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Amber y yo entramos a su habitación luego de que la señora Ann se fuera.
Me tomó por sorpresa cuando Amber se tiró sobre mi, abrazándome y llorando, totalmente desconsolada.

—Tranquila pequeña, tranquila—acaricié su cabello.
Ella temblaba en mis brazos, mientras negaba con la cabeza, negando realmente no se que o quizá tratando de ahuyentar los pensamientos que la atormentan.
Odio verla así, más por culpa del imbécil de su mellizo, quien se supone que es su familia, alguien de confianza... pero eso es la gran mentira del mundo.

—Gracias— Amber susurró, aferrándose más a mi, si es que se puede.

—¿Por qué? Yo no he hecho nada—respondí antes de besar su frente, para después sacar el pelo de su cara, el cual se pegaba gracias a las lágrimas.

Amber me está partiendo el alma y esto ni siquiera tendría que ver conmigo, pero sus asuntos me interesan, porque ella me importa y mientras pueda estar a su lado, lo estaré, cuidándola de quien sea que quiera hacerla sentir así.

—Llegaste en el momento correcto y eso es suficiente— intentó hablar entre lágrimas.
¿Que quiere decir con el momento correcto? ¿Dylan podría... Espera un minuto.

—¿Dylan te ha pegado?— le pregunté, tomando su rostro en mis manos y buscando sus ojos.

Sí el le puso una mano encima juro bajaré esas malditas escaleras y le mostraré lo mucho que duele que te rompan los dedos uno a uno, lo haré sufrir hasta que ruegue perdón  misericordia de rodillas.

Amber negó con la cabeza y luego volvió a abrazarme, sujetándose con fuerza de mi ropa, tomando mi sudadera en un puño, como si tuviese miedo de que me fuese a ir.
En este sentido no puedo confiar en ella, porque si por Amber hubiera sido no le hubiese dicho una palabra a su mamá. ¿Como podría saber si me está diciendo la verdad? Sí el pudo gritarle de esa forma y intimidarla golpeando las cosas a su al rededor ¿Como se que no es capaz de golpearla?

—Quiero acostarme— Amber susurró, con la voz tomada.

Está muy cansada, ya había sido un día largo de por sí y encontrarse con esta situación apenas llegó de trabajar habrá sido aún más agotador.
Necesita un momento tranquila.

—Sí, está bien— respondí acompañándola a la cama.

Ella se acostó, yo junto a ella y luego apoyó su cabeza en mi pecho. Le saqué el pelo de la cara y en el proceso acariciaba el mechón entero, después que se lo quité por completo y su cara estaba despejada, acaricié su mejilla con mis nudillos, su piel estaba suave, gracias a las lágrimas quizás.
¿Cuántas cosas puede ella ocultar?
Hoy me demostró que no habla cuando tiene que hacerlo y que no es solo la chica graciosa que se pasea por el instituto con un libro bajo el brazo. Me demostró que sabe sufrir y para peor en silencio.

—No te comas la cabeza, Alex—susurró como si estuviera leyendo mis pensamientos.

Desearía que pudiese hacerlo, así podría ver lo mucho que me preocupa a pesar de que no se como expresárselo. Quiero que vea que importa y que no tiene porque considerarse sola o responsable de absolutamente todo, ya que ella también necesita que la cuiden.

—No puedo hacerlo, Amber, creí que el te iba a golpear y juro que si así hubiese sido yo...—ella me interrumpió besándome.

Mierda.
Mis defensas se cayeron... no, no se cayeron, Amber las tiro de una patada, haciendo que pierda voluntad sobre mi propio cuerpo y mis propios pensamientos.

—No quiero pensar y cuando estoy contigo no lo hago— me dijo antes de volverme a besar.

Mi sirena de cabello negro, siempre tan hermosa, sin importar la situación, sin importar el momento, sabe atraparme y sabe llevarme al fondo del mar junto a ella.

Amber (|) [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora