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Narra Amber: Cuando escuché la puerta del departamento cerrarse me relaje un poco, soltando un largo suspiro mientras trataba de pararme firme, o sino me caería al soportar el peso de Alex.
Aunque la calma me duró dos minutos, ya que tengo que cuidar a Alex, debería bañarlo, para que reaccione un poco.

—Oh, Amber, mira que linda estás— Alex sonrió, acariciando mi cara con toda la palma de su mano.

Por la abertura de sus dedos, podía ver que me sonreía, pero con lágrimas en sus ojos, lo que lo hacía ver aún más vulnerable y quise abrazarlo, pero debía ponerme seria o la situación se iba a descarrilar.

—Lo que sea, Alex, vamos, te daré una ducha— le dije arrastrándolo al baño.

No se si es que nunca me había dado cuenta de esto antes o Alex realmente es pesado, supongo que es de tanta masa muscular, en especial ahora, que parece haberla incrementado.

—¿Qué haremos hoy? ¿Tendremos sexo y te irás? ¿O solo me vas a bañar?— preguntó con una sonrisa, mientras se apoyaba en mi, rodeando mis hombros y poniendo su cara cerca de la mía.
Está muy cerca, voy a perder la cabeza y no podemos tener sexo ahora, el no está cien por ciento en sus cabales, está ebrio.
¿Que clase de consentimiento nos podríamos dar?
Ninguno.

—Por ahora solo te voy a bañar— le informe, tratando de sacar su camiseta, pero el no me dejo, todo lo contrario, me tomó por la cintura y me sentó en la pileta.

—Yo no me quiero bañar—me susurró con seriedad.

¿Qué mierda?
Estaba medio muerto hace dos segundos.
Alex levantó mi falda, exponiendo mis piernas, esparciendo caricias por las mismas, hasta que llegó a mi entrepierna, haciéndome perder el control totalmente.

—Alex, necesito bañarte— insistí jadeando, ya que el no paraba de mover sus dedos sobre mis bragas.

No dire que esto no me gusta, porque es obvio que me encanta y que dejaría que Alex haga lo que quiera conmigo, pero no era el momento.

—¿Tengo que hacer esto para que te quedes?—preguntó seductor, susurrando en mi oído, antes de morder el lóbulo de mi oreja.
—¿Eh?— me acercó más a su cuerpo, así que me agarré fuerte de sus hombros.

—Alex, por favor, no tienes que...—el me interrumpió

—Solo te quedas durante el sexo, supongo que tenerte así es mejor que nada— movió sus dedos, mirándome a los ojos.

Gemí, abriendo mis piernas, tentada por el placer de los que él me estaba ofreciendo, pero pensé en que si la situación fuese al revés, él no dudaría en detenerme como lo ha hecho en varias ocasiones y no sería yo quien se aproveche de él.
Necesito concentración.

Cerré las piernas atrapando la mano de Alex entre ellas y lo miré sería, tomándolo por sopresa.

—Ya, Alex, a bañarte— lo alejé y después me bajé de la pileta.

Me dirigí a la ducha, para abrirla y mientras el agua se calentaba, me encargué de Alex, pero él pareció perder la fuerza de hace unos momentos y ahora parecía una gelatina que luchaba por mantenerse de pie.

—Alex, colabora— le pedí, sacándole la camiseta, después le saqué los zapatos y desprendí su pantalón, para deslizarlo por sus piernas. Alex perdió el equilibrio y casi se cae, pero se agarró de la pileta y yo lo abracé fuerte, evitando que se caiga, pues sabía que si solo lo tomaba de la mano el se resbalaría y se podría haber dado la cabeza contra la mampara.

—Estoy bien— Alex soltó una risita, tomándome por las mejillas para hacerme levantar la vista.
Él me sonrió como una vez lo hizo aquel niño travieso y se inclinó para acariciar su nariz con la mía, tan inocente aún dentro de todo nuestro infierno.
—Quédate para siempre, por favor— volvió a acariciar mi nariz con la suya.

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora