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Luego de ese pequeño viaje en el auto de mi padre, con Amber volvimos a la casa, conseguimos las cajas, empacamos y guardamos en la parte trasera de mi auto.

Ahora estábamos en mi departamento, desempacando y ordenando todo en la habitación, algún día tenía que dejar de dormir en el living.

Con respecto a mi llorando Amber no ha dicho mucho, seguro no quiere hacerme sentir incómodo. No puedo creer que me puse a llorar frente a ella, seguro quedé como un imbécil ante sus ojos.
Aún así, estaría mintiendo si dijera que no me siento mucho mejor, pues desde que soy pequeño he estado acumulando emociones indefinidas, escindiéndolas hasta de mi mismo con tal de parecer capaz de lidiar con ello, pero ahora, que tuve un momento de derrumbe, me doy cuenta de que quizá esa no haya sido la mejor opción.

Habíamos pasado la tarde estudiando, Amber estaba atrasada con algunas cosas y de paso me ayudó con las mías, matemáticas sin dudas no es lo suyo, en esa la tuve que ayudar yo a ella.
Admito que fue algo un poco gracioso y placentero, pues al fin yo podía enseñarle algo a ella.

—Listo— suspiró, cerrando el cuaderno que yo le preste para que tome notas y luego lo pase en limpio en el suyo.

No sabía si realmente estaba listo, pero ella ya se veía cansada y agobiada, así que solo deje que se tome el descanso que merece.

—Okey—cerré mi cuaderno y lo apoye en la caja que estamos usando de mesa.

Ella se acercó a mí para después apoyar se cabeza en mi hombro, apoyando su mano sobre la mía. Nos quedamos en silencio unos momentos, silencio que no me molesto, pues no estaba concentrado en el, sino en mirar mi mano, unida con la de Amber, mientras ambos tratábamos de lamer nuestras heridas en un intento de curarlas.

—Me tengo que ir— Amber lamentó, acariciando mis nudillos.
¿Ya? ¿Qué hora es? Miro el reloj de mi celular y veo que ya son las cinco de la tarde.

—¿Pero no era a las siete que tenías que cuidar al niño?— pregunto, buscando cualquier excusa para que ella se quede un rato más, mientras la rodeo por los hombros y la acerco a mí.

—Sí, pero tengo que pasar por casa, bañarme, cambiarme y eso—respondió, acurrucándose contra mí pecho.

Realmente me gustaría que ella se quede conmigo hoy, porque es la primera vez que me siento así y tengo la teoría de que ella seguro puede ayudarme a controlarlo o al menos ayudarme a entender que es.
Pero debía entender que ella tenía una vida aparte de mi, ella tenía cosas que hacer y yo no podía pegarme a ella como si fuese mi centro de rehabilitación, porque no lo es.

—Okey, te llevo— digo mientras me paro del sofá para buscar las llaves del auto.

—¿Alex?— la voz de Amber sonaba tímida.

—¿Que sucede?— la miré.

Ella estaba mirándome con una expresión algo tímida, como si no estuviese segura del todo de lo que me quería decir y eso me hace creer que quizá iba a tocar algún tema serio o algo que quizá podría llegar a molestarme.
O al menos eso piensa.

—¿Puedes ir a casa por la noche? No quiero que estés solo— me pidió,  acercándose a mí.

Amber tomó mi mano, casi como si quisiera demostrarme que ella no es un peligro para mi y que a ella no le importa ver las partes rotas de las personas.

—Si lo dices por lo de hoy, tranquila, estoy bien- respondí, involuntariamente a la defensiva.

No es mi intención ponerme a la defensiva, pues soy consciente de que ella solamente quiere ayudar o al menos hacerme sentir mejor, pero es que no estoy acostumbrado a esto y cuando alguien que no fuese mi abuela me apoyo, fue para sacar provecho de ello.
No quiero que Amber sienta pena de mi.

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora