entenderé, de hecho ahora mismo iba a ir a almorzar.
—Es una opción —pareció pensarlo, pero demostraba que no le agradaba mucho la idea.
Mercury entrecerró sus ojos.
—No viniste solo por esto —dejó el traje en el perchero—, ¿cierto, David?
—No, en realidad. Quería verte.
— ¿Verme? —Dejó ir una risita, ruborizándose. Dio un paso adelante, poniendo uno de sus brazos por encima del objeto que los hacía mantener cierta distancia—. Nos vemos todos los días...
—Sé que no debería estar aquí, pero...
—No hace falta que me des explicaciones —lo interrumpió, pero esperó antes de continuar. Se puso frente a él—. También iba a ir a verte en un rato más.
David le dedicó una sonrisa, agarrándolo de sus manos e inclinándose para besarlo, acción cuya dilatación se llevó a cabo en uno de los sillones que había.
—Pero tienes razón, no deberías estar aquí —advirtió a mala gana el cantante cerca de los labios contrarios, echándolo cada vez más y más hacia atrás, hasta tenerlo abajo.
—No tengo problema en irme.
— ¿Crees que estoy pidiendo que te vayas?
Fue lo ultimo que dijo antes de continuar en lo que Minns y él se encontraban envueltos, besándolo cuántas veces quiso y se le dio la gana, siguiéndole el juego a Minns para que terminaran de la forma en que él quería.
Cerrando sus ojos tomó entre sus manos el rostro de su amante, besándolo una y otra vez, de distintas maneras, hundiéndose en la sensación que hacerlo le provocaba, encontrándose completamente inmerso apenas los minutos transcurrían.
Estaban listos para llegar más allá de lo que tenían pensando en un principio, hasta que se abrió la puerta, quedándose en su lugar sin hacer ningún movimiento mas que voltear hasta la entrada, en donde ahora yacía parado Reid.
Éste elevó sus cejas, dando un aire de que la escena no le había causado mayor sorpresa, incluso fijando sus ojos en cómo se separaban e intentaban disimular lo que se encontraban haciendo hace poco tiempo, sentándose en el sillón uno al lado del otro.
—La llave estaba puesta —avisó, enseñándole el objeto al artista, que poniéndose de pie frente a él, buscaba bloquear la vista suya hasta Minns—, por si la buscabas.
—Lo hacía —le respondió nervioso, agarrándola—, gracias.
—Es bueno verte, David.
—Igualmente —replicó el nombrado, recogiendo su chaqueta del suelo y la ropa que tenía que llevarse, yendo a la puerta—. Es una pena que nos hayamos encontrado justo cuando me iba, hubiéramos conversado un poco. Hace tiempo no nos veíamos.
—No te preocupes, está bien —sonrió, dándose un apretón de manos con él—. Siento que nos veremos seguido de ahora en adelante.
—Eso espero —dijo con una mirada que sospechaba de él—. Si terminas antes tus quehaceres y aún quieres conversar, solo dímelo —le informó, pero al parecer, se dirigía más hacia Mercury que a él. Se despidió, retirándose.
—Buscas a Deacy, supongo —lo siguió cuando vio que iba a su cama a recostarse—. ¿Traes buenas noticias?
—Sin duda —tomó asiento en el borde de la cama, percatándose de la revista de bodas que las sábanas intentaban esconder. No recibió iniciativa para continuar la conversación en unos segundos, levantando su vista del objeto cuando Frederick habló.
—Supongo que lo que tenías que hablar con Deacy era importante —tomó aire—. Si es lo suficientemente urgente, deberías ir a buscarlo: está en el comedor y no pienso que regrese pronto.
Asintió.
—Concuerdo —se paró, quedándose en la pasada de la sala de estar a la parte en donde se encontraba el inmueble cuando el cantante le habló. Le estaba dando la espalda.
—No le digas a nadie, por favor, John, por favor —suplicó.
Estuvieron en silencio.
Golpeteó sus dedos contra el umbral un par de veces, pensando en que si lo que diría era acertado.
— ¿Por cuánto tiempo crees que se tragarán la mentira, Freddie? ¿Unos cuantos meses?, ¿un año, tal vez? ¿Por cuánto tiempo se conformarán con pensar que es nada más que tu estilista personal que organiza tu guardarropa para los conciertos? Si fuera otra persona no tardaría en ir corriendo hacia la prensa y esparcir el rumor solo por un poco de dinero —Lo miró de reojo—. Tienes suerte de que haya sido yo el que te vio.
El representante se retiró de la habitación, dejando aún más complicado al persa que no podía dejar de repetir lo último que Reid le dijo.
Al poco tiempo llamaron a su puerta, era uno de los empleados que le trajo todo lo que había solicitado. De inmediato aumentó la cantidad de comida, pidiéndole una bandeja más de cada cosa que había en el carrito.
Salió de su pieza junto con la persona encargada, caminando hasta la puerta consiguiente, golpeándola.
Al rato, estaba en su habitación junto con uno de sus pares, conversando con el guitarrista quien, confundido, pasaba su mano por detrás de su cuello.
—Le dirá a todos, Brian —aseguraba preocupado.
—No lo creo, Fred... Sabes lo cuidadoso que es John con todo eso de la prensa, él guardará el secreto porque...
—No confío del todo en él —susurró—, no sé por qué, y sí, me da mala espina saber que me vio con David. ¿Te imaginas le cuenta a todos? No puedo, no podría... No —comenzó a morderse sus uñas a la que miraba a través del ventanal que estaba abierto de par en par. Podía apreciar el monte Fuji desde ahí, descansando tranquilo en la distancia, cuidando la ciudad de Tokio. Lo envidiaba.
—Sí, lo sabe, pero ya no hay nada más que hacer al respecto. Lo bueno es que según lo que me dijiste, actuaste tranquilo la mayoría del tiempo. Debes seguir así, las personas parecen perder interés cuando ven que minimizas los asuntos.
— ¿Y si no lo hace?
—Has como que no sucedió. ¿Puedes hacer eso, Fred? —Preguntó, asomando su cabeza para encontrarse con sus ojos.
—Intentaré —resopló—. Ha–Hablemos de otra cosa por mientras, ¿te parece? Como, uh —se fijó en el collar de su amigo, sentándose en el sillón junto con May—, el collar. ¿Se lo entregaste a Roger?
—Sí, a él... —sonrió para sí, rascándose una de sus mejillas—. Le encantó.
—El significado es muy bonito, digo, no solo le regalaste algo sin necesidad de hacerlo, ¡sino que acabas de decirle «estoy agradecido de haberte encontrado»! Eres un amor, Brian —lo observó con un poco más de detenimiento—. Pero no pareces del todo satisfecho con ello.
—No, claro que lo estoy, es que —pareció parar por estar buscando las palabras adecuadas para seguir hablando— antes de eso estábamos conversando, sabes. Y empezó a decir cosas raras, bueno, no raras, sino cosas que normalmente no diría.
—Es Roger, Brian, ¿qué esperabas? Cambia de parecer de un minuto a otro —examinó una de las galletas que parecía ser de chocolate. La mordió, saboreándola y tomando su revista, poniéndola en su regazo y hojeándola.
—No era únicamente eso, sino que se veía distraído.
—Es serio entonces, debe haber dicho algo de verdad desconcertante para que pienses eso. A veces creo que tiene un poquito de déficit de atención —despegó la vista del texto, arqueando una de sus cejas.
—No tiene —negó, rodando sus ojos—. Quizás sea yo quien está dándole demasiada importancia al asunto o solamente me tomó por sorpresa, pero me dijo que quería volver a Londres. Pareció ir en contra de la corriente, en contra de todo.
— ¿A qué te refieres con «todo»?
—A lo que me decía que quería cuando todavía nada de esto pasaba. Pero por otro lado, lo entiendo, le dije qué tal vez solo necesitaba un respiro de todo esto y que podíamos salir de casa antes de volver al estudio para grabar. Aún así...
— ¿Crees que pasa algo con él, más allá de lo que te dijo que pasaba y de lo que tú mismo piensas que sucede?
—Qué específico —sus risitas suaves se dieron a escuchar—. Mas, sí, yo... Pienso que ya se aburrió.
—Ah, no, Brian, tesoro, por favor —estampó la revista en el mueble, acercándose a May y tomándolo de las manos, viendo que en su rostro la preocupación iba de mal en peor—. ¿Por qué piensas eso? —En respuesta, Brian se encogió de hombros—. No tienes por qué pensar así, querido, Dios santo...
—Lo sé, pero es un tanto difícil.
—Hm —pensó—, ya veo.
El guitarrista notó el perchero con los trajes para esa noche, volviendo intencionalmente al tema anterior. Ya no le apetecía continuar con el suyo.
—David vino a dejarte los trajes, por eso pudo pasar, ¿no?
—Era una perfecta excusa para vernos, pero ya tendremos que encontrar otra forma —Frederick soltó sus manos, parándose, caminando por la estancia, recorriendo hasta llegar al ventanal otra vez—. Cuando David se fue, John me dijo tantas cosas, parecía haberlo sabido desde hace mucho antes, me dio mala espina.
— ¿Qué te dijo?
—Ah —notó al cantante replantear la situación, dándose cuenta de que quizás, buscaba ocultar cierta parte que decidió no contarle al final. Tartamudeó antes de poder replicar correctamente—. No mucho, en realidad. ¡Más bien andaba buscando a Deacy para hablar con él! Especificó que tenía buenas noticias que darnos y todo... No le pregunté cuáles eran, estaba muy avergonzado para hacerlo —jugó con su pelo, mirando a otra parte.
—Ya veo... —Posó su vista por casualidad en la revista que el de pelo negro veía. Notando de lo que se trataba, la tomó y empezó a revisarla—. ¿Y esto? —Habló en un tono que insinuaba que en cualquier momento iba a regañarlo.
— ¡Oh, e–eso! —Su acompañante rió incómodo—. Estaba viendo los diseños de espacio para... —arrugó el ceño, demostrando que la excusa que estaba armando el contrario no estaba funcionando del todo bien con él—, por los patrones de la tela de los manteles.
—Manteles de boda.
—Es un poco raro, lo sé. Pero te sorprendería la cantidad de ropa que se ha hecho con tela que no es específicamente apta para el uso... —dejó de hablarle cuando notó que ya el menor no le creía.
— ¿Aún no le dices a Mary?
—Dios, Brian, no es fácil.
—Mientras más avances en el asunto, más difícil se te hará parar todo. ¿No crees acaso que ella, y de paso David, merecen saber la verdad? No puedes estar planeando una boda, mucho menos casarte si estás viendo a alguien más, Fred. Ellos no se lo merecen, nadie se lo merece. ¿Te gustaría que te hicieran eso a ti? —Frederick negó con su cabeza, volviendo al lugar que ocupó junto a él en un momento—. ¿David sabe algo sobre Mary?
—Se conocen, claro. Incluso han hablado un par de ocasiones, pero para Mary, David es el jefe de mi guardarropa en las giras, y para David, Mary es mi compañera de piso que es un tipo de novia que sirve para no levantar sospechas.
—No crees que ya es hora de, no sé, ¿decirle a los demás sobre el tema?
—No, Brian, no. No aún.
—Comprendo que aún no estés listo para decirle a Roger y a Deacy, pero tienes que saber que por lo menos con nosotros estarás bien. Nadie te juzgará, Fred.
—El problema no son ustedes, Bri, eso ya te lo dije. Son todos los demás, y sí, me dijiste que quizás en algún momento llegarán a comprender todo esto pero... no será ahora. ¿Y si es una fase? Quedaré como un tonto.
Se encontraba apunto de responderle, pero se vio interrumpido porque la puerta se estaba por abrir. Era el bajista, que feliz venía de la pequeña reunión improvisada que había tenido con el representante.
— ¡Ah, veo que pidieron comida! —Comenzó a picotear de una bandeja a otra—. Hola, Bri.
—Hola —le devolvió el saludo—. ¿Por qué estás tan feliz tú, eh? —Permitió escapar una risita.
—No creerán lo que John me contó: todo el dinero que no hayamos gastado en la gira, irá directo a nuestras cuentas bancarias. ¡Ya no tenemos ninguna deuda, podemos gastar en lo que se nos dé la gana!
— ¡Eso es genial! —Sonrió—. ¿Cuánto más menos es hasta ahora?
—John tiene los cálculos, ya más al rato los reviso. Ocuparé el teléfono, llamaré a Verónica —se quitó su chaqueta, yendo al teléfono que antes había usado el cantante.
—Esa es una señal para que no lo molestemos —susurró, riéndose muy un poco—, así que creo que hasta aquí podremos conversar —resopló, agarrando la revista y echándose aire con ella—. Puedes irte si lo deseas, no creo que quieras escuchar cuántos tamaños de anillos existen —abrió la página del tema que nombró, deteniendo su habla al ver que Brian dudaba sobre su afirmación—, ¿cierto? —Esbozó una sonrisa burlona.
El castaño agarró el texto, viendo la numerosa cantidad de anillos y los distintos usos y diseños que tenían cada uno de ellos.
De matrimonio, de compromiso, de bodas de plata, de bodas de oro... Había tantos que le costaría decidirse.
—Bri, tesoro —llamó su atención el cantante—. Le quieres pedir matrimonio a Roger, ¿no es así?[...]
AH N0000
AH
N00000OOOOOOOO
M
QUEDÉ
ASÍ
😳😳😳😳
Hola cabrxs cómo estamos espero que BIEN
con todos estos rumores y teorías que últimamente han revivido al fandom 😳😳😳
Que piensan sobre ellos chicxs?
De la vida privada de John poco y nada se sabe, entonces estoy como: ???????? Idk
Así que
Neutralidad ante todo chicxs
Anyways, hablando de temas más felices
QUE LES PARECIÓ EL CAPÍTULO DE HOYYYYY
LITERAL BRIAN ME DEJÓ ASÍ: 🥺💖
reid me dejó así eh 😤😤😤😤👊🏻
Roger me dejó así ?????????👁👄👁
Y freddie me dejó así 😳😳😳😳😳😳😳😳😈😈👌🏻👌🏻👌🏻
Muchas emociones en un solo capítulo W T F
oh nueva font
Increíble
Como sea
VOTEN, LEAN Y COMENTENNNNN 💕💕💕
Esop
Xauuuu
-Ella
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Cigarettes
FanfictionSiendo casi ya la mitad de la década de los setenta, la banda en auge de fama, Queen, empieza su dominio sobre el rock y otros géneros musicales, comenzando a ser gracias a esto los integrantes de ésta, conocidos artistas en la industria musical. A...