Halloween (III)

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Mi corazón late con fuerza. Me siento viva. La proposición de mi chica es descabellada, pero contiene la llama que me enciende.

—¿Qué dices, Laurita? Puede venir alguien. Eric debe estar al llegar también... —Me mantengo de pie regalándole mi mejor sonrisa.

—Nadie entrará. —Laurita muestra la llave en el pomo de la puerta—. Tampoco podré meterte en la bañera porque no tenemos mucho tiempo. —Señala el baño privado de la habitación—. Pero... —dice y empieza a caminar empuñando el cuchillo de plástico— voy a matarte... de placer. —Sus últimas palabras derrochan sensualidad cuando se detiene delante de mí.

Laurita pincha mi abdomen y me hace retroceder insinuando un beso. Soy su marioneta y me gusta porque ella me ofrece algo diferente. Absorbida por su encanto, tropiezo con la cama y caigo chillando sobre el cómodo colchón. ¡Qué sobrecama tan sedosa! Palpo el tejido y me resulta casi tan suave como la piel de mi chica. Ella se sube encima de mí, se sienta y se inclina como toda una seductora.

—Mi Supergirl. —Laurita suelta el juguete para poseer mi cara con sus manos. Me toma con amor y une sus labios a los míos.

Mi mente se queda en blanco. Mis sentidos se centran en su boca de fresa y en esa lengua juguetona que se enlaza con la mía. Por mero instinto, me aferro a su cintura en mitad del besuqueo tierno y apasionado.

—Llevo... toda la fiesta... deseando... comerme tu... boquita —digo entre besos, en los segundos que me otorga para respirar.

—¿Solo mi boquita? —susurra y lame mi mejilla hasta mi oreja.

—No... Toda tú. —Me hace suspirar cuando humedece mi cuello con su aliento y su saliva—. Ah... —gimo y apretujo su corta bata de enfermera.

Mis manos pliegan descaradamente su ropa, aunque también actúan a voluntad de la excitación. Descienden con firmeza, se pasean por esa majestuosa curva formada entre sus caderas y sus muslos, incluso notan el elástico de las medias, y se rinden en sus nalgas. Allí permanecen gustosas jugueteando con las bragas y las siluetas eróticas de mi chica.

Laurita se apoya como una felina en mis pechos. Presiona. Frota. Agarra. Su agradable masajeo es pura estimulación, sobre todo al vincularse con el cosquilleo que me provoca en el cuello. Es ahí donde su boca me doblega con su húmeda forma de chuparme.

—Ani, me gusta que me toques como si fuera tuya —susurra y se incorpora hasta quedar sentada encima de mí.

—Somos la una para la otra. —Yo también me levanto mientras ella se deshace de su bolsito y de su gorro. Mantengo una mano traviesa frotando su trasero y su intimidad, provocándole un meneo casi involuntario, y me valgo de la otra para desabrochar un par de botones de su bata—. Después de la cena viene el postre, ¿no?

—Sí. No sé tú, pero pienso aprovechar el mío —dice y le descubro un pecho.

—Creo que tendrás que esperar —digo y ataco su seno.

—Ah... —gime ligeramente cuando saboreo su pezón a mi antojo. Mi lengua lo endurece a lametazos dentro de mi boca. Ella, que me transmite su estremecimiento apretándome con sus piernas, enreda sus dedos en mis cabellos y atrapa mi cabeza como señal de que está disfrutando.

Cuanto más estimulo su inocencia, más se mojan sus bragas. Tan suave y cálida. Me apetece explorar su interior, sentir sus fluidos directamente. Tenso un dedo hacia el borde del elástico para penetrar bajo el tejido y ella captura mi muñeca.

—No, Ani. Nada de dedos sucios dentro. Si quieres tocar ahí, tendrás que hacerlo con la lengua —dice y concluye con su tono seductor.

Laurita me impide ir más lejos y me empuja. Vuelvo a caer por completo sobre la cama que parece hecha de plumas, pero cedo a mi impulsivo deseo. Agarro a mi chica por la cintura y la tumbo a mi lado.

La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora