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Narra Amber: Una semana...

Una semana de ese beso robado, el beso que me desestabilizó por completo y si Dylan no hubiese salido de la dirección, hubiese salido corriendo atrás de Alex y hubiésemos terminado haciendo sabe Dios que.
Le hice el favor de su vida a Alex, pues le tuve que decir a la directora que su mamá tuvo que ir corriendo al hospital por una apendicitis y que Alex fue a verla, todo para que no lo suspendan por irse.

Me sentí una estúpida y a la vez me dio algo de gracia haber mentido por el, pero es que no quería que se meta en más problemas, ya esta teniendo suficiente.

Aquí estoy ahora, mirando fijo a mi celular, ya que estoy buscando ideas para redecorar mi habitación y se que va a haber problemas cuando diga que quiero poner un espejo, pero no importa, no puedo temerle a mi reflejo para siempre y además necesito que ese cuarto se vuelva un lugar seguro, con claridad, un lugar donde yo pueda descansar sin miedo a los monstruos que se esconden bajo mi cama.

El timbre sonó, así que deje mi tazón de cereales a un lado, me levanté del sofá y grité:

—¡Ya voy!

Mamá, Dylan y Colton están en casa, pero papá salió a entregar unos planos y espero que no demore, porque quiero que me ayude con matemáticas.
Alex solía hacer eso.
Estaría mintiendo cruelmente si dijera que estoy bien o que estoy decidida a alejarme de él, porque la verdad es que no puedo evitar verlo en mis recuerdos con cada canción que escucho, cada cosa que escribo o cada cosa que pinto, él esta en todo y odio que él se haya convertido en mi fuente de inspiración, pero es que me ha bombardeando con un montón de sentimientos nuevos que no se como expresar, pero ahora mis pinturas ya no se ven oscuras o tétricas, más bien comienzan a tener color...

Abrí la puerta para encontrarme con un cartero y me sorprendí un poco, ya que eso de mandar cartas es algo medio antiguo, pero al final del día sigue existiendo.

—Buenas tardes— dije con amabilidad.

El muchacho obviamente cansado, se fijó en su celular algo y luego volvió a levantar la vista con una sonrisa amable.

—Hola, entrega para Amber Elisa...—lo interrumpí antes de que diga mi apellido, no creo que haya otra Amber Elisa en la cuadra.

—That's me— sonreí tomado la caja, forrada con un papel de marfil desgastado, que le daba cierto aire antiguo, lo que me llamó un poco la atención, ya que parecía tener bastante detalle.

Pero mierda, está pesada.

—Okey, necesitaré su firma aquí— me dió un pequeño aparato electrónico y un lápiz para escribir en el.
Tecnología de la nueva era, diría papá.

Firmé, me despedí del amable joven y me dirigí a la cocina con la caja en mis manos, buscando un lugar donde apoyar el peso en un lugar más seguro que mis manos.

—¿Quién era?—preguntó mamá, entrando a la cocina.

Mi madre siempre ha sido muy suya, muy independiente y siempre ha sabido estar bien sola, pero nadie se atrevería a negar lo mucho que papá le suma, ya que ahora sus mejillas están teñidas de rosado, su sonrisa brilla más y al menos ahora la escucho reír un par de veces al día.
¿Cuánto durará esta vez?

—Me trajeron un paquete— respondí, tomando la nota que estaba pegada a la caja, aunque se ve bastante larga para ser una nota.

—Oh, léelo, a ver quién fue— dijo mamá acomodando su trasero en la silla.
Maldita y hermosa curiosa.

Abrí el pequeño sobre, dándome cuenta de que la hoja estaba doblada, así que la extendí, notando la estructura de una carta y me tome el tiempo de apreciar el detalle de la hoja, ya que parecía algo desgastada, como la página de un libro viejo y note que estaba escrita a puño y letra, nada de carta electrónica y no demore mucho en leerla voz alta.

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora