Así que ayuda a Adam con las bolsas del mercado, Ronan va buscando en cada tienda que se detiene el omega y pronuncia vergonzosamente "¿Tiene latas de pistaches?", la gente se ríe, pero no puede odiarlos o maldecirlos ya que Adam comparte el sentimiento de burla.
—¿No te importan los rumores?
—¿Quieres una manzana acaramelada? —otra vez el sonrojo en la cara de Parrish, cálmate, Ronan, no lo beses.
—No estamos en una... —musita: —cita.
Ronan no escucha la débil voz de Adam, así que compra dos manzanas.
—La verdad, me importa una mierda lo que la gente diga de mí o de los demás. Hasta hace poco no sabía de tu existencia, ni de los rumores. Toda esa gente se puede ir a la mierda o al infierno, espero no topármelos. —le tiende la fruta endulzada. Adam tiene ojitos brillosos, toma la manzana y le da un mordisco. Ronan le toma una foto lo más ágilmente que puede con tres bolsas en la mano y una manzana acaramelada.
—Espero no caer en algún hechizo.
—Tranquilo, Blanca Nieves, no sería tan obvio. —le guiña. Adam le sonríe y siguen su paso por el mercado.
A Adam parece inquietarle algo, pero Ronan no se arriesga a tentar su buena suerte.
—Latas de pistaches. —dice por milésima vez.
—Querrás decir: chícharos. Son verdes.
—¡Sí! Al fin alguien que me entiende.
—Los subnormales se llevan bien. —susurra Adam.
Las compras acaban, Ronan lleva cinco latas de chícharos que no tiene idea para qué comidas pueden ser utilizados. Adam le pide sus bolsas.
—Déjame llevarte, no me cuesta nada.
—No. —responde secamente Adam.
—¿Por qué es tan malo estar conmigo?
—Es malo estar conmigo.
—A mí no me importa lo que-
—¡Pero a mí sí!
—A mí no, así que si quieres tus bolsas las puedes recoger en St. Agnes, porque allá las llevaré. —claro que escucha los pasos de Adam tras él. Ronan siente orgullo en el pecho. Su corazón literalmente está cantando: "más tiempo con Adam, más tiempo con Adam".
Cuando llegan a St. Agnes, Ronan, se desborona, no quiere dejarlo marchar.
—Deberías ir a la plática que dará mi hermano.
—Tu hermano tiene un punto, por lo que él y yo somos rivales.
—¿Existe rivalidad entre omegas?
—Como no tienes idea. —baja del auto, Ronan se apresura para ayudarle. —Mierda, olvidé pasar a la farmacia...
—Podemos ir. —su entusiasmo sorprende a Adam. —Quiero decir, puedes ir, es temprano todavía.
—No es nada temprano. Nos hemos tardado una eternidad. —Adam mira su reloj. —Seguramente recibiré una reprimenda, a la hermana superior no le agrada que llegue tarde.
El llanto desesperado de un bebé alerta los oídos de Ronan.
—¡Es increíble! Más de las nueve, Adam Parrish, más de las nueve ¿no tienes una responsabilidad? ¿crees que estoy jugando y tengo tiempo de sobra? —el pequeño que sostiene entre brazos deseaba escapar. —¿Y ese chico? ¡Adam Parrish!