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Narra Alex: Lunes, siete y media de la mañana y aquí estoy, en este asqueroso salón, lleno de idiotas, esperando a la única persona que yo quiero ver: Amber.

Sus dos amigas estaban en sus lugares, ninguna ha dicho una palabra y apenas me voltearon a mirar, pero ni siquiera le han dicho algo a Max, Keila se niega a decir algo de Amber y a pesar de que Nara se acercó a saludar a Leo, apenas me miró de reojo.
Dylan también está en su lugar, el no se ve nada bien y supongo que no habrán podido resolver sus problemas en estas pequeñas vacaciones.

Rose entró a la clase, dejó sus libros sobre la mesa, dio los buenos días y luego se volvió a dirigir a la puerta, lo que me hizo poner aún más nervioso, porque va a cerrar la puerta y Amber no ha llegado.
Mierda ¿No va a venir?
Cuando Rose estaba por cerrar la puerta, Amber entró al salón, dejándome sin aire por unos segundos, ante la impresión que me dio apenas reconocerla.
Traía una falda de jean negra, combinada con una remera del mismo color, bien apegada a su figura y una botas de plataformas del mismo color que las prendas anteriores.
Dios, está tan linda.
Pero entonces lo ví, su cabello, se lo corto... muy corto, de verdad corto y además se hizo un flequillo.
Eso es malo, realmente malo, mi mamá me dijo que cuando una chica cambia su cabello es porque está cerrando ciclos. ¿Acaso me acaba de cerrar?
Dios, le queda muy bien, pero sus lentes me llamaban la atención más que nada.
No hay tanto sol.

Ella camino a su lugar con una luciendose, con la cabeza en alto, irradiando confianza en si misma, mostrándome que no me necesita en lo absoluto. Pero yo sí la necesito, la quiero cerca, quiero abrazarla, besarla, decirle que me perdone, pero ella ni siquiera giró su rostro en mi dirección.
Metí la pata hasta el fondo.

Ella se sentó junto a Nara, después apoyó su mochila en el piso y esperé a que se quite los lentes, pero no lo hizo.

—Amber, quítate los lentes—dijo Rose organizando sus papeles.

—Profesora, me gustaría mantenerlos puestos—respondió Amber.

Rose la miró con cara de desaprobación y le repitió que se los quitara, obviamente había ciertas reglas que cumplir y entre ellas estaba que no se podía andar con capucha o lentes en el establecimiento y Amber no rompería una regla tan tonta porque sí.
Algo anda mal.
¿Que hay debajo de eso lentes?

—En serio, profe...- Rose la interrumpió.

—Quitatelos o no podrás tomar mi clase—dijo Rose con firmeza.
Si no supiera que son sobrina y tía, jamás lo sospecharía.

Miré a Amber atentamente, mientras se quitaba los lentes, exponiendo su ojo morado.
Sentí como mi corazón se salteaba un latido, para después solo empezar a latir un más rápido, mientras el enojo volvía a subir por mi garganta y me sentí aún más impotente al saber que no estuve ahí para defenderla.

—Amber, afuera del salón, ya— dijo Rose, obviamente consternada.

Amber suspiró, pero la hizo caso y ambas salieron del salón. A mí nadie me invitó, pero salí igual, yo quiero que me lo diga ella.

—Tía, de verdad, no...

Cerré la puerta detrás de mí y Amber me miró con pánico, mientras dejaba de hablar. En su mirada podía ver que ella sabía perfectamente cuál sería mi reacción, porque no me entraba en la cabeza otra forma de hacerle entender a ese bastardo que Amber no se toca, ni Amber ni ninguna mujer.

—Fue el ¿no?— pregunté ignorando que ella no me quiere ni ver, pero por más que ella no lo quiera yo la voy a defender.

—Alex, no te metas— Amber me pidió, tratando de sonar firme, pero fracasando brutalmente.

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora