Está aturdido. La conmoción, la perturbación y aflicción de ese día era suficiente para dejarlo agotado, no podía seguir soportando a Kavinsky, no podía estar cerca de él sin sentir ganas de matarlo.
La gota que derramó el vaso fue ver a Kavinsky masturbándose cerca de él. Cuando lo recordó, Adam tuvo que correr al baño y vomitar.
Ahora estaba recostado en su cama, Owen dormía tranquilamente por lo que se permitió derramar unas cuantas lagrimas antes de dormir. Adam no soportaba el sentimiento de culpa que llevaba sobre los hombros, esa culpa de haber ido a una fiesta, de haberse arriesgado de esa manera. Ahora cinco chicos parecían odiarlo, seis chicos habían arruinado sus vidas por culpa de él, por el deseo de ser "libre", "normal", esa punzada de ser egoísta, de tener envidia de los demás... le había cobrado un alto precio.
Pero, ahora Adam ¿prometía ser bueno? Adam siempre ha sido una buena persona... no tuvo padres que le enseñaran lo bueno o lo malo, pero usando su empatía, la información de los libros y las circunstancias en la que vivía, no se doblegó a lo malo; Adam siempre compartía una de sus galletas cuando alguien más no tenía una; Adam no tenía a nadie más a quien hacer feliz así que, se proponía a ser feliz a los demás, a la hermana superior, a sus compañeros (aunque no se dieran cuenta de ello), en su trabajo. A su perspectiva lo iba haciendo bien. Así que ahora no podía decir que iba a ser bueno, que iba a ser un buen omega, porque eso sería estúpido. Poco a poco arrojaba esa culpa irracional al fondo de su ser, ¿por qué Adam debía ser el culpable? ¿lo eran esos cinco chicos?
—Justicia y no venganza. —musitó, la noche pareció romperse ante el estruendo de un relámpago. Repitió sus palabras como un mantra, desapareciendo dudas, inseguridades, fortaleciéndose mental y espiritualmente.
Tomó una ducha. Juró no volver a derramar lágrimas infundadas.
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Al día siguiente da un paseo con Owen, llegan al parque y coloca una manta sobre el césped recién cortado, la sombra de un árbol hace fresco y un buen momento para tomar un refrigerio, el gato que Kavinsky le dio sale de la canasta, lo aleja de Owen para que no sea aplastado. Ahora tiene que lidiar con un gato, pero Owen parece maravillado con el obsequio. Aún faltaban dos días para el primer año de su hijo, y Adam realmente estaba trabajando para poder comprar un pastel lo suficientemente grande para los niños de la iglesia ("los refugiados" llamaban así las hermanas a los niños omegas que nadie quería, Adam fue uno de ellos). Porque no quería pensar en que su hijo viviera su primer cumpleaños solo, sin fotos, sin pastel o dulces. Dios, esperaba no estarse reflejando en Owen.
El gato había sido un buen incentivo para Owen, el pequeño minino lograba hacer que su hijo intentara ponerse de pie, ojalá, Adam, tuviera una cámara para capturar el momento, y tenía que apurarse para comprarla porque si daba sus primeros pasos y no le sacaba una foto iba a lamentarlo (ese día iría a buscar una al bazar, después de todo hay muchas cosas buenas y baratas).