Domingo de Cine

75.7K 3.5K 5.9K
                                    

¿Qué pretendes, Laura? Te quedas encima de mí tan serena, tan relajada. Me regalas tu sonrisa natural y tu mirada inquieta. Hay un impulso que reprimes; puedo apreciar los pequeños movimientos de tu cabeza, la haces retroceder cuando parece escapar a tu voluntad. Lo mismo hacías al final de nuestro baile.

—¿No? ¡Ahora verás! —digo.

Ha bajado la guardia. Mis manos sobre su cintura y mi pierna entre las suyas son mi ventaja. Me basta una sacudida y un empujón para tumbarla a mi lado. Pero mi intención no era quitármela de encima. Ella cae y yo tomo el control. No puede escapar de mí.

—¿Qué piensas hacer? —pregunta como una niña ingenua.

No le respondo. Directamente ataco. Le pellizco y le pincho todo el abdomen. Es sensible a las cosquillas y eso me gusta. Enseguida es presa de una risa incontrolable.

—¡Ja, ja, ja! ¡Ana! ¡Ja, ja, ja! ¡Ana, para! ¡Ja, ja, ja! ¡Ana! ¡No!

—Ya, ya. Lo que tú digas. —Continúo torturándola con amor.

Laura brinca como si padeciera espasmos. Sus piernas van y vienen como olas salvajes. Intenta defenderse con sus manos, incluso busca mis puntos sensibles, pero no cedo. Resisto las cosquillas como si fuera inmune, aunque, en realidad, me favorece que ella haya sucumbido con tanta facilidad.

—¡Qué blandita eres! ¿Unas cosquillitas y pataleas como un bebé? —me burlo con profundo cariño.

—¡Ana! ¡Ja, ja, ja! ¡Qué mala! ¡Ja, ja, ja!

Disfruto provocándole esta amorosa agonía. Se retuerce de risa y me gusta verla así. La cuestión es que mi coraza se está agrietando. Sus manos por mi cintura me están aflojando. Las cosquillas se vuelven cada vez más intensas. Me veo obligada a capturar sus manos y retenerlas por encima de su cabeza antes de que sea demasiado tarde.

—¿Creías que ganarías? —le digo con malicia mientras desciendo una mano ondeando los dedos ante su vista.

—¡Ana, no! ¡Ana, para, para! ¡Ana! ¡Ja, ja, ja!

Le muerdo la cintura con mis dedos. Su reacción es tan brusca y repentina que me toma desprevenida. Su pierna me embiste el trasero y caigo encima de ella por completo. Reímos por unos instantes y... me doy cuenta de lo cerca que la tengo. Una parte de mí echa en falta el roce de su pierna entre las mías, pero la otra agradece tenerla aprisionada. Es casi como en el sueño. Laura no se resiste, no se queja, simplemente me sonríe y me mira con plena tranquilidad. Es una locura, pero me gustaría morderle el labio como anoche. Su quejido me resultó tan especial en ese momento. Me parezco a ella conteniendo mi impulsiva cabeza. No sé qué estoy haciendo, pero mi mano está acariciando su cara y mi dedo gordo se estira descaradamente para alcanzar sus labios. ¿Qué hago?

En plena duda existencial, el ruido de unas llaves en la cerradura de la puerta penetra por mis oídos hasta reactivar mi cerebro. Dicen que los rayos son rápidos, pero creo superar uno por primera vez. Me separo de Laura antes de que la puerta termine de abrirse.

—Si estáis aquí. ¿Qué hacíais para que mi hermanita esté por el suelo como una alfombra? —Eric entra con bolsas de la compra.

No quiero pensar en lo que habría imaginado si nos hubiera visto un segundo atrás.

—Jugábamos al Just Dance, pero Laura es un poco patosilla y se ha caído. Se me parece a alguien que conozco —respondo mientras la ayudo a levantarse.

—¡Qué mentirosa! —exclama Laura. ¿Qué va a decir? No quiero que se malinterprete nada—. La he aplastado, hermano. Mira las puntuaciones.

Menos mal. El corazón se me estaba acelerando.

La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora