Who are you?

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Una vez que despidieron a Gansey, Blue y a Henry, ambos volvieron a Henrietta.

—Las cucarachas se esparcen por el mundo. —dijo Ronan, claramente molesto.

—Soy de esas cucarachas que regresan a su casa.

—No eres una cucaracha, ellos lo son, tú no.

Adam parece feliz. Sus amigos no están dejando el país para luchar en una guerra, aun así, los extraña. Es como su madre le dijo alguna vez "todos van a marcharse y van a dejarte solo". Adam contaba con Ronan y Ronan contaba con Declan, con Matthew, con Gansey, con Blue, hasta con Henry,  y con Adam.

—¿Olvidaste algo en St. Agnes?

Lo piensa sólo para molestar a Ronan. ¿Qué podría olvidar Adam? ¿una caja?

—No me jodas, Parrish. Lo digo porque me han hablado, quieren que vayas.

—Ah, tal vez sea por la renta de liquidación.

—No, esa ya la pagué.

—Bueno, entonces he olvidado mi libro de hechicería. —el rostro de Ronan lo ve con asombro. —No cuento con algo tan cool. Podemos ir, una vez que comamos algo.

Resulta que Adam sí había olvidado algo. La baraja de Phersephone, aun en una bolsa hecha con especial cuidado. Adam casi golpea su cabeza contra la pared ¿cómo pudo olvidar algo tan valioso? Con razón no podía encontrarla en ninguna parte. De regreso a Los Graneros no habló ninguno de los dos. Adam miraba una y otra vez las cartas, tal vez extrañándolas, tal vez esperando que le hablaran. << ¿Cabeswater?>> pensó. Sin respuesta. Nada.

Le tocaba preparar la cena, así que se metió en la cocina y no dijo nada hasta que Ronan lo sorprendió.

—Puedes quemarte. —apagó la estufa.

—Ya estaba listo.

—Bien, entonces vamos a la mesa.

—Esta noche... quédate en mi cama.

—Siempre lo hago.

—No como lo estoy pensando ahora.

—¿Nos saltamos la cena?

—He escuchado tu estomago desde que salimos de St. Agnes. No, nos saltamos la cena.

Después de la cena vieron la televisión y Adam quedó dormido, en el sofá, junto a Ronan.

En la mañana Adam preparaba sus cosas para poder irse. Encendió su auto y se marchó. Ronan no había despertado y le envió un mensaje a Adam que leyó en una luz roja.

<<Sí, cariño, ten un buen viaje. Maldito, 

¿por qué no me despertaste, Parrish?>>

Adam escribió antes que la luz cambiara.

<<Lo siento, cariño, te mirabas tan 

adorable durmiendo ¡No podía hacerlo!

Ahora Adam estaba listo para tener sexo, pero Ronan no. Adam suspiró con pesadez y siguió avanzando en el tráfico. Infernal tráfico.

Al llegar a Harvard enseñó su credencial para que lo dejaran pasar, un tipo le salió al frente y le gritó "buen día". Adam no conocía al tipo, pero igual le saludó. Estaba residiendo en la vivienda que ofrece la universidad, pero ese era una gran mentira. Dio una vuelta, estacionó su auto y entró a lo que era "su habitación". Encontró el fajo de billetes y salió.

Sueños, sin pesadillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora