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¿Alguna vez has admirado a alguien tanto que no le puedes quitar los ojos de encima?

En estos momentos estoy embobado, viendo a Amber en el pequeño escenario que nosotros mismos habíamos arreglado en el patio trasero. Ella está cantando y milagrosamente en español.
En otro momento, probablemente hubiese sacado mi celular para grabarla, pero sabía que no importaba la calidad de mi cámara o lo que sea, jamás sería capaz de captar como se siente esto en vivo y en directo.

Ella es diferente cuando canta, no se ve pequeña o tímida, todo lo contrario, se muestra segura, como si supiera lo que esta haciendo y sí, ante mis ojos Amber siempre se ve cautivadora y sexy, pero no más que en los momentos donde se muestra verdaderamente segura de ella misma.

Cuando terminó de cantar se bajó del escalón y caminó a mi con la cabeza gacha, pero se veía feliz. Ella está tan bonita, quisiera agarrarla y comérmela a besos, pero todo el mundo nos estaba mirando, así que decidí que podíamos esperar un poco más hasta que podamos estar a solas en su habitación.
Ella me dió la espalda y yo la abracé por la cintura, para después besar su mejilla, casi como si ese gesto fuese una felicitación.

—¿Cuando me vas a cantar una canción para mí?— le susurré en el oído.

—Cuando tu me cantes algo a mi—me respondió, con una sonrisa pícara, como si supiera que eso nunca iba a pasar.
Pero yo tenía un as bajo la manga.

Tal vez sea momento de que lo haga, me encantaría ser yo el que la deje sorprendida por un vez y esta era la oportunidad perfecta.

—Okey—la solté y caminé al escenario que esperaba al próximo en cantar, ósea yo.
Este era mi pequeño secreto y lo único útil que mi papá me enseñó, Amber no se imagina que canto y que lo hago bien.
Busqué en la computadora la pista de "cicatrices" de Airbag. Esto definitivamente arruinará mi reputación de chico malo con Amber, pero no me importaba con tal de impresionarla y hacerla reír un rato.
Cuando me pare en frente al micrófono, miré a Amber, que me veía con una sonrisa y seguro está esperando que lo haga mal.

Cuando abrí la boca fue un deleite ver cómo la boca de Amber se abría, casi olvidándose de su mandíbula en el piso, con sorpresa evidente.
La victoria es nuestra.
Mientras cantaba la miraba a ella, que estaba sonriendo, mientras movía su cabeza al ritmo de la música y cuando me miraba con los ojos brillantes me derretía por ella, valió la pena hacer el ridículo un poco.
Cuando la canción terminó me bajé del escenario y caminé a Amber con una sonrisa victoriosa.

—¿Nunca me ibas a decir que cantabas?—preguntó, con una sonrisa enorme en su rostro.

—Era un secreto- dije antes abrazarla por la cintura.

Mi padre me enseñó a cantar solo por si quería hacerle una serenata a alguien, me dijo que la música siempre funcionaría y supongo que en cierto punto tenía razón.

—Rayos, eres una caja de sorpresas— me dijo, con un tono burlón.

Su abuelo dió por finalizado el micrófono abierto, para después dar comienzo a el baile o lo que sea que estemos haciendo. El espacio era amplio y pronto todos empezaron a acercarse a la pista, sin necesidad alguna de pareja, aquí definitivamente sabían divertirse tanto en grupo como solos.

—Ahora sí empieza lo bueno— dijo Leo, que admiraba a todas las chicas lindas del caserón.

Por supuesto que empieza lo bueno, todo es bueno cuando se trata de ver a Amber bailando.
Para sopresa de Amber y mía, Nara sacó a Leo a bailar.
Debería detenerlos, pues es obvio que ella solo quiere bailar, pero él pobre Leo se va a ilusionar y ella no va a querer nada más que bailar. Aún así no los detuve, yo ya avisé y el ya sabe en lo que se mete.

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora