El tiempo vuela junto a Laura. Hicimos un breve receso antes de continuar con el trabajo de Lengua. Yo, ingenua, creía que había redactado una maravilla capaz de cautivar a la profesora durante todo el curso. La realidad es que Laura ha pulido un diamante de lo que ha resultado ser un carbón. Ella hace que la literatura sea divertida. Ya casi hemos terminado, pero se ha hecho de noche y eso solo puede significar una cosa. En efecto, Eric regresa del trabajo. Me había olvidado de su existencia hasta que ha abierto la puerta.
¡Qué incomodidad! Opto por no mirarlo. Entierro mis ojos en el papel. Él viene directo a Laura. ¡Es un cabrón! La abraza y le besa la cabeza como si me restregara que ya no recibiré ese amor por su parte.
—¡Hermanita! —"¡Hermanita!". Imbécil.
—¡Hola, hermano!
—Hola —me saluda con más sequedad que la de un desierto.
—Hola —le respondo por pura educación, porque no quiero hacer un espectáculo delante de Laura.
—¿Haciendo trabajos de clase? —pregunta la obviedad.
—Sí. Nos queda poco —responde Laura.
—¡Ánimo! —"¡Ánimo!". Bobo que es—. Me encargaré de la cena.
—¿Te ayudo? —se ofrece Laura.
—No hace falta. Termina lo tuyo. —Le da otro beso y se va.
Que se joda. Que cocine si quiere comer. Seguro que es capaz de cocinar para dos y dejarme de lado solo por fastidiarme más. Es que hasta me daría rabia que me preparara algo. Todo lo que haga me molestará. Le tiraría el plato a la cara si Laurita no estuviera delante. Se lo restregaría como me hace él con todo esto.
***
Le he plantado un beso en la mejilla a Laura como agradecimiento por toda su ayuda. Nos hemos librado de ese peso y estoy tranquila porque me evitaré un suspenso de los gordos. Iba a tirar todo a la mierda por culpa de Eric.
Ellos están poniendo la mesa ahora para cenar. Yo me encierro en la habitación para no tener que verle la cara esa de infiel que tiene. Debo estar rayando el techo con los cuernos que me han crecido. ¡Cabrón!
Un poco de música alegre me ayudará a relajarme en la cama. Me pondré los auriculares y a desconectar. Tengo unos recuerdos recientes que ocuparán mi mente.
—La cena ya está. Te estamos esperando. —¿Qué hace él en la puerta? ¿Para qué viene a molestarme? ¿Es que no puedo tener paz? Ni siquiera me lo dice con amabilidad.
—No tengo hambre —digo con más frialdad que el invierno.
Eric resopla y cierra la puerta.
¡Dios! Le gusta provocarme. Y encima cuchichea algo con Laura. ¡Qué rabia me da! Me estará poniendo verde delante de ella. ¡Maldito! Quiero gritarle las mil verdades que se merece. Lo cogería de saco de boxeo para abofetearlo día y noche. Pero me tengo que controlar.
Muerdo la almohada y ahogo mi ira en ella.
—Ana... ¿Qué haces? —Es Laurita. ¡Qué vergüenza! Ni la he sentido entrar.
—Mira que no llamar a la puerta —digo con cierta molestia.
—Lo siento. Eric me dijo que no hacías nada. Debí tocar...
—No pasa nada. —Es culpa de él que le haya hablado así.
—Te he servido la cena, pero Eric me dijo que no tienes hambre. No me lo creo.
Es una monada.
—Ay, Laurita, ahora no me apetece. Gracias de todas formas.
—Casi no has comido. No has probado nada de lo que nos has preparado hasta ahora. ¿De verdad me vas a dejar el plato servido en la mesa? —Y me pone esa carita irresistible. Esos ojos saltones. Esos labios arrugados.
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La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]
RomanceTras superar mi etapa de rebeldía, mi vida de adolescente se convirtió en un sueño hecho realidad. Mis padres me permitieron vivir sola con mi novio e incluso me asignaron una paga mensual. Mis únicas obligaciones consistían en estudiar y ayudar a m...