Entrenamiento... ¿en el vestuario?

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El enfado y la decepción me acompañan en todo el camino de regreso a la casa. No me extrañaría que Patricia fuera también la persona que le estuvo pagando a Víctor y que todo haya sido un juego suyo. Si fue capaz de hacerle algo tan cruel a mi Laurita, ¿qué se puede esperar de ella? Disfrutaba con el tema del poeta porque sabía quién era desde el principio, y tuvo la cara de reírse de mí en mis narices. ¡Qué asco de amiga! Siento pena hasta por el pobre Pascual. Apenas conozco a ese chico, pero cargó con una culpa horrorosa. La reprimenda de la directora, la vergüenza con sus padres, la mala fama... Patricia es de lo peor con lo que me he cruzado.

En la casa, Eric se percata de mi enojo en cuanto nos vemos en la cocina.

—¿Y esas caras? ¿Qué ha pasado? —pregunta Eric y nos besa en la frente.

—Venimos de ver a Patricia —digo.

—¿Cómo está con el tema del vídeo? —Eric se interesa por ella, pero me huelo su reacción cuando le cuente la verdad.

—Pues mira, es una zorra. ¿Sabes qué nos confesó? Que fue ella la que grabó a Laura en la fiesta y la que colgó el vídeo en la plataforma —digo y la cara amable de Eric se transforma en extrañeza.

—¿Qué? No me lo puedo creer. Pero si sois compañeras de clase y es una chica simpática. ¿Por qué le hizo eso a mi hermana? —cuestiona Eric.

—Dijo que me tenía envidia. Fue horrible —responde Laurita y Eric la abraza.

—Esto me jode. Lo del vídeo ya fue duro de por sí y ahora os toca el golpe de una desilusión con una amiga. Tan buena chica que parecía. Nunca me he alegrado del mal ajeno, pero todo se vuelve en tu contra cuando haces daño. Ella se arrepentirá de lo que hizo. Siento mucho que sigas pasando por estas experiencias, hermana. —Eric acaricia su cabeza durante ese abrazo familiar—. No todo el mundo es malo. Me tienes a mí. Tienes a Ana. Y a otros. Todo irá mejor.

Y él merece a alguien especial...

***

El viernes comienza con el mismo sabor amargo que nos dejó Patricia. Ella no se ha atrevido a venir a clase ni a dar la cara, cosa que la describe bastante bien. Todos los allegados la toman por víctima y sí, lo es, pero deberían saber lo que oculta. No seré yo la que la desenmascare delante de Roberto, Gerardo y los demás, pero sí hablaré con mi vieja amiga al respecto porque, de lo contrario, explotaré.

El contrapeso de la balanza es mi Laurita. Ella es mi alegría y mi orgullo. Ha tenido el valor de venir al instituto sin su muñequera. Es un gran paso, aunque todavía se muestra retraída al respecto; de hecho, ni Eric descubrió el detalle del tatuaje. Mi chica oculta la muñeca o se la cubre con la otra mano porque todavía tiene miedo y el desencanto con Patricia no fue de mucha ayuda. Sin embargo, confío en que se relaje con el pasar de los días hasta que exhiba su camuflada cicatriz con naturalidad.

Laurita y yo nos encontramos con Claudia y Aura en el patio durante el primer recreo. Es un milagro que esas dos no se estén tirando de los pelos.

—¡Uy! ¡Qué caras traéis! ¿Os habéis peleado por el secador esta mañana? —bromea Claudia. Parece que tiene sobredosis de entusiasmo, pero me alegra porque eso debe significar que lleva mejor el tema del castigo y la gonorrea.

—¿Qué dices, Claudia? ¡Se ven muy kawaiis con esas caras haciendo pucheros! —Aura, tan babosa, se abalanza sobre nosotras y nos abraza a la fuerza—. La verdad es que parecéis pasas.

—Quítate. —La aparto—. No estamos de humor.

—¿Alguna vez lo estás? —Aura juega con fuego.

La hermana de mi novio [Disponible en físico en 2 tomos + Extras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora