[Estudios Rockfield – 1975, Inglaterra. Primera semana de septiembre]
La noche anterior no habían dormido por seguir trabajando, pero por lo menos el estudio estaba bastante cálido tanto de día como cuando ya no se mostraba ni un rayo de sol.
El reloj marcaba las cuatro de la tarde, y a esas horas luz solar se filtraba por las ventanas que por estar abiertas, dejaban entrar un poco de aire y permitían ventilar la cabina de control. La mesa de mezcla tenía encima tazones, envolturas de dulces o snacks que habían ingerido, y por último, bolas y avioncitos de papel.
La puerta del estudio se abrió, dejando pasar a Roger y a Brian, quienes venían riéndose de lo que conversaban.
El menor quitó de su boca el dulce que comía, hablándole entre risas a su pareja.
—Una boda con anillos de dulce —decía, en conjunto de sentarse en el sillón, arrimándose hacia el lado de May apenas éste se le unió—. Aún no puedo creerlo —se acercó a sus labios, besándolos repetidamente, con lentitud, cerrando sus ojos, tomando con sus manos el rostro de su novio, sintiendo las de él en sus muslos, acariciándolos, amagando el separar sus piernas para apoderarse del espacio que habría entre ellas. Se separó con una sonrisa tallada en el rostro, relamiéndose los labios y saboreando la esencia de cereza que había dejado el otro en su boca—. Me debes la luna de miel.
—Estás en la luna de miel, amor —aclaró, esbozando también una sonrisa que se borró solamente porque le dio otro beso.
—Qué injusticia —al responderle se separó, acurrucándose junto con él cuando estaba listo para continuar con la conversación. Siguió comiendo de su dulce—. Pensé que cuando termináramos el álbum me llevarías fuera de la ciudad. Estamos casados ahora —hizo reír a Brian—, hay que hacer todo este ritual como se debe.
—En verdad, pienso que sería agradable —peinó el cabello rubio de Taylor, pensando en posibles lugares adónde lo podría llevar—. Pero no sé si pueda.
— ¿Por qué? ¿Tienes mejores cosas que hacer, acaso? —Le dijo en tono de broma.
—No exactamente —soltó una risita por lo bajo—. ¿Recuerdas el problema con los paparazzis de hace algunos meses? Antes de que sucediera eso, había ahorrado un poco así que fui a ver unas cuantas casas por el barrio que te nombré. Al final...
— ¿Te la compraste?
— ¿Qué crees?
—Debes estar bromeando —elevó el volumen de su voz, emocionándose con la noticia, viendo la expresión en el rostro de Brian que indicaba que sí lo había hecho. Le dieron golpecitos suaves en el brazo—. ¡¿Por qué no me lo habías dicho?!
—Sí te lo iba a contar —sonrió, enternecido por la reacción de su pareja—. Pero eres tan apurón que siempre arruinas las sorpresas —tocó la punta de la nariz de con el que conversaba, sacándole una risa.
—No soy apurón, soy inteligente —afirmó, mirando expectante al otro, impaciente por querer saber más acerca de su nueva propiedad—. Cuéntame, cuéntame; ¿acaso tiene patio?, ¿de qué color es?
Carcajeó de forma suave, agarrándolo de la cintura y sentándolo en su regazo.
—Iré por partes, ¿sí? —Pasó sus brazos por rededor de las caderas del baterista—. La fachada es blanca, la puerta principal es de un color marrón oscuro, tiene dos pisos, varias ventanas y un ventanal que da a un balcón con vista a la calle. Queda cerca de Hyde Park y de Kensington. ¿Qué te parece?
—Suena bien. Prometo que la iré a conocer apenas volvamos a Londres.
— ¿Me irás a visitar?
—Mm —notó que fingió incertidumbre mientras lamía su dulce y miraba las paredes de la cabina, moviendo sus pies, evitando su mirada y que se le escapara una sonrisa por saber que lo miraba atento—. ¿Eso quieres?
Le dio besos en su mejilla que iban subiendo por el contorno de uno de los ojos contrarios y después regresaban al punto de inicio.
Sintió estremecerse a Roger por los coquetas palabras susurradas cerca de su oído, provocándolo cada vez más, para que al final uniera sus labios de nuevo con los de él, recibiendo varios besos y mordidas con gusto, devolviendo ambos con pequeña desesperación.
Se separaron, viendo un hilo de saliva que se cortó solo porque de nuevo se besaron.
Irrumpió en la estancia Mercury, quien parándose en el umbral de la puerta se quedó allí con sus manos en la cintura viéndolos, juzgándolos por no haber empezado a trabajar apenas llegaron al lugar.
—Que hayamos parado un rato para que se casaran no significa que terminamos por el día de hoy, tesoros.
—Interrumpes algo importante —rebatió el rubio.
—Oh, siempre que los veo haciendo este tipo de cosas dicen que están en medio de algo importante —la pareja se miró, después fijaron su vista en el cantante—. ¡Vamos, levántense a trabajar! Prometo que habrá un receso con té y bizcochos. Yo iré a buscar a Deacy —Mercury se retiró, dejándolos a ambos solos de nuevo, confiando en que cuando regresara, los vería trabajando incansablemente en las canciones que faltaban por acabar.
Roger salió del regazo de Brian cuando éste dio un par de palmaditas en una de sus piernas. Sentándose en el sillón, observó cómo agarró su guitarra, entraba a la cabina de grabación y se ponía los cascos para grabar una toma más del solo que Frederick tanto le pedía repetir una y otra vez hasta que estuviera perfecto.
— ¿Puedes empezar la grabación? —Resonó la voz de May en la salita que se encontraba al otro lado del vidrio.
En vez de resolver su favor, el baterista se paró y fue hasta el micrófono, presionando el botón y hablando.
— ¿Qué tan grande es?
Hubo un silencio en donde le dedicaron una sonrisa burlona.
—Hablas de la casa, ¿cierto? —Brian se recargó en solo una de sus piernas, dejando apoyado su instrumento en una de ellas, oyendo por los audífonos las risas contrarias. Continuó—. Comparada con la otra, bastante grande. Noté que era mucho espacio cuando empecé a llevarme mis cosas de un lado a otro. También me di cuenta de que tengo pocos muebles. Se ve bastante vacío.
Dejando su lugar, caminó hasta dentro del espacio de grabación, captando la mirada y atención del castaño fácilmente al ponerse frente a él.
Éste, sentándose en el amplificador, puso su guitarra en el suelo con cuidado, elevando su mirada, resultando en una unión de ambas mientras que con una mano lo atraía aún más a su persona.
— ¿Cuánto? —Roger preguntó, con volumen suave y bajo.
—Bastante —le replicó, quitándose los audífonos, dejándolos descansar en su propio cuello.
Lo que él no sabía era que la forma en la que la luz de cálido color que se escurría por los vidrios de la ventana y chocaba en contra de su piel clara y cabello rubio, mantenían encandilado al mayor. Tanto que estuvo sin poder articular palabra por unos segundos, retomando lo más rápido que pudo.
—Tanto que hay espacio para uno más —le habló susurrando, continuando con la intercepción de sus ojos con los azulinos suyos, haciendo que se preguntara qué buscaba tanto en su persona—. ¿Qué dices?
Ahora, reparó con asombro y pizcas de confusión en el rostro de Brian, revelando así que la propuesta lo había tomado por sorpresa. Dio un paso hacia atrás.
— ¿Irnos a vivir juntos? —Mantuvo una expresión de desconcierto—. ¿Hablas en serio...?
May asintió.
Estaba por responder, viéndose con el impedimento de hacerlo al escuchar una voz chillona salir de los audífonos que el más alto tenía descansando al rededor de su cuello.
— ¡Rog, deberías dejar trabajar en paz a Bri! —recomendó el bajista.
—Vete a la mierda —le enseñó su dedo de al medio, recibiendo de vuelta la misma acción, riéndose un poco—. Deacy tiene razón, debo dejarte trabajar si queremos acabar rápido —depositó un pequeño beso en sus labios, sosteniendo el rostro del castaño entre sus manos.
—Luego seguimos hablando.
—Uhm, sí —asintió, no del todo seguro. Metió ahora las manos en los bolsillos de los jeans—, luego.
Al llegar a la cabina, Deacon estaba arreglando todo para empezar a grabar, avisándole al músico que estaba al otro lado del vidrio que ya podía comenzar a tocar.
—Pensé que llevaría más tiempo sacarte de ahí —se pronunció el persa mientras que hojeaba una revista, levantando la vista del texto cuando de reojo se percató que saldría de la estancia—. ¿Dónde vas? —Escuchó su pregunta, evitando el responderla, saliendo de inmediato de la edificación—. Sí, eso pensé.
— ¿Qué le pasa?
—Problemas con el señor May, supongo. Como sea, mejor pongámonos a trabajar. No va a ir a ningún lado así que... —Frederick dejó la revista en el sillón, levantándose y yendo a sentarse frente a la mesa de mezcla. Apretó el botón del micrófono—. Empieza, cariño.
Por otro lado, Roger acababa de abrir las puertas de la casa y fijó su vista en las escaleras para subir a su habitación y no salir de ahí hasta el día siguiente.
Continuó caminando, ahora en dirección a ellas, pero se detuvo a mitad de camino al escuchar el teléfono de la sala de estar sonar de repente. Cerró sus ojos, arrugó sus cejas y apretó sus labios, lamentándose el tener que devolverse, aunque de todas formas lo hizo.
El sonido del teléfono provocó que una severa irritación empezara a hacerse presente en él, molestándose a un grado algo exagerado.
— ¿Qué? —Dijo, contestando la llamada con el ceño fruncido.
— ¿Roger?
Conocía la voz y creía saber quién era, pero a pesar de haber dejado atrás el sueño que sintió durante toda la mañana, no se fiaba de sus instintos después de estar toda una noche en vela.
Entrecerrando sus ojos, intentó formular lo más rápido que pudo una respuesta a lo que le estaban consultando.
—No —contestó de forma segura—, habla su hermano. Roger murió ayer. ¿Quién lo busca?
—Sé que eres tú, Roger. Soy Roy.
La respuesta sobre quién se encontraba al otro lado de la línea era peor de lo que esperaba, hace días que los de Emi y Baker estaban llamando, reclamando por saber del estado del disco, a lo que Freddie había ordenado evitar, colgar o simplemente no responder a aquellas llamadas. Cerró sus ojos con fuerza.
— ¡Roy! —Sonrió nervioso—. Es bueno escucharte...
—Los hemos estado llamando desde hace más de dos semanas, ¿qué sucede con ustedes? ¿Están todos bien?
—Sí, uh, verás, hemos estado trabajando mucho, pasamos las veinticuatro horas del día en el estudio, hasta dormimos ahí, si es que dormimos. ¡No hemos descansado ni un solo día! Por eso no respondimos antes...
—Qué bueno que digas eso —resopló con alivio—, yo venía a preguntarles cómo iban con el disco, pero por lo que me dices entonces supongo que ya lo deben estar terminando, ¿no?
Taylor supo allí que su excusa había sido la peor, de todas las que pudo haber usado ¿por qué dijo esa? Llevaba tiempo fuera del negocio de dar excusas para zafarse de algunas situaciones sin mayor revuelo y ahora eso le estaba pasando la cuenta.
Titubeó en silencio, ¿qué haría ahora? Si decía la verdad sus amigos lo asesinarían y luego, la disquera vendría a por los tres que quedaban con vida.
Siguió con la conversación para hacer tiempo y pensar en algo que salvara la situación.
— ¿Y por qué tanto apuro? ¿Hay algo que nos quieras contar, Roy?
—Es solo que Fred dijo que lo iban a tener listo para las últimas semanas de septiembre, y como la fecha ya se está acercando, me están presionando a mi para que se los diga. Sé que debería de haber ido con ustedes para ayudarlos a facilitar el trabajo, de hecho estoy pensando en ir así...
—Oh, estamos bien, no te preocupes, en serio —aquella fue la peor mentira que había inventado en toda su vida—. Y de nuevo, perdona por no contestar, de haber sabido todo este enredo que hay detrás...
—Disculpas aceptadas. Bueno, entonces, ¿cómo van?
—Ah, Roy, la señal es un poco mala por aquí. Las líneas telefónicas son escasas, de hecho... —alcanzó como pudo la envoltura de una bolsa de té que estaba tirada en el suelo y moviéndola contra el micrófono del teléfono fingió que sucedía la presencia de una pobre señal— Ah, Roy te pierdo- no escucho n-aaa...
— ¿Qué? Mierda, debe ser-
—Mejor, mañana, tarde, llamar —cortó—. Mierda —maldijo, saliendo de nuevo de la casa con pasos rápidos hacia la cabina de control. Entró, dando un portazo, sobresaltando y haciendo voltear al persa y a John.
—Oh, volviste. ¿Tan rápido te aburriste sin nosotros? —Le habló Mercury, mas ignoró la acotación que en otro contexto lo habría hecho refunfuñarse.
—Contesté a una llamada de Roy sin querer. Pero en mi defensa, solo contesté porque pensé que podría ser alguien más...
— ¡¿Alguien más?! ¿Quién más nos llamaría aparte de ellos?! —Escuchó exclamar al cantante.
Desde fuera de la cabina se escuchaba la masiva discusión que la banda estaba teniendo, tanto fue el alboroto que el asistente del grupo se hizo presente, ya despreocupado por lo que vería: se había acostumbrando a las peleas diarias de los músicos casi a diario, tanto que si sentía un vidrio romperse o a uno de ellos gritar, se quedaba tranquilo en su habitación esperando a que todo volviera a estar en silencio.
— ¿Acaso uno de ustedes respondió la llamada de Roy? John me dijo que llamaría hoy justo a esta hora y no ha llegado su llamada, es raro porque...
—Roger, fue Roger —Frederick interrumpió al colorín, revelando la noticia que supuestamente perjudicaba al baterista.
— ¡Ya dije que fue sin querer! —Le volvió a recordar.
—De todas formas íbamos a tener que hablar con ellos, digo, evitar las llamadas de Roy y de Emi ya no estaba funcionando, si me preguntan. Creo que es hora de decirles que estamos atrasados.
—No hay necesidad para apresurar los hechos, cariño. En algún momento se darán cuenta y para ese entonces nosotros tenemos que tener todo listo, así verán que la espera de verdad valió la pena. Y a ti —volteó su cabeza hacia a Roger—, ¿te dijo algo más?
—No. Le corté antes de que pudiera hacerlo.
Se escuchó un suspiro grupal que transmitía un curioso alivio.
No se habían contactado con ninguna de las personas que nombraban hace ya más de un mes.
—Tienen suerte de que a John no le han dicho sobre esto aún —expuso Paul, cruzándose de brazos y apoyándose en una de las paredes—. Por otro lado estoy con Deacy, deberían decirles ustedes mismos que van a entregar el disco con retraso antes de que Emi contacte a John y le cuente que no responden y que en consecuencia no tienen noticia sobre cuál es el estado del álbum. Créanme que no quieren que John venga aquí a regañarlos a ustedes y de paso a mí.
— ¿Entonces? —Preguntó Brian.
—Entonces supongo que tendremos que decidir, amores.
—Mientras lo hacen, iré a ver qué tenemos en la cocina. Pensaba en empezar a preparar algo para comer, ¿quieren que les prepare algo de cenar de paso?
—Si no es mucha molestia —se pronunció de nuevo el de cabello ondulado.
—Veré qué hago. Los llamaré cuando esté listo —le sonrió Prenter al guitarrista, retirándose.
Cuando se fue, Freddie retomó la conversación que estaban teniendo.
—Ahora, a lo que nos compete —se acomodó en su silla—: ¿le diremos a Roy sobre este pequeño problemita que tenemos?
—Deacy tenía un punto; los demás se enterarán de todas formas pero no necesariamente se deben enterar a través de nosotros. Podríamos decírselo a John para que él haga algún tipo de arreglo con Bob.
— ¿Qué acaso no escuchaste lo que dijo Paul? Reid nos matará si se entera, idiota. Yo digo que huyamos de Inglaterra y terminemos el álbum en Escocia.
—Claro, podríamos hacer eso si no estuviéramos en banca rota, genio —dijo en un tono bastante serio el bajista, logrando que todas las miradas de los presentes se posaran lentamente en su persona. Poco a poco, el recuerdo de que nunca se los había mencionado se apoderó de su mente, mostrando una sonrisa un tanto incómoda, pidiéndoles perdón por adelantado con ella—. Cosa que no es verdad, por cierto...
— ¡Es que a mí me pasa una tragedia tras otra, Dios santo! —Exclamó Frederick, siendo seguido por Roger.
— ¡Deacy, me compré un auto nuevo antes de venir aquí! ¡¿Por qué no me dijiste nada de que estábamos en banca rota antes de que lo hiciera?!
—Mierda, la renta de la casa... —se lamentó Brian poniendo sus manos en su rostro, frotándolas contra éste, pensando en cómo pagaría esa elevada cuota sin el dinero que tenía presupuestado conseguir con las ganancias de un disco que ahora ni siquiera sabía si podrían terminar.
—P-Perdón... Sé que debí haberles dicho del tema antes y que esto es un asunto de banda, pero pensé que John les había contado, digo, ¡en eso quedamos!
— ¡Nosotros no somos los únicos clientes de Reid, John! ¡Debiste haber tenido en cuenta que se le podría olvidar! —Decía histérico el pianista, moviendo sus manos como loco.
—Bueno, siento decirlo ¡pero nadie los mandó a gastarse todo el dinero que les dieron en menos de un mes! Debían guardar al menos un poco para casos de emergencia como éstos...
—No podemos estar en banca rota —se intentaba convencer el rubio—. Todo ese dinero que nos mandan para que podamos seguir pagando el estudio, ¿de dónde viene entonces? ¿Ven?, ¡no estamos pobres del todo!
—Ese dinero nos los da Emi —especificó John.
El silencio que se formó en la cabina fue ensordecedor e incómodo, poniendo al último en hablar en una situación de aprietos y culpa por un error que sin quererlo acometió. May se sentó al lado de él.
—Es decir que estamos en deuda con Emi.
—De verdad siento mucho no habérselos dicho antes, pensé que... —Resopló, complicándose cada vez más para explicarse—. En realidad creí que todo se iba a resolver para estas alturas, sobretodo porque nos seguía llegando dinero pero después llamó John y ahí les juro que se los iba a contar, pero él... Yo siendo ustedes también me enojaría conmigo.
Freddie se acomodó en el reposabrazos del sillón en el que estaba sentado el bajista, dándole un abrazo de lado y unas cuantas palmaditas al acabar.
—La cagué, ¿cierto? —Sintió de parte de otro de sus amigos suaves palmaditas en su antebrazo.
—Un poco mucho —se puso frente a él Roger, agachándose a su altura—, pero no tanto como yo la cago siempre, así que no te preocupes. Eso sí, avísanos de inmediato la próxima vez que nos quedemos pobres —le sacó una risa al menor.
—Entonces, ¿no están enojados conmigo?
—Enojados no, tesoro, cómo crees, pero sí algo preocupados. ¿Sabes exactamente cuánto le debemos a la disquera?
—No aún. Tendría que sacar las cuentas para saber eso... Si me dan un par de días puedo hacerlas y mostrárselas.
El persa asintió, aprobando la idea.
—Bueno, como gustes, pero nos vas a tener que pagar por esta, ¿eh? Así que tú tendrás que hablar con John sobre todo este problema que tenemos.
— ¿Necesariamente debe ser eso? Puedo hasta limpiar toda la casa si quieren pero... No me da buena espina ver a John enojado, o siquiera oírlo. Me llega a dar miedo a veces.
—Lamentablemente, sí, debe ser eso. Eres el único que lidia con él casi a diario, así que por lo menos no te hará mucho daño.
— ¡Vamos!, si es por eso podríamos mandar a Paul, Fred.
—Pero nos lo debes, cariño. Así que, cuando a Brian por fin le salga bien su solo, vamos a ir a comer algo, descansaremos un rato y antes de irnos a dormir lo llamarás. ¡Ahora vuelvan a trabajar que no quiero perder más horas de sueño!
Nadie hizo caso omiso a las indicaciones del cantante, todos querían dormir esa noche y en lo posible, recuperar el sueño que habían perdido la noche pasada, cosa que se veía casi imposible.
Si bien eran divertidas las noches en vela con compañía, no se hacían muy productivas con el sueño que los atacaba en la madrugada.
Se quedaron pensando en qué sucedería con el tema del dinero, pero aquel día no le dieron tantas vueltas, lo único que tenían en mente por ahora era acabar el álbum para publicarlo lo más rápido posible y así ver si podrían salir de las deudas en las que sin saberlo se habían metido.
Oyeron hasta el cansancio varias y, cada una única en su estilo, versiones del solo de guitarra de la canción. Fueron tantas que rellenaron el espacio que hubo desde la última vez que se detuvieron hasta que el sol se ocultó, preguntándose qué había sido de la cena que el ayudante les prometió cocinarles.
Guardaron todo avance hecho en la pieza musical, yéndose finalmente a la casa, oliendo de inmediato un delicioso olor que provenía de una recién cocinada salsa boloñesa, con un pequeño toque de cilantro en ella. Aparte, una salsa de tomate, también con algunos condimentos especiales.
En menos de una hora todas las ollas con comida se vaciaron, siendo lo único que quedaba restos de comida en los platos.
John, Paul y Freddie se habían quedado a acompañar a May, quien estaba lavando los platos.
—Bueno, lucía tan bien como sabía —el bajista jugaba con sus dedos—. Mis felicitaciones al chef.
—Tomó un poco de trabajo, así que me alegra que les haya gustado.
—También felicitaciones al que lava los platos.
—Podría haberlo hecho Deacy fácilmente.
—Ay, Bri, tesoro, él va a llamar a John para contarle de la desgracia. Dale un descanso de tanto trabajo que tiene —rodó sus ojos, removiéndose de su lugar—. Bueno, yo me voy, que ya he estado demasiado rato despierto. Chaito, buenas noches —salió de escena, subiendo las escaleras, dirigiéndose probablemente a su cuarto.
— ¡Espera! ¿Podemos jugar una partida de scrabble? —El menor del grupo intentó alcanzar a Frederick, fallando en ello y encontrándose con su amigo arriba.
A Mercury se le escuchó decir «¿qué acaso no escuchaste que me voy a dormir?», después hubo un debate entre ellos sobre el mayor se debía unir a la partida que solo sería posible si alguien más se sumaba.
—Así que Deacy al final le dirá sobre el atraso que tienen con el álbum a John —empezó por decir el último que quedaba—. Pensé que lo haría Fred o incluso tú.
—Normalmente hubiera sido así —cerró la llave, cortando el agua y secándose las manos, poniendo el paño de platos en su lugar.
— ¿Normalmente?
—Resulta que al parecer estamos en banca rota y de paso endeudados con Emi. A Deacy se le olvidó mencionárnoslo, por lo que su acción para que lo disculpemos será confrontar a John. No tenemos muy claro cómo saldrá todo esto, pero esperamos que bien...
—Al principio se enojará, eso está claro, pero no es nada que no se pueda resolver. Por otro lado, si están preocupados por cómo les irá con el disco y todo aquello, les quedará esperar.
—Lo sé —resopló el más alto, poniendo sus manos en su cadera—. Ya que terminé, ahora me voy. ¿Te quedarás aquí un rato más?
—Sí, pero no te preocupes, tú ve a hacer lo que tengas que hacer.
—Como digas —empezó a retirarse, volteándose hacia Paul al estar por bajar la escalera al sótano—. Buenas noches.
—Buenas noches —le sonrió al despedirse, dejando de verlo apenas terminó de hablar.
May bajó a paso lento la escalera, sabiendo de inmediato que a quien buscaba estaba allí. Al llegar al descanso inferior de ella, asomó su cabeza un poco, viendo a su pareja en lo que parecía ser una práctica de Pool en solitario, la cual se interrumpió al ver que alguien más aparte de él ocupaba la habitación.
Poniéndose en el extremo contrario de donde estaba parado Taylor, lo vio dejar una punta del palo con el que jugaba apoyada en el suelo, fijándose en la forma en que le observaba. Esbozó una sonrisa ladina que era seductivamente burlona.
— ¿Qué haces aquí solo? —Preguntó lo obvio, esperando algún signo de irritación u enojo de parte del otro, notando en cambio que le siguió el juego a su manera.
—No estoy muy seguro —apoyó el palo con el que jugaba en una esquina de la mesa, quedándose callado, sentándose arriba del mueble después de esto, dándole la espalda.
Agarró aire, poniendo una de sus manos detrás de su cuello, buscando alguna forma de continuar con la conversación, descubriendo que la única manera de hacerlo era ir directo al punto, algo que desde siempre le había costado. Caminó hasta llegar al de ojos azules, situándose frente a él, viendo su rostro que delataba lo ofuscado que estaba, algo que solo él sabía notar.
—Entenderé si no quieres hacerlo —habló con voz suave, acariciando su mejilla con su pulgar, comenzando a inclinarse hacia a él por obra de que Roger lo había empezado a acercar—, no voy a obligarte a hacer nada.
Por más que dijera que lo entendía, parte de él deseaba que eso no fuera el veredicto final de su novio; quería hacer tantas cosas con él, tanto que sentía que era hora de reinventar la vida que siempre quiso por una en la que Taylor fuera partícipe.
Sentía que ahora era el momento de hacerlo, mas al verlo no estar preparado, se fue haciendo la idea de tener que esperarlo una vez más.
El baterista no habló, dejando que ningún sonido, excepto el de los grillos en los arbustos de fuera, se hiciera presente gracias a eso. Éste se percató de la particular manera en que Brian lo observaba, tal como un niño que intentaba contener un berrinche o incluso su desilusión cuando descubría que en realidad no le darían lo que quería, algo bastante extraño en él.
— ¿Y sí quiero, también lo entenderás, Brian?
Éste sonrió, arqueando una ceja, dejando escapar una risa pequeña, de esas que al otro le encantaba oír.
—No me has respondido —le insistió, devolviéndole la sonrisa y besándolo finalmente, rodeándolo con sus brazos de forma aun más estrecha a la vez que la cantidad de besos aumentaba.
— ¿Lo dices en serio? —Consultó con emoción.
—Alguien tiene que ayudarte a pagar la renta —bromeó, sacándole risas y recibiendo aún más besos. Deteniéndose cuando vio la manera en la que los ojos del castaño brillaban cada que se cruzaban con los suyos o apreciaba de cerca su cara.
Brian sintió de pronto su corazón empezar a latir más rápido por sentir el tacto de las manos de Roger en sus mejillas, encandilándose por él, por mirar exclusivamente sus labios, simplemente por tenerlo tan cerca. Se ruborizó, entrecerrando sus ojos, perdiéndose en el momento.
—Te amo —escuchó al rubio murmurarle, pestañeando varias veces cuando recibió un beso que esperaba ser correspondido.
A los pocos segundos, el último que habló se separó, dejando de sostenerlo por el rostro.
— ¿Fue muy pronto...? —Le consultó, incómodo.
—No, no, para nada. Es que... —rió, sosteniendo una amplia sonrisa en la que mostraba sus dientes y entrecerraba un poco sus ojos—. Es primera vez que me lo dices.
—Oh, ¿lo es? —Devolvió la expresión que él hacía—. Pues, pienso que hay una primera vez para todo, como dices tú.
—La hay —soltó aire por la nariz, apoyando su frente en el hombro derecho del contrario—. Yo también te amo. Más de lo que te imaginas.
Roger se echó a reír.
—Pff, eso si que sonó muy cursi —dijo entre risas.
—Acabas de rechazar mis sentimientos.
—Nunca los rechacé, señor dramático —empezó a hacerle cariños en el cabello, despegándolo de donde estaba y dándole un último beso, para acto seguido pararse—. Ven, vámonos de acá. Quiero ver cómo regañan a Deacy. Después me puedes ayudar a hacer una lista de lo que tengo que empacar —caminó hasta las escaleras.
— ¿Es necesaria una lista para eso? —Se quedó mirándolo desde el lugar en el que se encontraba.
—Si no lo hago entonces se me olvidará todo lo que debo llevar. Ven rápido, que la llamada no va a durar toda la eternidad —rió, subiendo a paso rápido.
Brian se quedó con una sonrisa tallada en la cara después de ver desaparecer al otro, metiendo sus manos a los bolsillos de sus jeans.
Agarró aire, concibiéndole a Paul la razón; si bien ahora mismo las cosas estaban complicadas, eso no significaba que todo lo estuviera. Aún así le preocupaba, seguía pensando en lo que pasaría.
Al escuchar su nombre ser gritado de arriba, reaccionó, caminando hasta el interruptor de la luz y lo presionó, dejando de esta forma el sótano en una terrorífica oscuridad.
Como pudo se despejó de aquellos problemas que paseaban últimamente cada vez más y más por su mente. Después de todo, ya había estado en aquella situación anteriormente.
Si pudo antes, ¿por qué no ahora también?[...]
OOOOOO ABER COMO
QUE
HOY DÍA QUEEN CUMPKE 50 AÑOS!!!!!
Also el viernes pasado fue mi cumpleaños happy birthday to me EEEE
ya entonces
LES GUSTÓ EL CPAITULO O NO ME COSTÓ MUCHO TERMINARLO
YA BUENO
ESPERO
QUE LES HAYA gustado
Y que voten y comenten y que lean 🥺🥺🥺🥺 por favor
Y esoo
Besitos
Xauuu
-Ella
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Cigarettes
FanfictionSiendo casi ya la mitad de la década de los setenta, la banda en auge de fama, Queen, empieza su dominio sobre el rock y otros géneros musicales, comenzando a ser gracias a esto los integrantes de ésta, conocidos artistas en la industria musical. A...