Cap.75

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Luego de que JiMin le pidiera mimos se acomodó en la camilla para luego acercar la carita de su esposo y apoyarla en sus piernas mientras este todavía estaba acomodado sobre la gran pelota azul con las piernas abiertas. Al la camilla estar alta su vientre no chocaba con la orilla de esta, más se veía bajito y chiquito ahí sentado, hasta se veía adormilado por las caricias que YoonGi dejaba en su espalda y nuca.

El menor se sentía muy relajado en esa posición, una que otra contracción le atacaba pero hasta el momento eran leves. Los sonidos del agua cayendo en la bañera le seguían relajado, las caricias y la compañía de su esposo lo hacían sentir seguro, sabía que YoonGi estaba nervioso, no paraba de tocarlo y a veces empezaba a jugar con el cabello que caía de a poquito por su nuca, pero aún así se mostraba calmado y seguro.

Para él la sensación de tener a sus hijos pronto en sus brazos era inexplicable, sabía que extrañaría tener a sus bebés en su vientre, sentir sus pataditas y hasta extrañaría las incómodas contracciones, porque a pesar de que dolieran eran como una señal de que sus hijos estaban ahí, que los querían conocer y que, de alguna manera, era una señal de que estaban bien, que tenían fuerzas para al fin conocer el hermoso mundo que sus padres les tenían preparado.

Un mundo feliz, donde nada les haría falta, ni material y mucho menos sentimental.

Sentía un poco de tristeza, pero también felicidad. Tenía que estar feliz, guardó muchos recuerdos en su memoria, para sí mismo; momentos privados con su enorme vientre, los momentos que les hablaba y estos pateaban, las noches de insomnio, la sensación de pesadez en su cuerpo por cargar con un peso demás al que estaba acostumbrado, los momentos de mareos donde YoonGi no estaba, todas las tardes lindas que pasaron juntos él y sus dos hijitos, las muchas comidas que compartió con ellos dos y qué decir de todas las pataditas que recibió en su vientre.

Son recuerdos que difícilmente olvidaría.

Las lágrimas salieron esta vez de sus ojos por una razón extra al dolor, ahora lloraba por felicidad y tristeza al mismo tiempo. Era un llanto silencioso, no era necesario hacer un escándalo, pero su cuerpo tenía pequeños temblores y una sonrisita estaba en su cara que se ensanchó cuando su esposo se inclinó y beso parte de su espalda, compartiendo su calor y los sentimientos que desprendían sus acciones.

Así quedaron por una hora más, esperando a que el canal de JiMin se ampliara hasta los diez centímetros, las contracciones iban y venían de vez en cuando siendo muy dolorosas, sin embargo las aguantaba, respiraba junto a su esposo y luego de varios minutos se calmaban; hasta que llegaba la otra. La doctora le había ofrecido un acelerante, lo cual podría ensanchar aún más rápido su canal, pero le habían advertido que eso dolía aún más y la rechazó de inmediato. También le ofrecieron un calmante vía espinal que le calmaría el dolor en cuestión de minutos, pero también la rechazó ya que podía afectar a sus bebés, como disminuir su ritmo cardiaco.

Aunque durara mucho y doliera como el infierno, prefería hacer su proceso totalmente natural,

YoonGi, por su parte, notaba a JiMin cada vez más agitado, habían cambiado posiciones, dejando al menor cerca de la camilla rebotando en la pelota con el mayor a su lado moviéndose de un lado a otro con nerviosismo pero siempre a su lado. JiMin, con las manos en el vientre y suspirando pesadamente, de vez en cuando daba círculos con sus caderas aún sobre la pelota y trataba de estirar la espalda, ya que esa era la zona que más le dolía.

-- Salgan ya...-- murmuraba en varias ocasiones donde el dolor le ganaba, y sollozos salían de sus labios, más eran quejidos que llantos, y YoonGi con el pasar de los minutos y las contracciones; más se asustaba y preocupaba.

Si bien era un proceso de por si largo, se preocupaba por los gritos que daba su esposo de vez en cuando, los quejidos y lloriqueos que salían de su boquita cuando el dolor lo superaba. Al estar respirando con mayor frecuencia, YoonGi le aplicaba un poco de bálsamo que TaeHyung le había pasado en los labios para evitar que se le rompan, también le daba agua cada cierto tiempo para aliviar su garganta. Trataba de acomodarlo de alguna manera, hacerle saber que estaba ahí con él en todo momento a pesar de no estar sintiendo ese dolor, quería sentirse parte del proceso.

-- Oh~.-- Suspiró y medio gritó JiMin cuando otra contracción le atacó.

Su esposo se acercó a él rápidamente al ver que se paraba con mucho esfuerzo de la pelota para así apoyar sus manos y cabeza en la camilla, dejando su espalda extendida. YoonGi se posicionó detrás de él y mantuvo un masaje desde sus hombros hasta la espalda, a veces parando en sus caderas para hacer presión y dar una sensación más relajante para el dolor de espalda.

-- ¿Te quieres quedar así, amor?.-- Pregunta YoonGi.-- Tus piernas tiemblan, cariño.-- Sostiene aún más fuerte las caderas entre sus manos, con miedo de que este pierda el equilibrio y caiga de bruces al suelo.

-- D-duele.-- solloza.-- Me q-quiero quedar.-- Hace una pausa para respirar y aguantar el dolor.-- así... pero no aguanto YoonGi.-- se queja con amenaza de soltar otro largo llanto.

-- Tranquilo amor.-- Sigue acariciando su espalda.-- Espera aquí.

Con rapidez tomó la pelota azul que se encontraba en el piso y la subió en la camilla, esta quedándose quieta al tener contacto con la tela que cubría el colchón, luego bajó unos centímetros la camilla para poder subir a JiMin a esta misma con mayor facilidad. Como pudo, lo acomodó de manera que quedara sobre sus rodillas sin soltarlo y le acercó la pelota a su cuerpo, indicándole que se recostara sobre la pelota. JiMin acató la orden y suspiró en alivio cuando su espalda se estiró junto con sus caderas deliciosamente, así se sentía más cómodo y no tenía que hacer fuerza alguna. Su cabeza y pecho estaban sobre la pelota, su cuerpo en la parte inferior estirada, quedando sobre sus piernas como un perrito.

-- Gracias amor.-- Dijo JiMin, derritiendo de ternura a su esposo al tener la mejilla apoyada en la pelota, esta abultándose junto con sus labios. JiMin mantenía un aspecto cansado, pero aún así lucía precioso.-- ¿Me sigues dando masajito?

-- Claro que sí mi príncipe valiente.

Primero, tomó pañuelos y limpió los mocos y lágrimas que estaban en la carita de su amor, le acomodó la coleta de sus cabellos de nuevo, tomó su manos con fuerza y le besó en el dorso, con la otra dando relajantes masajes por toda la espalda del embarazado y parte de sus hombros.

Después de todo, este largo proceso tenía sus altos y bajos.














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Padres YoonMin MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora