La reprimenda de Bernarda será inevitable. Si un genio me concediera un deseo, pediría huir de este momento tan embarazoso. Puedo ponerme en la piel de la sargenta. Dos chicas quitándose la ropa mutuamente y una a punto de besar a la otra, ¿qué se puede deducir de eso? Además, es la segunda vez que nos sorprende. La verdad es lo que me queda y no me arrepentiré de lo que pase porque no habría dejado a mi cuñada sola ante el peligro.
—Lo siento, profesora —digo al apartarme de Laurita. Ambas agachamos la cabeza avergonzadas—. Aunque no lo crea, la ayudaba con la falda.
—Sí, es muy obvio, y ella a ti —dice Bernarda con seriedad.
—Me refiero a que se le había atascado la cremallera —aclaro.
—¡Qué casualidad! —Bernarda tira de la falda de Laurita y se la desabrocha sin mayores esfuerzos. Normal, yo había hecho el trabajo duro—. ¿Cuánto he tardado, diez segundos? No sé qué pensar de todo esto. O bien os burláis de mí...
—¡No, profe! ¡Eso no! —intervengo.
—No me interrumpas, Ana. —Bernarda está enfadada, hoy sí—. Recibiréis otro castigo. Quiero un trabajo detallado sobre el voleibol para la próxima semana.
—Profe, no. Tenemos exámenes la semana que viene —le ruego.
—Ese no es mi problema. Haber usado la cabeza. Y, si me vuelves a replicar, será peor. Recordad, detallado. Nada de copiar y pegar de Internet. Pienso revisarlo de principio a fin.
—¡Puf! Vale... —¡Menuda mierda! ¿Y a Laurita no le molesta?
—No te quejes. Recordad que esta tarde os toca venir al entrenamiento. Será cada viernes y lo ampliaré a más días si seguís con esta indisciplina. Es más, os jugáis una expulsión —dice la sargenta y se me derrumba el ánimo.
—Oh... —murmura Laura. ¿Significa que estaba pensando en el paseo que no podremos dar? ¿Eso sí le ha afectado?
—Laura, termina de cambiarte y asegúrate de que tus compañeros están calentando. Ana, quédate un momento —ordena Bernarda. ¿A qué viene esto? ¿Me caerá la bronca gorda?
Laurita me mira con pena y yo a ella. Supongo que estamos en paz metiéndonos en problemas en la clase de Educación Física. En el fondo me causa cierta gracia todo esto, pero ya lloraré con las consecuencias.
Mi cuñada nos deja a solas en el vestuario tras ponerse la ropa de deporte. Tengo miedo, aunque Bernarda me invita a sentarme con un tono calmado.
—Ana, empiezo a preocuparme por ti. Tú no fuiste una alumna fácil y es digno de admirar el cambio que has hecho a mejor —me dice la profesora como toda una mentora—. Has crecido, has madurado, estás a nada de convertirte en una mujer. Progresas a pasos agigantados. Puedes conseguir lo que te propongas y lo sabes. Pero tengo la impresión de que tu vida personal atraviesa por cierto descontrol. No me malinterpretes, no soy nadie para meterme en tu vida, pero soy tu profesora y quiero que sepas que puedes contar conmigo si necesitas hablar sobre algo.
Pensaba que sería más dura y vuelve a demostrarme que tiene un corazón enorme. Me transmite la confianza de una hermana mayor o una madre.
—Muchas gracias por ser tan buena conmigo. Los demás no se creerían que esconde un lado bondadoso —digo y sonríe. Esto es un logro.
—Una parte de mí se identifica contigo cuando tenía tu edad. Por eso te aprecio como alumna y no me gustaría ver que tiras a la basura todo lo que has conseguido. Mira, Ana, como te dije la semana pasada, no hay ningún problema en que tengas un noviazgo con Laura, pero sé que tienes un romance con un chico también. Ten cuidado con eso, ¿vale? Los triángulos amorosos no suelen acabar bien. Te lo digo como consejo porque el amor te puede elevar hasta el cielo, pero, cuanto más te eleva, más duele la caída. —Bernarda me sumerge en un plano de reflexiones que me resulta más confuso.
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La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]
RomanceTras superar mi etapa de rebeldía, mi vida de adolescente se convirtió en un sueño hecho realidad. Mis padres me permitieron vivir sola con mi novio e incluso me asignaron una paga mensual. Mis únicas obligaciones consistían en estudiar y ayudar a m...