Laurita y yo empezamos a desayunar calladas. "Con la boca llena no se habla. En la mesa no se habla", solía decir mi abuela. Me parece estar escuchándola por lo monjas que parecemos masticando y tragando sin tema de conversación. Necesito llegar al tema del distanciamiento, cosa que tengo la impresión de que se ha implementado, y para ello debo suavizar la charla.
—Laurita, ¿no me preguntas cómo me fue con tu hermano? —digo con cierta insinuación.
—Lo puedo suponer. Anoche me quedó muy claro. —¿Anoche? Dios...
—Creía que dormías... ¡Je! —digo avergonzada.
—No tenía sueño —dice inexpresiva y muerde la tostada.
—Parece que no te alegras por nosotros —digo y me mira con su cara de póker.
—Sí me alegro, solo que sabía que pasaría. Te repetí en varias ocasiones que os arreglaríais.
—Es que como no dices nada... —¿Y ahora qué tiene para estar así?
—¿Qué quieres que diga? La última vez que intenté hablar contigo sobre tu noche con mi hermano me dejaste claro que no compartirías tu intimidad conmigo. —Está demasiado reactiva.
—Eso fue porque... todavía era pronto para tener ese nivel de confianza. Pero es mejor que dejemos ese tema...
—Lo siento. Quiero que sepas que sí me hace feliz que me hayas escuchado y que hayas vuelto con mi hermano. —Por fin una sonrisa, aunque no es de sus más resplandecientes.
—Gracias, Laurita.
Y regresa el incómodo silencio.
Debo cambiar de estrategia. Centrarme en mí no ha sido la mejor idea.
Medito hasta que se me ocurre por dónde atajar.
—Oye, ¿por qué eres tan lenta cambiándote en Educación Física? Siempre esperas a ser la última. —A ver qué dice.
—Me gusta la privacidad —responde.
—No me lo creo. A mí también me gusta la privacidad y me cambio como todo el mundo. ¿Es que te excita desnudarte en público? —bromeo al nivel de Claudia, pero apenas sonríe—. En serio, puedes decirme —digo y tomo su mano para transmitirle mi apoyo. Ella mira nuestra unión.
—Las chicas se burlaban de mí en mi anterior instituto —dice y retira su mano de la mía para coger el vaso—. Se reían. Decían que llevaba ropa interior de niña y que tenía que estar en una guardería. Me señalaban, lo gritaban en todas partes y me daban la espalda. Todas aquellas miradas... Ninguna me defendió. Nadie lo hizo. No quiero pasar por la misma experiencia —cuenta y se me desgarra el alma.
—Laurita... —La abrazo. Ella necesita afecto, el cariño de gente que la aprecie de verdad como Eric y yo. Me pone difícil plantearle lo del distanciamiento, pero tengo que hacerlo como sea—. Siento mucho que hayas vivido esas experiencias sola. Eso no volverá a ocurrir. Yo estoy contigo. Recuerda lo del vídeo, asúmelo de otra manera. De todas formas, si alguna se burlara de ti en el vestuario, ni la profe Bernarda podría quitarme de encima de ella. Y, si alguna divulgara lo de tu ropa por el instituto, le arrancaría la lengua.
—¡Qué sádica! —exclama. Aunque sea ligeramente, su carita se ha alegrado.
Beso su mejilla y la libero. ¿Así pretendo guardar las distancias? La situación lo requería.
—Por ti puedo ser peor que el de La matanza de Texas —bromeo.
—¿Por qué no te preparaste las tostadas con la mermelada? ¿No te gusta? —me pregunta más relajada.
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La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]
RomanceTras superar mi etapa de rebeldía, mi vida de adolescente se convirtió en un sueño hecho realidad. Mis padres me permitieron vivir sola con mi novio e incluso me asignaron una paga mensual. Mis únicas obligaciones consistían en estudiar y ayudar a m...