•8•

20.6K 1.1K 301
                                    

Narra Alex: Estás dos semanas me he pasado entre mi casa y la de Amber, nos faltan literalmente 10 páginas para terminar el libro. No pensé que me gustaría pero ese libro resultó tener más sentido del que esperé.

Con respecto a Amber, ella de va haciendo cada vez más manejable, está cediendo más a mi y me gusta porque me gusta tener control sobre las personas.

Hoy es día de lectura con la señora Amber. Le pedí que venga a casa por la tarde. También le pedí a mi mamá que se fuera y que se llevara a David, me quede tranquilo porque se van con mi abuelo y también es un alivio saber que mientras Amber esté aquí no habrá ningún conflicto del que preocuparse.

Me metí a la ducha y deje que el agua caliente relaje mis músculos.
Tengo que empezar a avanzar con Amber, sino estaré todo el año tratando de tener sexo con ella y no tengo todo el año para eso.

Salí de la ducha y envolví una toalla al rededor de mi cadera. Salí del baño para dirigirme a mí habitación.
Cuando abrí la puerta me lleve una sopresa al ver dos piernas largas sobre mi cama.
No puedo poner en palabras lo mucho que me excitaba pensar en todas las cosas que podríamos hacer juntos y espero que me deje hacerlo pronto.

Amber estaba acostada en mi cama, con una pierna estirada y la otra flexionada, traía puesto un overol de color negro, una remera manga larga de color blanco y estaba leyendo.

¿Estás leyendo sin mi? Que feo, Amber

—¿Entraste por la ventana o eres un ninja?— pregunté, llamando su atención.

Ella quitó el libro de su cara y me miró con una sonrisa, se veía radiante, nadie se atrevería a decir que ella tiene alguna preocupación que la atormente.
Cuanto pueden confundir las apariencias ¿eh?

—Ambas—dejó el libro a un lado y cruzó sus brazos sobre su pecho.
—En realidad me abrió tu abuelo—dijo mientras me miraba muy fijamente.

Me dirigí a la cómoda para sacar ropa, tomé unos bóxer, un jogging y una sudadera, yo no me preocupo tanto por mi aspecto, pero tampoco oigo quejas del mismo.

—¿Como has estado? Hace mucho no nos veíamos— comentó aún acostada.
Sarcásticamente obvio, pues nos vimos ayer en el instituto. Pero hoy es sábado y pretendo pasar en casa todo el día.

Pero me gustan estos juegos con ella.

—Oh, Dios, he estado tan triste, quedarme sin tu belleza un día me hace mal, tan mal, bebé- respondí sarcásticamente, mientras oía su risa.
Me iba a sacar la toalla cuando ella chilló.

—Espera que me cubra estos ojitos que Diosito me ha dado— se cubrió con el libro.
Claro, la niña inocente jamás ha visto a un chico desnudo.
Me quite la toalla y tomé el bóxer, iba por la mitad cuando ella preguntó:

—¿Ya está?

Sonreí

—Sip.

Cuando ella se quitó el libro me vio el culo y chilló mientras volvía a poner el libro sobre sus ojos muerta de risa.

—Maldita sea, Alex, ahora que te ví el culo no podré parar de pensar en eso— dijo riéndose.

Esa risa no es nada parecida a la del parque, en serio lo hizo para molestarme, porque la verdad es que su risa es fantástica.

—Lo ibas a ver tarde o temprano—bromeé.

—Ya vístete, pervertido- me tiró un almohadón.

No pude evitar reírme mientras la miraba, su sonrisa se propaga hasta sus ojos los cuales brillan y aunque quiera negarlo, verla sonreír es una experiencia maravillosa que muy pocos suertudos han de poder disfrutar.

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora