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Narra Alex: Siento que no puedo abrir los ojos, estoy algo perdido, no tengo mucha noción del tiempo, solo se que ví el anochecer y el amanecer, así que no tengo ni idea de qué hora puede ser.
Escuchaba voces que venían desde abajo pero no pensaba levantarme, realmente me siento pesado y pegado a la cama.
Ha sido una noche de mierda, me he movido mucho, he tenido sueños extraños, he dormido poco y estoy seguro de que tenía algo que hacer, pero no recuerdo que.

—Salga de mi camino, señor, no le conviene molestarme- oí la voz que tanta paz me da.
¿Qué está pasando? Tengo que levantarme, pero estoy tan cómodo aquí.

—Pero niña, que no tengo idea de quién eres- dijo mi papá.

—Soy la novia de Alex, no moleste- la puerta de mi habitación se abrió a la vez que yo me sentaba al borde de la cama.
Amber entró cuál tornado, se veía preocupada, también parecía que había venido como se levantó, despeinada y en pijamas, me gusta.
Cuando me vió soltó un suspiro y camino hacia mí rápidamente.

—Mi amor- dijo mientras me rodeaba en un cálido abrazo.
¿Me dijo mi amor? Ella lo no lo suele hacer, eso quiere decir que realmente me extrañó.
El abrazo tuvo un efecto no deseado en mi, ya que apenas envolví mis brazos en su cintura, empecé a llorar como un bebé, con el rostro pegado a su vientre regordete.

—Está bien, marinero, esto es difícil para ti, lo entiendo- besó mi cabello.
A estas alturas se que ella lo sabe todo, seguramente Max o Leo le contaron sobre mi madre.

—Ella se fue- solloce aferrándome aún más a ella.

—Fue por su bien, Alex, ella no te abandonó- dijo Amber despertando mis alarmas. Ella sabía lo que yo sentía, en cambio yo, no lo había pensado de esa forma y tiene todo el sentido, ese era mi miedo, que ella también me abandone.

—Yo debí haber sido más amable con ella, la traté mal- dije aún llorando mientras que Amber me acariciaba la espalda con sus pequeñas manos.
La necesitaba conmigo, realmente lo hacía, pero no quería darle lástima, ni molestarla con mis asuntos.
Ella se separó de mí, se arrodilló y tomó mis rostro en sus manos.

—Nada de esto es culpa tuya, mi amor, tu no puedes resolver todo y eso está bien, así que no te culpes, por favor- acarició mi cabello y después se paró para volver a abrazarme, solo que esta vez yo también me puse de pie. Recién ahora veo que mi padre está parado en la puerta, observando la escena como si fuera una telenovela. Abracé a Amber más fuerte mientras lo miraba con recelo.

—¿Te has bañado?- preguntó Amber besando mi cuello.
Hace tres días que estoy postrado en la cama, ni siquiera recuerdo cómo se sentía el agua sobre mi cuerpo.
Negué con la cabeza y Amber me sonrió, ella me entiende, seguramente ha pasado por esto antes.

—Bueno, ahora la harás, es miércoles y tienes cita con Octavio- dijo ella tomando mi mano y arrastrándome al baño.
La cita con el psiquiatra, ni siquiera me acordaba que tenía uno, si no fuera por Amber estaría perdido.

—¿Van a querer algo de comer? Les puedo hacer unos panqueques para llevar- dijo papá en uno de sus intentos de ser amable.

—Sí, tengo un hambre del infierno- respondió Amber antes que yo y después nos metió al baño.
—Mira, Alex, escucha una cosa, no debes dejar de contarme tus problemas, soy tu novia y estoy aquí para apoyarte- dijo Amber tomando mis mejillas.

—Lo se, lo siento- susurré apoyando mi frente en la suya.

—A la ducha, vamos- dijo con una sonrisa.
Ella realmente hablaba en serio cuando dijo que no se espantaría por nada.
[...]
Amber se puso algo de mi ropa para ir al psiquiatra, ella también tiene cita, en la consulta de al lado. Me alegra saber que si quiero salir corriendo ella estará cerca.

—Vamos, marinero- dijo Amber tomando mi mano, pero yo la rodeé por los hombros y besé su cabello mientras caminabamos. Realmente me hacía falta esa ducha, ahora me siento mucho más fresco y despierto.
Entramos a la consulta y nos estaban llamando a ambos, así que nos despedimos con un beso y fuimos cada uno con nuestro psiquiatra.

—Buenas, Alex, bienvenido otra vez- dijo Octavio dándome paso.

—Gracias, buenas tardes- dije sentandome en el piso, como siempre lo hago, mientras que Octavio se sentaba en el sofá, como de costumbre.

—Okey, Alex ¿Qué quieres hablar hoy?- preguntó el con amabilidad.
Estuve pensando todo el viaje hasta aquí si hablar o no sobre mi madre, la verdad es que necesito hacerlo, no puedo evitar el tema para siempre.

—Mi mamá se internó en una clínica de alcohólicos para rehabilitarse- dije mirando al techo, me gustaría ponerle estrellas, de esas que brillan en la oscuridad, cuando era niño mi cuarto estaba repleto de esas, me gustaría volver a ser ese niño.

—Eso está bien, ella lo necesitaba y eso mejorará las cosas, tanto para ella como para ti ¿No lo crees?- Octavio me miraba con atención.

—Sí, lo sé, pero me pone muy nervioso el hecho de que esté incomunicada y que no podré verla cuando quiera- admití.

—Pero eso no será para siempre, Alex, además siempre puedes llamar al centro para saber cómo está ella.

—Lo sé, pero siempre he tenido el instinto de cuidar de mi mamá, pero ahora estoy con las manos atadas y siento que es mi culpa que ella no haya podido superar su alcoholismo sin ir a ninguna clínica- dije jugando con mis dedos.
Mi madre nunca fue muy despierta con respecto a su vida personal, en los negocios ella era una genia total, pero no veía lo que pasaba en casa, no se dió cuenta que papá se fue apoderando de su mente hasta que ella dejó de razonar por si misma, así que lo primero que hice fue empezar a resolver todo por ella y eso me afectó, porque ahora que no puedo arreglarlo me siento culpable, aunque se que no lo soy.
[...]
Cuando la consulta terminó, Amber estaba esperando, sentada en el sofá, con sus audífonos puestos y leyendo un libro. Ella siempre se ve tan madura, responsable y seria, cualquiera quedaría encantado por ella.
Su cabello ya lo llegaba a los hombros, estaba un poco bronceada, ella se veía hasta más madura y me sorprende que eso sea posible.

Caminé hacia ella y la abracé por la espalda, ella se sorprendió por un momento, pero en seguida estiró sus brazos para rodear mis hombros.

—¿Cómo te fue?- preguntó parándose del asiento, noté que había llorado un poco, quizás por los temas que tocó en su consulta.

—Bien ¿Y a ti?- pregunté acariciando su mejilla.

—Bien, me puse un poco sensible, pero nada muy extravagante- sonrió tomando mi mano mientras salíamos de la consulta.
—Dame las llaves del auto- dijo extendiendo su mano.

—Es injusto, tu manejaste hasta aquí- respondí mientras sacaba las llaves del auto de mi bolsillo.

—Sí, porque he dormido bien y tú no, se responsable- dijo burlona mientras se apoyaba en el techo del auto del lado del piloto.
Es un maldito buen punto.
Deslicé las llaves por el techo y ella las tomó.

—¿Necesitas algo más?- pregunté sarcástico.
Ella me miró con una sonrisa de boca cerrada y con mucha ternura, pero a la vez triste.

—Te necesito a ti, Alex.

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora