La verdad tras el dolor

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Sandra está en su hábitat y en su estado natural. "La Marilyn Manson" como dirían los pitufos o "la Muerte del instituto" como diría Víctor. Tan blanca, el contraste idóneo con la oscuridad que la caracteriza. Cabellos negros, uñas y labios pintados de negro y sombra oscura en los ojos, aunque esto resalta sus iris claros. Sus piercings parecen diamantes diminutos incrustados en su piel. La gargantilla que adorna su cuello me hace pensar en la correa de un perro, aunque lo verdaderamente irónico es que le cuelgue un corazón, por supuesto, negro como símbolo de lo podrido que está el suyo.

Su vestimenta roquera tampoco pasa desapercibida. Camiseta tenebrosa de calaveras en llamas y chaqueta negra de cuero encima. Alguna de sus pulseras, también de cuero negro y con tachuelas, se asoma por las mangas. Hoy le ha dado por ponerse una minifalda negra con medias de rejillas. Sus botas negras son como una pieza de arte con tanta parafernalia: cadenas, correas con hebilla y más tachuelas. Lo cierto es que tuve mi etapa de vestirme muy parecido a ella.

Un detalle que no escapa a mi vista es que aún usa un anillo de calavera que le regalé para salir. En realidad, aunque parezca la representación de Satán, es atractiva.

—¡Qué bien que ya nos vamos! Gracias, Pipo. —Recibo el cambio.

—A vosotras —dice Pipo.

—¿Viniste a tatuarte algo de mí? ¿O alguna mariconada para la princesa? —Comienza el incordio de Sandra.

—No te importa igual que no me importa lo que hayas venido a hacer. —No le digo otras cosas por respeto a Pipo.

—No guardo secretos para ti. Vine a tatuarme tu nombre en el coño —dice Sandra con esa sonrisa diabólica. Ella y su sentido del humor.

—No me digas. ¡Qué honor! —digo con sarcasmo—. Vámonos, Laura. —Nos encaminamos hacia la puerta.

—Sandra, estás fatal —comenta Pipo y ella ríe—. ¿Con qué idea vienes hoy?

—Ahora vengo, Pipo. —Sandra nos sigue hasta el exterior del local—. Espera, Bruma.

—Tú y yo no tenemos nada que hablar, así que regresa ahí dentro y sigue convirtiéndote en un periódico —le digo.

—Un periódico que hable sobre ti. Hoy te tendré más cerca de mi coño —dice Sandra con su asquerosa insinuación. ¿Qué pensará Laurita de todo esto?

—¿Tan poca cabeza tienes? —No sé por qué me lo planteo después del tatuaje de la mordida—. Me das pena haciendo esas idioteces.

—Pero en el fondo te gusta. Todavía no lo he decidido, pero puede que lo haga. La mejor parte será cuando te lo muestre. —Muy románticas las insinuaciones de Sandra...

—No estamos para perder el tiempo con tus locuras. Adiós, Sandra —digo y me dispongo a continuar con mi chica, pero Sandra nos retiene poniéndose delante. ¡Qué mala suerte haber coincidido con ella!

—¿Qué pasa? ¿No le has contado a la princesita lo que hubo entre nosotras? —¡Qué desgraciada! ¿Tiene que escupir la basura justo en este momento tan importante para Laurita y para mí? No quiero que mi chica se sienta incómoda.

—No hubo nada. Deja de remover la mierda y quítate del medio. —Me pone de malhumor.

—No te hagas la decente delante de la princesa. Mírala —le dice a Laurita—, se pone tensa porque no se ha olvidado de mí. Es mi Bruma.

—¿Qué coño dices? No soy nada tuyo. ¿De qué vas? —Me altera que hable así delante de mi chica.

—Marco mi territorio —dice Sandra con socarronería.

La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora