Mi noche de fin de año y año nuevo fue inolvidable por mi perturbadora experiencia con el acosador, pero, sobre todo, por mis felices vivencias con mi familia, incluyendo a Eric y mi Laurita.
Desperté a media mañana desnuda y en la cama de mi chica. El edredón nos camuflaba, pero temí que Eric se hubiera levantado antes y que me hubiera echado en falta. Mi plan era regresar al cuarto con él en mitad de la madrugada, pero el placentero cansancio me había vencido. Por eso, me puse de pie enseguida y me vestí. Mi ajetreo nervioso espabiló a mi osita y ambas pactamos la cuartada. Sin embargo, descubrimos a Eric en la misma postura que lo habíamos dejado. Él seguía durmiendo como un angelito, así que me sentí más tranquila.
Las horas se consumieron, horas en las que Laurita y yo nos ocupamos de adelantar la comida y responder felicitaciones por teléfono. El cuerpo me tembló cuando me crucé con el chat del acosador, pero lo ignoré rápido. Centré mi atención en la propuesta de mis amigas del voleibol para hacer una fiesta de pijamas y estuvimos hablando al respecto. Para sorpresa de muchas, Flor anunció que había roto oficialmente con Cristina y que habían quedado como amigas. Ella me lo había insinuado, por lo que me lo esperaba en algún momento.
Mi preocupación surge ahora que es casi la hora de comer, pues Eric no ha dado señales de vida y me asusta que haya sufrido un coma etílico y no nos hayamos enterado. Dejo a Laurita en la cocina y me apresuro hacia la habitación. Él sigue dormido y respira, pero arruga sus párpados como si tuviera un sueño desagradable.
—Eric —lo llamo con voz delicada y lo sacudo con suavidad tras sentarme a su lado.
Consigo que abra los ojos a una escala diminuta. Una expresión de dolor se apodera de toda su cara.
—¿Ana? ¿Dónde estoy? —Se lleva la mano a la frente.
—En la casa, bobo. Anoche se te fue la mano con el vino. ¿Estás bien? —Imagino la respuesta.
—La cabeza me quiere explotar. ¡Joder, me duele muchísimo! —Su tono lo confirma.
—Espera, te traeré agua y la pastilla mágica. —Intuyo que será la peor resaca de su vida, nunca lo había visto tan mal.
Regreso a la cocina a por los recursos de primeros auxilios. Laurita se interesa por su hermano y le cuento que está en estado crítico. Ella decide acompañarme para mimarlo también. Justo cuando entramos en la habitación, veo a Eric meterse una pastilla en la boca y cerrar el cajón de su mesita de noche.
—¿Tenías paracetamol aquí? —pregunto mientras nos acercamos—. Te traíamos para el dolor de cabeza y para las náuseas.
—Son las que llevo al trabajo. Me duele muchísimo, no podía esperar. Dame la otra —pide y se la acerco junto con el agua.
—¡Ay, hermano! Estás malito. —Laurita, subida en la cama, lo abraza y le pasa la mano. Yo me siento a su lado.
—Me tocaba ser el borracho de la familia, vosotras ya pasasteis por esto —bromea. No sé de dónde saca las fuerzas, yo no podría en su estado—. No me acuerdo de casi nada después de las campanadas. Decidme que no hice un espectáculo en casa de mis suegros. —Él aprecia mucho a mis padres, tienen un amor recíproco, por eso noto su inquietud en medio de ese malestar que lo aflige y que lo encorva.
—Puedes estar tranquilo. Mi padre te sigue adorando, tanto que te regaló una botella de vino, pero la mantendremos lejos de ti —digo con humor.
—Se me revuelve el estómago de pensar en más vino —dice Eric.
—El espectáculo lo hiciste cuando llegamos a la casa. ¿Quieres saber lo que pasó? —dice Laurita y deduzco a qué se refiere.
—¿Un vómito en el sofá o sobre ustedes? —intuye Eric y expresa su lamento precipitado con la cara—. La palabra "vómito" en sí me repugna ahora.
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La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]
RomanceTras superar mi etapa de rebeldía, mi vida de adolescente se convirtió en un sueño hecho realidad. Mis padres me permitieron vivir sola con mi novio e incluso me asignaron una paga mensual. Mis únicas obligaciones consistían en estudiar y ayudar a m...