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Para cuándo nos fuimos del caserón ya estaba oscuro, pero no era tarde, eran las siete de la tarde.
Amber me dejó manejar a mí está vez. Ella iba sentada en el asiento de copiloto, mientras la melodía de "Culpables" de airbag sonaba. Noté que se había quedado dormida, así que solo bajé un poco el volumen, pues no la quería molestar, hace un rato me demostró que estaba bastante cansada y por eso fue mi idea volver ya a nuestras casa.
Esta faceta de Amber que ví hoy me ha gustado, se veía libre, espontánea, despreocupada. Es raro verla tranquila, ella siempre está al cien y a veces eso es malo, pero Amber parece saber manejarlo.
Quedó tan cansada que se ha dormido.
Tal vez debería llevarla a mi casa, así no tendría que despertarla, solo cargarla y acostarla en mi cama, podríamos dormir juntos y mañana podíamos ir juntos al instituto.

No puedes llevarla a tu casa cada vez que pierda la conciencia.

Es cierto, no puedo, ni debo, ya me la he robado durante mucho tiempo estas semanas.
Amber iba dormida y las calles estaban desiertas, así que no dude en saltarme un par de semaforos para llegar más rápido.

Cuando llegamos a la puerta de la casa de Amber me encontré a mí mismo sin querer despertarla. Me la quería llevar a mi casa.

—Amber—dije con suavidad. No creo que a alguien le guste que lo despierten de manera brusca. Ella se acomodó en su lugar y sonreí
Llévatela.

No,!no se puede, no puedes involucrarte así, ella no va a durar, mejor solo has tu trabajo.

Pero si ya estoy involucrado.

Que no quiera alejarme de ella demuestra lo involucrado que estoy, que quiera llevarla conmigo para que podamos dormir abrazados toda la noche demuestra de que ya estoy del todo perdido.

Aún no lo suficiente,estás a salvo de ella.

—Amber—apoyé mi mano en su muslo y acaricié de arriba a abajo.

—¿Qué sucede?—susurró aún con sus ojos cerrados y sus brazos cruzados sobre su pecho.

—Ya hemos llegado a tu casa—respondí, molesto por haberme rendido ante mis pensamientos.

Ella abrió sus grandes ojos y me miró, sus ojos marrones parecen negros, Amber sonrió sin mostrar los dientes y me contuve de demostrar la ternura que me daba.

—¿La pasaste bien? ¿O fue aburrido?—preguntó mientras se acomodaba el cabello. Sus nuevos rulos rebeldes se caían sobre su cara, enmarcándola mientras yo sentía unas ganas casi incontrolables de estirar mi mano y pellizcarle la mejilla.

—Em, la verdad si me divertí y me gustaría que me hicieras uno de esos bailes en privado- dije mitad en broma y mitad en serio.
No me molestaría para nada ver Amber bailando como hoy para mí.

-Que pervertido que eres- estiró su manos para despeinarme. Yo levanté mi mano y hice el gesto de "un poquito" con mis dedos

—Estas muy hermosa hoy, creo que no me quiero ir—dije moviendo mi mano sobre su muslo. Ella sonrió con picardía, lo que me hacía creer que quizá ella tampoco quería que me fuera.

—No te he mostrado nada aún y te quieres quedar, cuando te muestre todo ya no vas a poder separarte de mi en lo absoluto—se acercó para dejar un corto beso sobre mis labios.
Ahí está de nuevo su actitud de sirena mala, esa mirada en sus ojos, totalmente provocadora, la forma en que sus hombros se ponen rectos y su sonrisa se ensancha. La seguridad que florece de sus poros de vez en cuando.
¿Qué ocultas, Amber?
¿Por qué no iría a poder separarme de ti? ¿Sabes algo que yo no sé?

—Gracias por hoy, nos vemos mañana—se bajó del auto luego de darme otro beso, que fue demasiado efímero en mi opinión.
Ya bien, la tuve que dejar ir hoy. Pero me hubiese encantado que durmiera en mi cama.
[...]
Era de tarde, las dos de la tarde para ser más precisos. Hoy, la vaga a la que se supone que tengo que enamorar ha decidido venir ella a mí casa. Qué suerte, hoy me ahorré un viaje.
Estábamos subiendo a mí habitación cuando Amber me frenó antes de entrar.

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora