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Amber había estado completamente tonta por Alex, desde el día que llegó a la escuela y vio al chico de rulos mirándola fijamente.
Y cuando llegó la secundaria, ella y el no se volvieron a hablar, pero ella seguía admirandolo, nunca supero su flechazo de niña.
Ella notó algo diferente en el a mitad del cuarto año.
<<Algo diferente hay>> pensó y le tomó dos segundos notarlo. Traía un tatuaje, un tatuaje nuevo y el primero para el, o eso parecía. Amber se sonrojó al pensar en los que ella se había hecho a escondidas de sus papás.

Y ahora, ambos estaban asustados, Amber por saber perfectamente lo que sentía y Alex por no saberlo.

Narra Alex: Amber llevaba dormida un buen rato, al parecer, su cansancio previo y la tensión que liberó con el orgasmo, la llevaron a tomar una siesta antes de que den las doce.
Ella estaba desnuda, acostada sobre mi pecho, mientras que yo intentaba callar las voces en mi cabeza que me decían que debía arruinar este momento.
¿Podré contarle lo del dinero? ¿Ella podrá perdonarme? ¿La quiero? Esa es la pregunta más clara en mi cabeza ¿En verdad la quiero? No, no la puedo querer, ella me va a odiar una vez que se entere del dinero y yo realmente no creo que pueda soportar ganarme su desprecio eterno.

Mi celular empezó a vibrar dentro de mi bolsillo, me sorprende que no se haya caído con todo lo que he hecho.
Amber se quejó, molesta por el ruido del celular, así que salió de mi pecho, se dió media vuelta y se volvió a dormir.
Qué suerte.
Lo apagué, porque era una alarma que puse unos minutos antes de las doce.
Para mí suerte, Amber se había acostado del lado de la pared, así que pude levantarme sin molestarla.

Me dirigí al escritorio donde había dejado mi mochila. Saqué la caja, la cual había envuelto para regalo...luego de muchos tutoriales, claro.
También saqué los muffins bañados en chocolate, solo los compré para ponerle unas velas por encima y nada más, por eso solo compré dos.

No,no la quieres,para nada.
Nótese el sarcasmo con el que habla mi conciencia.

—Alex ¿Qué haces?—preguntó Amber, somnolienta.
Genial, arruinó toda mi sopresa.
Trate de mirar solo lo que estaba haciendo, si miro a la cama y la veo desnuda mandaré todo a la mierda y me tirare con ella.

—No te vayas a levantar, quédate ahí—le pedí poniendo el uno en un muffins y el ocho en el otro.

—Okey— susurró, bastante animada para aún estar algo somnolienta.
Miré el reloj para ver qué están las doce. Listo, ya tiene dieciocho, ya es mayor, puede beber, conducir, ir presa y muchas cosas más.
Espero que también pueda perdonarme.

Puse los muffins sobre la caja, prendí las velas y luego caminé a la cama, nervioso por primera vez en mucho tiempo y deseando en una oración silenciosa que le guste mi regalo.

—Feliz cumpleaños, no te voy a cantar—sonreí sentandome en frente de ella.
En otro momento quizá sí le cantaría, pero es que no quiero ponerme aún más en ridículo, además era demasiado tarde como para andar entonando el "feliz cumpleaños".
Amber me quedó mirando sus ojos tiernos, llenos de lágrimas, lo que hizo que me ponga aún más nervioso, pues no era mi intención hacerla sentir mal.
—No llores—le pedí, nervioso.
Eso, ella me pone nervioso.

Ella sonrió y medio sollozó, pero se veía feliz mientras secaba sus lágrimas, lo que realmente hizo que la tensión en mis hombros se disuelva al menos un poco.

—Lo siento, es que es muy lindo y hace tiempo no me daban regalos—me explicó, antes de soplar las velas y después levantó su mano para acariciar mi mejilla.
—No tenías porque Alex, solo con los muffins estaba bien—sonrió, mientras que otra lágrima se le caía.

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora