Ante todo, placer

78.4K 2.5K 2.7K
                                    

Silencio mi teléfono, suelto mi mochila y corro a la habitación de Laurita emocionada. ¿Quién se perdería una tarde de pasión con la persona que estima? Quiero impregnarme de su aroma embriagador.

—¿Qué se te olvidó, pececilla? —pregunta risueña. Está sentada en la cama encendiendo su computadora portátil y yo permanezco en su puerta.

—Lo más importante. Amarte —digo y me precipito hacia ella.

La alegría acompaña mis actos impulsivos. Esto me demuestra que no todos los impulsos son malos. Cuando se deben al amor, cuando me dejo arrastrar por él, siento una felicidad maravillosa.

Caigo sobre mi Laurita entre risas. Me siento encima de ella a la vez que aprisiono sus manos por encima de su cabeza. Nos entregamos con la mirada.

—¿Y qué pasa con la obra? —cuestiona.

—Puede esperar. Lo nuestro no. —Rozamos nuestros labios superficialmente.

—Con razón me dijiste que nos veríamos pronto. Me alegro de que tomaras esta decisión porque pensaba tocarme. ¿Creías que podría aguantar tanto sin ti? —dice la picarona.

—Eres una diablilla mentirosa. Voy a castigarte con placer —digo en medio de nuestras ligeras caricias con las mejillas.

—Acepto la condena. ¿Será perpetua? —Me encanta la sensualidad en su tono.

—Sí... —le susurro.

Entrelazo mis dedos con los suyos. Nuestras manos juntas simbolizan nuestra unión. Restriego mi torso en ella mientras trazo un mapa de besos por su cuello y su cara hasta arribar a su boca. Siempre que nuestras lenguas se encuentran deseo más. ¿Por qué? Me enamora su delicadeza. Me enamora su dulzura. Me enamora su aroma. Me enamora su inocencia y su picardía. Me enamora toda ella.

Recorro sus brazos con las yemas de mis dedos como un río buscando la desembocadura al mar. Mi mar es la blusa de su uniforme. Mientras sucumbimos a nuestros tiernos besos, desabrocho los botones.

Sus manos no se quedan quietas. Primero me provocan ligeras cosquillas en mi cintura y luego penetran bajo mi falda. Se elevan serenas por mis muslos hasta capturar mis nalgas. Laurita es tan traviesa que me las apretuja acercando los dedos a mi intimidad por encima de mis bragas. Las ganas de que sea más atrevida con su invasión crecen en mi interior y se manifiestan a través de mi leve meneo. ¡Quiero que me toque ahí!

Descubro su torso al soltar el último botón. Su piel blanquecina siempre luce limpia, frágil y apetitosa. La tomo por los costados y abandono su cuello para lamer su abdomen. Su cuerpo se arquea en pleno gimoteo.

—Laurita, me gusta mucho sentirte —digo y ella arrastra mi camiseta.

—Siénteme con tu piel. —Desnuda mi parte superior y la complazco deshaciéndome de mi sostén.

Su cuello vuelve a ser mi objetivo temporal. Mi intención es que nuestros torsos se froten gustosos. Ambas estamos tibias y la fricción es placentera. La beso con pasión y ella me lo agradece presionando sobre mi debilidad. Su jugueteo en mi zona erógena a la vez que me abre las nalgas empieza a estremecerme, a sonsacarme mis tenues gemidos y a humedecerme.

En un acto más ardiente, poso mis manos sobre sus pechos. Disfruto apretándoselos en profundidad. Me resulta muy excitante que nos proporcionemos gusto y que gimamos en pleno beso pasional.

Mi mano desciende lujuriosa con la intención de potenciar semejante goce. Se cuela bajo mis piernas y entre las suyas. Pliega su falda lo suficiente para atacar su inocencia. En cuanto contornea sus labios sobre sus bragas, se cumple mi deseo. Laurita se tensa debajo de mí y aumenta su gimoteo.

La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora