Amber realmente maneja rápido y yo no voy a mentir, me encanta, si me lo hubiera dicho antes yo también lo hubiese hecho, pues a mí también me gusta andar así. Pero con respecto a Amber manejando, vaya sorpresa, es ágil, sabe cómo manejar el auto a la perfección y al parecer le gusta mucho, sin mencionar lo sexy que se ve al volante y estando tan segura de ella misma.
—Ya casi llegamos—dijo dando la vuelta en una esquina.
—¿Y a donde me estás llevando? ¿Me vas a tirar de un barranco?—pregunté con una sonrisa.
—Mira, hiciste una rima, que poeta- dijo burlona.
Me ponía nervioso no tener idea de a donde estoy yendo, más porque Amber parece ver eso para bromear y sí, en cierto punto es gracioso, pero me da ansiedad y no quiero empezar a comerme las uñas.
—Jaja, ya dime a dónde vamos- insistí serio.
—Es uno de los tantos lugares a los que voy cuando me tomo mis "retiros espirituales" - hizo comillas con sus dedos mientras me hacía referencia.
—Ah sí, vaya susto que me diste la otra vez, creí que te había pasado algo- respondí cambiando de canción, sonó una de las favoritas de Amber, a ella le encanta, a mí no mucho la verdad, no es mi estilo.
—Siempre que escucho esa canción me siento la persona más sexy del planeta- susurró mientras giraba el volante. Tal vez ahora me guste más y si me doy un poco de maña busco la letra en español.
Ella estacionó frente a una casa enorme, tenía tres pisos y se veía algo vieja, de ladrillos algo desgastados, pero creo que era parte de la decoración.—Prometo que si no la pasas bien te pago la gasolina que gastamos en venir y en irnos—dijo Amber antes de bajarse del auto. Hice lo mismo que ella y la alcancé para tomar su mano.
¿Quién vive aquí y por qué ella viene aquí cuando está triste?
Cruzamos la calle hasta llegar al portón, ella lo abrió y tiró de mi mano para que la siga.
No tardé mucho en escuchar algunas guitarras y algunas voces, lo que me hacía buscar con la mirada de donde venía la melodía.—Hola, familia- dijo Amber asomando la cabeza por la puerta. Le di un vistazo al lugar y había un par de personas...10 quizás. Algunos tenían guitarras y otros estaban parados con algunas hojas en su mano.
—¡Miren quién está aquí!- dijo un señor algo veterano mientras se acercaba a Amber con los brazos abiertos. Ella soltó mi mano y abrazo al señor con un cariño infinito, lo que me hacía cuestionarme hace cuanto tiempo Amber viene aquí, pues se ve obvio que todos están muy felices de verla.
—Hola, José—dijo Amber acariciandole la espalda.
—¡Ber!- un montón de chicos se acercaron a ella y le saltaron arriba para abrazarla.
—Hola, hola- dijo ella feliz. Está feliz, al cien por ciento, no lo puedo creer.
Es tan diferente verla ahora a verla en otro ambiente, se ve que aquí siente que pertenece y me encanta saber que tiene un lugar seguro.
No me sorprende que se esconda aquí.—Bueno, bueno, déjenla respirar—un chico de nuestra edad se acercó.
—Gracias, Tony, ellos no me dejarían hablar—Amber se acercó a mí y tomó mi mano —El es Alex, mi...- mi miró con duda —El es mi amigo y lo traje a pesar un buen rato, así que no me lo espanten- dijo burlona mientras apretaba mi mano.
—Hola- dije obviamente sin saber que hace.
—Pues has llegado al lugar correcto y has elegido a la correcta- dijo José mientras sonreía dándonos un vaso a cada uno.
No sabría que contestar a eso, pues Amber quizá si sea la correcta, pero yo no lo soy, así que atino a usar mi mecanismo de defensa, que es comportarme como un adolescente estúpido, creído y presumido.
—Parece que sí- dije con una sonrisa mientras miraba a Amber y tomaba un trago de lo que me dió, no se que sea, pero sabe bien.
—Le voy a dar una vuelta por la casa- dijo Amber, tomando mi mano.
—¡No te lo vayas a comer!- gritó alguien desde algún sitio.
—¡El canibalismo no es lo mío!- respondió ella mientras empezábamos a subir las escaleras.
Llegamos al segundo piso y Amber sonrió. Se ve emocionada en este lugar, se ve contenta, le brillan los ojos de emoción, se ve tan llena de vida.
—Esta casa es una casa de artistas—empezó a explicar —Todos hacen algo, los chicos de abajo, tocan flamenco, aquí hay un pequeño cuarto que usan para el baile, también hacen diferentes tipos de música, hay un pequeño estudio de grabación por aquí- abrió una puerta y me dejó ver el sitio. No quiero ni imaginar lo que debe haber costado esta casa y este estudio.
—¿Y tú qué cantas?—pregunté tomando otro trago de mi vaso.
—Un poco de todo— me respondió con una sonrisa.
—Vamos a mí habitación- dijo ella cerrado la puerta del lugar y tirando de mi.
¿Mi habitación? ¿Tiene una habitación aquí?Subimos al último piso y recorrimos un gran pasillo, me guió hasta el final para después abrir la última puerta. Entramos al cuarto y me tomé el tiempo de verlo con detalles. Color blanco, muebles de madera blanca, algo desgastada, cortinas de color claro también. La cama es de dos plazas y está ubicada con la cabecera justo debajo de la ventana que era enorme y dejaba entrar mucha luz, que le daba un aspecto angelical al lugar, era muy pacifico solo de mirar.
Ya entiendo porque viene aquí para distraerse.—¿Y?- preguntó a la expectativa.
—Te gusta mucho la música, veo- dije recorriendo el cuarto. Tenía unos portarretratos, tomé uno en mis manos para ver una foto de ella pero más pequeña, con su perro Golden.
Carlos.
Ella me dijo que se llama Carlos.—El arte en general- dijo con una sonrisa.
Sí, eso lo puedo ver.
No me sorprende que haya buscado formas diferentes de expresarse, pues con respecto a hablar siempre estuvo muy reprimida, pero en su arte, su música, sus pinturas, nadie podría detenerla, supongo que esa fue su forma de sanar.—Ber,mi amor- una chica entró al cuarto sin avisar y abrazó a Amber con mucho cariño.
Siempre creí que Amber era una persona de pocos amigos y que no era muy buena para conocer gente nueva, pero aquí estoy, en este caserón, lleno de artistas que son amigos de Amber, o Ber, aunque a mi me gusta más su nombre completo.—Hola, Eli ¿Cómo estás?—preguntó Amber separándose de ella para poder enfrentarla.
—Pues, buscándote, preciosa, vamos, estamos bailando ahí en el patio, nos faltas tu, nuestra mejor bailarina- dijo la tal Eli ignorandome.
Tal vez solo es despistada.—Oh, claro, vamos- Amber me miró —Vamos, Alex- me hizo una señal con la cabeza y yo solo me acerque.
—Oh, hola, no te había visto,bme dijeron que Amber trajo a alguien...que suerte, creí que acabaría sola- dijo saludandome con un beso en la mejilla.
Qué cariñosa que es esta gente.Bajamos siguiéndole el paso a Eli y créanme, no es un paso lento, es rápido...demasiado.
Salimos al hermoso patio, tenía flores de todo tipo, pasto verde y una maldita piscina.
¿Quién es el dueño de este lugar?—Voy a bailar con ellas, disfruta- Amber susurró en mi oído antes de darme un beso en la mejilla.
Se empezó a quitar sus abrigos hasta que quedó en jean y una camiseta de tirantes que se ajustaba muy bien a su cuerpo, mostrando de forma muy sugerente la curva de sus pechos.
Te vas a enfermar, pequeñita.La música empezó a sonar y mis ojos se enfocaron en Amber. Ella tiene ritmo, sabe que hacer y cuando, sus caderas tienen flexibilidad, la forma en la que se mueve es maravillosa.
Mis ojos se encontraron con los suyos y ella sonrió. Se movía seductora, estiró sus brazos causando que se le viera el ombligo, el piercing de la otra vez ya no estaba más, su ombligo es precioso. Todo en ella es precioso. Pero lo más precioso es que ella, está bailando para mí y me pone de una manera que nadie me había puesto antes... dejo el beneficio de la duda al no definir si eso era bueno o malo.
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Amber (|) [editando]
Teen FictionAmber y Alex se conocen desde que tenían doce años, pero por cuestiones de la vida, dejaron de ser amigos, hasta que una noche de viernes coinciden en una fiesta donde ambos se verán involucrados en un estúpido y nocivo juego que pronto dará sus con...