Capítulo 1, {segunda parte}

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El Mago. 

Por alguna razón, desde que se ha levantado esa mañana, vaga entre sus pensamientos la frase que hace muchos años le dijo Persephone: "

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Por alguna razón, desde que se ha levantado esa mañana, vaga entre sus pensamientos la frase que hace muchos años le dijo Persephone: "... un mago..."; ronda sin parar en su cabeza, trata de esforzarse para que la oración tome forma de principio a fin, pero por más que lo intenta, parece alejarse más. No logra atraparla.

—¿Papá?

Lo interrumpe su hijo, dubitativo si debe entrar o no. Adam apaga un momento sus pensamientos.

—¿Sucede algo?—deja de escribir, hace aun lado y se aleja de su pequeño escritorio para ver mejor la puerta.

—No encuentro mi banda, la he buscado por todas partes.

—Cuando te refieres a "buscar por todas partes" ¿me estás diciendo que desarreglaste todo?

El par de ojitos tiernos miran hacia el piso, luce arrepentido.

—Lo acomodaré cuando vuelva.—susurra.

—¿Cuántas insignias has ganado estos últimos meses?

—Tres. —ahora luce desanimado, triste. —Lee ganó doce, doce, ¿cómo lo hace?, No tengo idea, ¿habrá una tienda clandestina de insignias scouts?

—Tres... es un número bueno. Piensa en el sin fin de triadas que existen.

Owen toma un momento para pensar y luego exclama divertido: —Ah, el Trío de Oro, el triángulo de las bermudas, la triada de pensadores ¡O sea los maestros de las sospechas!

Su hijo ama los enigmas, las conspiraciones, y la ficción. Para Adam, verlo feliz era una parte de su vida restaurada. Adam debía leer un montón para su trabajo, pero también porque Owen sobrepasaba los estándares de la escuela elemental. Owen leía complicados libros de Derecho (por culpa de Adam), filosofía (por Adam, de nuevo su culpa), cuentos (ni quería acordarse de quién era la culpa).

Un niño de diez años no debería leer tanto (por lo menos comics), y estar obsesionado con la "magia" o "esoterismo".

—Entonces, ¿recuerdas que te lanzaste a mí, a mitad de la noche, para que cosiera las insignias?

—¡Ay! ¡Es verdad! —ríe y entra a la recamara de Adam, él lo abraza. —Es que estaba tan deprimido que lo olvidé.

—Te dije que siempre debes de ver el lado bueno de tus "fracasos".

—¡Del éxcito no se aprende demasiado! —cita con alegría. —Gracias. —le da un beso. —Haré panqueques con helado para celebrar.

—¿Celebrar? —Adam sonríe desconcertado, ¿y ahora que mosquito le picó a su hijo?

—Sí. Celebrar que tengo al mejor papá. —estruja con cariño a Adam.

—Mhh, yo creo que tienes ganas de comer panqueques con helado, y me das excusas. —le hace cosquillas para poder alejarlo. Owen se avienta a la cama, lejos de las cosquillas. Adam busca la banda llena de insignias en su gaveta del escritorio. —Aquí la tenemos. —Le muestra una tira color verde olivo con varios círculos cosidos a mano. Delicadamente pasó su pulgar en la tela, tocó cada circulo con nostalgia.

Sueños, sin pesadillas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora