Amaba a Ronan, pero no era su favorito. Amaba a Adam y era su favorito. Así que cuando Ronan hacía enojar a Adam, Opal escogía un bando: el de Adam. Ese día Adam le aventaba cosas a Ronan, estaba llorando, temblando, le gritaba a Ronan. Opal salió en defensa de Adam. Opal tiraba cosas a Ronan, le gritaba a Ronan, le gruñía y le ladraba con rabia a Ronan. Porque no importaba el motivo, Ronan había echo llorar a Adam, porque Adam sufría y Opal igual. Sufría.
Adam se canso y subió enfadado. Opal iba tras él. Cuando Ronan hacía llorar a Adam, Opal abrazaba a Adam como si el mundo no pudiera dañarlo. Pero esta vez cerró la puerta y no dejó entrar a Opal, tal vez se había equivocado, tomó la perilla para poder abrir y entrar, acurrucarse con Adam, que las lágrimas corrieran con fuerza hasta mojar a Opal. La puerta no cedió.
—¡Adam! —gritó Opal, empujando la puerta y pateándola. —¡Adam! —chilló con ese tono que Ronan y Adam odiaban.
Ronan la apartó de la puerta. —Ve afuera. —ordenó. Opal no obedeció y siguió gritando hasta que la voz de Adam, quebrada en llanto les gritó.
—¡Lárguense los dos!
A Opal se le rompió el corazón, no porque Adam la rechazara o la excluyera. La voz de Adam sonó tan triste y tan... tan lastimera. Odió a Ronan, se abalanzó contra él y le golpeó con sus manos pequeñas, no le dolería pero ella quería vengar a Adam, quería que al menos Ronan sintiera algo por hacer sufrir a Adam. Le mordió y corrió hacia fuera de la casa. ¿Qué podía hacer por Adam? Era la primera vez que Adam la alejaba mientras lloraba. No sabía qué hacer y estaba desesperada.
Odió aún más a Ronan al notar que Adam salía, subía a su coche y desaparecía. Opal trató de alcanzarlo pero era débil, no corría más rápido que el auto de Adam.
Lloraba y lloraba, gritaba y gritaba, chillaba y chillaba. Ronan no hacía el intento de calmarla.
—¡Tráelo de vuelta! ¡Adam, trae a Adam! —pero Ronan no hizo caso a sus súplicas, la apartó, él cerró la puerta de su habitación y no salió en todo el día.
Para en la noche, Opal estaba destruyendo la alacena, quebrando platos, vasos (excepto el vaso que Adam había traído una vez y en el cual solo tomaba él, o solo cuando lo compartía con Ronan, o cuando le daba de beber a Opal). Bajó todos los libros y rompió las revistas de Ronan. Rebuscó entre la ropa sucia algo de Adam para poder ponérselo. Vio el teléfono de Ronan en la mesa y lo tomó ¿podría desear a Adam y el aparato lo comunicaría con él? Guardó el teléfono y empezó a morder un trozo de madera que encontró, aún en la casa buscaba qué más podía romper, algo de Ronan.
Un zumbido de entre su ropa le asustó, el aparato sonaba y ella vio la pantalla brillante, una vez, Adam, le había enseñado cómo contestar. Ella apretó el botón verde, con algo de miedo, y la voz de Adam se reprodujo.
—Ronan...
Sonaba triste. Opal no dijo nada porque no sabía si se iba a meter en problemas.
—No. Opal.
¿Cómo lo supo? Opal asintió, pero Adam no dijo nada más, así que habló.
—Adam, vuelve.
—¿Puedes pasarle el teléfono a Ronan?
—¿Adam va a volver? —No movía ni un músculo.
—Quiero hablar con Ronan.
Opal quería hablar con Adam. Negó. —Adam, vuelve. —Comenzó hablar en latín hasta que Adam la detuvo con tan sólo decir su nombre.
—Opal.
Le destruía el corazón ¿por qué de eso no se daba cuenta? Opal no dijo nada, Adam no insistió con Ronan.
—Para poder volver necesito hablar con él.
Entonces Opal corrió rápido a las escaleras, tropezó y Adam le dijo que tuviera cuidado. Pateó la puerta y recibió una maldición departe de Ronan.
—Opal, no entres así a...
—¡Adam, Adam, Adam! —saltó de alegría y le tendió el teléfono. —¡Adam vuelve!
Ronan la sacó de la habitación, ella escuchó atenta tras la puerta, pegando su alargada oreja y agudizando su oído.
—Sí, sabe contestar. Sí, se lo has enseñado. Sí, es muy inteligente. Sí, yo la soñé así.
Después de eso Ronan no dijo nada, pensó que Adam tampoco decía nada. Estaba ansiosa, nerviosa y quería chillar.
—¡Será mejor que levantes y limpies el malditodesastre que estuviste haciendo! —dice por fin Ronan, Opal patea la puerta ybaja para ordenar todo.