¿Qué entendería Laurita por "guardar las distancias"? Su pierna empieza a rozar donde no debe. Su cara está a escasos centímetros de la mía. Estoy atrapada. ¿Es que no piensa? ¿Y si alguno de mis padres o el propio Eric entrara en la cocina? ¿Cree que no podría aparecer uno de ellos porque nos separan varios metros y no estamos al alcance de su vista? ¡Dios, no! Tampoco quiero ser brusca con ella como para alejarla con un empujón. Mi mano tiembla bajo la suya y representa todo mi ser.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás sudando? —dice con esa sonrisita traviesa.
—Estás muy cerca y hace calor. ¿Por qué no te apartas? —¿Cómo justifico mis nervios?
Mis palabras consiguen el efecto contrario. Laurita se inclina más sobre mí. Esa pierna que parece presionar adrede entre las mías. Mi mano sometida por la suya. Su torso casi rozando el mío. ¿Pretende besarme? Estoy en mi límite; si me arqueo más hacia atrás, me romperé.
—Yo... —¿Tú qué, Laurita? ¿Por qué me sigues invadiendo?
¡Lo hará! ¡Me va a besar!
—Solo vengo a ayudarte a coger los platos —dice y se estira sobre mí.
¿Qué hace? ¿Esto es un juego para ella? No consigo entenderla. Tampoco puedo estar tranquila. Sus pechos están a la altura de mi boca. ¿Es normal que me sienta tentada? Mi mano ha descendido de su cintura a su cadera y ansía viajar más lejos. ¿Cómo sobreviviré a esta tensión? Si alguien entrara... No me lo quiero imaginar. A su vez, deseo hacer cosas que no están bien porque es mi cuñada. ¡Y ella se demora tanto para coger cuatro platos!
—¡Ani! —exclama y por fin deja correr el aire entre nosotras, aunque casi provoca uno de sus accidentes—. ¿Por qué me tocabas ahí? ¿No se suponía que no seríamos igual de mimosas? —¿Por qué mi mano resbaló hasta su nalga?
—Bueno... Es que... me estabas asfixiando. —¿Y ahora la culpa de violar mi petición es mía?—. Mira, déjalo porque estamos tardando demasiado. Lleva los platos y las cucharas. Yo me encargo del postre. ¿Podrás hacerlo sin que se te caigan? —digo burlona.
—Yo no soy la que está temblando —dice la muy diablilla y se marcha con la sonrisa picarona en la boca.
Me refresco delante de la nevera mientras saco la tarta y el helado. Es cierto que estaba sudando y diría que me he humedecido. Laurita me va a matar. Tengo que ser más firme con el distanciamiento o terminaré en un manicomio. Le daré otra oportunidad para comprobar que lo ha entendido, ya que he sido yo la que ha cruzado la frontera.
***
Había abandonado la mesa para librarme de mi cuñada y nuestras miradas y resulta que todo ha empeorado. Después de la escena en la cocina, la tengo incrustada en mi cabeza como si me hubieran marcado con un hierro candente. La observo empuñar su cucharita con la misma delicadeza que emplearía para sostener un polluelo recién salido del cascarón. Toma una porción de tarta y otra de helado. Ese trozo de metal que penetra en su boca para deleitarla me produce envidia. Chupa la superficie cóncava y su lengua jugosa lame los restos que se resistieron al roce de sus labios. Todo eso lo hace mientras me mira. A ojos de mi familia, solo es una mirada extraviada y un gesto ordinario, pero yo puedo sentir algo más profundo.
—¿Qué hay de vosotros? Todavía no estaréis pensando en boda e hijos, ¿no? —bromea mi padre.
—Papá, ¿cómo se te ocurre? —digo.
—Es pronto, Leonel. Primero queda la universidad por delante, pero pongo las cartas sobre la mesa. Amo a Ana con locura, vosotros lo sabéis, y mi deseo es que creemos una familia juntos en el futuro. —Eric está tan enamorado de mí, me mira como si sostuviera una estrella destellante.
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La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]
RomanceTras superar mi etapa de rebeldía, mi vida de adolescente se convirtió en un sueño hecho realidad. Mis padres me permitieron vivir sola con mi novio e incluso me asignaron una paga mensual. Mis únicas obligaciones consistían en estudiar y ayudar a m...