Amber estaba acostada frente a mí, con su cabeza apoyada en sus brazos, mirándome sin decir absolutamente nada, casi como si me estuviese dejando adivinar las cosas que pasaban por su cabeza, pero yo jamás sería capaz de imaginarme cuanta maravilla hay ahí dentro.
Mis dedos acariciaban la forma de uno de sus tatuajes en su brazo, donde tiene unas rosas, de tinta negra y puedo decir que es uno de mis favoritos, pues ella siempre solía dibujar rosas en su cuaderno cuando estábamos en la escuela.
—Mi madre enloqueció cuando vio mi primer tatuaje—susurró con voz ronca, está muerta de sueño.
Pobrecita.—¿Cuál fue el primero?—pregunté quitando el pelo de su cara y poniéndolo detrás de su oreja.
Ella estiró una de sus manos y bajó un poco sus bragas, para mostrarme una pequeña flor de loto, justo en su costado.
—¿Cuando te lo hiciste?—pregunté, incapaz de aguantar mis ganas de acariciar el tatuaje.
—Cuando tenía trece—respondió acariciando mi mano, que ahora descansaba sobre su tatuaje.
Acaricié su muslo y luego subí por su pancita, ha subido un poco de peso y se le formaba un tierno rollito.
Ella tiene los ojos entrecerrados, mientras me sonrie, parece como si aún siguiera algo ebria.—¿Quieres dormir? Compré unas mantas nuevas— le conté, viendo como ella entrelazaba nuestras manos.
¿Le diré algún día que ella es la primera chica que toma mi mano?—La verdad es que me gustaría tomar un baño—susurró acercándose a mí para luego acurrucarse en mis brazos.
La recibí sin queja alguna, rodeando su cuerpo con mis brazos, pensando en si lo estaba haciendo bien o si siquiera se supone que se haga así, pero ella parece sentirse bien y eso es suficiente.
—Puedes tomar uno aquí, si quieres—acaricié su cabello.
Trato de recordar algún momento en mi vida en el que haya estado cuchariando con alguna chica, pero simplemente no tengo recuerdos, Amber es la primera.
Recuerdo que entraba en pánico cuando alguna chica quería tomar mi mano luego de "divertirnos" un rato, o cuando terminamos de tener sexo, apenas la chica se dormía yo salía corriendo, tenía terror de que me abrace para dormir o algo por el estilo.
En cambio acá estoy, con Amber entre mis brazos, mientras me pregunta que si quiero tomar una ducha con ella.—¿Te quieres bañar conmigo? Que pilla que resultaste—bromeé, besando su cuello.
—Es una cuestión ambientalista, para ahorrar agua, ya sabes— sonrió sin ocultar su picardía.
—Lo que usted mande, señora—respondí levantándome del sofá junto a ella.
Voy caminando detrás de Amber solo para admirar sus nalgas, redondas y bien formadas, ella remarcó que tenía celulitis y si ella no lo hubiese dicho yo no le hubiese prestado atención.
Pero celulitis o no, tiene un culo digno de un museo.Una vez en el baño, Amber se fijó si había toallas suficientes para los dos y sí, sí que hay, me dediqué un día entero a comprar cosas por el estilo, se supone que la cama llega la semana que viene.
—¿De dónde sacas tanto dinero? ¿Trabajas?— preguntó Amber intentando abrir la ducha —¿Cómo rayos se abre esto?—preguntó mirando la llave con curiosidad y frustración.
—Soy un niño mimado, Amber, tengo dinero en el banco desde que nací— le respondí abriendo la ducha para ella –¿Por qué te dicen Ber?—pregunté, cambiando de tema y a la vez, viendo cómo se sacaba la ropa interior. Me encanta que tenga confianza conmigo ahora, aunque aún no sé cómo me gané esa confianza.
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Amber (|) [editando]
Teen FictionAmber y Alex se conocen desde que tenían doce años, pero por cuestiones de la vida, dejaron de ser amigos, hasta que una noche de viernes coinciden en una fiesta donde ambos se verán involucrados en un estúpido y nocivo juego que pronto dará sus con...