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Arranque mi auto muy en contra de mi voluntad, tratando de alejarme de Amber, no porque fuese mi deseo, pero me sentía pésimo. Aún así, siento que Amber hizo esto es el momento correcto, siento que ella o cualquiera necesitaba decirme algunas verdades, pues realmente me empeñé mucho en traer a mi madre en la realidad que no vi que yo también estaba viviendo en una fantasía.
Estaba enojado conmigo mismo por haber hecho a Amber enojar y llorar, pero ella no me deja disculparme.

Llegué al bloque pero me quedé estacionado en frente, pensando realmente en que carajos estaba haciendo. Estaba dejando que todo se me vaya de las manos, me estaba rindiendo demasiado fácil.
¿Así planeas mantener a Amber?
Me estaba convirtiendo en un cobarde que escapaba ante el primer conflicto y lo peor es que sentía tanta culpa con Amber que hacía todo lo que diga, pero debo enfrentarlo.
¿Qué estoy haciendo? Por esto mismo no quería dejar que Marco sepa que si estoy bien con ella, sabía que crearía conflicto.
¿Voy a dejar que el gane?
O no.

Arranqué el auto una vez más, para volver a la casa de Amber, decidido a llegar en tiempo récord, pues no podía darle la oportunidad a Amber para que sobre piense la situación y termine amargándose aún más, debo mostrarle que ella me importa más que Marco.
Hoy no vas a huir de mi, Amber, por supuesto que no lo harás.

Me bajé del auto y di un portazo al bajarme, quizá si tengo suerte ella lo escuchara.
La ventana de Amber da a la calle, así que la pude ver mientras estaba cerrando la ventana, casi como si se estuviese preparando para una siesta.

—Hey—la llamé.
Ella detuvo el proceso para cerrar la ventana y me miró. Pareció molesta por un segundo y luego se puso las manos en la cintura.
No puede hacerme esto, ella no puede desconocer tanto el poder que tiene.
Se ve tan sexy, maldición.

—¿Qué haces aquí?—preguntó con el ceño fruncido.

—Vine a hablar contigo, ábreme—pedí en el mismo tono.

Ella dejó escapar una risita y se llevó las manos al pecho con gracia, siendo bastante irónica y a así como me gustan los juegos tontos que solemos tener, esto también puede llegar a gustarme, pues me encanta cuando ella me desafía casi sin intentarlo.

—¿Ah sí? Estás equivocado, yo no quiero hablar contigo, mejor ve a hablar con tu amigo el de la vida difícil— reclamó, apoyándose en el marco de la ventana.
Demonios, ella en serio se ofendió por eso. No es para tanto.

—Puedo escalar con facilidad por tu ventana hasta tu habitación, te recomiendo que me abras— le advertí y voy en serio, me puse las manos en la cadera y la miré ceñudo.
Ella fácilmente podría llamar al 911 y se me terminaba el juego aquí mismo.
Por suerte no le llego la idea o hubiésemos terminado en una situación muy embarazosa.

—¿Ah sí? Mira tú, atlético y todo el niño— se burló, arrugando la nariz y cruzándose de brazos

Ella no quiere jugar a esto conmigo.

—¿Me estás retando? Muy bien, ahí voy— me iba a dirigir a su ventana pero ella me detuvo.

—¡No! está bien, ya te abro—levantó sus manos a modo de rendición y yo sonreí victorioso.

Caminé a la puerta mientras me ponía serio, pues debo seguir pareciendo enojado.
Cuando ella abrió la puerta, no dude un segundo y la cargué haciendo que sus piernas rodeen mi cintura. Noté a Dylan, noté a su novia y también a la señora Ann. Pero Dios sabe que ellos no me detendrán.
Caminé con rapidez hacía las escaleras y subí lo más rápido posible, siendo cuidadoso de que Amber esté bien sujetada a mi o se podría caer en plenas escaleras. La agilidad con la que lo hice me sorprendió hasta a mí mismo, pero lo que más me sorprendió fue como Amber reaccionó. Ella se aferró aún más, me besó aún más duro y hasta soltó un gemido en el camino, cosa que realmente me motivo a buscar un poco más.
Quería por ese sonido otra vez.
La puerta de su habitación estaba abierta, así que entré, cerré la puerta y apoyé la espalda de Amber en esta. Sus manos se movieron ágiles para ponerle el seguro y no pude evitar sonreír ante su picardía.

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora