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No puedo dormir.
Son las dos de la mañana y yo estoy pensando en la mirada de Amber.
¿Qué estaba pasando por su cabeza? ¿Puede que le caiga mal? ¿Por qué estaría conmigo si le caigo mal?

Es tan extraña, me confunde. Un día es luz, otro oscuridad, un día aparece y otro desaparece. Desearía poder leer a través de ella, saber qué pasa en su cabeza, porque no puedo tolerar el hecho de que ella sepa meterse tan bien dentro de la mía sin siquiera intentarlo o advertirme.

Tengo que dejar de pensar en ella y debo recordarme a mí mismo que es un juego, que no puedo dejar que mi curiosidad me haga meterme aún más en el asunto. No quiero terminar en el fondo del mar para que esa sirena me mate.

Duérmete Alex

Me recosté, prendí el aire acondicionado y cerré los ojos, pero solo la veía a ella, solo veía sus ojos, su expresión. Intente obligarme a mi mismo a pensar en otra cosa, pero no podía, así que me recordé porque estaba haciendo esto. Quizás si lo repito mucho no perderé el foco.

Eres eso Amber, un juego.
[...]

Mi vida realmente no tiene cosas muy interesantes, así que solo me preocupo por hacer lo que debo, por ejemplo, no faltar al entrenamiento de fútbol.

Admito que no, no es mi cosa favorita, aunque entrenar me guste mucho, verdaderamente no me gusta entrenar con mis compañeros.
En especial ahora, que mientras hacíamos abdominales hablaba con Marco, quien no ve más allá de Amber.

—No se cómo hacer, ella es rara y yo soy malo con las chicas—dije mientras dejaba de hacer abdominales y empezaba a hacer lagartijas.
No soy malo con las chicas...en la cama.

—¿Qué no eres bueno con Las chicas? Cuéntame otro ¿Quieres?— Marco bromeo haciendo lo mismo que yo.

Pude ver algunas chicas en las gradas, son como buitres, no paran de sacarnos fotos y cuchichear.
¿Qué cuchichean?

—Ella no es una chica

Es una sirena mala.
Pensé

—No es normal ¿Entiendes?—me senté y tomé un poco de agua.

—Ay, por favor,no seas ridículo, acariciale la mejilla, dile que es bonita, vas a ver esas piernas se abren— dijo con una sonrisa engreída.

No entendía porque Marco tenía esa idea de la chicas, en especial de Amber. Entiendo que ser seguro de ti mismo está bien, pero él alcanza un nivel alto de narcisismo y además denigra a cada chica que puede, lo que realmente me hace pensar en que Keila quizá si tuvo un muy buen motivo para dejarlo.

Cuando el entrenamiento terminó me dirigí a buscar mi bolso, saqué mi celular y le escribí a Amber.

*¿Quieres hacer algo?*

Mientras esperaba su respuesta tomaba agua, como si refrescar mi garganta pudiese refrescar mis pensamientos.
¿Qué puedo hacer? Invitarla al cine sería una buena idea, pero recuerdo que la vez que vimos una película se durmió a la mitad. Tal vez podría llevarla a tomar algo, un café o un helado, pero hay dieciséis grados, así que no es la mejor idea.

*Estoy en el entrenamiento de voleibol, puedes pasar a buscarme si quieres, termina en 20 minutos*
Respondió.

El entrenamiento del equipo de voleibol es aquí cerca, en el mismo club. Este instituto apostó por las actividades recreativas y todos los alumnos hacen algo por el estilo, apostaba mi vida que Amber hacia el taller de artes o alguna mierda de esas, pero me dió la sopresa de que hace voleibol.

Me colgué el bolso en el hombro y empecé a caminar hacia donde practican las chicas. Entre al edificio para después entrar a la cancha cerrada. Había muchas chicas y gritos.
Me subí a las gradas mientras buscaba a Amber con la mirada, pero me encontré con la de Max, mi amigo de la infancia, mi ex amigo, el mismo niño que me regaló todos los juegos de mesa que tengo.
Éramos tan amigos, pero yo era tan idiota.
Tenía a todas las chicas, pero no me era suficiente, quería la suya también y no paré hasta que me acosté con ella. El jamás me perdono, no es para menos, si el me hubiera hecho eso lo hubiese colgado de los tobillos.
Bajé la mirada con vergüenza, no podía mirarlo a los ojos, así que seguí buscando a Amber.
Cuando la ví ella estaba golpeando la pelota, anotó. Se abrazó a Nara como festejo supongo.
Traía unos shorts deportivos, una camiseta de licra color negro y unos zapatos blancos.  Su cabello estaba recogido en una cola de caballo, aunque algunos mechones se pegaban a su cara a causa del sudor.
¿Sudara de esa manera cuando esté sobre mi? ¿Respirará así de rápido?
No creo que ella sea consiente de lo linda que se ve, así cómo está ahora, con las mejillas teñidas de rojo, con sus curvas muy bien marcadas por esa ropa y esa cara seria, de contrincante que podría destrozarte.
Cuando su entrenamiento terminó ella fue a buscar su mochila mientras se secaba el sudor con la parte de atrás de su mano.

—¡Amber! ¡Para la próxima te quiero con el uniforme!—dijo su entrenadora.
Me tomé el tiempo de ver a las demás, ellas traían un short de licra negros, una camiseta blanca y rodilleras. Me gusta más cómo está vestida Amber, pero verla en esos shorts de licra me encantaría.

—Si, señora— dijo Amber subiendo las gradas hasta llegar a mi. Se inclinó y me besó. Saboreé el sudor en sus labios y fantaseé con alguna que otra cosa más.

—Hola— dije parandome de la grada. Tomé mi bolso y empezamos a bajar hacia la salida.
Volví a mirar a Max, quien estaba dándole besos a Keila
¿Son pareja?
Me alegra que sea feliz, el de verdad lo merece, ojalá pudiera decir lo mismo de mi.

—¿Quieres ir a algún lado? Podemos ir a donde quieras, pero antes necesito tomar un baño, estoy toda sudada— dijo Amber acomodando su mochila.

—Podemos ir a mi casa, te bañas y luego vamos a caminar por ahí— le respondí mientras salíamos de establecimiento.

Caminamos a mi auto y le abrí la puerta, lo que me dejó algo sorprendido a mi, pero Amber solo lo acepto.
No sé porque lo hice, fue un intento de caballerosidad quizás.

—Gracias— susurró sentándose.
Cerré la puerta y rodeé el auto.
Cuando me subí la ví poniéndose una campera de color negro, las mangas eran demasiado largas, pero se veía tierna, aún así también se ve molesta. O quizás solo está cansada.

Está harta de ti, de seguro
[...]
Amber salió del baño con el cabello mojado, traía unos jeans rasgados de color negro, una camiseta blanca de manga larga y las dos toallas que había usado en la mano.

—¿Dónde dejo las toallas?— preguntó apoyando su mochila en el suelo.

—Déjalas sobre la silla, no importa—le respondí. Ella me hizo caso y luego se corrió el pelo de la cara, se ve más relajada ahora y eso me hace relajar a mi.

—¿Pensaste algo para hacer? Tengo una idea de algo si no lo has hecho—dijo metiendo su camiseta dentro del jean. Su cintura es espectacular y la forma en la que ella sabe resaltar sus curvas es maravillosa, Amber es tan hermosa.

—No he pensado nada— mentí. Sí pensé...en quitarle la ropa y hacerle todo lo que puedo, pero eso sería apresurado de mi parte y algo que probablemente ella no apreciaría mucho.

—Hoy es la noche de los museos, eso significa que van a estar abiertos hasta las tres de la mañana, podemos ir al museo Clark, van a exponer un par de pinturas mías ahí— dijo tímida, sentándose a mi lado.
¿Van a exponer pinturas suyas? ¿Serán buenas? ¿Por qué me lo dice recién ahora?

—Claro, vamos ¿Por qué no me lo dijiste?— pregunté obviamente sorprendido.

No entendía porque ella era tan cerrada con respecto a aquello que hace, pero bueno, supongo que con todas las burlas que le hacían en cierto punto decidió sólo quedárselo para ella.

—Empieza en una hora más o menos, podemos hacer lo que quieras mientras esperamos— insinuó con una sonrisa pícara.
Ya cambio de ánimo, de nuevo, ahora es Amber la juguetona.

—Podemos retomar lo del otro día, en serio me quede con las ganas- dije haciéndome el inocente.
Ella sonrió tímida antes de subirse a mi regazo para besarme. Ella es tímida pero a la vez atrevida, algo que me confunde, pero no puedo negar que me gusta.
Su cabello mojado tocaba mi cara de vez en cuando causando algo de frío, pero no me importa, estaba demasiado concentrado en otra cosa.
Amber se separó para mirarme a los ojos, aproveché para bajar mis manos por su espalda y sacar su camiseta de dentro del pantalón, luego retiré la camiseta dejándola en sostén. Vi como su jean llegaba hasta su cintura marcandola aún más y no pude evitar acercarla aún más, me gustaba cuando no existía la distancia entre nosotros.

Ella me miró a los ojos una vez más y su expresión algo malvada seguía ahí, pero me parecía tan sexy.

—Sí me gusta esto, Alex

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora