La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]

Legado de rencor

¡Claudia es una falsa y una asquerosa manipuladora! La consideraba mi mejor amiga, pero la decepción es tan grande que daría lo que fuera para que desapareciera de mi memoria y de las páginas de mi vida. Su amistad siempre ha sido una máscara de su interés por estar conmigo porque le gusto. Ni siquiera yo, que soy celosa, habría llegado al extremo de pagarle a alguien para que jugara con los sentimientos de una persona. ¿Y si Laurita se hubiera enamorado de una chica que no la hubiera correspondido por culpa de esas cartas? Ella no se merecía otro acto tan despiadado y cruel en su historial de acoso por los desvaríos de Claudia.

Además, Claudia es una persona ruin, de las peores que conozco. ¡Hipócrita! Siempre bromeando sobre la orientación sexual con su tono despectivo y resulta que ella es la primera en dar rienda suelta a sus curiosidades. Ha tenido el descaro de liarse con Aura a sabiendas de que la había apuñalado por la espalda y, por si eso no era suficiente, ha mantenido su relación con ella. ¡¿Cómo se puede ser tan falsa?! ¿Su cerebro de pacotilla no le alcanza para darse cuenta de que menosprecia los sentimientos ajenos? Por su culpa me pesa haber tratado a Aura como una mierda. Si hay algo que me jode, es que se atreviera a besarme. ¡Me asquea tanto o más que Sandra!

Me alegra no haberle contado mi verdad sobre mi relación con Laurita porque me habría arrepentido. Doy gracias a que tuve una neurona lúcida para conservar mi suspicacia. Aparte de haberme criticado y de haberse ensañado con Laurita, la muy perra se lo habría contado a Eric para joder a mi amor y separarnos, así me habría tenido para ella sola y habría jugado su papel de amiga, ¡de amiga falsa! De hecho, me invade una ligera sospecha de que ella pueda ser la persona que me ha estado acosando, que sabe mi secreto y que se lo ha callado para orquestar sus juegos sucios en las sombras porque a ella le divierte hacer daño de esa manera. Quizás dejó de acosarme porque se percató de mi distancia con Laurita y porque recuperó nuestra confianza hasta tenerme en su casa, ¡qué zorra!

La rabia me invita a regresar y cruzarle la cara hasta que confiese que es el acosador, pero no caeré bajo ni desperdiciaré más tiempo con ella. Si me quiere seguir fastidiando, que lo haga, pero tendrá que atenerse a las consecuencias. Por ahora, prefiero alejarme de esa traidora y centrarme en recuperar mi relación con Laurita. Que se pudra en el pantano de sus lágrimas de falsa y de homofóbica por conveniencia. A mí no me da ninguna pena una persona tan despreciable como ella. Nuestra amistad se extinguió para siempre.

***

Mis amigos me esperan dentro del bar, son casi una veintena que ha conquistado media sala juntando varias mesas. Los observo a través del cristal y, a pesar de que Sandra está entre ellos, sonríen y parlotean como buenas personas que comparten un rato armonioso, mientras que yo nado en un mar de decepción e ira. Permanezco al otro lado de la puerta el tiempo suficiente para suspirar, para serenarme, para que las emociones negativas abandonen mi interior porque no quiero ser el veneno que asesine la simpatía del grupo.

—Chicas, es Ana —anuncia Flor mi entrada con entusiasmo.

—Hola. Por fin llego, hace mucho frío afuera. —Mis ojos buscan a Laurita de inmediato.

—¿Y Claudia? —pregunta Roberto. Debería contar la verdad para que todos sepan que ella es despreciable, pero dejaré en su mano que afronte sus actos igual que hice con Patricia.

—Sus padres la han llamado y ha tenido que irse —miento y me acerco a la barra, no sin antes intercambiar una mirada de complicidad con Víctor—. Un café con leche bien caliente, por favor —pido y el camarero asiente.

—¡Qué pena! Habría sido genial que viniera, me cae bien —comenta Dayana. Cambiará de opinión cuando conozca la verdad sobre Claudia.

—Ven, guardé este sitio para ti —me dice Laurita mientras toca una silla a su lado.