19: ¿Quien es Jerry?

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Shane Foster:

—¿Trajiste condón? —pregunta Mikala entre besos.

Me separo un poco para responder. —Nunca salgo sin condones.

Quiero golpearla por preguntar tal idiotez. Continuamos nuestra sesión intensa de besos y su lengua invade mi boca de manera feroz. Es un beso salvaje, no me quejo en lo absoluto de ello. Empieza a desabotonar mi camisa y yo trabajo en el cierre de su vestido, en poco más de cinco minutos nos encontramos tirados en la cama completamente desnudos, no hay tiempo que perder.

La tomo por los muslos y abro sus piernas con brusquedad, ella jadea en respuesta y me dispongo a colocarme el condón, nuestras respiraciones ya están muy aceleradas y no es para menos, hemos sido feroces el uno con el otro, es común estar así de agitados ahora. Con mi amiguito ya listo y sin previo aviso la embisto, logrando que sus gemidos inunden la habitación.

§

Me remuevo incomodo cuando escucho mi celular y maldigo entre dientes cuando no deja de sonar, estiro mi mano y lo tomo sin siquiera ver quien está del otro lado. Aclaro mi garganta y contesto.

—¿Aló?

Las manos de Mikala se aferran a mi cintura y siento sus pechos desnudos apretarse en mi espalda.

Necesito tu ayuda —la voz de Ivie inunda mi sentido de audición y frunzo el ceño.

No me considera su amigo, pero cuando está en apuros recurre siempre a mí, ¿eso tiene sentido?

—Seria millonario si me pagaran por cada vez que me llamas pidiendo lo mismo, ¿ahora qué? Espero que valga la pena maniática.

Casi puedo verla volteando los ojazos que se gasta. Le irrita que la llame de esa forma.

Necesito transporte, no sé cómo llegar a mi casa —¿ahora tiene amnesia?—. Bueno si sé, pero no tengo como. —aclara.

Alejo mi teléfono para ver la hora, es casi media noche. ¿Qué hace esa pequeña demonio en la calle a estas horas?

—¿Justo ahora...? —cuestiono confundido—. ¿A estas horas?

Sí, es largo de contar, ¿puedes venir?

Me siento en la cama, no creo que Mikala se despierte en estos momentos, le dejare un mensaje.

—Ehmm... —la mujer a mi lado murmura una queja y se acurruca más a mi lado, carraspeo incomodo—. Dame tu dirección—digo finalmente.

§

No me toma mucho llegar a la dirección que me dio Ivie, sueno el claxon cuando la veo frente a una casa con un tipo y aparcó mientras los observo con atención. Es mucho más alto que ella, cosa que no me sorprende, ella es un gnomo. Luce irritada, su ceño esta un poco fruncido y sus ojos parecen dos témpanos de hielo, se ve exactamente igual a cuando me vivo molestándola. Un sentimiento de ira me invade y no se explicar el por qué, de repente quiero ir hasta allá y pegarle un puñetazo al imbécil que se esta robando mi trabajo.

¿Que mierda...?

Me doy una bofetada mental por tener esos pensamientos y me recuesto en el asiento mientras espero a Ivie. No tarda mucho, cosa que agradezco.

—Hola —me saluda y deja en el asiento trasero una maleta la cual aparenta ser pesada, espero a que se abroche el cinturón y arranco.

—Un «gracias, no sé qué haría son ti», estaría perfecto gruñona.

—Eres insoportable —dice irritada.

—Soy irresistible —la corrijo sonriendo.

Bufa y ninguno de los dos dice nada por un buen rato. A pasar de ser un poco tarde las calles no están desoladas, son bien trascurridas. Uno que otro conductor ebrio es detenido por la policía y varios peatones conversas animados.

Shane Foster || El sexy mujeriego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora