Ella estaba asustada, tenía miedo de disfrútalo de más, no quería enamorarse de el. Ya había visto mucha gente venir y luego irse. Sabía que Alex iba a ser pasajero en su vida, así que debía hacer lo posible para mantenerse alejada de todo sentimiento.
Sin embargo, ahí estaba ella, en todo su esplendor, encima de él, respirando agitada, sintiéndose una diosa alimentando a un hombre hambriento.
Sabía que debía exprimir hasta la última gota de esto.Narra Alex: Amber movía sus manos con agilidad, llevándome una vez más hacia mi clímax, el cual fue fácil de alcanzar considerando lo motivado que estoy por ella.
Gruño sujetándome de cintura, colapsando por el orgasmo, a la vez que sonaba el despertador, advirtiéndonos de que ya era hora de levantarse, pero hicimos lo contrario.
Respiré agitado, mientras recibía a Amber en mis brazos, pues ella cayó sobre mi pecho, con la respiración tan agitada que parecía que ella también había tenido un orgasmo.
Podría acostumbrarme a despertar así.—Eres muy puntual— ella bromeó, aún agitada.
Quiero saber cuándo seré yo el que la haga tener un orgasmo a ella.
Dios, amo verla de esta forma, semidesnuda, agitada, con el pelo revuelto y las mejillas rojas.—Arriba, semental, hay que ir a adquirir cultura—ella se levantó luego de recuperar el aire.
Vi como ella sacaba unas toallas húmedas de su mesa de luz, las cuales uso para limpiarse las manos y luego las arrojó a su papelera.
Me levanté a regañadientes, tomé mi jean y me lo puse.—Te puedo prestar una camiseta limpia si quieres— respondió ella, revolviendo su armario.
—Eso estaría bien— respondí, prendiendo el botón de mi pantalón.
—Ten—me tiró una camiseta negra básica.
Tenemos gustos parecidos y ella tiene muchas camisetas negras.—¿Puedo usar el baño?—pregunté poniéndome la camiseta por encima de la cabeza.
—Por supuesto—respondió ella, sacando ropa del armario.
Caminé hacia la puerta de este y entré, que suertuda, tiene baño privado.
Tú también, ahora vives solo.
Algo anda mal, siento que algo falta aquí dentro, pero aún estoy algo dormido, así qué tal vez me cueste darme cuenta de que es.
Cuando termine, caminé a la pileta, me lave las manos y luego la cara, pero cuando levanté la vista, lo noté: No hay espejos.
La imagen de Amber guardando mi espejo vino a mi cabeza. Ella no usa espejos.
¿Por qué? Si yo fuera ella no pararía de admirarme a mí mismo y decirme lo lindo que soy.Salí del baño para ver qué ella ya estaba vestida, traía unos jeans negros, una camiseta del mismo color que se ajustaba a su cuerpo y también unas botas con un poco de plataforma, también negras.
Se ve extremadamente sexy.—Esa ropa se te ve espectacular—sonreí admirando su trasero y sintiendo necesidad de halagarla.
—Hoy me siento linda—respondió ella mientras seguía el proceso de sus trenzas boxeadoras.
El cabello recogido le queda hermoso.—¿Por qué no usas espejos?—pregunté poniéndome mis zapatos.
Ella se puso algo nerviosa y negó, dejándome en claro desde entonces que esa pregunta no encontraría respuestas, al menos no hoy.
—Mejor dejemos esa historia para otro día—dijo poniendo una goma elástica al final de su segundo trenza.
Parece que la pregunta le molestó. Es muy sensible, nunca se que le cae bien y que le cae mal, pero si no lo intento nunca sabré.
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Amber (|) [editando]
Teen FictionAmber y Alex se conocen desde que tenían doce años, pero por cuestiones de la vida, dejaron de ser amigos, hasta que una noche de viernes coinciden en una fiesta donde ambos se verán involucrados en un estúpido y nocivo juego que pronto dará sus con...