Un paseo por la arena se convierte en nuestra ruta de regreso. Laurita lo aprovecha para explotar su afición de fotógrafa profesional. No se le escapan ni las gaviotas, pero, para mi orgullo, su musa soy yo. Me pide que pose cada pocos metros y la complazco. Según ella, yo favorezco el atardecer rojizo con mis cabellos de cobre. Se agacha, se inclina, busca el mejor ángulo y me inmortaliza. Me muestra una de las fotos, una realmente impresionante donde mi pelo se funde con los rayos de fuego, y me dice que el sol soy yo. Es puro cariño. Nunca me habían dicho cosas como esas.
La última tanda de fotos nos mantiene unidas. La abrazo por detrás y apoyo mi cabeza sobre su hombro. Ella realiza una secuencia de capturas en segundos. Nuestras caras pasan por diferentes fases de risas y muecas absurdas hasta mis besos en su mejilla y mis manos pellizcándole los mofletes mientras imita un pez globo. El tiempo a su lado significa felicidad.
—Y bien, ¿te ha gustado nuestra cita de amigas? —pregunto cuando llegamos a la casa.
—Es la mejor que he tenido en mi vida. Te lo dije, la repetiría infinitas veces —me responde muy risueña.
—Necesitaba asegurarme, ya que yo no he estado a tu altura preparando sorpresas. Todo fue un poco improvisado —digo.
—No necesitas hacer grandes cosas para sorprenderme. —Se muerde el labio y me lanza una mirada picarona. ¿En qué estará pensando? ¿O soy yo la que espera algo que no debería?—. Muchas gracias, Ani. Ha sido una tarde maravillosa.
—¿Y no seré recompensada? —digo con tono de broma, pero me lo cuestiono de verdad. ¿Qué espero?
—¡Ja, ja, ja! No, por ahora estamos en paz. ¿Te importa si me ducho primero?
—Adelante. Tienes mi permiso —digo y se aleja tarareando nuestra canción, la canción de nuestro baile.
Siento que me he quedado con ganas de algo. Ha faltado un punto final aquí; de lo contrario, estaría más satisfecha. ¿Pero qué? ¿Es que no ha sido suficiente con verla feliz? ¿Qué más puedo pedir?
***
Laurita lleva casi una hora en el baño. Es una lenta de cuidado. Debe estar lavándose ese pelo tan lindo que tiene. Y luego le tocará cepillo y secador.
Mientras espero mi turno para el baño, pongo la cena en el fuego y respondo un mensaje de mis padres. También les comparto una foto con mi cuñada, así le van poniendo cara. Enseguida me llama mi madre.
—Hola, mamá —respondo.
—Hola, cielo. Te veo muy guapa y radiante. Entonces ella es tu cuñada —dice mi madre.
—Sí, es Laurita. Es un amor de chica. Ayer me llevó a patinar y hoy hemos ido a la playa. Nos divertimos muchísimo —cuento mientras remuevo el sofrito.
—¡Cuánto me alegro, hija! Se ve muy buena y agradable. Ya me gustaría decir lo mismo de tu tía Julia. Somos como el perro y el gato —dice mi madre y escucho la risa de mi padre de fondo.
—¡Ja, ja, ja! Sí, todavía me acuerdo de la última cena de Navidad. Memorable esa riña por ver cuál había preparado el mejor postre. ¡Qué pena me dio con Eric! Tú diciendo que le faltaba azúcar a su tarta y ella diciendo que tú estabas pasada como los kilos que te sobran. Estuvo bien acalorada la cena, sí —recuerdo con humor y la hago reír.
—Oye, hija, pero que en eso tiene razón mi hermana. Tu madre subió de talla —bromea mi padre.
—¡Qué malo, papá!
—¡Hoy duermes en el sofá! —exclama mi madre y pienso en mi situación.
—No le hagas caso, mamá. Es un viejo verde y tu tarta estuvo más rica —la apoyo y ríen.
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La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]
RomanceTras superar mi etapa de rebeldía, mi vida de adolescente se convirtió en un sueño hecho realidad. Mis padres me permitieron vivir sola con mi novio e incluso me asignaron una paga mensual. Mis únicas obligaciones consistían en estudiar y ayudar a m...