Daño Colateral

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Busco refugio en el baño. Mi rudeza y mis deseos de desaparecer de la vista de los demás provocan que embista a una chica en la entrada.

—¡Oye! ¡Mira por dónde andas! —me dice, pero nada impide que continúe hasta encerrarme en una cabina.

Sentarme en el inodoro se está convirtiendo en mi trono de desahogo. Dejo que mis lágrimas fluyan. No quería llorar otra vez. Creía que tenía las fuerzas suficientes para terminar con todo esto, pero me doy cuenta de que mi vínculo con Eric es demasiado fuerte.

—¡Ana! ¡Ábreme! —Claudia aporrea la puerta de la cabina.

En cuanto la dejo pasar, se encierra conmigo. Me abraza. Puedo llorar tranquilamente en su hombro.

—¡Ay, amiga! Me jode verte así. Pero ya está, has dado el paso. Has superado la parte más difícil —me dice Claudia.

—¡Pero me siento jodida! ¡Eric era el amor de mi vida! —expreso y me torturo.

—Lo sé. Lo sé. —Claudia me frota la espalda. Me consuela como la buena amiga que es, pero, en el fondo, me gustaría estar entre los brazos de Laura—. Es normal que estés así. Han sido dos años, ¡joder!, dos preciosos años. Yo he vivido toda esta historia contigo de principio a fin. Pero eso, ha tocado su fin, por desgracia. Cuando se cierra una puerta, se abre otra, ya verás.

—No quiero saber de nadie más. Si un chico como Eric me hizo esto, no me quiero imaginar los demás. —Sollozo.

—Eso dices ahora. La herida está abierta, déjala sanar. Venga, fea, ¡ánimos arriba! Eres la persona más fuerte que conozco. Que esos dos no te hundan. —Claudia me siembra sus labios en mi cara. ¿Por qué pienso en los de Laura? ¿Por qué no está ella aquí conmigo?

—Vale, vale. Esto es una victoria para Daniela. No quiero que se ría más de mí —digo y me limpio las lágrimas. Claudia también me las seca. Recuerdo los labios de Laurita haciendo lo mismo.

—Es una victoria para ti. Has quedado como una chica firme y madura y te has quitado de encima a ese par de bichos. Deja el lloriqueo. Si hasta deberíamos estar pensando en celebrar tu soltería. Por fin las dos podremos salir de fiesta y ligar todo lo que queramos. Habrá que consultar el calendario de Estefanía. —Claudia dice lo que sea por tal de animarme. Su propuesta no es precisamente algo que me estimule y mucho menos por no incluir a Laura en el plan.

—Ya veremos, Claudia. Pero gracias por estar a mi lado.

—Superarás toda esta mierda, verás que sí.

¡Rin! ¡Rin!

—Se acabó la libertad. ¿Quieres que me quede un rato contigo? Tengo muchos chistes verdes que te pueden levantar el ánimo en un santiamén. Me da igual saltarme la próxima clase por ti —dice Claudia.

—No, guárdalos para otra ocasión. Si tengo que entregar un trabajo de Lengua ahora.

Salimos de la cabina y voy directo al lavamanos para echarme agua en la cara.

—Mírate bien en el espejo. Sonríe. —Claudia me toma por la barbilla para que aprecie mi reflejo. Me azota el trasero levemente—. ¡Eres un bombón! Que lloren por ti, no tú por alguien.

—Boba... —Sonrío sin ganas—. Vamos.

Regresamos al pasillo y nos unimos a la manada que se enfila pasivamente hacia las aulas. La horda de zombis.

—¿Te enteraste de lo de la lluvia de papelitos en la parte frontal del insti? —le comenta un chico a una chica, cosa que capta mi atención.

—No, ¿qué fue? —pregunta ella.

La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora