69: Te ama como un maniático.

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Shane Foster:

Aparco frente a la universidad de Ivie y no pasa mucho cuando aparece en mi campo de visión. Camina de forma despreocupada con su cabello alborotado y su suéter de Harry Potter hacia donde me encuentro, y como todo idiota enamorado, sonrío al observarla.

Es estúpido como mi corazón siempre se acelera cuando ella está cerca, pero me gusta lo que ocasiona en mi sistema. Cuando se adentra al auto me da una hermosa sonrisa que correspondo y se acerca para plantar un beso en mis labios. Cuando se aleja le doy uno rápidamente que la hace reír un poco.

—Hola a mi idiota favorito.

—Hola a la maniática más hermosa.

Vuelve a su asiento y se abrocha el cinturón.

— ¿Lista para ir a casa?

—Mas que lista.

Asiento y pongo el auto en marcha. Tenemos esta rutina desde que empezó la universidad hace ya un par de meses. Ella está muy feliz de estudiar lo que le apasiona y yo me alegro por ella.

Las cosas con Ivie han estado excelentes, y no puedo decir que no hemos tenido nuestras peleas y discusiones, pero nunca duramos peleados más de dos días. Caleb me dijo que estamos en la etapa de rosas y miel y por eso casi nunca nos disgustamos, yo lo veo de otra forma. Es decir, aunque el carácter de Ivie no es el mejor y muchas veces ella quiere ahorcarme, siempre cuando es la del error, se comporta y como una mujer madura acepta su error y hablamos pobre ello. Y cuando soy yo el del error, se asegura de hacérmelo saber, aunque muchas veces termino con un golpe encima por actuar como idiota —golpes que no lastiman ni a un bebé, debo decir—.

Nunca pensé estar así de enamorado. Ya lo había estado antes no obstante era totalmente diferente, ese no era un amor sano. El amor que Ivie me ofrece es genuino y bonito. No cambiaria mi relación por nada porque me siento feliz y a gusto con ella. Para mí, mi pequeña es perfecta.

Al llegar a casa deja sus cosas en el sofá y se va directo a la cocina. Yo la sigo y me detengo en el umbral de la puerta, me cruzo de brazos observando cómo bebe un vaso de agua.

—Quiero dormir toda la tarde —dice, luego de acabarse todo el liquido—, pero no puedo —refunfuña dejando el vaso en el mesón para así dirigirse hasta a mí.

Cuando estamos frente a frente la atraigo a mis brazos y entierra su rostro en mi pecho. Acaricio su espalda.

— ¿Necesitas que te ayude en algo?

—Quisiera que fueras conmigo —siento el puchero en su voz y quiero reír—. Lástima que vas de viaje.

—Volveré en dos días y como recompensa te daré unos excelentes orgasmos.

Apoya su barbilla en mi pecho y me mira — ¿Son las dos, no?

Observo el reloj de la cocina y vuelvo mi vista a ella, asiento. Una sonrisa se apodera de sus labios y enarco una ceja. Conozco esa sonrisita traviesa.

—Y tu vuelo sale a las cuatro.

—Correcto.

—Entonces tenemos tiempo de sobra.

— ¿Para? —mi pregunta la hace volcar los ojos y sonrío ampliamente. Sé que es lo que quiere—. De acuerdo, de acuerdo…

En un rápido movimiento tomo sus piernas y las engancho a mis caderas, rápidamente se sostiene por mis hombros y sonríe complacida.

—Vamos a volverte gelatina maniática —murmuro, caminando hasta mi habitación—. Y solo espero que tus piernas esta vez resistan.

Bufa, enterrando su cara en mi cuello y dándome feroces besos. Sonrío complacido, esto me gusta.

Shane Foster || El sexy mujeriego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora