De citas y misterios (I)

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Suena la alarma del jueves. Despierto de un dulce sueño para encontrarme en una cómoda realidad. Mi osita sigue entre mis brazos y está tibia. La única diferencia en comparación con anoche es que tengo una pierna por encima de las suyas. Me restriego gustosa con ella, es una manera agradable de empezar el día. Laurita se estira sonriente y en el proceso me acaricia el muslo. ¿De verdad tenemos que levantarnos?

—Ani... —Se pone bocarriba con un vago movimiento. Me gusta su carita de niña recién despertada. Yo mantengo mi pierna sobre ella y mi mano sobre su abdomen. Mientras no proteste, no veo que sea malo—. Quiero seguir durmiendo.

—Y yo, pero hay que ir al insti —digo y le doy un besito en el cuello. La veo sonreír—. Buenos días.

—Buenos días. ¿Dormiste bien? —¡Menuda pregunta! Tardé en dormirme por su culpa. Mi cabeza estaba confusa y avergonzada, aunque al final dormí muy bien, poco, pero muy bien.

—He dormido mejor que nunca. Gracias por dejar que pasara la noche en tu cuarto.

—Somos cuñadas y amigas, no tienes que darme las gracias. —Me hace cosquillas acariciando mi pierna con el vaivén de sus dedos.

No me quiero levantar. No... Pero el día de hoy promete. Tengo motivos para renunciar a esta comodidad.

—Voy a buscar mi uniforme. Arriba o llegaremos tarde —digo y me desprendo de su magnética piel con mucho esfuerzo.

—Espera. —Me retiene por la cintura—. No te he dado el beso de buenos días. —Ataca mis labios fugazmente.

Debería quejarme por tanto atrevimiento cariñoso que me resulta desconcertante, pero sonrío como una tonta, no reacciono ni siquiera ahora que no huye.

Salgo feliz de su habitación para entrar en la que solía ser mía repleta de tensión. En efecto, tras abrir la puerta me encuentro a Eric sentado en la cama con los hombros caídos, cabizbajo y sosteniendo parte de su uniforme como si soñara despierto. Él siempre ha sido activo por la mañana, incluso teniendo sueño. Es el primero que se pone de pie, pero hoy cuelga de sí mismo como un espantapájaros. De una forma u otra, me destruye.

—Buenos días —saludo en voz baja por educación.

—Buenos días, Ana. Siento lo de anoche. No era mi intención molestarte y hacer que te fueras al sofá —me dice arrepentido, lo noto en su tono.

—Olvídalo, no hay que hacer un drama. —Soy dura, aunque me disguste.

Cojo mi uniforme y me voy al baño para cambiarme. No quiero que mi alegre amanecer se estropee con la amargura de Eric. Además, tengo mucho en lo que pensar como el día que me espera.

***

Los tres vamos al instituto juntos. Al final, Laura me convenció para que los acompañara y para que no fuera sola. No me apetecía soportar la cara de difunto de Eric, pero tampoco podía resistirme a la petición de ella. Eso sí, el silencio es una basura. Al parlanchín de mi exnovio parece que le han comido la lengua. Seguro que fue la gata de Daniela. ¡Qué asco! Me repugna la idea de que me haya besado después de haberlo hecho con ella. Y no me quiero imaginar si metió su lengua en otro sitio. ¡Es vomitivo!

Cuando entramos en el instituto sí divido nuestros caminos. Prefiero esperar tranquila en el aula a que empiecen las clases. Me juntaría con Claudia, pero la muy vaga acostumbra a llegar tarde por las mañanas. Al menos, Laurita me sigue y su hermano desaparece entre los veteranos. Que se junte con Daniela para que lo consuele.

—¡Hola, guapa! ¿Viste mi mensaje? —Un chiquillo orejón se nos acerca por el pasillo respaldado por dos amigos. Le dirige la palabra a Laurita. ¿Qué se traerá entre manos este pitufo?

La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora