Estoy sudando. Los goterones de nerviosismo corren por mis axilas, mi espalda y mi frente. De haber sido verano, me habría deshidratado en un segundo. Además, estoy titiritando de miedo. Soy objeto de todas las miradas inquietantes de mis compañeros, pero mi verdadera tensión está en mi cabeza, en las suposiciones del motivo por el que me han venido a buscar.
—¿Qué ha pasado? ¿Por qué está aquí la policía? —pregunto con voz angustiosa al profesor mientras caminamos por los pasillos, pasillos solitarios y fríos que me hacen pensar en los corredores de una prisión. ¿Tanto se enojó Sandra por mis consejos que me delató o habrá hecho algo sin mí y me ha implicado? ¿Y si fue Claudia? Nuestro odio debe ser tan mutuo que la veo capaz de haber avisado a Ricardo para perjudicarme.
—Tranquila, Ana. —¿Cómo pretende que esté tranquila? Ni su cara de buena persona me consuela con esa expresión de espanto.
—Pero ¿por qué yo? No he hecho nada... —Quizás no debí decir eso, pero tengo un nudo en la garganta que no me permite respirar.
El profesor no me responde, parece que está ausente y distraído con sus propios pensamientos. Desde luego, lo que ha ocurrido debe ser muy desagradable.
Ambos bajamos por las escaleras. En cada escalón, mi agitación crece de tal manera que aprieto mis puños para luchar contra los temblores. Siento mi propio sudor bañando mis dedos. Cuando piso la planta baja, trago y mi propia saliva se me atraganta como si fuera una piedra.
—¡Uf! —El profesor suspira con tendencia a desaliento. ¿Así quiere que esté calmada?
Supongo que no me queda otra que afrontar mi metida de pata. Debí pensar mejor las cosas y no contarle mis problemas a Claudia.
El profesor y yo nos adentramos en el vestíbulo. Es ahí donde descubro el panorama que me deja anonadada. Un policía le toma declaración a Víctor y el personal de secretaría y varios profesores hablan alarmados con otra agente. Por otro lado, la directora arropa a Laurita, ¡a mi Laurita! ¿Por qué ella llora y la cubren con una manta? ¿Por qué hay otro policía con mi amor? ¡¿Qué está pasando?!
—¡Laurita! —Corro hacia ella sin pensármelo, incluso ignoro las advertencias del profesor que me acompaña para que contenga mi impulsividad.
—¿Ani? —Laurita me observa y también se lanza hacia mí—. ¡Ani!
—Espera —dice una voz autoritaria.
—No se preocupe, es familia de ella —dice la directora McCarthy.
La manta vuela y noto que Laurita no tiene su abrigo y que su blusa está parcialmente abierta. Nos encontramos en un abrazo enternecedor. Me aferro a ella con todas mis fuerzas porque sé que me necesita. Las lágrimas de preocupación se acumulan en mis ojos al instante.
—¡Laurita! ¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Estás bien?! —pregunto angustiada y apretujándola.
—¡Ani, no! —dice con voz llorosa—. El profesor Ricardo quiso hacerme cosas.
—¡¿Ese hijo de puta?! ¡¿Dónde está?! —Si le pongo las manos encima, no le quedarán ni los dientes. ¡Nadie toca a mi chica!
—Cálmate. —El policía se planta junto a nosotras como si fuera un pilar de hormigón—. Lo hemos detenido.
—Ya pasó. —La directora, apenada, cubre a Laurita con la manta otra vez—. Eres muy valiente, Laura.
—¡Ricardo se tiene que podrir en la cárcel! —digo alterada—. Ese cabrón quería abusar de mí también.
—¿Te ha agredido alguna vez? —pregunta el policía.
—¡Sí lo hizo! Me ha tenido amenazada todo este tiempo. Quería obligarme a complacerlo sexualmente para no perjudicar mis notas y las de mi novio. Dijo que, si lo contaba, sus amigos psiquiatras me encerrarían por mis problemas de conducta. Me ha tocado el culo y me ha agredido en clase. Lo último que me dijo hoy mismo es que mañana vendrán sus amigos para falsear informes y tener poder sobre chicas como yo —cuento todo lo que me viene a la memoria en un desborde de rabia.
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La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]
RomanceTras superar mi etapa de rebeldía, mi vida de adolescente se convirtió en un sueño hecho realidad. Mis padres me permitieron vivir sola con mi novio e incluso me asignaron una paga mensual. Mis únicas obligaciones consistían en estudiar y ayudar a m...