Acaricio sus labios suaves con los míos. Nuestras lágrimas se diluyen entre ellos; me roban su dulzura con su gusto salado, pero no me privan de disfrutarlos. En su boca encuentro el consuelo que necesito. ¿Por qué?
Somos víctimas de este beso inesperado. Nuestros cuerpos no responden; son nuestros corazones los únicos que laten con intensidad a la par y me recuerdan sutilmente que seguimos respirando. Los labios mandan. Ellos nos guían para saborearnos en un contacto tierno. Me gusta sentir su boquita pasiva dejándose poseer por la mía. Si me retiro el más mínimo milímetro, ella me roza para invitarme a volver.
Me calma su ritmo pausado, me hace desear más. Y no es todo. Deja mi mente en blanco, me extirpa el dolor de raíz, aunque sea por este momento. Quizás por eso no quiero que termine. ¿Puede alguien sentir que renace con un beso? ¿Por qué saboreo esa sensación en sus labios?
Ella me los humedece y yo se los chupo con suavidad. No sé qué me pasa, pero quiero más. Mi lengua se me escapa, da rienda suelta a sus travesuras. Es una cariñosa serpiente que lame su piel blandita y carnosa.
Noto a Laura tan sumisa y entregada. Es como si mi sueño se empezara a materializar. Incluso estamos en su cama. Solo tengo que dejarme caer sobre ella. Quiero saltar a su cuello...
"¿Qué estás haciendo, Ana?". Una voz en mi interior. Una cruda realidad de la parte sana que me queda de mi cerebro. Es cierto. ¿Qué se supone que estoy haciendo? ¿Qué estoy haciendo con mi cuñada? ¿Por qué la beso?
Me aparto luchando contra el magnetismo de nuestros labios que parecen imanes. Ninguna lloramos. Ya no.
Laura me mira embelesada y yo debo ser un reflejo de ella.
—Yo... Laura... —No sé ni qué decir.
—Eres tan bonita y encantadora. De verdad, no creo que mi hermano te haya cambiado por ninguna. Te quedarás, ¿sí? —Me sonríe con ternura.
Pero no la entiendo. ¿Qué ha significado este beso para ella? ¿Es que no le ha importado? ¿Lo ha hecho solo para hacerme sentir bien? Me da miedo preguntar y echar a perder el momento. Nos hemos calmado como para reavivar las brasas.
—Tenía que agradecerte de alguna manera lo buena cuñada y amiga que estás siendo conmigo. —Necesito justificar como sea lo que ha pasado, pero no he podido ni mirarla a los ojos para decirle eso. ¡Qué vergüenza!—. Me quedaré hasta que se defina la situación entre Eric y yo. Lo haré por ti.
—¡Gracias, Ana! —Se me lanza con un abrazo amistoso.
Volver a oler su perfume, a sentir su respiración sobre mí y a recibir su calor se me hace incómodo. Es como si pudiera repetirse lo que acaba de pasar. Desde luego, lo de Eric ha debido afectarme más de lo que creía porque me parece que voy a perder la cabeza. Así que, solo por precaución, suavizo el abrazo y lo acorto.
—Gracias a ti por tener tanta paciencia conmigo —le digo.
—Ahora me siento genial. Me habría gustado que confiaras en mí desde el principio, pero entiendo tu posición. Quiero que sepas que amo a mi hermano, pero no por ello defendería que fuera injusto contigo. Lo único que me da pena es que hayamos dado este paso con tanto dolor de por medio. Haré lo que sea para animarte.
—Ya has hecho muchísimo para animarme. —Me basta con rememorar ese beso que sigue fresco—. Eres un amor, Laurita. —La acaricio y consigo su gentil sonrisa.
—¿Qué quieres hacer? ¿Jugamos? —Tengo la mente tan sucia y dañada en este momento que solo me pasa una cosa por la cabeza...—. Podemos bailar un rato. Te dejaré ganar. —Si es que era lógico, no podía ser nada raro.
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La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]
RomansTras superar mi etapa de rebeldía, mi vida de adolescente se convirtió en un sueño hecho realidad. Mis padres me permitieron vivir sola con mi novio e incluso me asignaron una paga mensual. Mis únicas obligaciones consistían en estudiar y ayudar a m...