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"A" es una simple letra... la primera del abecedario, la que descansa sobre mi muñeca derecha, la primera letra del nombre "Amber", mi nombre favorito hasta la fecha, al igual que la chica que lo tiene es mi persona favorita hasta ahora.
Amber se ha metido en mi cabeza, en mi cuerpo y en cada hueco libre que ha encontrado.
Y yo, un pobre tonto, que creía que podía jugar con ella como si fuera un juego de cartas, solo debía elegir las correctas, quedarme con las que servían y luego ganar. Pero ella me miró a los ojos, me mostró sus cartas y ví que no había oportunidad de ganar contra ella. Nadie ganaría, seamos honestos, alguien con una cabeza llena de maravilla como la de Amber nos podría patear el culo a todos y eso que aún no me ha mostrado nada.

Amber estaba dormida a mi lado. Sus pestañas descansaban sobre sus pómulos, sus labios formaban un puchero, su pecho se movía cuando respiraba y yo me preguntaba que había hecho para tener tal privilegio, nada que recuerde si soy sincero.
Aún así, aunque tenía ganas de moverme y acariciar su mejilla no lo hice, ya que no quería molestarla y romper su paz.
Me cuestioné que carajos estaba haciendo al dedicar tanto tiempo para mirarla, pero últimamente estoy intentando no cuestionarme tanto cada cosa que hago...

En el momento más silencioso, Amber abrió sus grandes ojos color café, para después estirarse, sonando los huesos de su cuerpo, para después tirarse sobre mi. La abracé por la cintura, para después besar su frente, dándole los buenos días sin necesidad de usar mis palabras.

—Tuve un sueño—susurró, escondiendo su rostro en mi cuello.

Es bueno saber que tuvo un sueño y no una pesadilla. Me alivia verla despertar de esta forma y no llorando alterada.

—¿Qué soñaste?— le pregunté acariciando su espalda, como si quisiera animarla.

Me interesaba saber sobre sus sueños e incluso me gustaba escucharla hablar, cuando no se apresura y habla con su voz mañanera que demuestra lo bien que ha descansado. Me encantaría que se hiciera un podcast y hablara durante horas de lo que sea, yo realmente lo estucharía.

Me contó que soño conmigo, que estábamos juntos, en algún lugar que ella no conocía, pero que estábamos felices, que ella no estaba preocupada, ni yo tampoco... era una utopía que seguro no pasaría, pero eso no significaba que dejaba de ser menos deseada.

—Fue un bonito sueño, hacia mucho tenía solo pesadillas— susurró ella, jugando con una de las cadenas que colgaban de mi cuello.

—¿Siempre tienes pesadillas?—pregunté enroscado uno de sus mechones al rededor de mi dedo.

No entiendo porque no se ha cuestionado una forma de solucionarlo, pues entiendo que las pesadillas suceden a causa del estrés y el miedo, pero quizá si hablara con un profesional lo podría solucionar... espero que se tome en serio mi propuesta de ir a terapia.

—Casi— respondió ella antes de incorporarse, sentándose sobre mis muslos.

Sabe lucir mi ropa mucho mejor que yo, no se si debería estar acostumbrado o celoso, ¿pero que importa eso cuando Amber está sobre mi?
Anoche no pude ir más allá, por mucho que lo quisiera y estoy empezando a notar que esto ya no está siendo suficiente para ella, pero es que me aterra que su primera vez sea como la mía, aunque obviamente ella no lo considera algo tan importante.

—Creo que deberíamos bajar a desayunar— susurró sin darme tiempo de admirarla.
Aún está algo incomoda porque anoche la detuve, pero no quiero que piense que no la deseo, porque lo hago y mucho, solo que últimamente he estado tomándole miedo a decepcionarla.

Cuando me di cuenta ella ya estaba vestida y abrigada, hace mucho frío, afuera hay un día horrible y hasta hace un rato estuvo lloviendo.

—Okey— accedí de mala gana.

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora