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  "Extraño esos tiempos en que todo era tan simple como elegir entre dos opciones, pero quizás ahora sigue siendo igual y solo nos estamos complicando. ¿Es así realmente?, tengo tantas preguntas que al parecer ni tú ni yo podemos responder, que en un punto llego a pensar que en realidad no queremos encontrarles respuesta.
  ¿Cómo será estar a tu lado? Tal vez sea como conocer y saborear un sorbito de efimeridad, de las estrellas, del sol, del cielo... O quizás sería semejante a olvidar cómo respirar sabiendo que las respuestas que busco están a un solo respiro. Ahogándome, ahogándote, ahogándonos. El uno en el otro.
¿Acaso lo sé? ¿Acaso no? Quizá estar contigo será una dulce agonía que sabrá mejor que todas las demás. Quizá estar contigo no sea nada de lo que pienso que es. Podría ser como saborear un sorbito de eternidad, de las nubes, de la luna, de la tierra... no me atrevo a confirmar nada: no me atrevo a decir que te conozco, pero tampoco a que ya no lo hago. Es desesperante pensar en todo esto y lo más probable es que me estoy ofuscando sin razón alguna, como siempre.
  Quiero verte al desnudo y saber las respuestas de preguntas inexistentes, quiero experimentarte como nadie más lo ha hecho y como solamente me lo permitiste tú alguna vez. Sabes que sólo me siento satisfecho al saberlo todo y ahora tú me tienes insatisfecho con tus miles de acertijos, quienes creo resolver día a día.
  Pero teniéndote así de cerca, con tu piel rozando la mía y tus azulinos ojos mirándome, me hizo entender que no voy a resolver ninguno de ellos pero que me empeñaré en intentarlo, mintiéndome a mi mismo diciéndome que algún día lo voy a lograr.
  Pusiste tantos acertijos para que no llegaran a ti que al final te convertiste en uno.
Ya no somos los mismos, pero ¿sabes? Lo que me espera en un futuro lo cambiaría por nada.
  Te cambiaría por nada".

  "No confiaba en ti antes de esto. Pero ahora sí. ¿Por qué?
Porque hoy desperté acompañado en la cama que creía haber dormido solo. Desperté con tus brazos rodeando mi cintura y tu piel desnuda rozando con la mía.
  Porque sé que una vez me dijiste que nunca habías besado a un hombre, pero ahí estaba yo, observándote atónito porque lo habías hecho... y lo habías hecho conmigo. Me dijiste que estabas confundido, que fue un error y que no supiste qué hacer para aclarar tu mente. Y yo estaba igual que tú, pero había una diferencia: me había gustado y el verdadero problema era que sabía que tú no podías estar a mi lado, creía que me juzgarías por pedírtelo y eso era de lo que tenía miedo. Pero me abrazaste... y recordé que el miedo se podía perder con la persona indicada. Esperé y esperé... mas eso no pasó; no eras tú, no eras tú quien me lo quitaba y me dolió, me aterró, mi miedo creció más aún.
Me aferré de tu chaqueta, aún recuerdo lo fría que estaba por el viento que corría en ese lugar, y te miré porque sabía que te estaba mintiendo y tú sabías que yo lo hacía. Pero aún así tomaste con tus dos manos mi rostro y me besaste, me volviste a besar, delatándote en que no había sido un error como me lo habías dicho.
Sonreí mientras me besabas, estaba seguro que sabías que no lo hacía con otras personas. Quería quedarme ahí para siempre porque tenía conocimiento de que no volvería a besarte, así que me quedé ahí quieto hasta que tomaste mi mano y con tus palabras sin querer rompiste la fantasía que estaba viviendo diciéndome que no podías.
Y yo te llamé miedoso, cobarde y miles de otras formas, siendo que debí habérmelo dicho al espejo. Te dije tantas cosas hasta que te sonsaqué lo que quería escuchar: que no querías, que conmigo no estabas dispuesto. Pero entonces ¿con quién?, no lo entendí si no hasta unos meses después.
Nos fuimos en silencio el resto del viaje, no podía hablar porque se me había formado un nudo en la garganta, me despedí con dificultad de ti, tú solamente me respondiste con un sonido, asumí que no me querías ver más.
Y cuando cerré la puerta frente a tu auto esa madrugada, lloré con lágrimas que tú me causaste, aún no sé si adrede o sin quererlo. Lloré porque sabía que no te tenía a ti, a mi capricho más grande, el capricho que creí que era de un adolescente malcriado de diecisiete años. Y me apagué, me apagaste con tus palabras como quien apaga una flama, a su flama.
Me sentí tan patético amando ese sentimiento que experimenté contigo, tan culpable, tan mal, tal como me sentí esa noche en el estudio cuando supiste que mis palabras que intentaban detenerte eran falsas e hiciste lo que yo en verdad quería. Intenté evadirte, intenté no corresponderte pero ese sentimiento apareció de nuevo, ese mismo que estaba los primeros momentos de aquella fría noche de nuestro primer beso. Y tus manos las pusiste en mi cintura y supe que había algo distinto: estabas dispuesto a hacer lo que en ese momento te prohibiste, lo que viví esta misma noche, lo que no sólo tú me puedes dar, pero que sin embargo estoy dispuesto a recibirlo solamente de una persona; de ti.
Porque sí, hoy desperté contigo, abrazado, siendo ya parte de ti, amándote por fin de la manera que quiero.
Por fin contigo, solo contigo".

CigarettesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora