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Amber me convenció para cambiarme de ropa y como si ya lo hubiese tenido planeado, me prestó ropa suya, pero no logro imaginarla usando esto, es tan...grande, ósea, la camisa me queda algo grande a mi, a ella le debe de quedar algo como un vestido.

Volví a su habitación prendiendo los botones de la camisa negra que Amber me había dado, traía eso y un jogging del mismo color. No sabía si había un atuendo específico para la fiesta que harán, pero de igual forma me siento cómodo con esto.

—¿Estoy bien?— pregunté algo sarcástico, aunque es solo por molestar un poco a Amber, ya que me gusta como estoy vestido.

Entonces levanté la vista y no pude evitar quedarme mirando a Amber, quizá demasiado fijo a su gusto, pero es que realmente está preciosa.

—Siempre estás bien, Alex— dijo, calzándose sus zapatos negros.
Traía puesta una falda negra y una camiseta de manga larga con los hombros descubiertos del mismo color y al ser la falda tan ajusta, te permitía admirar su figura e incluso me vi tentado a tomarla de la mano para hacerla dar una vuelta, quería admirarla de todos los ángulos posibles.

—Amber, estás preciosa— susurré admirando sus piernas, después subí mi mirada, hasta llegar hasta sus pechos, que resaltaban un poco y terminé en sus ojos.

Obviamente note algo de color en sus mejillas, sigue sin acostumbrarse a mi mirada, pero espero que lo haga pronto.

—No me mires así, me pones nerviosa— me dijo, mordiendo su labio.

Me acerque a ella, la tomé por la cintura y la besé, tratando de hacerlo de una forma suave, no quería que piense que solo se ser brusco.
Siento melancolía cuando sus labios responden mi beso, siento culpa, el lío del dinero con Marco viene a mi cabeza y a pesar de que me liberé de este, se que le tengo que contar en algún momento, ¿pero qué hará ella? ¿Me perdonará? ¿Me va a dejar explicar que todos mis sentimientos que estuvieron ocultos estos años salieron de su cueva? ¿Me pateara el culo? ¿Me echará? Me aterra imaginar que no me va a querer cerca nunca más, porque yo la quiero cerca, cuanto más cerca mejor.
Cuánto más cercana mucho más inalcanzable.

—¿Qué te contestaron los chicos?—preguntó Amber, acariciando mi cabello.

—Max dijo que Keila ya lo había invitado y Leo me dijo que si había comida el estaba— le respondí, acariciando su nariz con la mía.

Me sorprendió cuando Amber me dijo que invitara a Max y a Leo, a Max no tanto, pero no creí que Leo le iba a caer bien, además de que no creí que ella fuese a recordar su existencia, pero igual aprecio que él venga ya que estamos empezando a ser amigos entre los tres y por primera vez en mucho tiempo, se siente real.

—Okey— sonrió devolviendome el gesto y nos quedamos unos segundos jugando con nuestras narices, hasta que ella atrapó mis labios con los suyos.
¿Cómo imagino una vida sin sus labios ahora que son parte de mi día a día?
Perdóname, Amber, por favor.

Amber abrazó mis hombros, se separó de mí y sonrió, mostrando su gloriosa sonrisa, sus dientes parejos a causa de sus brackets y ese brillo de sus ojos que me desarma. Probablemente sea egoísta de mi parte, pero desearía no contarle nunca con tal de no perder esta mirada.

Amber miró sobre mi hombro y sonrió, así que miré hacia atrás para ver a su perro entrando a la habitación.

—Hola, bebé– Amber se tiró al piso y el se acostó, quedando cuál alfombra y Amber lo acarició. Es el perro más lindo que yo he visto en mi vida ¿Pero como llegó aquí?

—Papá, no he visto a mi hija en meses, ahora me entero que se le da por desaparecer y nadie me lo dice... me tienes que avisar—la voz del papá de Amber se escuchó por el pasillo.

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora